"Adueñado."

Por B.B. Asmodeus.


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Fandom: Game Of Thrones.

Parejas/Advertencia: Tyrion Lannister/Oberyn Martell. Slash. Insinuaciones de Jaime Lannister/Brienne of Tarth y Jaime Lannister/Cersei.

Resumen: ¿Un Omega en Celo, suelto por la Capital? Hablaba de peligro seguro. Oberyn tan siquiera quería asegurarse de que medidas justas fueran aplicadas a este tipo de situación—Y no, su interés no tenía nada que ver con el gruñido naciendo en su garganta, o la dureza de sus músculos, preparándose para defender lo que había descubierto primero que nadie…

Rating: Mature.

Línea del tiempo: Principios de la 4ta temporada, antes de la Boda Púrpura.

Nota:

(1.) Historia centrada en un Universo Alfa/Omega/Beta.

(2.) El Mundo Necesita Tyrion/Oberyn. ¡Amo esta pareja, y es triste que no haya nada de ellos!


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"Creeré

Todas tus mentiras

Sólo finge que me amas

Hazme creer

Cierra tus ojos

Seré cualquier cosa por ti".

-Evanescense (Anything For You).

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Una vez que la esencia llegó a su nariz, Oberyn tuvo que perseguirla. Tuvo que encontrar el origen.

Por más que el abrazo de Ellaria tratara de sostenerlo, por más tentador que el banquete de diferentes cuerpos desnudos le rogara por quedarse—Oberyn estaba decidido. No hubo vuelta atrás.

Entre el olor a estiércol de la capital, la dulzura del canto que lo llamó fue superior, jalándole con hilos de oro. Regresó al palacio, dejando el prostíbulo, y a la dueña de su corazón, desatendidos. Oberyn atravesó los jardines, huyendo de las arañas espías, con facilidad.

No esperó que el aroma lo guiara a la torre donde el menor de los Leones supuestamente dormía, junto con su nueva esposa.

Comenzando a unir las piezas en su mente, Oberyn pausó en las escaleras que lo llevarían hacia el centro de su avaricia, intentado blanquear sus instintos. Intentó frenar el Alfa en él, un poco. Lo suficiente para permitirle a la serpiente pensar, en su lugar…

Pocos, eran los verdaderos Omegas en existencia por todo Westeros. Eran casi tan especiales como la magia de los dragones. Ni siquiera en Dorne podrías encontrar a una criatura de tal naturaleza. Mucho menos una sin dueño, y en pleno Celo, seduciendo tan descaradamente, desde las lejanías.

-Podría ser la Lobita. Un intento de su trágica biología por repoblar a su clan. -Podría ser cualquier otra persona, menos la que estás imaginándote. Hasta podría tratarse del mismo Matareyes… No. Actualmente, Jaime Lannister se encontraba en una disputa que hacía de su esencia un campo de batalla. Era un Beta puro, por más que estuviera enredado en las garras de dos Alfas. Oberyn reconocería tan caótica fragancia, al instante.

Entonces, eso acortaba las opciones.

Oberyn subió los escalones.

Tenía que resolver el misterio, de todas formas. ¿Un Omega en Celo, suelto por la Capital? Hablaba de peligro seguro. Oberyn tan siquiera quería asegurarse de que medidas justas fueran aplicadas a este tipo de situación—Y no, su interés no tenía nada que ver con el gruñido naciendo en su garganta, o la dureza de sus músculos, preparándose para defender lo que había descubierto primero que nadie…

…Tyrion Lannister estaba completamente ebrio.

Eso explicaba el picante alcohol en su hedor.

Oberyn irrumpió en el comedor adjunto a la suite principal, sin problemas, puesto que las puertas estaban abiertas en invitación.

El Martell respiró hondo. Ah.

Su cuerpo entero, tembló.

"Y es así, como llega la primera abeja."

Al escuchar el ahogado susurro del Enano, Oberyn parpadeó, regresando al duro presente. Sin responder, se dedicó a cerrar las puertas del comedor, así como la puerta que los conectaba a la recámara. Tyrion estaba a solas, sentado en la mesa, su copa chorreando por sus dedos. Seguía escupiendo suciedad en sus palabras, de vez en cuando, incluyendo el nombre de su hermana entre respingos.

"Pensé que eras listo." Oberyn se colocó frente a Tyrion al finalizar sus acciones de precaución. Ocupó todo de sí, para aguantar la distancia. "¿Cómo se te ocurre dejar que tu olor llene toda la ciudad? ¿Estás loco?"

"¿Esta es la parte donde debo sentirme inmensamente agradecido por su presencia, Príncipe? ¿Ha venido a mi rescate?" La filosa lengua no se comparó a la desesperación brotando de aquellos ojos claros. La quijada del Enano hizo varios abortados intentos por continuar con su veneno, pero las reacciones de su propio cuerpo lo traicionaron ferozmente—feromonas se identificaron, tejiéndose por la atmósfera cerrada, ahora que un Alfa se encontraba presente, respondiendo a su conjuro de sirena. Oberyn observó aquellas piernitas cerrarse incómodamente, negando como buen leoncito, la humillación. "¿O ha venido a hacerse cargo de la tarea usted mismo?"

Sólo porque lo último fue acompañado de un gemido quebradizo, Oberyn decidió no precipitarse. Rodeó la mesa lentamente, danzando alrededor de su presa. "Asumo que este no es tu primer celo." Oberyn tan solo podía imaginar lo que Tywin Lannister tenía que decir al respecto.

"Asume lo correcto." Tyrion dejó su copa para estirarse sobre el respaldo de su silla. Observaba los pasos de Oberyn con nervios. Anticipación. Con una respuesta automática que sus hormonas no podía negar. Su fragancia evolucionó a algo aún más delicioso, a una esencia que desarmó las defensas restantes en la mente del Alfa. "Previamente… se me ha sido posible hacerme cargo de estos… desgraciados episodios." Por la forma en que el Lannister lo dijo, dio a entender que estaba citando a alguien más. Su rostro cicatrizado giró al compás del cuerpo del Martell, mientras la mano de Oberyn acarició ligeramente los hombros del pequeño, en su trayectoria. Más que verlo, Oberyn sintió al Lannister aspirar profundo, también drogado del picante sabor de un Alfa. "Admito que no fue algo intencional. Lo olvidé. O tal vez no. Y ahora es demasiado tarde. Ninguna poción o té milagroso, puede detener estas circunstancias tan desafortunadas."

"Estás vengándote." Oberyn sonrió directo en el perfil de rubios rizos.

Lentamente, un mohín idéntico alargó los labios hinchados de Tyrion. "Eso también."

¿De quién? En verdad, Tyrion no necesitaba aclararlo explícitamente. La lista podría no tener fin. "¿Nunca has sido… Tomado?"

La Manzana de Adán volvió a saltar. Tyrion negó con su cabeza.

No había otra cosa que Oberyn quisiera más, que enterrar su nariz en el cuello del Leoncito—para Morder.

Sin embargo. "Puedo ir por tu hermano."

Esperó.

"O por tu guardaespaldas, quien prefieras."

Tyrion continuó contemplándolo, labios partidos. El Omega no podía tomar sus ofrendas como señal de rechazo, puesto que la sangre de Oberyn cantaba Sí-Sí-Sí-Sí, y sus feromonas susurraban Aquí-Aquí-Aquí-Aquí, directo en los témpanos de Tyrion. No había engaño sobre su deseo.

"¿Para que servirían?" Fue el desafío final saliendo del impertinente Enano. Esta vez, su sonrisa incluyó aperlados dientes. "Ellos no son lo que necesito."

Oberyn acarició una mejilla bronceada con sus dedos. Disfrutó del chillido que provocó. "Las leyes de Alfas y Omegas son antiguas, pero inquebrantables."

"Un León mordido por la Víbora." Tyrion besó las yemas tatuando su piel, en obvio derrumbe emocional y psicológico. "Nunca le he pertenecido a nadie… No realmente."

Oberyn se arrodilló frente a él, sus párpados cerrados siendo guiados por la voz del Omega. "Está bien. Yo nunca había deseado adueñarme de algo." Instintivamente, Tyrion hizo espacio para él, estirando su cuello, abriendo sus piernas humedecidas—Suspirando escandalosamente, cuando un beso fue plantado en su garganta. "…Hasta ahora."