Kuroshitsuji no me pertenece, así como ninguno de sus personajes.

Son propiedad de Yana Toboso.

Para evitar algunas confunsiones, aviso que el segundo capítulo es la versión traducida al inglés del drabble. Gracias por su atención ^^


Sebastian observaba a aquel niño de cabellos azules que yacía recostado en su cama.

Los rayos de la luz del sol iluminaban su rostro haciendo que la pálida piel de Ciel brillara. Le gustaba observarlo mientras dormía ya que se veía como lo que debía ser: un simple niño de trece años que dormía tranquilamente, a diferencia de cuando está despierto, afrontando el mundo real por su propia cuenta, siendo frío y de cierto modo un completo pesimista.

Comportándose como un adulto y siendo aún más inteligente, hábil y capaz que cualquiera de los mayores que le rodean. Simplemente le parecía increíble que tuviera el aspecto de un niño.

Pero esos momentos de observarlo dormir inocentemente habían llegado a su fin, ya las cortinas de su habitación habían sido corridas, el sol ya había desplazado a la luna y la cortina de nubes ya había desplazado el telón de las estrellas. Otro show debía comenzar en el escenario de un teatro de horrores y espantos.

-Bocchan- dijo Sebastian suavemente cerca del oído del joven, a lo que recibió como respuesta un murmuro y que el joven se volteara boca abajo.

Hmm, hoy tienes sueño. -Bocchan- dijo esta vez un poco más alto, pero Ciel se rehusaba a abrir los ojos. ¿Qué le pasa al amo hoy?

-¡Bocchan!- dijo en alto esta vez y jamaqueándolo suavemente. Esta vez Ciel se despertó abruptamente y sacó una pistola que estaba debajo de su almohada y la apuntó directo a Sebastian, quien se quedó tieso y expresaba sorpresa en su mirada. Ciel al ver que era su mayordomo quién le había puesto las manos encima bajó su arma y lo miró intensamente con ambos ojos.

-Buenos días Bocchan

-Buenos días- contestó casi de mala gana guardando su pistola para después ponerse su parche

-¿Cómo es que nunca noté esa pistola bajo tu almohada?

La respuesta de Ciel fue una sonrisa malvada.

Mientras abrochaba la camisa de su amo, no podía evitar que su mirada se desviara a su abdomen, tan plano y hasta un poco musculoso, y con ese tono pálido tan propio.

Finalmente abrochó el último botón, y descubrió que internamente se sentía ¿Sofocado?.

-¿Y bien?

-¿Qué cosa?- preguntó saliendo de su trance

-¿Qué hay para desayunar hoy?

-Café, te de rosas, baggels saladas, baggels con chocolate y galletas neutras con miel de mapple

-Perfecto

Bajó con Ciel hasta el comedor y como siempre mientras desayunaba le leía las noticias matutinas. Sintió gotas de sudor bajar por su cuello y un estruendoso latido llegó a su pecho cuando vio a Ciel lamer su dedo índice, que le había caído un poco de la miel de mapple.

¿Qué me sucede hoy? Se preguntaba a sí mismo sorprendido. El jovencito agradeció la comida y se dirigió a su oficina, para discutir en privado con Sebastian cualquier problema en el que la reina lo haya inmiscuido.

No fue sino hasta el momento que Ciel estaba sentado y con sus manos en el escritorio que Sebastian notó una mancha de miel de mapple en los labios del niño. Peleó mentalmente contra sí mismo pero simplemente no pudo resistirse más a lo que era inminente: Gustaba de Ciel.

Caminó hacia él y bajó su cara al nivel del rostro de Ciel.

-Bocchan

-¿Sí, Sebastian?

El mayordomo besó al joven abruptamente, tomándolo con sus guardias bajas. Ciel al inicio intentó separarse pero le gustaba la sensación de los labios de Sebastian jugando con los suyos así que dimitió de la idea y simplemente se dejó llevar. El mayordomo al notar como había perdido su perfecto autocontrol abrió sus ojos y se separó de su amo

-Bo... Bocchan ¡Perdón!

Ciel también se sentía algo avergonzado así que para evitar hacer el momento más extraño de lo que ya era pretendió que nada sucedió y prosiguió.

-¿Algún asunto que la reina quiera hecharme encima?

-Hoy no

El color de la cara de Ciel se drenó ¿Qué se supone que haría ahora para evitar ese momento tan incómodo? Maldición Victoria... Aveces tu eres un gran problema, su querida majestad.

Ciel sentía que su corazón se saldría de su pecho por lo rápido que latía. Quería a Sebastian, ahora mismo.

-Sebastian

-¿Sí Bocchan?

-Acércate porfavor

Nuevamente caminó hacia el jovencito y bajó al nivel de su cara.

-¿Cómo es el proceso de deborarte un alma?

Sebastian no esperaba aquella pregunta y por un momento dudó sobre qué responder, pero diría la verdad. Después de todo, el nunca mentía.

-Es bastante simple, Bocchan... Es... Como si fuera un beso...

A diferencia de siempre, esta vez Ciel tomó la barbilla de su mayordomo y se levantó de su silla, obligando a Sebastian a subirse también.

-De acuerdo. Quiero que practiques eso, pretendes que vas a deborar mi alma en este momento- dijo con una sonrisa un tanto malvada

-Pe...pero

-Es una orden

-Yes, my Lord

Tomó a Ciel de los hombros y le plantó un beso bastante apasionado. Tal como lo había ordenado, parecía que fuera a absorber su alma en ese preciso instante, pero las cosas se salieron un poco de control cuando ambos dos comenzaron a caminar lentamente, terminando Ciel entre Sebastian y la pared. El joven se percato de que ya no llevaba su gabardina azul, y tampoco su sombrero. Su camisa medio desabrochada por el mismo que puso los botones en su lugar hace unas horas atrás. El blazer de Sebastian estaba abierto y los botones de su camisa todos desabrochados, sintiendo escalosfríos cuando los helados dedos de Ciel jugaban con los músculos de su abdomen.

Casi se perdían el uno el otro, ambos corazones latían a la par, uñas clavadas en la carne del otro, sus respiraciones sincronizadas, pasión y deseo llenándo toda la habitación. No podían dejar de mirarse a los ojos, y menos cuando encontraron el la mirada del otro lo mismo que las suyas propias expresaban: necesidad.

Pudieron llegar más lejos, de no ser por unos tímidos golpes en la puerta que los hicieron voltear.

-¿Sí?- dijo Ciel sorprendido de que aun pudiera hablar.

-Bocchan- Era Meyrin -Alguien ha venido a verlo

-Llévalo al salón y dile que bajaré en unos minutos

-Sí Bocchan

Sebastian se apartó, dejando a Ciel libre de la pared. Ambos dos abrochaban sus camisas.

Ciel se puso su gabardina azul, su sombrero y con un delicado paño limpió las gotas de sudor de su cara y cuello. Sebastian había terminado de abotonar su blazer.

Ciel sacó una pequeña botella de colonia y se roció un poco alrededor de su cuello, ofreciéndole a Sebastian para tapar cualquier evidencia de lo que habían estado haciendo a escondidas. Peinaron sus cabellos que habían sido revueltos por las manos del otro, y diriendose miradas ambos aprobaron que se veían de la forma correcta, como si nada hubiera pasado nunca.

Sebastian abrió la puerta para que pasara su amo, y muy por lo bajo, lo suficiente para que solo él lo escuchara y acompañado de su malvada sonrisita dijo -¿Cuándo será la próxima?

-Cuando esto termine

Bajaron al gran salón y Ciel maldijo internamente al ver quién era esa visita tan inoportuna. Maldito seas Trancy.

-¡Ciel!- gritó Alois corriendo hacia el

-¿Qué te trae por aquí Alois?

-Tú por supuesto

Sebastian pretendía observar y escuchar, pero en su mente se reproducía la escena una y otra vez, dejando a su corazón ansioso por la próxima vez.