Hola!

Hace tanto tiempo que no me pasaba por aquí. Eso de entrar a la escuela trae muchas complicaciones.

Esta pareja me gusta y es de mis favoritas del fandom; lo malo es que no es para nada popular, lo cual me desanima bastante. Pero como me encanta esta pareja me he decidido a volver a escribir sobre ella, y esta vez será un long fic. No solo porque a mí me guste el Near/Linda, sino también porque hay algunas personas (no digo muchas) a la cual le agrada y tal vez estaban pasando por lo mismo que yo: no encontrar muchos fics sobre ellos dos juntos.

Cabe recalcar que es AU, tal y como se menciona en el summary, pero he mantenido algunas cosas de la historia original.

Así que los dejo con el fic, espero que les guste…

Death Note es propiedad de Tsugumi Oba y Takeshi Obata. Esto es muy aparte de la historia original.


Capítulo 1: Once upon a time…

—95… 96… 97…

A Linda le gustaba ese juego, pero no le agradaba ser la que tenía que buscar; mas sin embargo había sido la primera en ser encontrada la vez anterior y por lo tanto debía realizar tal tarea. Se encontraba con los párpados cerrados y la frente apoyada en un tronco del patio trasero, sus compañeros de juego le obligaron a estar en esa posición para evitar que espiara. Era incómodo, la corteza del árbol le raspaba, pero no se retiró. Siempre respetaba las reglas, aunque a veces fueran absurdas y sin sentido.

—98… 99… 100… Listos o no, ¡allá voy! —gritó; aunque daba por hecho que nadie estaría tan cerca como para oírla.

Ahora comenzaba la molesta faena de encontrar a sus compañeros. Tenía una idea de dónde encontrar a cada uno de los cinco participantes, aun así, seguir la corriente era desalentador. ¿Por qué aceptó jugar a ese absurdo juego? Ahora se arrepentía de haber declinado la oferta de una amiga de participar en "la hora del té". Miró a su alrededor, aunque solo fue una pérdida de tiempo. Ninguno sería tan estúpido como para esconderse tan cerca. En ese lugar nadie era estúpido y ella lo sabía.

Al no haber encontrado a nadie en el patio, se dirigió al edificio; en esas circunstancias odiaba que el orfanato fuera tan grande, le complicaba más su labor, aunque poseía la ventaja de ya conocer lo suficiente la institución. No llevaba demasiado tiempo viviendo en el lugar, pero siempre había sido demasiado curiosa, y al poner un pie en Wammy's House, lo primero que hizo fue inspeccionar cada rincón. A esa hora de la tarde nadie se encontraba dentro del orfanato, ya que la mayoría prefería salir al exterior —por lo menos los más chicos—. Creía que eso sería de utilidad.

Caminaba por el corredor, no había nadie; cambió su rumbo hacia el comedor, obteniendo igual resultado. Decidió ir entonces a la sala de estar, aunque era improbable encontrar a alguien allí, ya que fuera del sofá y sillones no había algo con lo cual pudieran ocultarse; aquella habitación era muy expansiona, su fin era que los huérfanos jugaran allí en días de lluvia o cuando en invierno, el frío y la nieve les impedían salir. No tenía muchas esperanzas de encontrar a alguien en ese lugar, pero nada perdía con echar un vistazo.

Conforme se acercaba, no fue capaz de escuchar ningún ruido, nada que le indicara la presencia de alguno de sus amigos o de alguna otra persona en particular. Al encontrarse ya en la entrada, se fijó en el interior y sí había alguien.

No recordaba haberlo visto antes, lo cual le pareció extraño, creía que ya conocía a cada uno de los niños del lugar y ese extraño chico no era el tipo de persona fácil de olvidar. Tenía el cabello alborotado, además de color blanco, una tonalidad bastante peculiar. A esa distancia no podía adivinar su estatura ni su edad, pero imaginaba que debería ser más o menos de la suya. No veía su rostro ya que mantenía la cabeza gacha, parecía estar montando un castillo de naipes, el más grande que hubiera visto. A Linda le parecía que sería imperdonable destruir tal monumento, incluso sintió el deseo de ir a cerrar la ventana; temía que alguna ráfaga de viento soplara y derrumbara la escultura. Desistió de hacer aquello, no quería interrumpirlo. Inclusive ni siquiera se movía, creía que con tan solo respirar él la descubriría y dejaría atrás su construcción. Pero él parecía ajeno a su penetrante mirada; no sabía si no se percataba o si la estaba ignorando, prefería pensar que era la primera opción. No quería dejar de observar, había olvidado el motivo por el que había llegado hasta allí. En ese momento, él se detuvo, y giró su rostro a la dirección donde ella se encontraba. Sin saber cómo reaccionar, se ocultó detrás del umbral de la puerta; su corazón se aceleró como si lo que estuviera haciendo fuese algo malo. Quiso cerciorarse si él la seguía la mirando; asomó un poco el rostro, él no había apartado la mirada; ahora podía apreciar más su rostro, era completamente pálido, tanto como su camiseta. Sus ojos eran grandes y negros, tan oscuros como la noche, parecía que tenían el poder de absorberte, ya que ella no podía dejar de contemplarlos, además hacían un gran contraste con su piel y su cabello. Quería averiguar sobre él, al menos saber su nombre. Dejó de ocultarse, decidida a acercarse a aquel chico.

En ese instante alguien la llamó.

—¡Linda! Conque aquí estabas —jamás había detestado tanto a esa niña como en aquel momento—. ¿Por qué no seguiste jugando?

No quería responderle, deseaba que se fuera y que no volviera a interrumpirla. Iba a decírselo, cuando su molesta amiga caminó hacia ella y la tomó por la muñeca, arrastrándola para que la siguiera. Lo último que pudo ver fue como el chico devolvía su vista a la construcción.

—¿Por qué no nos buscaste? Sabes, el juego consiste en que tú nos busques, no en que te quedes ahí parada —alegaba la chica que la había interrumpido, mientras continuaba jaloneándola hacia una dirección aún desconocida.

—Lo sé, solo que me distraje —intentó defenderse Linda, mientras trataba de zafarse del agarre. La otra no parecía escuchar.

—¿Distraerte? No pongas pretextos —le regañó —. Mejor hubieras dicho que ya no querías jugar.

Durante todo el camino siguió alardeando hasta que llegaron al patio, donde se encontraban los demás chicos que participaron en el juego. Todos le reclamaron y le recriminaron su desapego al juego, como si se tratara de la cosa más importante del mundo. Pero a Linda eso la tenía sin cuidado. Lo único que quería saber era algo sobre ese chico que había visto en el salón. Por qué no lo conocía y el porqué de esa aura enigmática que lo rodeaba.


No tenía mucha hambre, pero necesitaba ir al comedor. El chico debía ser residente del orfanato y, por lo tanto, tendría que bajar a cenar; era la oportunidad perfecta de volver a verle. Corrió hacia el comedor, al entrar examinó todo el lugar, pero no le encontró, ni una mínima señal de que él se encontrara allí.

—Linda… —le llamó alguien desde una de las mesas del centro. Se trataba de la misma chica que esa tarde la había regañado hasta el cansancio—. Siéntate aquí —le ofreció un lugar al lado de ella.

Resignada al no haberlo podido encontrar, tomó una bandeja de comida y se dirigió hacia donde le habían indicado con anterioridad. No le dio ni un solo sorbo a la sopa de verduras que sirvieron. No tenía planeado comer, solo había bajado por un propósito, el cual no pudo ser logrado. ¿Era acaso que el chico que había visto no vivía allí? Podía ser una posibilidad, pero si así fuera, ¿por qué se encontraba en el orfanato?

Dejó de jugar con la comida y se levantó de su silla dispuesta a irse, en ese momento, lo vio; aunque al parecer él ya iba de salida. Linda no sabía en qué momento había entrado, y por qué no lo había visto, ni siquiera sintió su presencia. Comenzó a correr en la misma dirección por donde había salido el joven, pero al estar fuera del lugar ya no había nadie. Miró hacia ambos lados, sin ninguna señal de que alguien hubiera pasado, no había absolutamente nadie. ¿Acaso solo habría sido su imaginación? Era eso o el muchacho era lo suficientemente rápido como para no dejar rastro.

—Linda —alguien la tomó por el hombro; se giró bruscamente para saber de quién se trataba. Se relajó al ver que era la misma chica de hacía unos momentos.

—No me asustes por favor —dijo, a lo que solo recibió un gesto de desconcierto.

—Sabes, desde la tarde has estado muy rara, ¿pasa algo? —preguntó algo preocupada.

—No realmente, aunque… —pensó que sería buena idea decirle a esa chica, tal vez, esta le daría razón sobre aquel misterioso joven—. ¿Sabes quién es el chico que acaba de salir?

—¿Cuál chico? Yo no he visto salir a nadie.

—Es más o menos como de nuestra edad, de cabello y piel blanca, sus ojos son grandes y negros. Es imposible que olvides a alguien así.

La otra parecía confundida.

—Pues yo no conozco a nadie con esas características tan inusuales como dices. ¿No lo estarás imaginando?

—Pero si lo vi en la tarde y lo acabo de ver hace unos instantes —alegó. Sentía que le estaban llamando loca indirectamente.

—Como sea, regresemos al comedor.


¿Acaso solo había sido su imaginación? ¿Pero, por qué su mente le jugaba tan malas pasadas en ese caso? Dudaba que todo fuera producto de su subconsciente; pero, si ese chico no era parte de su imaginación ni tampoco residente del lugar… ¿qué era?

—Un fantasma… —susurró, pero de inmediato sacudió su cabeza, haciendo bailotear sus coletas. El solo pensarlo le resultaba absurdo—. Los fantasmas no… existen.

Solo eran cuentos para asustar a la gente ignorante o al menos era lo que Linda creía hasta hacía unos momentos.

—¿Sucede algo? —preguntó una persona detrás. Ella giró su rostro hacia Alice, su compañera de habitación, la cual juzgando por su semblante debía intentar conciliar el sueño.

—Nada… vuelve a dormir, en un momento apago la luz.

—Primero deberías ponerte el pijama, ¿no crees? —Linda enarcó una ceja y vio su ropa. Aún no se había cambiado. Estaba tan sumida en sus pensamientos que olvidó ese detalle.

Se dirigió al armario y tomo su ropa para dormir, se vistió y apagó la luz. Necesitaba descansar un poco y despejar su mente. Dormir era la mejor opción.


Era domingo. Lo que agradecía del orfanato era que les dieran un día libre para poder ocuparse en otras cosas: perder el tiempo jugando con amigos o simplemente no hacer nada. Linda prefería ocupar su tiempo dibujando. Desde que tenía memoria, siempre le había gustado el arte, además tomaba algunas clases especiales para no desperdiciar ese talento. El dibujo era su fuerte, donde podía presumir que era la mejor. Jamás fue arrogante, pero saber que nadie la superaba en ello la hacía sentirse orgullosa.

Se encaminó a su lugar favorito de todo Wammy's House: la sala de estar, donde días atrás había visto al fantasma blanco —así lo nombró a falta de saber su nombre real—. El lugar era bastante tranquilo por la tarde, siempre y cuando no estuviera lloviendo o no hiciera frío, si no, todos se encontrarían ahí, y podía concentrarse sin ser interrumpida. Muy aparte de eso, guardaba la ligera esperanza de volver a verlo.

Se sentó en un sillón del lugar y apoyó el bloc de dibujo sobre sus piernas. No sabía exactamente qué dibujar, ni tampoco tenía inspiración para crear una obra abstracta o algo por el estilo. Miró por todo el lugar, pero tampoco encontró nada que le llamara en particular la atención. Fue cuando tuvo esa gran idea, dibujar al fantasma. Lo recordaba muy bien, cada una de sus facciones y detalles de su cara. También, con ese dibujo de referencia, más adelante podría averiguar sobre él.

Empezó con el boceto. Deslizó el carboncillo por la hoja blanca, comenzó a dibujar el contorno de su rostro. Tenía claro que debía darle mayor énfasis a la mirada, lo cual era lo más sobresaliente del chico. Debía lograr el efecto de una mirada penetrante, tal y como la de él. La nariz era pequeña y recta, sus labios delgados y poseía el mentón fino. En cuanto a la melena, debía darle esa sensación de que estaba completamente desordenada, pero a la vez que podía ser suave como una nube. Se preguntaba si realmente al tacto, su cabello sería tan sedoso, tal y como se imaginaba a la vista.

Solo un par de toques más, enfatizar algunos rasgos y listo. Estaba segura de que el dibujo había quedado exactamente como lo recordaba. Ahora podría ir a preguntar sobre él, ya con el retrato para apoyarse y encontrar al fantasma. Al mirar hacia la ventana, se percató de que afuera ya había obscurecido. ¡Tanto había tardado en hacer el retrato! Tomó el bloc y se levantó del sofá.

Mientras se dirigía a la salida, pudo ver que ya todo a su alrededor se encontraba oscuro, aunque le aliviaba que aún se escucharan algunos murmullos de otros niños. Eso quería decir que no era tan tarde como creía.

A pesar de no haber hecho nada agobiante, se sentía cansada, por lo cual decidió que iría directo a su habitación. Caminaba por el vestíbulo el cual a juzgar por su apariencia, estaba completamente solo, mas comenzó a sentir otra presencia, como si alguien la estuviera observando. Giró su rostro hacia varios lados, pero no había nadie. Al regresar su vista al frente se quedó completamente paralizada. En frente se encontraba el fantasma, el cual posó su vista sobre ella; esto la inquietó de sobremanera pero esta vez, en lugar de sentir la curiosidad habitual, le provocó otra sensación, una un poco más escalofriante. Tal vez esa absurda historia que consideró tonta, estaba dando un resultado inesperado, pues en ese instante, comenzaba a creerla.

Él no apartaba la mirada y ella estaba completamente paralizada. Inclusive soltó el bloc que sostenía con su mano izquierda. Al no saber cómo reaccionar o más bien no saber qué hacer, corrió hacia las escaleras; importándole poco si perdía sus dibujos o si algún profesor, o el mismísimo Roger la escuchaban y la regañaban al hacer tremendo escándalo. La idea de que se tratara de un fantasma, surcó en su mente de nuevo, ahora cobraba sentido ya que en esta ocasión el chico blanco llegó a provocarle pánico.

Comenzó a subir las escaleras hacia el segundo piso, decidida a ir a su habitación y cerrar la puerta con seguro (aunque no sabía si serviría de mucho, ya que si él era un ente, eso no sería obstáculo). Lamentablemente, no apoyó bien su pie en el último escalón, lo que provocó que resbalara y al no poder detenerse con nada cayó de espaldas. Mientras caía, parecía que el tiempo trascurría más despacio, como si todo estuviera en camera lenta. Lo último que sintió fue un fuerte golpe. Después de eso, todo se volvió negro.


Abrió los parpados con pesadez, le dolía bastante la cabeza. Se sorprendió al notar que no se encontraba en su recámara. No recordaba nada y hacer un esfuerzo por hacerlo le provocaba una punzada dolorosa. Pero al juzgar por el olor a alcohol etílico y las cobijas tan blancas de la cama en la que yacía, dio por hecho que se encontraba en la enfermería del orfanato. En ese momento recordó todo, al chico blanco, cómo se había echado a correr desfavorecida, y la caída sufrida en las escaleras. Ahora no entendía por qué había reaccionado así, si se suponía que quería averiguar sobre él, ¿por qué actuó de esa manera? Se reprochó internamente.

Ya había amanecido y según el pequeño calendario que estaba sobre la cómoda a un lado de la cama, se suponía era lunes. No llegaría puntual a las clases, de eso no había duda. Retiró las cobijas decidida a levantarse, en ese momento alguien entró al cuarto.

—Vaya, no cabe duda que los niños son como de hule —era Roger, quien a juzgar por el comentario, bromeó aludiendo al accidente ocurrido.

Linda solo se le quedó mirando. Todos sabían que a aquel anciano no le agradaban los niños, pero aun así se preocupada de sobremanera por ellos.

—Creí que tendría consecuencias, pero la enfermera dijo que no había sido nada grave y al verte con tan buen semblante veo que no estaba equivocada, pero quería cerciorarme.

Agradeció la preocupación del director. Al rememorar lo sucedido se dio cuenta de que algo faltaba. Se preocupó al instante y no puedo evitar preguntar:

—¿Y mi cuaderno de dibujo? —A linda no le interesaba si su percance tendría secuelas o no, le importaba más saber dónde había quedado su bloc.

—Aquí está —Roger le extendió el cuaderno y Linda prácticamente se lo arrebató de las manos.

—¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Qué pasó después del accidente y dónde está aquel chico blanco? —bombardeó con muchas preguntas al anciano. Este no supo por dónde empezar, pero le llamó más la atención la mención del chico blanco.

—¿Qué quieres decir exactamente con chico blanco?

—Creo que he estado alucinando con él. Nadie dice conocerlo, pero yo le juro que lo veo. Sé que los fantasmas no existen, pero él realmente lo parece.

—¿Cómo es?

—Es de mi edad, con cabello y ropas blancas —Linda comenzó a describirlo, si alguien era capaz de aclararle sus dudas, ese era Roger—. Mire, de hecho tengo un dibujo de él.

Buscó entre las hojas el dibujo que había hecho la tarde anterior. Al dar con el boceto se lo mostró al anciano. Este solo enarcó una ceja.

—Te refieres a Near.

—¿Near? ¿Quién es Near? —inquirió desconcertada.

—Near es un niño de nuevo ingreso. Creo que inclusive toman clases juntos.

Ahora resultaba que ya le había visto. Si antes estaba confundida, ahora no entendía nada, en su mente en lugar de aclararse su duda, se formularon aún más preguntas.

—Entonces si es así, ¿por qué nadie lo conoce? ¿Por qué siempre lo veo solo? Y, ¿por qué tiene una mirada algo extraña? —A todo eso, Roger solo le dirigió una sonrisa como si el asunto le causara gracia.

—Near es poco sociable y muy solitario; no se relaciona mucho con los otros niños, por eso casi nunca sale y pocos pueden ubicarlo. Además como ya te he mencionado, tiene muy poco tiempo aquí en Wammy's. Y respecto a su mirada, supongo que debe ser de nacimiento.

—Entonces… no está muerto, ¿verdad? —ya no tenía sentido la pregunta, pero Linda quería despejar esa interrogante de su mente.

—¡Claro que no! —poco le faltó a Roger para estallar a carcajadas. Aunque fueran unos genios, a veces los niños inventaban historias increíbles, inclusive la idea de Linda resultaba algo infantil aún a sus diez años de edad—. Sabes… —inquirió Roger, llamando nuevamente su atención—. De hecho fue él quien me avisó de tu caída.

Linda se sintió aliviada, por lo menos no era una entidad o algo por el estilo. Pero no por ello dejaba de ser enigmático.

Después de esa charla, Roger se retiró, le dio permiso de faltar ese día a clases, ya podría retomarlas al día siguiente. Pero ahora se fijaría un poco más en aquel chico blanco, el cual ya tenía nombre: Near.


Ni un minuto antes, ni uno después. Siempre a la misma hora, en el mismo lugar. Siempre puntual. Desde que había aclarado sus dudas respecto a él le era imposible dejar de observarlo, le seguía dando curiosidad, aún cinco años después desde la primera vez que lo había visto. No lo espiaba, solo lo observaba detenidamente, a una distancia considerable. No lo acosaba, solo estaba al pendiente de sus movimientos.

Gracias a ello se dio cuenta que a él le agradaba estar en la sala de estar —el mismo lugar donde lo vio la primera vez— quizás por el mismo motivo que a ella, ahí había tranquilidad.

Él se encontraba en medio del lugar, jugando con lo que parecían ser dos pequeños robots. Ella casi no se movía, inclusive contenía la respiración, sentía que con cualquier mínimo movimiento él la descubriría y todo su espionaje se echaría por la borda. Pero él parecía no percatarse de su presencia, o tal vez sí la tenía en cuenta pero aquel detalle lo tenía sin cuidado.

Casi sin notarlo, los huérfanos comenzaron a entrar, ya casi era hora de cenar y todos buscarían un buen lugar. Tuvo que finalizar su acción, no quería que se percataran de lo que hacía y tenía hambre. De cualquier modo, ya habría otro día para poder mirarle.

A su fantasma, a su chico blanco; a Near.


Bien aquí concluye el primer capítulo. Espero les haya gustado, de cualquier forma para comentarios, sugerencias, criticas (constructivas y negativas) dejen reviews. Les agradeceré que me hagan saber su opinión.

También quería agradecer a Hikari Blossom, quien aceptó seguir siendo mi Beta en este nuevo fic.

Para algunas aclaraciones, como ya había mencionado en un principio es AU, por lo que en esta "realidad" no hay ni L ni Kira ni nada por ese estilo. Wammy's es un orfanato para niños inteligentes, tal y como se menciona en la historia original.

De Linda no se sabe nada, aunque se cree que la niña que aparece en la ova 2: L's Successors, (la que le pregunta a L si hay algo a lo que le teme) es Linda. Así que en esta historia es castaña y sus ojos son de igual color. Respecto al peinado, deje de pensar que las coletas eran un peinado soso-ñoño-infantil en cuanto vi a Izumi de Another, así que ese aspecto lo conserve. Su carácter se irá descubriendo más adelante; cabe aclarar que es la personalidad que yo le he dado, ya que no hay datos oficiales que expliquen ese aspecto.

Y respecto al título, ni yo misma se porque es así; fue lo primero que se me vino a la mente en cuanto acabe escribir la primera parte y debí guardar el documento, solo sentí que debía ser el titulo. Aunque luego lo relacione con algo: normalmente las mariposas reflejan delicadeza y dulzura o siempre aparecen en un ambiente feliz como para dar un toque más bello a un paisaje o algo por el estilo. Así sucede con ese gran amor que tenemos en algún momento de nuestras vidas, tal vez no se concreto o no acabó bien, pero siempre recordamos a ese alguien especial y luchamos por qué esa relación no acabe ya que es la delicadeza y dulzura de nuestra vida. Y aceptémoslo, el insecto no es bonito, pero el solo ver sus alas te da esa sensación. Es mi punto de vista ustedes lo pueden interpretar distinto o ese detalle les tendrá sin cuidado.

Gracias por leer, me da gusto que alguien se tome el tiempo de leer algo mío.

Ellie…