Esta es una historia escrita por Oxymoronic8 que yo me he limitado a traducir con su permiso. Si queréis leer la historia en su lengua original, el inglés, podéis pinchar aquí: http : // www . fanfiction . net / u / 1633559 /
Resumen: Bella Swan ha pasado los primeros dos años de su vida en Forks desarrollando una creciente amistad con Jacob Black, que finalmente se convirtió en algo más. Cuando comienza el último curso de instituto, una nueva familia llega al pueblo. Bella comienza a cuestionarse el camino que pensó que seguiría su vida. A veces hay una gran diferencia entre lo que crees que necesitas y lo que nunca imaginaste que querías. Toma lugar entre Luna Nueva y Eclipse.
INNOCENT, VIGILANT, ORDINARY.
PREFACIO
"Estoy hecho a tu medida, Bella. Lo nuestro habría funcionado sin esfuerzo, hubiera sido tan fácil como respirar. Yo era el sendero natural por el que habría discurrido tu vida… Si el mundo fuera como debiera, si no hubiera monstruos ni magia." Jacob Black, Eclipse, p. 590.
En un mundo sin monstruos ni magia, Jacob Black y yo orbitamos alrededor del otro; nosotros dos formamos un solo universo. Él me hace la vida mucho más sencilla y me protege de la inexplicable soledad que me rodeaba hasta que le conocí. Nuestro amor se basa en la confianza y devoción que mucha gente se pasa la vida buscando. Algún día creceremos, unidos el uno al otro para siempre, y formaremos una familia. Nuestras vidas seguirán su curso sin obstáculos. Y, de ese modo, algún día pasaremos de esta vida a lo desconocido, sin haber necesitado nunca nada más.
En un mundo sin monstruos ni magia, es mejor no hablar de lo que podría haber sido. Después de todo, ¿por qué atenerse a algo más, a algo que quizá ni exista, cuando podemos vivir de forma segura con nuestras necesidades satisfechas? Prefiero trabajar por un salario, que esperar a que me toque la lotería. La vida está destinada a decepcionarte; cuando el destino interviene y te da seguridad y paz interior, no lo hechas a perder por algo que seguramente nunca vas a tener. Construimos nuestras vidas en la realidad, sabiendo que el paraíso solo existe en los cuentos de hadas.
En un mundo sin monstruos ni magia, Jacob Black y yo somos felices. Pero sin magia. Compartimos una felicidad arraigada en la razón. Nos sentimos completos pues ignoramos lo que nos estamos perdiendo. Lo que tenemos es suficiente porque no miramos lo que la magia nos muestra; nuestros corazones nunca han latido en nombre de la pura pasión, y nunca tendremos que cuestionarnos el destino de nuestras almas porque en nuestras banales vidas nunca tomamos riesgos. Vivir la vida con un amor ordinario y natural es todo lo que necesitas… Hasta que encuentras la magia que nunca supiste que existía, que nunca supiste que querías. De pronto, lo ordinario no es suficiente; necesitas lo extraordinario.
CAPÍTULO UNO: Dieciséis.
Jacob cumplió dieciséis el miércoles. Cuando me acercaba a su garaje, le vi sentado en la acera, sonriendo aquella radiante y contagiosa sonrisa que tan bien conocía. Durante los últimos meses algo más surgió bajo la superficie aquella expresión, algo motivado, sin duda, por la confianza que se sentía al crecer. Aquel reciente cambio en el comportamiento de Jacob me decía que sus dieciséis años le daban expectativas. Dieciséis significaba adultez, al menos para Jacob, que pasaba numerosas horas perfeccionando el VW Rabit que había encontrado entre los desechos. Desde que le conocí, tres años atrás, siempre me ha estado hablando de la libertad que suponía conducir. A medida que se acercaba a lo que más deseaba, su confianza subía como la espuma. Ya no era aquel niño inseguro que conocí cuando me mudé a Forks a los quince años, ahora pasaba cada minuto buscando alguna excusa para sentarse cerca, para colocarme mechones de pelo tras la oreja, para inclinarse sobre mí cada vez que me hablaba. Solo era un adolescente de instituto y yo estaba cerca de los 18, pero en su mente estábamos en el mismo campo de juego. Y yo no estaba segura de si quería empezar a jugar.
Jacob Black ha sido mi mejor amigo desde que vine a Forks, Washington, a vivir con mi padre el verano antes de empezar cuarto curso. Su padre, Billy, y el mío, Charlie, eran amigos desde hacía años. Naturalmente, Jake y yo compartimos muchos almuerzos cada vez que ellos se iban a pescar; nos hicimos amigos al instante. Pronto empezamos a pasar juntos casi cada segundo de nuestro tiempo libre, compartiendo nuestras horas extraescolares en su garaje, el lugar donde desarrollaba sus proyectos favoritos, incluyendo su preciado VW.
Él no era como el resto de los chicos del colegio; Jake era interesante, modesto, lleno de vida. Hacía que mi mundo embotado fuera algo más soportable, excepto por las oleadas de culpabilidad que me invadían por su enamoramiento. Aún así, para mí solo era un crío. Una parte de mi adoraba como siempre saltaba por las paredes con el entusiasmo de un niño de cinco años antes de abrir los regalos de Navidad. Yo, por otro lado, era una adulta atrapada en el cuerpo de una adolescente, condicionada al ser la hija única de mi madre Renee, una adolescente atrapada dentro de una mujer de 38. Hasta que se casó con Phil hace tres años, cuidé de ella, sin importarme la responsabilidad porque me hacía sentir necesitada. Con Jake disfrutaba igual porque me necesitaba; sentía que era lo correcto. A cambio él mantenía alejada la soledad que me había perseguido durante toda mi vida.
Jacob y yo éramos perfectos en nuestro corriente estado platónico; algo más podría haber estropeado nuestro status quo. Pero él quería más. Cada día, me esperaba en el porche de la pequeña casa que compartía con su padre. A medida que los días pasaban, su expresión se fue convirtiendo en la confirmación de que ya no iba a sentarse de brazos cruzados y dejar que siguiera pensando en él como un niño.
Detuve mi monovolumen y lentamente salí del coche. Pese a mis preocupaciones por la situación de nuestra relación, me sentía relajada al estar en compañía de Jacob.
—¡Bells!—Exclamó, rodeándome en uno de sus trituradores abrazos. Cada vez era más frecuente que Jake encontrara alguna excusa para crear contacto físico entre los dos. Gracias a Dios que era delgado y no mucho más alto que yo, o si no sería difícil explicar a los médicos de emergencias cómo me había fracturado las costillas.
Le tendí un pequeño paquete que había envuelto en papel de periódico. —¡Feliz cumpleaños!— Jake ahogó un jadeo, como si se hubiera esperado verme llegar con las manos vacías.
—No tenías por qué regalarme nada.
—Sí que tenía. Siento el envoltorio; Charlie nunca tiene nada festivo por casa.
Me guiñó el ojo en respuesta, acercándose a mi lado. —Por esta vez, te perdono. —No perdió tiempo en comenzar su menos que sutil flirteo, dedicándome una sonrisa llena de dobles intenciones. Yo desvié la mirada, insegura de cómo responder.
Nos sentamos en silencio durante unos instantes. Sentí como sus ojos se posaban sobre mí. Con demasiada fuerza, le insté, — ¡vamos, ábrelo! — Por motivos diferentes a la tensión que había entre Jacob y yo, estaba nerviosa. Quería conseguir trabajo en verano, una vez terminaran las clases, pero todavía quedaba un mes. Por el momento mis fondos económicos estaban muy limitados, por lo que tuve que improvisar. Sin embargo, ahora cuestionaba mi elección.
Jacob comenzó a reírse cuando lo abrió. — ¿Un llavero de piel de conejo*?
De pronto me sentí estúpida, algo que no me pasaba en presencia de Jacob. —Ya sabes, como estás restaurando un VW Rabbit…
Rodeándome con su brazo, respondió. — Sí, lo pillo. Joder, Bella, me halagas.
—Sabes que estoy en completa bancarrota, sino te habría traído algo mucho mejor. Lo siento. Al menos no es rosa.
—¡Deja de disculparte! ¡Me encanta!— Supe que lo decía en serio; Jacob mentía casi tan mal como yo. —En serio, no tenías que traerme nada. Estar contigo es suficiente. —Se detuvo. En una voz ronca, aún demasiado nueva para mí, continuó. —Sabes, Bella, he estado pensando…
Luché por encontrar algo que decir antes de que pudiera continuar. —¡Espera, que hay más! —Exclamé, sacando una tarjeta de mi bolsillo como si estuviera haciendo un truco de magia.
Parecía un poco decepcionado por mi interrupción, pero también curioso. Ceremoniosamente, abrió el sobre. —¡No me lo creo!— Exclamó, como si le hubiera regalado un cheque de un millón de dólares en lugar de un cupón hecho a mano para comer gratis mi especialidad, la lasaña. —¡Voy a hacer copias para que me la canjees cada semana!
Antes de que mi sonrisa pudiera ensancharse aún más, Jacob apretó aún más su abrazo, acercándome tanto que prácticamente estaba sentada sobre su regazo.
—Es genial, Bella. Gracias. —Su tono de voz se volvió serio, y de pronto me di cuenta de que nuestros rostros estaban a pocos centímetros de distancia, tan cerca que podía contar sus pestañas. Se me hizo un nudo en el estómago. Sabía exactamente lo que estaba pensando. Por favor, no me beses, recé silenciosamente a la vez que su rostro comenzaba a acercarse al mío. Pronto podría sentir sus pestañas. Nunca había besado a nadie, al menos románticamente, y no tenía ni idea de si quería destruir una amistad por un beso con alguien por el que no sabía si me sentía atraída.
Las palabras salieron de mi boca antes de darme cuenta de que eran mías. —Jake, no creo que sea buena idea.
Sus ojos estaban medio cerrados cuando respondió. —Ya veremos.
Antes de que pudiera responder, sus labios estaban firmemente presionados contra los míos y sus manos acariciando mi espalda. En ese momento, las palabras "crío" y "Jacob" dejaron de pertenecer a la misma frase. Vacilante, respondí a su beso, dándome cuenta de que era la primera vez para los dos. Me preocupaba hacerlo mal, aunque la inexperiencia de Jacob no parecía tener mucha influencia sobre su confianza o habilidad. Me besaba con ineludible pasión, moviendo las manos de la espalda al cuello y después a mi rostro. Su lengua se hizo camino hasta mi boca, y yo no tenía ni idea de cómo responder. Me sentía bien, genial incluso, pero mi cabeza no dejaba de pensar en lo que esto significaría cuando nos separásemos.
Me esforcé por silenciar mi discusión interna; Jake, después de todo, era increíble. Estar con él era lo más fácil del mundo. Desde hace años ha sido el hombro en el que he llorado cuando todo lo demás parecía frío y desagradable, y ahora me besaba como si intentara unir su cuerpo y el mío en uno solo. Me quería. Debía quererme.
Al ser hija de padres divorciados, estaba acostumbrada a la independencia. Continuamente me decía que no necesitaba a nadie, pero sabía que era mentira, sabía que necesitaba a Jacob. Él lo era todo. Durante toda mi vida me he repetido que el amor no tiene por qué terminar como el de mis padres. Ni tiene por qué ser pasional e irracional. A medida que Jacob me besaba, me di cuenta de que podría convertirse en algo más. Me lo debía, y a Jake también, para averiguar qué podía surgir. Rodeé su rostro con mis manos y le di todo lo que tenía. Era mi mejor amigo, mi mundo entero. Tendría que estar loca para pensar que no pertenecía a nadie más que a él.
xXx
* El llavero de Bella se conoce en inglés como rabbit's foot keychain. Como su nombre indica, está hecho a partir de una pezuña de conejo, que al parecer, trae buena suerte.
Una cosa quiero aclarar, este es un Edward/Bella, a pesar de que Jacob en esta historia tiene un gran peso. Es una de las mejores historias que he leído hasta el momento, donde realmente el personaje de Bella me gusta. Me apetecía mucho traducirlo, así que espero que le deis una oportunidad.
