¡Hola! Bienvenid s a mi proyecto por mis dos años en fanfiction. Este pequeño trabajito ha estado rondándome por la cabeza desde hace más de medio año así que desde noviembre estuve "recolectando" algunas historias para finalmente darle vida a este proyecto. Esta es algo así como la introducción a todo. Espero y les guste.
Un correo misterioso
Era una dulce mañana en casa de la pelirroja de las Chicas Súper Poderosas z. La jovencita dormía plácidamente en su esponjosa cama cuando un pitido la despertó.
Sobresaltada Momoko despertó sacando rápidamente la hebilla de su cinturón para abrirlo y encontrarse con el rostro del profesor Utonio mirándola, parecía nervioso.
— ¿Qué sucede profesor?—pregunto la chica mientras luchaba con su modorra— ¿Es acaso Mojo Jojo? Ya decía yo que todo había estado muy…
—No es Mojo Jojo, Momoko—la interrumpió el hombre.
— ¿La banda gangrena?
—No.
— ¿Princesa?
—Tampoco. No es ningún villano.
— ¿Entonces profesor?—cuestiono la adolescente empezando a ponerse de mal humor, la noche anterior se había desvelado viendo repeticiones del sexi chico del clima y necesitaba dormir.
—La cuestión es que me llego un correo…—trago saliva antes de continuar—Y creo que es importante que lo leamos todos juntos.
Y entonces sí. Exploto.
— ¡Me despertaste temprano por un estu…
El reconocido profesor Utonio corto la transmisión antes de soltar un cansado suspiro.
—Le dije que si podía haber sido peor—comento Poochie divertido al recordar la reacción de la pelinegra cuando la despertaron a ella.
—Lo sé, pero esperaba que no fuera cierto—respondió el profesor sobándose el oído—Después de todo ya es medio día y según mi lógica ya deberían de estar despiertas.
—Recuerde que hace solo una semana estaban peleando con Él, seguramente siguen cansadas.
— ¡Profesor! ¡Profesor!—un joven niño de cabello negro y ojos gris oscuro llego corriendo con una sonrisa—Lo hemos logrado, han caído redonditos.
—Y pensar que solo necesitamos pintar un popote de dorado, comprar una pistola de agua y agrandar un cotonete—dijo el padre del niño divertido.
— ¡Sí! Son tan tontos—río el menor de edad.
— ¡Ken! ¿Qué te he dicho sobre ese lenguaje?—lo regaño el profesor mientras agarraba una pequeña pistolita.
— ¡Es que lo son!—reclamo el mencionado con un puchero.
—Lo se hijo, pero hay que ser respetuosos con todas las criaturas del mundo, sin importar su nivel intelectual—proclamo Utonio poniendo pose de súper héroe, lo que hizo reír ligeramente a su hijo y al perro robot. —En fin, hay que meterlos antes de que lleguen las chicas. ¿No creen?
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Miyako Gotokuji, una preciosa jovencita de rubios y rizados cabellos, ojos azules como el cielo y una sonrisa amable en casi todo momento, fue la primera en llegar. Había tenido que dejar sola a su abuelita en un día que habría querido dedicar completamente a su relación pero supuso que si el profesor las había llamado debía ser algo importante.
Justo cuando llego a los terrenos de la inmensa casa del científico alcanzo a escuchar como una patineta se le acercaba por atrás. No era muy difícil reconocer a la dueña, así que decidió detener su camino para esperarla. Apenas un momento después las ruedas le dieron paso a un sonido seco de metal y madera golpeando el asfalto.
—Hola Kaoru—saludo la rubia a su amiga.
— ¿Qué hay Miyako?—contesto está quitándose la gorra y sacudiendo su corto cabello, que parecía realmente mojado—Tuve que colarme en la ducha justo cuando mi hermano iba a tomar un baño. ¿Puedes creer que justo cuando había logrado sacar a la pulga de Shou de mi recamara para poder dormir el profesor me llamo?
—Ah sí, yo estaba por empezar una sesión de meditación con mi abuelita—le conto la oji-azul. —Cosa extraña esa del correo.
— ¿Qué correo?
—Por el que nos llamó…
—Ah, la verdad yo no sé. Le colgué el comunicador en la cara en cuanto supe que no era ningún villano y solo "requería" nuestra presencia.
Miyako sonrió. Sus amigas no suelen reaccionar muy bien a cosas como esa, y muchas más. Había veces que verdaderamente lograban desesperarla por sus constantes peleas y las actitudes: "Tienen que hacer lo que yo les digo" de Momoko y "Me valen las reglas" de Kaoru.
El resto del camino al laboratorio transcurrió sin mayor percance mientras las dos chicas parloteaban sobre banalidades de la vida diaria. Llevaban una semana sin ninguna misión que cumplir y debían admitir que aún no extrañaban los enfrentamientos. Ya les urgía un descanso.
— ¡Ya llegamos profesor!—anuncio la más amable de las adolescentes.
— ¡Hola chicas!—saludo el mencionado con su hijo y su perro al lado— ¿Dónde está Momoko?
—Debe estar por llegar—respondió Miyako.
— ¡Esperen!—los callo Kaoru— ¿Y esos ronquidos?
Se formó el silencio en la sala y si, efectivamente, se escuchaban unos ronquidos. La pelinegra, curiosa, empezó a seguirlos hasta el suelo en frente de los sillones donde se encontraban dentro de una red lo que ella llamaba unas "replicas baratas" de ella y sus amigas.
— ¡Que hacen ellos aquí!—grito haciendo que el pelirrojo de los tres saltara.
— ¡Cállate! ¿Qué no ves que tratamos dormir?—pregunto indignado intentando volver a acomodarse.
El rubio con "cara de ángel" se había despertado al sentir todo el movimiento que había hecho su hermano dentro de la red y ahora se tallaba la cara mientras estudiaba con cuidado el lugar donde se encontraba.
— ¿Dónde estamos, Brick?—pregunto confundido.
— ¿Cómo que donde estamos? Obviamente estamos en…—su hermano se quedó callado al darse cuenta que no tenía idea donde estaba aunque ese lugar se le hiciera extrañamente conocido, miró fijamente a Kaoru que se encontraba con los brazos cruzados y cara de pocos amigos frente a él—Tú no eres Butch. ¿Qué has hecho con mi hermano? ¡Lo has suplantado!
—Estas sentado sobre él, idiota—respondió ella mientras una venita palpitaba en su frente.
Incrédulos ambos chicos miraron hacia abajo encontrándose con, oh sorpresa, su hermano pelinegro que dormía plácidamente. Que por algún motivo que sus mentes preescolares, recordemos que a penas están por cumplir el año los chiquillos, no lograban entender se parecía muchísimo al ser que les había informado de su ubicación.
— ¿Tú quién eres?—la cuestiono el oji-azul en un estado de admiración que logro confundir a todos los presentes, incluyendo a su hermano.
— ¿Ahora me vas a venir con que no me reconocen?—pregunto la chica mientras sentía como su venita estaba por explotar.
Los dos Rowdys despiertos negaron con la cabeza.
— ¿Ves papá?—pregunto Ken—Te dije que eran tontos.
—En realidad tiene bastante sentido que no la reconozcan—comento el profesor. —Ella no trae puesto su traje, y cuando lo usa es como si se crea otra identidad.
— ¡Esperen, esperen!—interrumpió el "rojito"— ¿Eso es una ella?
Un silencio sepulcral se formó en todo el laboratorio mientras la mirada de los dos hombres con bata, Poochie y la rubia se dirigían a Kaoru. Tenía los ojos y puños apretados pero parecía estar en calma. "La calma que precede a la tempestad" pensó Utonio. Cuidadosamente Miyako se acercó a su amiga y te toco el hombro.
— ¿Te encuentras bien?—le pregunto con el tono de voz más pacífico que pudo encontrar.
—No—respondió ella secamente mientras dirigía su tenso cuerpo a la cocina, seguida por la mirada de todos.
Cuando salió se creó un pequeño reflejo en su mano donde un cuchillo era aferrado fuertemente. En ese momento todos se congelaron, con excepción de Boomer que hacía un intento de oración donde rogaba por su vida. El profesor Utonio tenía su cerebro a toda máquina mientras miraba el arma blanca en manos de la más peligrosa de sus chicas, no podía permitir que matara a nadie, pero acercársele en ese estado era casi como un suicidio. La pelinegra finalmente llego a su antiguo puesto y Miyako cerró los ojos, sin embargo para su sorpresa no escucho gritos desgarradores. Kaoru había roto la red.
—Ahora si—dijo la chica lanzando el cuchillo y sacando la hebilla de su cinturón. — ¡Prepárense para morir!
Ya convertida en Bellota la oji-verde levanto su inmenso martillo preparada para darle el golpe de su vida al "hombre" que la había ofendido de tal manera.
—Bueno, ya llegue y más les vale que ese correíto sea importante porque…—Momoko entro por la puerta y se quedó mirando con los ojos como platos la escena, ¿de qué tanto se había perdido?
—Idiotas, me están aplastando—una nueva vos, ronca como de quien acaba de levantarse se hizo escuchó— ¿Harían el maldito favor de moverse?
"Esto tiene que ser una broma" pensaron las tres chicas al mismo tiempo aunque, claro, nadie se enteró.
¡Eso es todo por ahora! Ya me voy a dormir porque mañana tengo un compromiso.
Los quiere: yo.
