Este Fic esta dedicado a mis personajes favoritos de la Ventana de Orfeo, escrita por Ikeda Riyoko. El mismo no pretende modificar la historia original del autor, sino que relata los supuestos sucesos que podrían haberse presentado después del inesperado final del manga. Espero que disfruten al igual que yo con este duro relato, histórico y emotivo.
Fernanda Jarjayes de Saint Just.
LA ÚLTIMA NOCHE
Capítulo I
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Un ruido ensordecedor logró despertarme. Sin abrir bien mis ojos distinguí una pequeña luz que atravesaba la obscuridad a la que ya me había acostumbrado ¿Cuánto tiempo estuve dormido? me pregunté. Creo que había perdido la noción del tiempo, de eso hacía mucho. Me incorporé tan rápido como me lo permitieron mis fuerzas, mi estomago crujía al unísono de los miserables que me rodeaban. Con todo, era un milagro seguir con vida.
No comprendo porque estoy aquí. Trato de encontrar los verdaderos motivos para justificar lo que hice y lo que estoy haciendo. Me siento traidor y traicionado. El dolor que la resquebraja me arde hasta los huesos, pero ella sigue de pie tan blanca y señora, poderosa e ingobernable, son tantos sus atributos que muchos perdieron la cordura y el hambre de poder finalmente los corrompió. Pero ¡¿Cómo podría verla desgarrándose?! ¡¿Cómo podría ver que su belleza era mancillada y sus cimientos destrozados?! Fui partícipe en su desgracia y por eso huí.
El rojo que nos vigilaba anunció que pronto cruzaríamos la frontera.
-Alimañas, ahora podrán irse a donde quieran y hacer lo que les plazca si es que aún les queda fuerza. Nuestra nación ha prescindido de ustedes por qué no estuvieron a la altura del cambio social que se avecina bajo la dirigencia del camarada Lenin. No les deseo la muerte porque ella los ha estado merodeando, e incluso me susurró que hagan lo que hagan no la podrán engañar. ¡Así que recojan sus harapos y pónganse de píe!
No fueron los gritos del rojo los que me hicieron salir de mi letargo sino las gotas de agua helada que cayeron en mi rostro. Me acerqué hasta la puerta del vagón para observar por una rendija el paisaje gélido que todavía recordaba; aquel paraje se me hacia familiar. ¡Era cierto el rojo desgraciado no había mentido! me turbé en silencio.
Por unos instantes recordé la expresión inerte de su rostro el ultimo día que la vi. Sus ojos ya no tenían el mismo brillo con el que había logrado desconectarme de de la vida mundanal. Una vida a la que me había entregado sin pensar en mí.
-Es la primera vez que lo noto interesado en algo —
Escuché una voz trémula acercarse. Miré de reojo y era el anciano que había estado observándome desde la partida del tren en Vladivostok (1). Mi nerviosismo se hizo evidente.
– Yo sé quién es usted—añadió.
Le miré directamente a los ojos. Si sus palabras eran ciertas, este sería el fin de mi travesía.
- No se alarme—susurró - Yo sé que usted fue el que salvó a esa niña. Fui testigo de todo y sé que por eso está huyendo. No sienta temor de mí, no le diré nada a los guardias; Jamás vi a un blanco hacer algo bueno por mi pueblo desde que pisó nuestro suelo el "señor de la guerra", ¡Pero usted, usted…!
Sin darme tiempo de reaccionar el anciano me tomó de la mano y la besó repetidas veces. El resto de los hombres se percataron de que algo extraño sucedía.
-Cálmese—Le dije llevándolo del brazo hasta el rincón más obscuro del vagón. - No se fíe de mi, ¡Acaso no se ha dado cuenta que alguno de ellos o incluso yo podría ser un soldado al servicio del General Von Sternberg!
-Tiene razón —me dijo con los ojos llenos de lágrimas – Perdone a este anciano a quien usted dio esperanza; Pero si alguno de estos canallas se atreve a tocarlo, debe saber que entregaré mi vida en favor de la suya. ¡Es gracias a usted mi Katiuska vive!
Katiuska, así se llamaba. Esa niña fue quien trajo a mi vida recuerdos que creí olvidados.
-¡Cálmese hombre!—lo reprendí en susurros— ¡Permanezca en silencio o nos mataran!
Mantuve mi cabeza fría cuando decidí desobedecer una orden directa del Zar. Acepté el plan del General Kornilov formando parte en la comitiva militar que lo trasladó hasta el monasterio de Byjov (2). Logré infiltrarme en el comando de resguardo como el soldado Katrov y mantuve un bajo perfil. Por aquellos días, el General fingió sentirse afectado por una infección renal, situación que me permitió reunirme con él sin que nadie nos vigilara. Era necesario entregar el dinero a nuestro aliado en la comisión investigadora del golpe.
La primera parte de nuestro plan suicida, consistía en que secretamente la comisión investigadora le otorgara a Kornilov la libertad. Luego marcharíamos al territorio cosaco del Don para iniciar desde ahí una ofensiva contra gobierno provisional. Esa era nuestra única esperanza.
El silbato de la locomotora me anunció que habíamos llegado. Me formé en la fila para descender, pues tenía que hacerlo rápido y sobre todo debía mantener los ojos mirando el piso. El anciano que había estado conmigo durante el último tramo del viaje se aferró a de mi brazo. Pensé en soltarme y abandonarlo a su suerte, pero en Helsinki (3) supe que el frío es implacable.
Caminamos algunos pasos al frente cuando el guardia nos detuvo en la puerta de la estación
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-Amor, ¿has leído el diario? – Preguntóa su esposo la única sobreviviente de la casa Alensmeier.
- Aun no he tenido la desgracia, pero con la cara que tienes supongo que algo de lo que está escrito te cayó mal
-Hay un artículo de dos páginas enteras dedicadas a juicio de Jacob. Hacen un recuento de lo ocurrido con la familia Von Beringer y mencionan su relación sentimental con Anelotte. Por lo visto, mi familia sigue en la boca de Ratisbona -Apretó el papel entre sus manos - ¡Pero esto no se queda así! ¡Hoy mismo iré a ver al director!
-Amor, tranquilízate, tienes que comprender. Recuerda que el juicio en contra de Jacob conmocionó a toda Baviera, por lo que resulta lógico que aun se hable del tema.
Maria Bárbara arrojó el diario con indignación sobre la mesita de té ubicada en el balcón principal- Todavía me pregunto por qué se ensañó con Julius. Él dijo tantas cosas horribles en se maldito juicio. Solo espero que ese hombre haya encontrado el perdón de Dios.
David tomó un sorbo de su taza de té.
-Ya que lo mencionas, hubo declaraciones durante el juicio que dejaron muy mal parado al gobierno ruso. ¿No te parece extraño que hayan guardado silencio durante tanto tiempo, y que la muerte de Julius no haya significado nada para ellos?
Maria Bárbara bajó la mirada.
-Las conclusiones finales no fueron del todo claras según mi criterio y su sentencia fue muy apresurada si tenemos en cuenta la gravedad de sus crímenes. Por otro lado, nunca se supo con exactitud qué fue lo que ocurrió con Julius en Rusia pese al comunicado que envió el gobierno de Petrogrado.
- No quisiera recordar aquella declaración tan escueta que enviaron sobre mi hermana—Soltó Maria Bárbara mientras tomaba nuevamente el periódico entre sus manos, evadiendo las preguntas y conjeturas de su esposo.
David dejó de lado sus cavilaciones de investigador para contemplar a su mujer que sentada frente a él le daba vueltas a las páginas del matinal. En silencio la observaba fruncir el ceño mientras leía los encabezados amarillistas, no pudo evitar sonreír; ella mantenía intacto su carácter combativo. Ella seguía siendo para él la mujer más fuerte y honesta que conocía, y estaba feliz de tenerla por esposa, aunque ella lo siguiera tratando con la misma formalidad que a un invitado, costumbre que quizá se llevaría hasta la tumba.
- ¿Qué estás mirando?, -Preguntó irritada sacándolo de su ensoñación - ¿Por qué la sonrisa bobalicona?
- Sigues siendo la misma y eso me gusta ¿Qué no sabes tú que me vuelves loco?—le respondió él susurrándole al oído
- ¡David! Te ruego que limites tus demostraciones de cariño a nuestras habitaciones.
Él sonrió de nuevo – Como quieras—le dijo separándose tan solo un poco. Espérame esta noche querida porque daré rienda suelta a mi locura en la "intimidad de nuestra habitación", pero además sepa usted señora de Rassen, que no me iré sin que antes me dé un merecido beso de despedida, si no, me veré en la penosa necesidad de robárselo aquí mismo.
-¡David!
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-Profesor, el Sr. Kippenberg lo espera en el despacho.
-Gracias.
Isaac suspiró antes de ingresar a las oficinas de Sankt Sebastian. Había tomado una decisión respecto a la propuesta que su amigo deslizó ante la junta escolar.
-¡Isaac, que alegría verte!—Un saludo efusivo acompañó el abrazo fraterno del millonario - ¿Supongo que ya me tienes una respuesta?
-Así es. - Respondió nervioso
-¡Vamos amigo, deja esa cara! ambos sabemos que tarde o temprano tenía que suceder. Tú sabes que esta escuela no podría quedar en mejores manos, toma asiento por favor.
- ¿Y bien?- Preguntó levantando una ceja-
Isaac dejó salir las palabras que había estado memorizando durante todo el día. - Decidí aceptar el cargo de director. Lo he pensado mucho y creo que… - el discurso ensayado se esfumó de su cabeza en segundos, evidenciando el terror que le producía aceptar el cargo para el que había sido postulado como gran candidato. - ¡Moritz, no puedo evitar sentirme asustado por la responsabilidad que implica dirigir esta escuela!
-Que excelente noticia amigo mío. – Dijo de la junta emocionado – No es tan grave el asunto, ya sabes que los alumnos te admiran, y si lo analizas bien, verás que este cargo te dejará más tiempo libre para visitar a Jubel. Recuerda que los hijos crecen como la hierba y cuando menos lo esperas se van.
Isaac sonrió ante el comentario de su amigo. – Que dices Kippenberg, Jubel apenas es un niño de nueve años.
-Lo digo porque mis hijos no paran de crecer, el mayor ya quiere obtener su licencia de conducir… ¡Yo no puedo darle esos gustos pese a la loca insistencia de Bettina! En fin, la casa Kippenberg es un mundo aparte. Pero dime ¿qué noticias me tienes de él?
- Wilhelm me informa en una de sus cartas más recientes que su progreso es excelente. Las presentaciones que ha hecho en Wiener Staatsoper (4) han sido aclamadas por la crítica y todo indica que Jubel se ha ganado el respeto del público.
-Es que no se puede esperar menos del primogénito de Isaac Gotthilft Weinsheit, mejor conocido como "La estrella de Ratisbona"
-¡Vamos deja eso ya! Mi hijo ha hecho méritos propios y es por su talento que ha llegado al corazón del público. ¿Sabes? Backhaus me informó que le enviaron una invitación para presentarse en teatro Bolshoi (5) de Moscú.
-¡Rusia! ¡Vaya!, Backhaus no se anda con rodeos, de verdad procura el éxito de su pupilo, y según veo está muy convencido de su talento. A ti es a quien no veo muy entusiasmado con la noticia, ¿Sucede algo?
El éxito, el dinero… el aplauso
- Moritz, puede sonar muy pretencioso de mi parte; pero hoy mismo quiero solicitar al directorio una pequeña licencia. Necesito ver a mi hijo antes de aceptar esa invitación.
- Tienes todo el tiempo del mundo amigo mío, y ¿cuándo partirás?
- Supongo que en tres o cuatro semanas. Primero quiero estar al tanto de la situación de la escuela. Necesito aprender todas las responsabilidades que tendré que asumir como director y por otra parte, quiero esperar el regreso de Catalina en Viena.
- ¿Hablas de Catalina Brenner?—Preguntó con los ojos expectantes
- Así es – Respondió adivinando la imaginación de su amigo. – Me envió una carta desde Finlandia y en ella me dice que estará de regreso durante los primeros días del próximo mes. Eso me da tiempo de llegar antes y esperarla, pues quiero ser yo el primero en darle la bienvenida.
-¿Y nada más?
-Nada más, Catalina es una mujer muy ocupada.
- Catalina es una mujer di – vor – ciada Isaac, que no se te olvide ese detalle - Enfatizó
- No se me olvida—Las mejillas el profesor se ruborizaron ante el comentario.
- Evidentemente esa mujer no te es indiferente, pero no pienso presionarte con esas cosas a estas alturas, de modo que dejaré por el momento muy ocupada a la señorita Brenner. No te preocupes, gestionaré ante la junta la licencia que necesitas. ¡Y ahora si mi estimado profesor!—se puso de pie y le extendió la mano— Es un honor para mí darle la bienvenida como Director de la Escuela de Música de Sankt Sebastián.
-Gracias, prometo hacer todo lo que esté a mi alcance para estar a la altura del cargo
-De eso no me cabe la menor duda.
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El despacho del detective Rassen estaba desierto, cosa no muy extraña por esos días en la ciudad. Supuso que para variar no habría mucho que hacer, de modo que se sentó frente a su escritorio y estiró los brazos. Luego se percató que le habían dejado un elegante sobre blanco. Miró en todas las direcciones buscando al posible mensajero, pero los pasillos y la avenida estaban vacíos, leyó la nota anónima que lo citaba en el Hotel Maximilian (6) a las diez de la noche. La instrucción era precisa: Tenía que presentarse solo y bajo la más absoluta discreción en la habitación quinientos dos.
No es raro que mis clientes soliciten discreción, pero este no es un cliente cualquiera. Lo sé por la forma en la que está escrita la nota. Deduzco que tampoco se trata de un cliente local, ¿Este escudo?... Tendré que ser precavido.
Guardó la nota en su bolsillo y siguió sumergido en sus pensamientos; de repente una voz conocida le saludó sacándolo bruscamente de su estado.
-¡David! vengo de tu casa. Tenía la intensión de visitarlos, pero me crucé con María Bárbara que iba de salida. ¡Llevaba un humor del demonio! Ella me dijo que podría encontrarte aquí
-Isaac cómo has estado, que gusto verte— le saludó fraternalmente.
-Gracias amigo, quisiera hablar contigo sobre algunos asuntos.
-Pero claro pasa, ponte cómodo, ¿Te sirvo una copa?
-¿Seguro no interrumpo?
-Como puedes ver hoy no tengo clientes—señaló mostrándole la soledad en la que estaban.
-En ese caso empezaré por contarte lo más reciente. Finalmente acepté el cargo que por tanto tiempo me había ofrecido el directorio de Sankt Sebastián
David esbozó una sonrisa mientras servía el whisky. – Y supongo que Kippenberg no tiene nada que ver en eso.
-Tú sabes cómo es Moritz, él no habría permitido que otra persona se ocupara del cargo.
-Pues en tal caso le doy toda la razón, tú eres el profesor más capaz y comprometido de Sankt Sebastian y no quiero mencionar que eres un pianista legendario. ¡Salud!
-¡Salud! Hay algo más que te quiero comentar, se trata de una carta que de Wilhelm Backhaus, en ella me informa que gracias a los progresos de Jubel le han ofrecido presentarse en el teatro Bolshoi de Moscú.
-¿Y eso te preocupa?
-Mucho. Tengo muchas reservas de lo que pueda ocurrir en ese viaje. Hay que tener en cuenta la información que nos llega sobre lo que sucede en Rusia en estos momentos.
-Tienes que tranquilizarte Isaac, en Rusia el arte es muy valorado y ten la seguridad de que Backhaus jamás arriesgaría la vida de Jubel.
-Bueno, en eso puede que tengas razón – Isaac bebió de un sorbo el whisky y de pronto su mirada se ensombreció.
David que notó el cambio preguntó inquieto. -¿Sucede algo más?
-En realidad estoy más que preocupado, no solo por el viaje a Moscú, sino por lo que me Backhaus me ha informado acerca del comportamiento de Jubel. Según dice, ha tenido algunas diferencias con otros niños debido a comentarios poco felices que le han hecho sobre su madre. Parece que desde entonces, mi hijo no quiere hablar con nadie, tampoco quiere salir y han tenido que obligarlo a comer. Su único interés es tocar el piano y ha dicho que solo hablará con Catalina Brenner.
-Catalina Brenner… acaso es esa chica…- dijo tocándose la sien intentando recordar quién era; segundos después se dibujó en su rostro la misma expresión que había visto Isaac en el rostro de Moritz
-La misma – Tuvo que aceptar la unanimidad que existía en la evidente reacción de sus amigos. - Catalina tiene una relación muy especial con Jubel desde el mismo día que él llegó a Viena. Ella es quien se ha encargado de visitarlo todo este tiempo. Pero resulta que ahora fue enviada a Finlandia encabezando una misión humanitaria.
Backhaus me dice que se siente incapaz de manejar esta situación, y que por eso es imprescindible que me presente en su casa cuanto antes. Pero no quiero ver a mi hijo sin entrevistarme antes con Catalina.
David dejó de lado su sonrisita entendiendo que el problema de Isaac era grave. -¿Tú crees que ella te puede dar una mano?
-Ella conoce a Jubel mejor que yo, de eso estoy seguro. Pero solo necesito que me diga que es lo que mi hijo piensa de mí y que sabe de Roberta; solo quiero obtener esa información para poder encarar esta situación con cautela. Por otra parte, no quiero ser una molestia para ella, pues seguramente tendrá asuntos que atender ya que es muy reciente lo de su divorcio.
-Sí, me habías dicho que finalmente se divorció del Dr. Schultz. ¿Y tu porque crees que serás una molestia? Acaso ella…
-No. No es lo que piensas. - Respondió entristecido-
-Pero si no es eso ¿Por qué esa cara de tragedia?
Isaac se quedó en silencio pensativo. David se detuvo en esa expresión que le pareció conocida. Entonces se aventuró a preguntar al mejor estilo detective – ¿Te gusta Catalina Brenner?
Isaac apenas levantó los ojos y continúo callado.
-Suficiente respuesta para mí—Dijo llenándole la copa de nuevo. - Esto merece un trago; Ya me parecía que te ibas a quedar para vestir santos. Espero que estés considerando seriamente rehacer tu vida.
-No David, no malinterpretes las cosas. Catalina y yo sólo somos buenos amigos. Ella es una mujer muy especial, inteligente, bondadosa y tiene un corazón de oro.
-Olvidaste mencionar que es una mujer muy solitaria y bella, y que para ninguno de nosotros es un secreto que estuvo enamorada de ti por muchos años.
-¡No puedo hacerle daño a Catalina, yo no puedo hacer feliz a ninguna mujer!
-Pues es una verdadera lástima que pienses de ese modo "Mi querido Watson". Dentro de mis planes jamás contemplé la posibilidad de entablar una relación sentimental seria o casarme; pero ya ves los giros de la vida, ahora soy todo lo que jamás soñé con la suerte se estar felizmente enamorado.
-¿Tú crees que de verdad puedo tener alguna posibilidad? Es decir, han pasado muchos años y muchas cosas, no sé si sea prudente que le confiese mis sentimientos a estas alturas. Lo más seguro es que ella ya no sienta nada por mí.
-¡Ese es un riesgo que debes correr! No sabrás lo que ella siente sino le preguntas. Además toda esta situación con Jubel te servirá para sincerarte de una vez por todas. Piensa que para tu hijo sería muy positivo tener una familia.
-No lo sé David. No sé cómo le diré lo que siento. Recuerda que su relación con el Dr. Schultz no termino del todo bien, y no quiero presionarla. Ella me ha dejado muy claro en sus cartas que en estos momentos lo más importante en su vida es la medicina y sus pacientes.
-¿Te escribe?
-Con regularidad.
-¡Amigo, todavía no sabes nada sobre las mujeres! Tienes que leer entre líneas. Lo que te quiere decir es que ya no le interesa su ex esposo y que tienes el camino libre.
-¿Tú crees?
-Pues de mujeres algo sé, no te olvides con quien estoy casado.
Isaac dejo salir una sonrisa afectuosa cuando el rostro de María Bárbara se dibujó en su mente - Tienes razón. No te garantizo un avance con Catalina pero lo pensaré. Y ya que estamos hablando de mujeres, recuerdo que la última vez que nos reunimos las cosas no andaban bien con tu esposa, ¿En qué quedó todo ese asunto de la maternidad?
David levantó las cejas y suspiró antes de responder. – Amigo mío, ella se toma muy en serio la "época fértil de la mujer" y la "juventud de un hombre capaz". Ya no sé cómo decirle que somos felices así como estamos y que jamás me importó la famosa "época fértil de la mujer". Pero es testaruda, no entiende que a mí solo me interesa pasar toda mi vida junto a ella, y que si tenemos o no tenemos hijos, será una cuestión que no modificara ni una pizca mis sentimientos.
-Ya ves que no es fácil con las mujeres.
-¡Claro que no es fácil! ¿Sabes porque estaba furiosa el día de hoy?
-No me lo dijo
- Porque el diario publicó una nota sobre el juicio de Jacob. Maria aun tiene abierta esa herida; incluso se siente culpable por la muerte de Julius. Iba a presentar una queja formal ante el Director. Yo le ofrecí todo mi apoyo, ¡Ya estamos cansados de que se hable mal de su familia y de ser la comidilla de esta ciudad!
-Conociendo a tu mujer, al director del periódico no le quedaran más ganas de publicar el apellido Alensmeier
-Eso espero amigo mío. Ya a es tiempo de que mi María pueda disfrutar de la vida que ambos nos merecemos.
- En eso estoy totalmente de acuerdo. ¡Salud!
-¡Salud!
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María Barbará se presentó imponente en el edificio del diario de Ratisbona con un ejemplar de la última edición bajo el brazo. Atravesó el lobby sin saludar a nadie y habló con autoridad delante de todas las personas que trabajaban en el recinto.
-Quisiera ver al señor director. Dígale por favor que lo busca María Bárbara Von Alensmeier.
La mujer que la recibió temblaba ante la mirada inquisidora de la esbelta dama. De un brinco se puso de pie y comunicó lo solicitado. Minutos después apareció con la respuesta
- Por favor pase —le dijo abriendo la puerta de la oficina contigua.
- Es un placer verla por aquí Sra. De Rassen, tome asiento por favor—El director del periódico la recibió con una amplia sonrisa que se desdibujó en segundos cuando ella le clavó los ojos.
- Estoy muy bien así, gracias— Respondió con aspereza arrojando violentamente el periódico sobre el escritorio del empresario.
- ¿Qué significa esto señor?, ¿Qué es lo que ustedes se han creído?, ¿Acaso piensan denigrar mi apellido y la memoria de mi hermana hasta el hartazgo? ¡Están muy equivocados si piensan que me voy a quedar de brazos cruzados!
-Cálmese señora—Le respondió acariciándose las barbas, ademán que logró irritarla hasta los huesos - Por favor tome asiento, tampoco pienso permitirle que entre a mi despacho gritando desaforada. Le pido encarecidamente que recobre la cordura y hablemos como personas civilizadas.
De mala gana se sentó.
-Muy bien, ahora empecemos desde el principio—El hombre tomó entre sus manos el periódico que le habían lanzado en la cara. – Ya veo, usted esta así por el artículo que publicamos el día de hoy recordando el Juicio más famoso de Ratisbona.
-Así es ¿No le parece suficiente? Además, ¿De dónde sacan que fue un crimen pasional? ¡Mi hermana estaba muy perturbada por ese entonces!
- Yo solo me limité a escribir lo que se comenta. Jacob era el amante de su hermana Anelotte y al parecer también sostuvo una relación secreta con su hermano, digo… su hermana Julius. Según se dice, él Jamás le perdonó a su hermana menor que lo abandonara y se fuera detrás de un revolucionario ruso. Revolucionario que no tuvo mejor suerte, pues según sabemos se la acusa de haber entregado a ese hombre en Rusia para que fuera asesinado por sus enemigos.
El rostro de Maria Bárbara enrojeció de ira ante las acusaciones del sujeto – ¡Pero qué es lo que está diciendo Miserable!, ¡Usted no tiene ni idea de nada! Usted no sabe nada sobre mi familia, y lo que dice la gente no tiene ningún fundamento. Julius estaba trastornada… ¡Jamás habría hecho algo así!
-¿Ah, no?—Le respondió con ironía, sacando del cajón de su escritorio un periódico soviético.
María Bárbara tomó entre sus manos la última edición del Kránsaya Zvezdá (7) cuya portada decía lo siguiente:
República Socialista Federativa Soviética de Rusia(8) - Con beneplácito comunicamos a todos los ciudadanos y camaradas, que hemos recibido la notificación oficial que confirma la muerte de la ciudadana alemana Julius Leonhart Von Alensmeier, quien entregó en manos enemigas al camarada Aleksei Mijailov durante los hechos ocurridos en 1917. Según el juicio celebrado en Baviera, el asesino habría vinculado a esta mujer con el crimen de la familia Von Beringer y con los bienes que el tirano Nikolai Aleksándrovich Romanov resguardaba en ese país, actuando con premeditación bajo las órdenes del marqués Yusúpov. Finalmente se ha hecho justicia por el vil asesinato de uno de los líderes más queridos de nuestro movimiento.
-Esto… Esto no puede ser—Los ojos se le llenaron de lágrimas
-Esto mi señora, es lo que hacía su hermana en ese país. Ya ve usted que no solo Jacob tendría motivos para asesinarla.
-Lo que dice este diario es una canallada, ¡Una mentira!
-Eso no lo sabemos con certeza mi señora, ¿o acaso usted sabe algo que no declaró todavía?
Se limpió las lágrimas antes de responder – Yo no sé nada sobre todo este asunto, pero si sé que mi hermana jamás habría hecho lo que dice esa gente. Con todo, no vine aquí para que usted me diga lo que se dice en Rusia o en China sobre mi familia, si no que vine a exigirle que me deje en paz, y por favor absténgase de incluir en su diario cualquier cosa sobre mis hermanas. ¡Ellas ya no están aquí para defenderse!
-Siento mucho haberla molestado Sra. de Rassen —Continuó el comunicador sin perder los estribos - Usted debe entender que es mi deber exponer ante el público este tipo de noticias, y aunque a usted le duela todavía existen muchas sospechas sobre las muertes ocurridas en su casa, esos secretos que aun no sabemos de su familia
-¡Maldito infeliz! ¡Ya veremos si yo permito que se salga con la suya!-
Diciendo estas palabras salió del despacho envuelta en llanto. Durante el trayecto a su casa observó las calles de Ratisbona, aquellas que le recordaban los últimos momentos que había compartido con Julius.
Si tan solo supieran que la vida se ensañó con ella. Que desde muy pequeña su vida estuvo predestinada a experimentar un sufrimiento indecible.
Condenada por su madre, despreciada por su padre, y por mí. Llevando sobre su espalda un crimen que jamás quiso cometer.
Tan solo era una niña cuando dejó su casa, y huyó a un país desconocido en busca del amor. Se entregó a ciegas a una causa propia y en los brazos Aleksei Mijailov.
Vivió sin recuerdos por más de siete años bajo la protección de una familia a la que un monarca inescrupuloso ordenó mantener cautiva.
Sufrió hambre, sed, abandono y muerte.
¡Por que estos malditos no saben que le arrebataron su única esperanza! ¿Es que acaso no saben que su cabeza perdió la cordura porque la dejaron vacía y la asesinaron en vida? Julius, que fue víctima de todos nosotros, ahora resulta ser la culpable de algo horrible.
No puede ser que aún muerta su nombre y su memoria sigan siendo maltratados.
¡¿Pero donde estuve yo cuando todo eso pasó?! ¡¿Porqué no deje de lado mi maldito orgullo y acudí en su rescate?!¡Cuánto daría por regresar el tiempo y evitarle tanto dolor!
¿Porqué no te busque?, ¿Porqué no te protegí?... Hermana, hermanita… perdóname.
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Eran las diez de la noche cuando el detective Rassen se anunció en el lobby del hotel Maximilian. Le entregaron la llave de la habitación quinientos dos, donde el cliente misterioso lo estaba esperando. Al ingresar, una mujer elegantemente vestida y un hombre mayor (de traje) estaban sentados. Había varios documentos dispuestos en la mesa.
-Buenas noches detective Rassen, agradecemos su presencia. Le ruego que por favor tome asiento.
-Gracias - Contestó con un nudo en la garganta – Y bien, ¿En qué puedo servirles?
Mi nombre es Borís y he sido enviado por el nuevo Emperador de Rusia Kiril Vladímirovich Romanov (9). El está muy interesado en contratar sus servicios para investigar un asunto absolutamente delicado.
-¿Es decir que el escudo en el sobre pertenece a la dinastía Romanov?
-Esta usted en lo cierto—Respondió la mujer que hasta ahora no había emitido palabra - Seré directa. No lo hemos elegido al azar, nosotros sabemos que es el esposo de María Bárbara, la hija mayor de Alfred Von Alensmeier, y también sabemos que usted conocía muy bien a su hermana, Julius.
David se mostró inquieto – Entonces, ¿Tiene que ver con los Alensmeier todo este asunto? —Preguntó mirándoles a los ojos.
-Indirectamente, si. –Respondió el hombre de traje.
-¿Qué quiere decir con indirectamente? Por favor, explíquese
-En realidad creemos que usted es la persona más adecuada para llevar adelante la misión que pretendemos encomendarle, por la que estamos dispuestos a pagar una suma muy generosa. — La mujer le extendió un papel en el cual estaba escrita una cifra con más de cinco ceros.
-La propuesta es muy tentadora—Dejó salir el detective cuando hecho un vistazo al papel – Dígame exactamente, ¿qué es lo que quiere que haga?
-Necesitamos dar con el paradero del marqués Leonid Yusúpov y su hermana, Vera.
David esbozó una sonrisa intentando disimular lo gracioso que le resultó el pedido. —Señores, los informes que llegaron desde Rusia decían que el marqués fue encontrado muerto en su palacete con un disparo en la cabeza.
-Eso es lo que todo el mundo cree— Afirmó la mujer- Pero nosotros estamos seguros de que ese hombre está vivo y que fingió su muerte para huir del país.
-¿Por qué motivos el marqués fingiría su muerte? Y ¿por qué razón se escondería en Alemania?
-¿Acaso usted no sabe?, mire —Sacó de montoncito de papeles un recorte de diario (el mismo que María Bárbara había leído en la oficina del director del periódico de Ratisbona).
- Pero ¿De dónde sacaron todo esto?—Pregunto incrédulo.
- De lo único que estamos seguros es que el marqués si tenía una relación estrecha con Julius, y que fue él quien le facilitó los medios para que saliera de Rusia en compañía de Vera Yusúpova. Lo que no entendemos y que para nosotros es extremadamente sospechoso, es porqué abandonaron a la heredera.
La heredera de la famosa llave del ReichBank
-¿Ustedes se refieren a la herencia que Alfred Von Alensmeier le dejó a Julius?
-Así es—Respondió la mujer—Ese patrimonio pertenece a los Romanov que aun seguimos con vida y créame, detective, que es lo único que usted debe saber. Lo importante aquí, es obtener la llave que suponemos está en poder de los Yusúpov.
-Eso lo entiendo, y no me interesa conocer los detalles sobre la realeza de su país. Lo que no me han dicho es ¿Porqué necesariamente tengo que ser yo quien los capture? Julius ya está muerta y mi esposa no sabe nada de lo que hay en el ReichBank. Es decir, que mi condición es igual a la de cualquier otro colega.
La mujer le mostró otro documento; era la foto más conocida del marqués y sus hermanos -Su esposa es la única persona que podría confirmar quién de ellos le entrego a Julius—enfatizó con interés superlativo.
David la observó por varios segundos, a ella y a la fotografía.
-No sabemos si el marqués o su hermana sufrieron algún cambio físico, o si tenían algún aliado. Como ve, toda la información que su esposa le brinde es de vital importancia —Agregó Borís.
David quitó su atención de la mujer, y balanceó las fotos entre sus dedos como aceptando las palabras de Boris, luego removió el resto de los documentos que tenían sobre la mesa y pensó.
Yusúpov – Aleksei—Julius
-Lo único que no pienso hacer es involucrar a mi esposa. El hombre que tengo que encontrar no es una hermanita descalza; he oído muchas cosas sobre él cuando pertenecía al ejército del Zar, y si fue capaz de fraguar un plan tan exitoso para fugarse en sus narices, no quiero ni pensar lo que podría ocurrirle a mi familia si sabe de mi trato con ustedes, ¿Me entienden?
- Contamos con que su esposa no tendrá problemas en colaborar —Sentenció la mujer estrechando la mano del detective.
- En ese caso aceptaré esta misión, en cuanto tenga novedades del caso me pondré en contacto con ustedes.
– Muchas gracias detective—Respondieron al unísono
- Udovol'stviye (10)- Respondió él poniéndose de pie.
Los emisarios de Vladímirovich salieron por la puerta trasera del hotel en dirección desconocida.
David Rassen lo hizo media hora después.
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En la casa de los Rassen- Alensmeier parecía una noche cualquiera cuando David llegó casi a la media noche.
-Buenas noches señor
-Sra. Leipzig, ¿está despierta?
-Sí mi señor. Perdone que me haya tomado el atrevimiento de esperarlo, pero la señora llegó hace un rato y se encerró en su habitación; tenía los ojos hinchados y además no quiso cenar
David miró hacia las habitaciones con desazón. – No se preocupe señora Leipzig, yo me encargo.
-Señor ¿Va a cenar?
-No gracias, descanse.
En la habitación Maria Barbará estaba sentada en la mecedora junto a la ventana observando el paisaje nocturno que ofrecía el jardín de su casa. David entró despacio suponiendo que ya estaría dormida, pero ella lo estaba esperando.
-¿Como fue tu día, amor?—La saludó con un beso en la frente y se sentó a su lado.
María no le respondió, tan solo esbozó una tenue sonrisa para perderse de nuevo en sus pensamientos.
-La señora Leipzig me dijo que no cenaste.
-No tengo apetito- Respondió con la voz apenas audible sin apartar los ojos de la ventana.
-¿Cómo te fue con el Director del periódico?
Maria Bárbara dejó de observar el bosque. – No logre nada —Le respondió con tristeza - ¡Pero no pienso quedarme de brazos cruzados!- agregó. Ese desgraciado enseñó un diario soviético que celebra la muerte de Julius. Ahora resulta que en Rusia creen que mi hermana es la culpable del asesinato Aleksei Mijailov.
El mismo artículo que trajeron los Romanov
-¿Y tú qué piensas?—Preguntó simulando no estar interesado en los detalles.
- Pues estoy completamente segura de que es una infamia. Julius no estaba en condiciones de haber participado en ninguna conspiración.
-¿Lo dices por la condición en la que llegó a esta casa?
Maria Bárbara no le respondió. Se quedó en silencio recordando un juramento que aun tenia vigencia.
¡Dios mío!, mi esposo no sabe nada de los Yusúpov y juré no mencionarlos jamás. Tengo que cumplir con mi palabra.
Recuerdo que pase mucho tiempo buscando al hombre que me entregó a Julius. Necesitaba información de lo que había sucedido, pues no sabía cómo ayudarla y estaba desesperada.
Un buen día estando en Alte Rosenbad (11) en Munich, él se apareció y se sentó frente a mí; se quedó mirándome por varios minutos esperando alguna reacción de mi parte. Luego sin decir nada se levantó y entonces, le supliqué que se quedara. Le juré que no le diría a nadie quien era, pero que por favor me ayudara con Julius. Sus ojos eran obscuros y su mirada penetrante, recuerdo que era un hombre muy atractivo. Pero él tenía miedo, no sé por qué o de quién. Opté por ofrecerle un café para que se sintiera cómodo y entonces le pregunté:
-Usted es ruso, ¿No es cierto?
El asintió.
-No se preocupe que estoy sola. Mi hermana sigue muy perturbada. He tratado de ayudarla pero parece haber perdido la noción del tiempo. A veces menciona el nombre Aleksei y sonríe, y otras veces me habla de un niño travieso y me ha llamado "Vera".
El hombre hizo un movimiento brusco y el café sobre la mesa se derramó.
– Disculpe- me dijo avergonzado.
-Pierda cuidado— dejando pasar el incidente -¡Usted no sabe lo importante que es para mí haberle encontrado! , mejor dicho que usted me haya encontrado a mí.
-Mi nombre es Iván Kuznetzov – dijo de repente—Y conozco a su hermana desde hace mucho.
Entonces con su mirada fría, empezó a contarme todo lo que sabía.
Después de ese afortunado encuentro acordamos una nueva cita en el mismo café. Yo presentía algo extraño, él era extremadamente culto y delicado; no quería asustarlo y por eso nunca cuestioné sus maneras. Decidí omitir ese detalle y concentrarme en lo que realmente me interesaba. Nos reuníamos periódicamente y él me hablaba con soltura sobre los sucesos ocurridos en la ciudad entonces llamada Petrogrado. Pero yo seguía inquieta por su forma delicada al expresarse; me impresionaba que en sus relatos mencionara detalles muy específicos de la nobleza rusa, pero fue a través de él que supe lo que Julius había vivido en el palacio Yusúpov.
En cierta ocasión no me sentía muy bien, pero de todas formas asistí a nuestra cita. El señor Kuznetzov se mostraba sinceramente interesado en los progresos de Julius y ya le había tomado confianza aunque él el sentimiento no fuera recíproco. En un momento se levantó para ir al servicio y yo hice lo propio. Cuando pasé por la puerta del baño para hombres esta se encontraba entreabierta; Iván estaba de pié delante del espejo, me quedé observando su reflejo y entonces entendí porque me resultaba tan llamativo.
Regresé a la mesa y traté de disimular la impresión que me había llevado. Estaba tratando con una persona muy astuta porque en seguida me preguntó qué era lo que me había impresionado de tal forma, que me veía pálida como una hoja. Entonces no aguanté…
- ¿Por qué se hace pasar por un hombre?— le pregunté en susurros
Ella se puso muy nerviosa y más pálida que yo. Sus manos temblaban y no sabía que decir. Tuve miedo de que se fuera, por eso la tomé de la mano con toda mi fuerza y le pedí que mantuviera la calma. Le juré que su secreto estaría a salvo. Ese día conocí a Vera Yusúpova.
- Te pregunté si lo dices por el estado en que se encontraba Julius cuando regresó—Davis reiteró su pregunta ya que no le había contestado con la misma rapidez que solía hacerlo.
- Heee…sí, lo digo por eso —Se levantó de la silla nerviosa evitando la mirada de su esposo
Tengo que saber quien acompañaba a Julius cuando llegó a esta casa. Necesito detalles, o alguna descripción. No quiero presionarte ni involucrarte en todo este asunto, pero no puedo dejar que lleguen a ti. Es mi deber protegerte y lo haré al precio que sea.
María Barbará se cambió de ropa mientras su esposo seguía inmerso en sus pensamientos.
-¿Vienes a la cama?- Preguntó invitándolo a su abrazo.
El abandonó su preocupación y se entregó. Por el momento no quería hacerle más preguntas. La amaba demasiado.
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-¡Hey ustedes dos, deténganse!
-Temía lo peor. El guardia que nos detuvo nos preguntó de dónde veníamos. Yo me quedé en una pieza y el anciano fue quien contestó.
- Venimos de Vladivostok. No estaremos mucho tiempo aquí, solo venimos en busca de un pariente.
-Hummm –el guardia nos miró de pies a cabeza – ¿Y el señor es mudo?—preguntó señalándome con un gesto
- No, no – respondió el anciano – ¡Vamos hijo! Dile que eres mi lazarillo; Como verá usted señor oficial, a esta edad uno no puede andar solo. Él me está ayudando a caminar por que estoy muy desnutrido y no tengo fuerzas…
-Si, si—Dijo el guardia con sorna—Pero no los puedo dejar salir si no me muestran sus identificaciones
Por suerte aun poseía una identificación que había tomado de un cuerpo sin vida, el anciano también entregó en manos del rojo la suya. El guardia observó varias veces la fotografía y nuestros rostros hasta que finalmente nos dejó salir de la estación
—Les sugiero que se protejan del frío y que eviten dormir en las calles—Gritó mientras nos alejábamos
Entendí que era muy peligroso para quedarme en ese lugar entones decidí permanecer con el anciano. Vagamos por las calles durante horas, pues no teníamos dinero y no conocíamos a nadie. El hombre estaba muy delgado y enfermo. Nuevamente sentí lastima. Además yo tampoco me sentía bien, ¡esa maldita dolencia había regresado! Logramos alquilar un cuartucho en el centro de la ciudad y días después obtuve un trabajo limpiando la nieve de las vías. En las noches bebíamos vodka, y en mis borracheras le contaba a mi compañero como había llegado a ser parte del ejército de Von Sternberg.
El dinero que entregamos en manos de nuestro contacto en la comisión investigadora del golpe fue suficiente, para que este ordenara en menos de una semana la liberación del General Kornilov. Salimos de madrugada y todo marchaba según nuestros planes. Mientras nos movilizábamos, fuimos emboscados por soldados rojos que dispersaron nuestra unidad. El General y yo logramos escapar en un tren que nos llevo hasta Rostov y ahí nos reunimos con el General Alekséyev y Denikin, pues teníamos que re organizar el Ejército de Voluntarios (12). Por desgracia los rojos nos alcanzaron y Kornilov ordenó la retirada, debido a que ellos nos duplicaban.
Pero lo impensado sucedió cuando intentamos tomar Ekaterinodar (13).
En la vivienda en donde estábamos reunidos fuimos alcanzados por artillería soviética. De repente, la edificación nos cayó encima y solo unos cuantos logramos salir con vida antes de que todo explotara.
Aquella vez perdí a Kornilov y sentí que nada de lo que había hecho merecía la pena.
Unos días después de su muerte me reuní con el general Denikin y los demás. Obtuvimos grandes triunfos en la región del Don, pero no fue suficiente para detener a los rojos.
Cuando el General Kolchak asumió el poder de nuestro movimiento, ya habíamos sido expulsados a los territorios más lejanos de Siberia. Estábamos dispersos y nuestro armamento era escaso; solo era cuestión de tiempo para que nuestro ejército se debilitara estando tan lejos de Petrogrado y Moscú. Traté de advertirle al General que si no hacíamos algo urgente se levantarían en nuestras filas detractores y mercenarios; pero Kolchak no escuchaba a nadie, él creía tener la razón en todo. Mis miedos se hicieron realidad poco tiempo después.
De nuestro ejército surgió la figura de Semionov, un anti- bolchevique como nosotros, pero con otro tipo de intereses.
Ya bien conocidas las diferencias que había entre el General Kolchak y yo. Sus ideales eran muy diferentes a los de Kornilov y por eso nuestras conversaciones terminaban en discusiones épicas. Él tenía la idea absurda de que iba a ser traicionado, nunca sospechaba de los líderes de segunda línea sino siempre de nosotros, los sobrevivientes del golpe. Por eso y cansado de que le increpara con mis argumentos, no tuvo mejor idea que enviarme al territorio de Semionov quien ya contaba con un ejército propio de bandidos.
Logré infiltrarme en sus filas según el plan, hasta lograr obtener una posición privilegiada entre sus subordinados. Cierta noche Semionov nos comunicó que tendríamos que asaltar una carga de armas cuyo destino final eran las fuerzas blancas en Siberia central. Como el tren suponía gran envergadura, él también participaría del asalto. Pensé que esta acción era la indicada para cumplir la orden de asesinarlo, pues solo así lograríamos desmembrar por completo a los bandidos que habían logrado debilitarnos. Esperamos el paso de convoy por la ruta del transiberiano por más de tres horas; por fin logramos divisarlo a lo lejos. La infantería avanzó por las gélidas laderas mientras los militares más experimentados haríamos lo propio cuando se hubiese conquistado el control de la maquinaria.
Yo seguía cada movimiento de Semionov.
La estrategia de asalto funcionó a la perfección y en cuestión de minutos los mercenarios ya tenían controlado la totalidad del convoy. Semionov ordenó el ingreso y el avanzó hasta el área de la maquina acompañado por dos de sus hombres. Yo los seguí.
Los soldados blancos nos estaban esperando y dispararon a matar, pero los asaltantes fueron más rápidos y los mataron sin contemplaciones. Semionov envió a su escolta para asegurar el perímetro y entonces me lancé sobre él.
No vio venir la fuerza de mi cuerpo en contra del suyo y lo derribe con facilidad; pero él era el líder de un ejército de bandidos, un hombre fuerte que me sujetó de tal forma que no podía dispararle. En el forcejeo, me atestó un golpe debajo de la mandíbula que me quitó la fuerza; yo quedé tendido y el poniéndose de pie me apuntó a quemarropa. Cuando esperaba el disparo en mi cabeza, lo vi caer de bruces al suelo.
Por detrás de Semionov apareció ante mí el rostro de Von Sternberg, uno de sus Generales de confianza. No entendía por qué le propinó un culatazo por la espalda, estaba atónito, y no pude salir de mi estupor; solo supe que él me había salvado la vida.
Sentimos los pasos de la escolta acercarse al cuarto donde estábamos los tres. Von Sternberg me tomó por el cuello y me arrojó hacia el bosque por la puerta izquierda del cuarto de maquinas. Él hizo lo mismo y corrimos por la estepa siberiana sin mirar atrás. Sentía las balas detrás de nosotros, en la carrera me desvanecí cuando una de ellas me alcanzó la pierna.
-Supongo que eso explica la cicatriz de su muslo derecho.
-Eso fue solo un rasguño.Lo peor me esperaba en los territorios dominados por "El señor de la guerra".
Paradójicamente cuando todo esto sucedió, recordé su mirada triste y cuanto la extrañaba.
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(1)Vladivostok: Es una ciudad portuaria de Rusia ubicada en el extremo oriente ruso. Tras la Revolución de octubre de 1917, Vladivostok las fuerzas armadas de llegaron esa ciudad y la misma se convirtió en uno de los puertos más importantes de la zona. (2) Monasterio de Byjov: Ubicado en cercanías a la capital Rusa. Este monasterio católico ortodoxo sirvió de prisión para el fundador del ejército de los Blancos Larv Kornilov. (3) Helsinki:Es la capital y la ciudad más grande de Finlandia. Durante la Guerra Civil Finlandesa de 1918, la mayor parte de Helsinki cayó en manos de la Guardia Roja rusa junto con el resto del sureste del país. (4) Weiner Staatsoper:Ópera Estatal, ubicada en Viena, Austria. Es una de las más importantes compañías de ópera mundiales que hasta 1920, se llamó Ópera de la Corte de Viena. (5) Bolshoi: La palabra Bolshoi significa 'grande' en ruso, en este caso, se hace referencia al Teatro Bolshoi que es tanto un teatro como una compañía de teatro, danza y ópera con sede en Moscú. (6) Hotel Maximilian: Antiguamente había servido de palacio en la época de la unificación alemana. El Hotel que hasta la fecha ofrece sus servicios en el centro de Regensburg (Ratisbona) histórica capital del Sacro Imperio Romano Germánico; posee amplios salones y habitaciones de príncipe. (7) Kránsaya Zvezdá: Literalmente "Estrella Roja" fue el periódico (gazeta o gaceta) oficial de las Fuerzas Armadas de la antigua Unión Soviética y lo es en la actualidad respecto del Ministerio de Defensa de Rusia. Esta publicación militar o castrense fue fundada el 1° de enero de 1924, tan sólo 20 días antes de la muerte del líder soviético Lenin.(8) República Socialista Federativa Soviética de Rusia:Este fue el nombre se le dio a la Republica en la Constitución rusa entre 1918 y 1936. (9) Cirilo Vladímirovich Romanov oKiril (Nombre secular): Fue el Gran Duque de Rusia durante la época del Zar Nicolas II. Durante la Guerra Civil rusa (1917-1923), Vladímirovich buscó la restauración de la monarquía en su persona. Celebró además reuniones con militares alemanes, pero terminó por reconocer el fracaso de los Blancos y emigró a Suiza. (10) Udovol'stviye: удовольствие- En español significa "Un placer". (11) Alte Rosenbad: Restaurante en donde por el año 1919 se reunían los miembros de D.A.P partido político y racista que posteriormente se convirtió en el Partido Nazi. (12) Ejército de Voluntarios: Fue uno de los primeros ejércitos del Movimiento Blanco creado durante la Guerra Civil Rusa. El Ejército lo fundaron Mijaíl Alekséyev y Larv Kornilov, antiguos jefes del Estado Mayor ruso, entre noviembre y diciembre de 1917, con la ayuda del general y atamán de los cosacos del Don, Aleksei Kaledin para oponerse al Gobierno bolchevique surgido de la Revolución de Octubre. (13) Ekaterinodar o Yekaterinodar:Es una ciudad del sur de Rusia junto al río Kubán. Es el centro administrativo del Krai de Krasnodar (también conocido como Kubán). Tras la Revolución Rusa de 1917, Yekaterinodar pasó a llamarse Krasnodar en diciembre de 1920. Existen dos potenciales significados para el nuevo nombre que se le dio a la ciudad: Krasno- (Красно-), que significaba 'bonito' (es una raíz más antigua) o 'rojo' (especialmente relevante teniendo en cuenta las condiciones políticas de la época); y -dar (-дар), que significa 'regalo'. Por lo cual, el nombre de la ciudad significa «regalo bonito» o «regalo rojo» (por 'regalo de los rojos').
Fertuliwithejarjayes. La Última Noche I. Orpheus No Mado Fan Fic.
Publicado: 03/2014
1º Modificación- 08/2015
