Los personajes de esta historia no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto!
Lo único mío es la historia.
Yami Akarii
Capítulo I
Detrás de la venda
Me costaba trabajo abrir mis ojos, poco a poco lo hice con pesadez, en un movimiento brusco intente ponerme de pie al recordar lo que había pasado antes de desvanecerme en aquel parque, no podía, algo estaba mal, entonces mi cuerpo se tensó al darme cuenta de que mis pies y manos estaban atados; no podía ver nada, pase mis manos sobre mis ojos y me di cuenta de que estaban vendados, tenía miedo de quitarla, la deje ahí, tal vez por el hecho de que no quería ver lo que estaba pasando, solo podía escuchar mi respiración agitada ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué estaba en este lugar? Quería gritar pero nada salía de mi boca, tenía frio, tenía miedo. Creí que estaba sola pero justo en el instante en que me decidí a gritar para pedir ayuda escuche como una puerta se abría detrás de mí.
-Ayúdenme por favor- mi voz apenas fue audible, por lo que no estoy segura de que me haya escuchado esa persona.
Sentí como esa persona me jalo para ayudarme a ponerme de pie, me obligo a caminar con mucha brusquedad provocando que me tropezara, ¿acaso no veía que mis pies estaban atados?, después de eso me levanto y a juzgar por su fuerza daba por seguro que era un hombre, me cargo con sus brazos y me causo un enorme escalofrió el sentir contacto con esa persona que tenía que ver con mi… ¿secuestro?, sí, eso era, poco a poco sentí como una lagrima paso por mi mejilla al darme cuenta de lo que estaba pasando, pero, ¿Por qué yo? Mi cabeza comenzó a doler por todas las cosas que pasaban por mi mente, de pronto comencé a ver un poco de luz, todo se borró de mi mente al instante, trate de mirar al hombre que me cargaba, pero fue en vano, no pude distinguir nada, gire mi cabeza hacia la luz que cada vez se hacía más clara aunque tuviera los ojos vendados. El chico se detuvo un momento, de pronto sentí como alguien retiraba la venda de mis ojos y fue entonces cuando al ver la figura que estaba frete a mi abrí mis ojos como platos al conocer perfectamente a esa persona. No es posible ¿pero qué diablos está pasando? ¿Por qué me haría esto?
-Bienvenida… hija- me dijo con cierta burla en esas palabras.
Debía ser un sueño, no, tal vez era una pesadilla, no podía haber mejor explicación para lo que estaba pasando.
- Este día tan especial te prepare una comida especial- interrumpió mis pensamientos – ¡Vamos!, puedes sentarte… hay es cierto, que mala anfitriona soy, por favor, retira esas cuerdas, así podrá comer con toda comodidad- le dijo al chico que me cargaba haciendo un ademan para que pasara al cuarto que estaba frente a mí.
-Madre- dije entrecortadamente -¿Qué está pasando? ¿Por qué actúas de esa forma?- estaba a punto de llorar pero me resistí al ver sus ojos que carecían de esa luz peculiar que me despertaba todas las mañanas.
Observe que el hombre que me cargaba llevaba puesto un pasamontañas, me llevo hasta la silla y me puso sobre esta que estaba frente a una mesa, no me había tomado la libertad de observar el lugar, era un cuarto pintado de blanco, tenía una ventana pequeña que se encontraba muy alta, casi topándose con el techo, entraba poca luz de esa ventana, lo único que iluminaba era el gran foco largo y cilíndrico que estaba en el techo, en una esquina de la habitación se encontraba un colchón tirado en el piso, la mesa frente a mí era de madera al igual que las sillas, parecían muy antiguas, frente a mi estaban dos platos, uno hondo y otro plano, el primero contenían ramen y el segundo plato un filete de pescado. Cuando terminó de desatarme las manos y pies me quede sentada sin moverme, tal parece que las cuerdas no eran lo único que me detenían.
-Comencemos, ¡tenemos muchas cosas de que hablar!- tomo sus palillos desprendiendo cada uno de ellos para después comenzar a degustar la sopa caliente en su boca, – ¡exquisito! Como siempre claro- ella seguía repitiendo el mismo ritual al que yo no estaba dispuesta a unirme.
-No entiendo que está pasando ¿puedes explicarme?- fui sincera y le pregunte con mucho tacto, lo que sea que estuviera haciendo me causaba cierto temor aun siendo mi propia madre la que estuviera aquí.
-¡Oh vamos! No hay prisa ¿cierto Itachi?- dijo volteando a ver al hombre que permanecía en la puerta con los brazos cruzados.
-Tengo… miedo- le dije tartamudeando.
-No hay que tener miedo hija, lo peor que puede pasar es que te reúnas con tu hermana menor ¿no es cierto?- lo último me lo dijo con el ceño fruncido y con la mirada llena de rencor – pero… ella está en el cielo y seguramente tú te iras al infierno, había olvidado ese detalle- lo dijo burlonamente con una sonrisa sádica.
- ¿De que estas hablando? ¿Por qué la metes a ella? ¡Eso había quedado en el pasado!- Me exalte un poco con ese tema, era mi punto débil, definitivamente sabia como lastimarme, sin embargo me di cuenta de que no estaba en posición de gritar.
- ¡Eso es lo que tú y todos quieren! Pero no dejare que su muerte sea en vano ¿me entiendes?- dejo el plato y se puso de pie golpeando la mesa con sus dos puños, me asusté un poco y no pude evitar dar un leve brinco en mi silla.
- ¿Es por eso que estoy aquí?- cuando le dije eso mis ojos comenzaron a cristalizarse -Pensé que lo estabas superando, pensé que lo estábamos superando juntas- le dije con voz apagada.
- ¿Acaso bromeas conmigo?- se inclinó hacia mi mirándome directo a los ojos, no parecía la misma, algo la consumía y creo saber bien lo que es.
-Madre… yo te pedí perdón- le dije sin poder resistir que las lágrimas escaparan de mis ojos.
- ¡Un "perdón" no devolverá a mi pequeña Yami!- dijo exaltándose aún más.
No sabía que decir, ella tenía razón, mi perdón no le devolvería a mi pequeña hermana. Observe como comenzó a relajar sus músculos, note que trataba de controlar su respiración poco a poco, después de ponerse más tranquila me miro directo a los ojos quedando en silencio por un minuto.
-Eh perdido el apetito, esta vez terminaras sola- dijo acomodando su silla -tiene que terminar su comida antes de levantarse de la mesa- dijo dirigiéndose al hombre de la puerta, después de eso salió de la pequeña habitación dejándome perpleja por el cambio tan drástico.
Me dedique a observar mi plato con su comida completa, ni siquiera tenía apetito, aun no entendía bien la situación por la que estaba pasando, mire frente a mí y vi un espejo, estaba justo detrás de donde se encontraba hace unos segundo mi madre, mire bien mi rostro, mi cabello con su color peculiar rosa y largo estaba un poco despeinado, mis ojos verdes estaban levemente rojos e hinchados, observe que mi piel estaba más pálida de lo habitual, más bien ahora se veía blanca, no clara, intenté ponerme de pie pero de inmediato sentí una mano en mi hombro que me obligo a quedarme sentada, mire detrás de mí y estaba ese hombre ¿Itachi?, sí, me parece haber escuchado que mi madre lo llamo así. No tenía ánimos de nada, ni siquiera intente tocar mi comida, me recargue en la mesa de madera y poco a poco cerré mis ojos hasta quedar dormida.
Espero les haya gustado n.n acepto comentarios que me ayuden a mejorar, gracias por darle una oportunidad :D
