Érase una vez, en un país muy lejano, un rey y una reina que estaban muy tristes porque no podían cosechar ninguna naranja…

Un día, por fin sus deseos fueron satisfechos: la reina tuvo un niño al que llamaron… Yoh.

Este bebe, que nació con unos audífonos naranjos y una irritante sonrisa, tenía la habilidad de crear una naranja cada vez que decía "funga fu-fu".

Por eso se proclamó un día de fiesta en el reino para que todo el mundo pudiera rendir al homenaje al pequeño-y algo siniestro- príncipe.

Nuestra historia empieza ese hermoso –y algo siniestro- día en el que el Rey Mikihisa y su esposa Keiko acogen a sus fieles amigos.

En Tao: ¡Hola, hombre, qué tal!

Ran: ¿Dónde esta la criatura?

Mikihisa: —mirando de reojo la cuna— créeme, no quieres verlo

Ran: pero qué dices, debe ser algo hermos…—mira dentro de la cuna— ¡Castigo de Dios! ¿¡Qué es esto!?

Keiko: no entendemos porque nunca deja de sonreír…

Ryu con su espada de madera: (vestido de sirviente) ¡Su majestad, el Rey Cleopatro y la princesa heredera ANNA!

Los dos monarcas vecinos hace tiempo que deseban en secreto el unir sus reinos. Así que proclamaron que un día, la princesa Anna se casaría con el príncipe Yoh… La joven princesa, viendo con disgusto a lo que será su esposo en un futuro, se "contenta" con dar un regalo a ese hermoso —aunque algo siniestro— niño.

De repente, cuando los clarines vuelven a sonar, una luz suave y un olor a leche, tamal y a banana, invaden el salón.

Ryu: sus honorables—y algo siniestras—excelencias, Los Tres Hados Raros: ¡Ren, Horohoro y Primavera!

Primavera: ¡Oye!

Ryu: quiero decir, ¡Chocolove!

Ren: —se acerca a ver al bebé Yoh— Es un bebé un poco…

Chocolove: pues… es algo…

Horohoro: feo

Ren y Chocolove: —lo miran— tarado

Ren: Viejos—hablándoles a Mikihisa y Keiko— Ahora cada uno de nosotros ofrecerá un "don" al príncipe Yoh

Y así, Ren se acercó a la cuna del pequeño Yoh nuevamente y comenzó con su don.

Ren: —sacando una mamadera— siniestro príncipe, quiero decir, hermosa criatura, mi regalo para ti será el don de la risa

Todos: ¡NO!

Mikihisa: ¿¡Quieres que se ría más!?

Ren: pues… me da igual, ahora déjame terminar con esto. —Agita su mamadera y sale un chorro de leche, y le da al pequeño Yoh el don de la risa—

Horohoro: ¡yo voy a darte el don de un buen olfato!

Ren: ¿Qué clase de don es ese?

Horohoro: es mejor que darle más risa

Entonces Horohoro agitó su tamal y salió mantequilla (xD) y le dio el don de un grandioso olfato al príncipe Yoh.

Chocolove: —sacando una banana— ¡y yo ahora pue hombre! Mi don para ti será…

Pero antes de que primavera, quiero decir, Chocolove pudiera formular su don (para alivio de todos, quizás que estupidez le hubiese concedido), apareció…

¿?: ¡Buahahaha!

Chocolove: ¡Hao, hombre! ¿Qué haces aquí?

Hao: —le lanza a Opacho— ¡No soy Hao! ¡Soy…—salen truenos tras él— MalefiHao!

Todos: Orales

MalefiHao: que magnífica reunión, ¿no creen? Su majestad… la nobleza… la plebeya…—mira a los Tres Hados Raros— vaya, y hasta la gente rara también

Horohoro: ¡Déjamelo! —es sujetado por Ren—

MalefiHao: podría sentirme ofendido por el hecho de no haber sido invitado, pero para demostrarles que no es así… yo también voy a concederle un don…

Tres Hados Raros: oh, que bien… —se miran— ¿¡Qué!?

MalefiHao: el príncipe si crecerá alegre… (Todos: ¡NO!) y hermoso, ¡pero el día en que cumpla 16 años, antes de que vaya al baño, se pinchara el dedo con la espina de una naranja!... ¡Y morirá!

Keiko: ¡Oh, no!... Un segundo…

Mikihisa: …las naranjas… no tienen espinas

MalefiHao: no, pero está si

Mikihisa: ¡Detened a ese hechicero!

MalefiHao: ¡Soy tu hijo!... ¡Digo! Soy…—salen truenos tras él— ¡MalefiHao! ¡Buahaha! —desaparece—

Ren: ya no lloren majestad. Primavera, digo, Chocolove aun tiene un don

Mikihisa: ¿pero será capaz de anular esta terrible —y un poco extraña— maldición?

Ren: ¿¡Cómo cree!? MalefiHao tiene poderes que nosotros no tenemos… Pero lo hará tan bien como pueda

Chocolove: encantador príncipe, como MalefiHao a dicho, te pincharas el dedo con la espina de una naranja, pero no morirás. Si no que… caerás en un sueño profundo del que solo despertaras gracias al primer…

Ren: ¿Beso? —aburrido—

Horohoro: ¿Abrazo?

Chocolove: No, par de… Ejem. Despertarás solo con el primer golpe del verdadero amor

Ren y Horohoro: orales, que original

Aun así preocupados por la vida de su hijo, el Rey Mikihisa ordeno que todas las naranjas del reino sean convertidas en jugo de naranja… y la real orden se cumple inmediatamente.

**Torre más alta del castillo**

Ren: —mirando por la ventana como se exprimían las naranjas— que tontería. Tenemos que pensar en algo

Horohoro: pues ven a comer un tamal —hace un tamal con su varita— apuesto a que podemos hacer fracasar a MalefiHao

Chocolove: ¡Maldito MalefiHao! ¡Yo pensaba usar mi último don y darle la brisa de la risa!

Horohoro: ¡No seas payaso! Además nuestras varitas solo sirven para dar desgracias, digo, alegría

Chocolove: mm… bueno, compadezcámonos de MalefiHao… Él no sabe nada sobre el amor, ni de la risa, ni de…

Ren: ¡Eh, cállate, tarado! ¡Se me ocurrió una idea!

Horohoro: ¿tomar leche?

Ren: aparte de eso. Hay que confundir a MalefiHao justo con lo que él no sabe

Horohoro: ¿de los tamales?

Ren: —lo mira con cara de aburrido, y luego lo ignora— Veamos… la cabaña de Shrek, ellos están de luna de miel… además, ¿quién podría sospechar de un apuesto como yo y de dos payasos que cuidan a un niño?

Chocolove: ¿de qué payasos estás hablando?

Ren: —agita su varita— de ustedes, por supuesto

Con un movimiento de la varita en forma de leche de Ren, Horohoro y Chocolove son vestidos como campesinos. Horohoro de azul y Chocolove de amarillo.

Horohoro: huelo a puerco

Chocolove: ya, pero, ¿quién es el apuesto?

Ren: —en susurró— como si no fuera obvio

El último agita su varita y sus ropas se cambian por las de un campesino, de color rojo, más elegante que las otras dos ropas.

Ren: … realmente estás ropas huelen a puerco

Chocolove: y a pollo

Horohoro: mm… un segundo, ¡no! ¿Insinúas que deberemos ocuparnos del príncipe? Es decir… darle de comer, beber, lavarlo, vestirlo… mecerlo todas las noches… —tiene un escalofríos— ¡no quiero!

Chocolove: bueno, siempre tendremos nuestras varitas si tenemos problemas

Ren: claro que no, idiota —les quita las varitas— ¡Prohibido usarlas!

Horohoro: ¡Pero si no sabemos hacer nada sin ellas! ¿¡Y quién me dará mis tamales!?

Ren: Chocolove

Chocolove: —es vestido de cocinero— ¡Yo me encargo de la cocina, pue!

Horohoro: … prefiero morir

Ren: venga, vamos a contarle nuestro plan a los viejos, digo, al Rey y la Reina

Y asó fue como el Rey Mikihisa y la Reina Keiko, con el corazón roto y a la vez felices, vieron desaparecer en la noche a su siniestro, quiero decir, hermoso bebé.

Pasaron los años tristemente. Pero al acercarse el día del decimosexto cumpleaños del príncipe Yoh, todo el reino iba recobrando confianza, porque todos sabían que la profecía del rencoroso MalefiHao no se había realizado.

MalefiHao: ¡Es increíble! ¡16 años y ningún rastro de ese niño! ¿Están seguros de haber buscado bien?

Zen: ¡claro que sí! Hemos buscado por todas partes

Ryo: ¡Por todas partes! Las montañas… los bosques… los jardines… las casas…

Zen y Ryo: ¡Y en todas las cunas!

MalefiHao: ¿¡Las Cunas!? Todos estos años… han estado buscando un bebé…

Zen y Ryo: pues…

MalefiHao: ¡CRETINOS! ¡IDIOTAS! Han estado buscando un bebé durante 16 años. ¡Fuera de mi vista todos!

MalefiHao envió al Espíritu de Fuego para que se comiera a Zen y Ryo, que salieron huyendo desesperadamente con el enorme espíritus siguiéndoles.

MalefiHao: —se sienta, cansado— Ah… Opacho, tú eres mi última esperanza. Ve e investiga. Busca a un joven de 16 años, con los cabellos… ah, que tontería. Busca a un tarado igual a mi, menos guapo y con cara de bobo

Opacho: sí, señor MalefiHao ¡Opacho lo buscara! —se convierte en ovejita y se va—

MalefiHao: —ve la lentitud de Opacho— claro… tómate tu tiempo… ¬¬