Disclaimer: Esto debería venir incorporado en ff, algo así como una aplicación, porque después de casi dos años en el sitio, cansa xD

Claim: Jared/Kim.

Advertencias: Neh.

Notas: Participa en el Reto Palabras para el recuerdo, del foro LOL.


Toda ella era él

(7# Religión)


Jared.

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Sonaba estúpido, demasiado cliché, demasiado cursi, demasiado a película romanticona horrible, demasiado mal, pero ella lo era todo para él. Todo él dependía de cada pequeña acción que ella hiciera, de cada palabra que saliera de sus labios y de cada gesto que su rostro moreno hiciera.

Y no la había buscado, porque así no funcionaba todo aquello. Lo único que tuvo que hacer fue desaparecerse una semana del Instituto debido a su condición de lobo recién transformado y luego mirarla un día de casualidad en una de las tantas clases que tenía y en las cuales no solía prestar mucha atención.

Y todo cambió.

Hasta ese entonces no se había dado cuenta de que aquello fuera tan poderoso. Lo había escuchado de boca de Billy, las leyendas lo decían, pero siempre le sonaron estúpidas, algo falsas y un tanto difíciles, y eso no le quitaba el respeto y el sentido de pertenencia que tenía, pero a un muchacho adolescente de diecisiete, el amor no le resultaba una de las cosas más importantes en el mundo. Y luego de transformarse, les tomó un poco más de respeto, pero cuando imprimó, ya no hubo duda alguna de que cada una de las leyendas era completamente cierta y verdadera.

Porque para él, Kim lo era todo. Ella era el sol cuando su piel bronce brillaba al despertar en la mañana a su lado, o cuando se iluminaba en las noches debido al fuego crepitante de la gran fogata que solía rodear para escuchar y envolverse un poco en aquella magia que corría por las venas de todos los quileutes. Ella era la luna cada vez que apagaban las luces de la habitación y se besaban a escondidas, o cuando salían a pasear por la playa en las noches, y su piel tomaba un color azul claro, compitiendo en belleza con la arena iluminada por el astro nocturno. Ella era la lluvia cuando estaba triste, y era la primavera si sonreía. Era el césped húmedo entre sus pies si corrían un día nublado hacia ningún lado, regalándole sonrisas al viento, y era las manos alzadas y luego entrelazadas cuando se sentaban en una roca a ver cómo las olas se alzaban y llegaban a la costa. Era miles de lazos que lo ataban a ella inconscientemente, era su gravedad, su centro y su soporte. Era mucho más que todo eso, porque Kim era su religión. Era a la única que adoraba, a la única que le rendiría devoción y la única en su vida. Eran sus ojos, su sonrisa y sus abrazos. Sus besos y sus llantos, sus palabras y sus silencios.

Toda ella era él, y aunque estuviese seguro de que no se movería de allí, él solía rezar de vez en cuando y agradecer el hecho de que nunca se fuera de su lado.


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