Disclaimer: I do not own Teenage Mutant Ninja Turtles neither its characters.

Nota del autor: ¡Muy buenas a todos! Soy Jomagaher (como podéis ver en mi perfil) y os presento esta historia que ya llevaba mucho tiempo en mi mente. Desde pequeño siempre me habían gustado mucho las Tortugas Ninja y me puse a fantasear sobre qué haría yo si tuviera la oportunidad de vivir una aventura con ellas. Una cosa lleva a la otra, y el resultado es un proyecto bastante largo (planeo hacer la historia en cinco partes) sobre una trama que implica a mis personajes de la infancia en un Universo Alternativo (AU) creado por mí. No sé si llamarlo así, porque en realidad he cogido algunas cositas o detalles de cada una de las distintas versiones que se han ido publicando, inclusive invención propia. Podría considerar como base la película que se sacó en 2007, ya que, por ejemplo, Raphael sigue patrullando las calles como el "NighWatcher" (Vengador Nocturno), aunque le doy un trasfondo totalmente distinto, al igual que el de otros personajes (por ejemplo, en este prólogo mencionaré de pasada a uno que quizá os suene ;P)

Además de ser un AU, me gustaría avisar que hay muchos Personajes Originales (OCs). Puede que en los primeros capítulos esté bastante centrado en ellos, ya que me gustaría darles un planteamiento convincente para comprender las relaciones que vayan formando con las Tortugas... porque sí, tarde o temprano se cruzarán en el camino de estos cuatro hermanos, algunos de manera más o menos inesperada.

A veces me pregunto dónde va a salir todo esto, porque no creo haber visto un fanfic que se apoye tanto en invención del autor, pero espero que os guste ;)

Ya os iré informando de más detalles conforme vaya publicando los capítulos.

Con cariño.

Jomagaher

PRÓLOGO: LA PLAYA.

Hace muchos años...

Aquel día hacía mucho calor.

Lo podía notar en el cielo, aquel sol que coronaba la sábana azul hasta llegar al horizonte. Lo notaba en el silbido de las cigarras, que entonaban una melodía que tan solo ellas podían entender. La hierba acariciaba sus piernas menudas, haciéndole cosquillas.

Pero sobre todo lo notaba en la camisa blanca pegada a su piel, y el sudor perlado que marcaba su frente, nublando la vista de sus ojos color zafiro.

El campo era verde, de un verde intenso. La luz se proyectaba sobre las hojas de los árboles, dejando una sombra suave a lo largo del recorrido que se presentaba ante él.

Volvió la vista atrás, al camino empedrado que se sumergía en la oscuridad del bosque del que provenían. Por un momento temía que su amigo hubiera decidido retirarse en el último momento.

Pero no. Ahí estaba. Se palpaba su cansancio incluso a los ojos de un ciego. Jadeaba mientras daba unos últimos pasos antes de apoyarse en sus rodillas. A primera vista era mucho más bajo que el chico. El pelo rubio le lucía ralo, sin vida, con unos bucles que bien podrían confundirse con los de una chica.

- Pensé que te habrías quedado atrás, esperando como un niñito obediente- Le espetó el primero mientras ponía los brazos en jarras y se inclinaba un poco hacia adelante con una sonrisa en los labios.

Su amigo tardó un poco en responder mientras recuperaba el aliento, pero el tono con el que habló sonó firme.

- Nos estamos alejando mucho de casa. Dentro de poco va a hacerse de noche ¿En qué estás pensando?- Su voz, por el cansancio, parecía casi un pitido. Jadeó un poco más mientras se apoyaba momentáneamente en el tronco de un árbol cercano, tratando de recuperar las pocas fuerzas que le restaban.

- Ya lo verás. Debemos de estar cerca- Sin esperar respuesta o comentario alguno volvió la vista adelante y continuó a paso ligero entre los árboles.

El bosque empezaba a acabarse. Podía olerse un aire salobre que llenaba los pulmones. El chico que abría la marcha podía llegar a oír el sonido de las olas…

Un sol crepuscular los recibió con los brazos abiertos. Una brisa suave acarició sus cabellos. Extendió los brazos un momento y cerró los ojos, saboreando aquellas caricias. Aquellas caricias que llevaba mucho tiempo anhelando, pero que se habían perdido hacía mucho tiempo.

Se quitó los zapatos y dejó que la arena besara con su tacto áspero la planta de sus pies.

El chico de pelo rubio tardó un poco más en llegar, ya que había vuelto a quedarse atrás. En cuanto vio la inmensidad del mar azul, acompañada de aquel sol que casi se ocultaba por el horizonte, no pudo evitar soltar una exclamación de sorpresa. -

- Nunca pensé que vería una playa así. Llevo toda mi vida viviendo en Nueva York y…- Aquello fue lo único que llegó a murmurar antes de quedarse junto a su amigo y escuchar juntos el murmullo del oleaje al morir en la orilla.

Al final no habían tenido que andar demasiado. Ambos chicos vivían en Staten Island*, y la zona costera no les pillaba lejos. Sabían que iban a reformar la zona para convertirla en una playa turística, pero su amigo le había dicho que había encontrado una cala algo escondida, pero que los obreros no habían tocado para nada.

- Lo descubrí la semana pasada, en una de mis salidas vespertinas. Si te quedas de noche puedes ver las luces de la ciudad- Los ojos azules del chico brillaban de ilusión. Su pelo negro como el tizón se movía suavemente al son del viento. Empezaba a hacer algo de frío- Es precioso…-

Su amigo de pelo rubio le miró fijamente. Rara vez veía al chico de ojos zafiro sonreír de esa manera. Aún recordaba cuando se encontraron por primera vez…

"¿Estás sólo?"

Él siempre había sido alguien débil y enfermizo. Por aquel motivo tenía que faltar con frecuencia a clase para ir a varias revisiones médicas.

"Convulsiones, pérdidas de conciencia…" La lista de trastornos era de no acabar. Aquello le había impedido poder asistir a clase durante un año entero, por lo que tuvo que repetir curso. Al año siguiente, la situación mejoró un poco, pero aquello no impidió que sus compañeros no se juntaran con él.

"Mis padres dicen que te entran ataques y te vuelves loco"

"No te invitamos a ninguna fiesta de cumpleaños porque no queremos que nos pegues lo que tienes"

Al principio le impactaron aquellas declaraciones. Pero pronto se acostumbró a estar solo. Sus padres y profesores hablaban con él al respecto, pero siempre se mostraba reluctante.

Su tiempo había pasado. Sus compañeros habían avanzado hacia adelante en el camino de la vida, y era como si aquel año en el hospital le hubiera supuesto una estancada. Jamás podría alcanzarlos.

Hasta que vino él. Vino, y le tendió la mano.

"¿Estás sólo?"

Los dos eran almas solitarias, pero uno había comprendido que jamás podrían seguir adelante sin el otro. El destino les había unido, aquello no podía ser una coincidencia. Y ahí estaban.

- ¿Has vuelto a discutir con..?- Empezó a susurrar, pero comprendió demasiado tarde que no debía de formular aquella pregunta.

De repente, un aire gélido se cernió sobre ellos. Por un momento pareció que el sonido de las olas se atenuaba hasta tal punto que tan sólo constituían un murmullo. El cielo se oscureció un poco más. El sol empezaba a dejarse de ver por el horizonte…

Una sombra cruzó los ojos de su amigo. El chico rubio notó que apretaba los puños e inclinaba ligeramente la cabeza. Si observabas detenidamente, parecía temblar de la rabia que tenía por dentro.

- Sígueme-

El chico empezó a andar a paso ligero a la izquierda.

No tardaron más de dos minutos en llegar a su destino. La cala continuaba unos pocos metros más hasta adentrarse un poco en el bosque que lo rodeaba, llegando a lo que parecía ser…

- ¿Una cueva? ¿Qué hace eso aquí?-

Era bastante pequeña, lo justo para que entrara alguien algo mayor que ellos. Un par de metros más adelante reinaba la oscuridad absoluta.

- Shhh, escucha- Le instó su amigo, con el ceño fruncido.

El chico de pelo rubio se quedó lo más quieto que pudo y cerró los ojos, intentando concentrarse…

En un principio no lo percibió. No obstante, cuando parecía que su amigo le estaba jugando una mala pasada, notó una vibración profunda, de aquellas que llegaban a las entrañas. Sin embargo, poco a poco se fue dando cuenta de lo que era en realidad.

- ¡¿Un gruñido?!- Exclamó, repentinamente asustado.

El joven de ojos zafiro soltó una risotada.

- Qué va. Al principio pensaba que se podía tratar de un monstruo, pero decidí explorar un poco y resulta ser que esta cueva da a las alcantarillas-

- ¿En serio?-

Asintió.

- No sé porqué se haría algo así, pero lo más importante es que tú y yo somos los únicos que conocemos este lugar- Cogió por los hombros a su amigo y lo agitó con una amplia sonrisa- ¡Puede ser nuestra base secreta!- Repentinamente levantó la vista al cielo, donde se podía apreciar ya la estrella polar- Podemos ver las estrellas a nuestro antojo, podemos soñar con aquellos mundos que nos quedan por ver- Dio un par de pasos hacia la cueva- A veces, las aventuras más grandes comienzan con la oscuridad más absoluta ¿Quién sabe lo que nos deparará allá adentro?- Parecía a punto de explotar de la emoción.

El chico rubio no pudo evitar sonreír. Por un momento le dio igual que fuera de noche y que sus padres fueran a darles una reprimenda cuando volvieran a sus casas. En aquel momento eran libres, almas solitarias que iban de la mano en pos de la libertad.

Cuando volvió en sí, vio que su amigo cogía una tiza de su mochila y dibujaba algo en la pared. Su amigo no lo podía reconocer a esa distancia. No fue hasta que se puso a su lado cuando se fijó en que había dibujado una mariposa, y a ambos lados de ella una "S" y una "B"

- De esta manera haremos constancia de este descubrimiento. Recuerda, las coincidencias no existen. Esto no es más que el principio de la aventura de nuestras vidas- Terminó aquella frase con un asentimiento firme.

No podía estar más de acuerdo, llevado por la emoción del momento. Sin embargo, aún le quedaba algo por saber…

- ¿Por qué una mariposa?- Fue lo único que consiguió preguntar.

No obtuvo respuesta. El chico de ojos zafiro volvió la vista y se dirigió a la orilla. Dejó que el agua de mar besara sus pies una vez más. Levantó la vista al cielo, al tiempo que una brizna de aire mecía sus cabellos ondulados. Parecía que se había quedado de piedra, pero aún así pudo formular una frase:

- Enséñame tus colores y demuéstrame el camino, oh, dulce mensajera de alas multicolor…- El viento le respondió con un susurro. Parecía formular una palabra, pero para los oídos del chico rubio apenas eran audibles. Su amigo pareció comprenderla, pues formuló una sonrisa- Dime, Baxter…

¿A ti te gustan las mariposas?

Bueno, por ahora hemos terminado :D. A lo mejor es un poco pronto para tener reviews, pero por favor, si tenéis que comentar o decir algo estaré encantado de leerlo y responder en cuanto pueda ¡Un abrazo!