Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hajime Isayama, la historia es mía.
I
Desastroso primer encuentro
—•Ж•—
La alarma programada en su teléfono suena sin descanso alguno, con ese molesto tintineo de la canción que ha elegido para no sobre saltarse al escucharla pero que ahora resulta desquiciante, al menos cumplió su función sacándolo del mundo de los sueños. Con toda pereza estira la mano para ponerle fin. No se levanta de inmediato, aun tiene demasiado sueño como para quedarse en la cama por lo menos hasta medio día. Sus párpados pesan bastante y en un esfuerzo sobrehumano para abrirlos se da cuenta de que ya son las siete y cinco, sus "sus cinco minutos más" se han ido volando. Maldita relatividad del tiempo.
No quiere llegar a la escuela con prisas, toma su ropa de entre el montón desordenado que hay en su armario para ir al baño y tomar una una ducha rápida. Termina pronto, sale frotando su cabello frenéticamente con la toalla mientras se encamina de regreso a su habitacion. Llegara despeinado a la escuela como siempre y seguro Mikasa tratara de peinarlo con su saliva al ver la salvaje mata de cabellos, como siempre.
La escuela es un genuino fastidio pero prefiere ir que quedarse en casa, ya habría alguna clase libre en la que recuperaría un poco el sueño o bien podía escaparse a la biblioteca un rato, la encargada de ese lugar es tan anciana que difícilmente se da cuenta de que año es, menos de si los alumnos se quedan dormidos entre una pila de libros viejos.
Mientras baja las escaleras escucha la risa de Carla proveniente de la cocina, eso quiere decir que se ha levantado de buen humor y ahora esta preparando el desayuno. Su intención no es quedarse a comer, el plan consiste en ir a la puerta y caminar sin detenerse hasta llegar a la escuela. En cuanto toma el pomo de la puerta su estómago gruñe con una fuerza desconocida para él y es que cómo alguien ignoraría ese delicioso aroma de panqueques recién hechos cuando su hambre es atroz. Se aventura a ir a la cocina donde ve a la mujer castaña a la que tanto se parece preparándolos en la estufa, huele mejor a decir verdad.
—Buen día Eren—saluda el hombre que lee el periódico mientras bebe una taza de café.
—Buen día, Hannes.
Hannes no es su padre biológico, se caso con Carla algunos años después de que se separara de Grisha. Eren no sabe cual es la verdadera razón de su separación puesto que él nunca se lo ha preguntado y ella no tiene la intención de hablar sobre el asunto. Nunca noto nada raro entre ellos cuando vivían juntos, jamás discutieron en su presencia así que para Eren fue una enorme y desagradable sorpresa cuando la noticia del divorcio le llego de repente.
Desde entonces las cosas se hicieron difíciles, no en la economía de la casa porque Carla tiene una panadería que les da para vivir decentemente, si no que él tenía que lidiar con ella cuando entró en depresión después de la separación. Durante cinco años su vida se volvió realmente un infierno inaguantable. Entonces llega éste hombre de improviso, como un angel caído del cielo que se atrevió a robarle una sonrisa a Carla, mejorando las cosas un poco. Al principio todo fue miel sobre hojuelas, sólo al principio.
—¡Eren!—grita la mujer con fuerza a pesar de que ya se encuentra a un lado suyo—, ¿ya te vas a la escuela?
"No mujer, me voy a buscar el One Piece", piensa con sarcasmo. No le cuesta nada ni le importa decirlo en voz alta pero tampoco es como que quiere arruinar la armonía de la mañana. Se limita a contestar afirmativamente mientras toma un par de panqueques y algo de leche que come a velocidad luz. Luego trata de salir rápido a toda costa alegando que tiene un examen dificil en la primera clase del día. No puede zafarse de su madre hasta que logra obligarle a darle un beso de despedida mientras Hannes ríe y niega con la cabeza.
Sale de la casa respirando profundo para emprender el camino a la escuela. Apenas llevan medio año escolar, por suerte para él es su último año. Al graduarse ya no se preocupara de nada por un tiempo, claro que tiene pensado estudiar la universidad, hacer una carrera en algo pero antes tomara un año sabático para trabajar, la universidad no es nada barata.
En shiganshina hay tres universidades principales: María, Rose y Sina. Tiene entendido que las tres son excelentes, aunque al parecer la última es la más prestigiosa pues las expectativas que tienen sobre sus alumnos son por demás altas. En lo personal cree que el potencial de alguien depende de la misma personas, de la voluntad y el esfuerzo que ponga en ello, no de la institución de la que se gradúa. Hannes ya le ha comentado que si quiere él puede ayudarlo a pagarla pero se niega, no porque menosprecie la ayuda del rubio sino porque siente que no es algo que le corresponda.
El camino a la escuela fue corto ese día. Son los primeros de enero y un viento freso le abraza la piel desnuda del rostro y el cuello, lejos de tiritar como cualquier persona lo encuentra agradable. Una vez dentro del edificio pasa entre los alumnos que ocupan el corredor como si fueran los dueños del lugar. Logra llegar hasta su casillero para tomar su libro de historia, la primera aburrida clase del día, únicamente lo lleva para recargar su cabeza mientras dormita.
—¡Eren!—se vuelve para ver al chico rubio a su lado cuando cierra el casillero.
—Armin—devuelve mientras ambos caminan hacía su aula—. Felicidades, me entere que te vas de intercambio a Italia.
—Si—responde—, me iré en unos días. Estoy muy emocionado, es una gran oportunidad para mi.
Los ojos de Armin tienen un brillo de felicidad, de hecho todo él irradia alegría. ¿Cómo es que tiene tanta energía tan temprano? La mayoría de los chicos parecen zombies, incluyéndolo. Eren lo atribuye a que era la primera vez que saldra del país, si también pudiera irse lejos de su casa estaría aventando chispitas y brillitos a todo el mundo. El rubio es el mejor de la clase, no, es el mejor de la escuela, el más inteligente y por ende sera premiado. En ese momento la descripción del chico en palabras de Eren es como si fuera un sol con una carita sonriente que se pasea alegre entre las lapidas de un cementerio, pero no lo diría en voz alta.
Al entrar a su clase el pequeño rubio corre de inmediato con cierta pelinegra para contarle quién sabe que cosa que por supuesto a él no le interesa, se sigue de largo para dirigirse directo a su asiento. La chica le mira atenta por unos momentos pero tan pronto como lo ve le señala con su fina y blanca mano su alborotado cabello, no es una novedad que llegara como si recién hubiera salido de un huracán pero ella siempre insiste. Se hace el desentendido para dirigirse a su pupitre, en la fila junto a la ventana, hasta el fondo. Pasa entre los asientos de sus compañeros, esa mañana no ha empezado mal así que espera que el resto del día sea tranquilo. A menos que por poco se vaya de boca contra el suelo porque algo se interpone en su camino haciendo que tropiece. Se sostiene de una mesa, por el rabillo del ojo nota como Jean se cubre la boca tratando de disimular su risa.
—Oh, lo siento—aún riendo finge que apenas lo ha visto—, no me fije Jeager.
Le mira con fastidio mientras sopesa las consecuencias que puede tener el tirarse sobre Jean y molerlo a golpes, serán bastante malas considerando su historial. Es un tipo impulsivo, gracias a lo cual siempre se gana el quedarse en detención más de una ocasión, además de tener que visitar a la psicóloga de la escuela. De por si ya es muy humillante que le vean entrar a la oficina de la señorita Riko como para que todavía el cara de caballo le pregunte delante de sus compañeros como le va con la loquera. Cierra los ojos mientras finge un bostezo, estira los brazos para golpear la nuca del otro chico con su antebrazo.
—Lo siento, no me fije Kirschtein—dice cuando el otro se voltea a verlo de mala manera.
Jean abre la boca para decir alguna de sus acostumbradas idioteces, todos alrededor estan atentos pues las peleas entre ellos son casi legendarias para los alumnos de toda la escuela. Sin embargo el profesor entra al salón llamando al orden. De inmediato todos toman asiento en el lugar donde les corresponde. Al llegar a su propio asiento observa a sus amigos, Armin le mira con una sonrisa y Mikasa niega con la cabeza.
El resto de las clases pasan muy rápido, sin contar álgebra. Durante todo el día se la pasa pensando en cualquier cosa menos en lo que debe concentrarse, lo que le vale un castigo después de clases. Le envía un texto a su rubio amigo para informarle que no podrá acompañarlo en el camino a casa.
Al menos no se quedara limpiando el aula él solo, también están ahí Sasha (por comer en clase), Connie (por hacerse el gracioso en la clase de Shadis) y el cara de caballo (para él no habia explicación más que por idiota). Sasha y Connie eson agradables a su manera, no suelen meterse con nadie y forman una pareja graciosa, ella no para de comer nunca, cosa extraña le parece a Eren que sea tan esbelta, y él hace tonterías cada dos por tres. En cuanto a Jean… bueno, las peleas no se hacen esperar cuando ponen el primer pie dentro.
Es un alivio que el salón no este tan sucio como lo esperaban porque terminan mas pronto de lo que calculan y el maestro encargado les da luz verde para marcharse después de inspeccionar. No se lo piensa dos veces y es el primero en salir. Una vez que esta afuera se siente libre por completo, libre de la escuela y libre de las sandeces de Jean. Solo planea ir a casa y tomar una pequeña siesta.
—¡Jeager!
Oh no. Ese es el caballo que viene trotando en su dirección. Después de pasar todo el rato limpiando a su lado lo que menos quiere es que le moleste de nuevo, así que finge que no ha escuchado nada y apura el paso para perderlo lo antes posible.
—¡Jeager!
Pero el otro insiste terco como una mula. Ja, se ríe interiormente de lo que acaba de pensar al ver al caballo como mula. No, no hay tiempo para eso, sacude la cabeza y apura su marcha aun más. El otro le grita desesperado su apellido una y otra vez, para entonces se da cuenta de que esta corriendo. Antes de llegar a la esquina para cruzar siente que es tacleado y va a dar al suelo con un peso extra en su espalda.
—¡¿Pero qué carajos te pasa?!
Patea al de cabello bicolor para quitárselo de encima y este le regresa una mirada furiosa.
—¡Estoy llamandote desde que salimos de la escuela!
—Ah, no te escuche, estaba escuchando música —dice mientras se levanta sacudiéndose la tierra de su ropa.
—Mentiroso—es obvio que Jean no le creera ni aunque su vida dependa de ello porque para empezar ni audífonos lleva—. Estabas corriendo.
—Hay que hacer ejercicio para estar saludable.
La cara de Jean no tiene precio, es como si quisiera matarlo ahí mismo pero hubiera un campo de fuerza a su alrededor que se lo impide. Bien, igual no esta de muy buen humor como para un enfrentamiento físico, puede ganarle pero esta cansado hasta para eso.
—¿Qué es lo que quieres Kirshtein?—lo mejor sera apurar las cosas, sea lo que sea.
En ese instante la cara del chico cambia por completo, pasa de una de enojo a una de nerviosismo. Balbucea algunas incoherencias que Eren no quiere escuchar así que le apremia. Sin remedio, Jean lleva su mano al bolsillo trasero de su pantalón para sacar lo que parecen ser dos boletos para algún evento y los extiende hacia su cara.
—Me preguntaba si... —la voz de Jean se corta a media frase mientras que su rostro se torna de un color carmesí furioso.
Por el contrario la expresión de Eren es una de absoluto terror, es como si hubiera visto el exorcista, la dama de negro y el aro las tres en una, o tal vez como cuando te dicen que tienes una enfermedad terminal. Espera con toda su alma que sea una pesadilla o una broma de mal gusto pero no, el chico sigue ahí, ofreciéndole los boletos.
—... si podrías...
—No soy zoofilico—el otro lo mira sin entender—, diría que me halagas pero no me gustas, no soy esa clase de persona. Aunque eso explicaría porque siempre me molestas y... auch.
No vio venir ese golpe con el puño cerrado sobre su cabeza, si Kirshtein piensa que así lo va a conquistar pues se equivoca.
—¡No seas imbécil! —grita más que colérico—, ¡no son para ti, quiero que se los des a Mikasa!
Bueno eso tiene más sentido y hace que sienta alivio, aunque no le perdonara el golpe y en algún momento se lo cobrara.
—¿Y por qué no se los das tú mismo?
—Pues, no puedo acercarme a ella sin ponerme nervioso.
Eso es cierto, para Jean estar cerca de la chica significaba una tragedia tras otra, era algo lamentable hasta para él. Aun recuerda con mucha nitidez el día en que trató de invitarla a salir por primera vez. Ese día se hallaba tan nervioso que mientras se dirigía a donde ella tropezó accidentalmente con Christa tirándole la charola, luego vino Ymir a empujarlo, desafortunadamente, contra su mesa y provocando que con su mano levantara la charola de Armin, derramando todo contra el bonito vestido de Mikasa. Ella lo ignoro todo un mes.
—¿Por qué no se lo pides a alguien más? —aun así él no tiene motivos para ayudarle.
—Porque nadie más quiso—dice casi desesperado—, y Marco no puede porque se enfermo, no vendrá a la escuela en días.
La cara que pone tal vez hace que sienta un poquito de lástima, no la suficiente para querer ayudarlo.
—Tu y Armin son los más cercanos a ella pero el mendigo rubio se negó. Tu eres mi ultima esperanza.
La mirada de Eren se torna maliciosa hasta el punto en que Jean piensa en retractarse e irse por donde vino.
—¿Asi que soy tu última esperanza?—dice el castaño con inocencía fingida, ya ha tramado algo en su cabeza—, entonces supongo que podría ayudarte.
—No me agrada el tono con el que lo dices —dice desconfiado.
—En ese caso—se da la vuelta mientras se encoje de hombros—, supongo que preferirás entregárselos tú.
Comienza a caminar hacia su casa una vez más, pero una vez más es detenido cuando el chico le pone la mano sobre el hombro. Tiene una cara de resignación que apenas puede con ella, esta seguro de que prefiere mil veces acceder a lo que sea que Eren quiere que a hacerlo personalmente ya que siempre existirá el riesgo de que meta la pata hasta el fondo.
—¿Qué es lo que quieres a cambio?
—No mucho—responde con una gran sonrisa dándose la vuelta—, sólo que con esto me deberás un favor, el cual cobrare cuando sea, donde sea, como sea y por lo que sea.
—¿No prefieres mi alma?
—Es lo mismo, tomalo o dejalo.
Y así, sin más opciones el chico accede entregándole los boletos al castaño, al cual casi le ve cola y cuernos.
Cuando Jean se va de regreso observa los boletos con atención, son para una exposición de pinturas en el mejor museo de la ciudad. A Mikasa le encanta dibujar y este es un regalo ideal para ella, Jean hizo bien su tarea pero eso no significa nada. Entiende de inmediato su plan, espera que por ser él quien se los da lo invite logrando así una cita informal, si la conociera tan bien como el sabría que su primera opción iba a ser él, Eren, no obstante siempre se aburre muchísimo en esos lugares por lo que terminara rechazándola y ella terminará invitando a alguien más que aprecie el arte pero en definitiva ese no será Jean.
Emprende el camino a casa como tenia planeado desde el principio, llegar, tal vez tomar una ducha y luego dormir hasta el día siguiente. Si antes estaba cansado con la correteada que le dio Kirshtein ahora esta agotado.
Apenas abre la puerta cuando su madre ya esta frente a él con los brazos cruzados. Tiene dos opciones, la primera es cerrar la puerta e irse a vivir debajo de una roca lejos de Shiganshina y la segunda es entrar y hacer frente a su madre. La primera opción le parece en extremo tentadora, pero el rostro de su madre no parece el de una persona enojada y se arriesga con la segunda.
—¿Qué sucede? —cuestiona con cautela.
—¿Por qué no me dijiste que Armin se va de intercambio este semestre?
Ah, es eso, por un segundo creyó que se había enterado de su castigo y que ahora lo iba a castigar ella. Eren no suele llegar muy temprano a la casa, a veces llega a la de Armin o se va a caminar por ahí, por eso Carla no se extraña de que llegue tarde.
—Lo siento, lo olvide—dice yendo a la cocina para tomar un poco de agua mientras la mujer lo sigue—. ¿Como te enteraste?
—Llamo Mikasa para ver como te había ido en tu castigo—responde con una sonrisa mientras Eren casi se atraganta con el agua—. Me dijo que en cuanto llegaras la llamarás ya que le ha organizado a Armin un fiesta de despedida para mañana y pues me lo contó todo.
Observa de reojo a su madre mientras ésta se lamenta en voz alta algo así de que si lo hubiera sabido antes le hubiera comprado un obsequio de despedida al rubiecito. No parece molesta, de hecho se lo tomo como si fuera cosa de todos los días, la verdad no estaría tan equivocada. No quería pero tenia que preguntar.
—¿No estas molesta? —fue casi un susurro.
—No, a cualquiera se le puede olvidar, sobre todo si es uno de tus mejores amigos.
Eren no sabe si Carla se hace que no sabe para molestarlo o porque ya sabe como va a castigarlo y no se va a desgastar en gritos. La única razón por la que Eren quiere saberlo es para saber a que atenerse.
—Me refiero al castigo.
La mujer lo mira sorprendida por unos segundos para luego sonreír con dulzura, cosa que le eriza la piel a su hijo.
—Hijo, tú siempre estas en problemas así que ya ni me sorprende.
Okay, ella tiene un buen punto, muy buen punto.
Las luces estrambóticas rebotan por todas las paredes del lugar, luces multicolores que podrían dejar ciego a cualquiera, o bien provocarle una epilepsia. Ni hablar de la música tan alta que apenas si se puede hablar a gritos. Ese lugar se llama "La legión", es un club nocturno que pertenece al tío de su amiga, la cual consiguió que los dejara festejar a su amigo, por supuesto con la condición de no tomar alcohol.
El día anterior llamo a Mikasa tal y como lo pidió, se pusieron de acuerdo para que Eren lo convenciera de salir después de la escuela. La verdad no tenía ganas de ir y esperaba que el rubio, como buen ratón de biblioteca que era se negara, pero no, Armin se emocionó y accedió de inmediato.
Ahora se encontraba sentado al lado de Mikasa bebiendo una limonada, observando a los demás divertirse y felicitando al chico, deseándole buen viaje. Tanto él como ella iran a despedirlo así que sus buenos deseos pueden esperar. Por el momento no quiere formar parte del alboroto y se dedica a beber su tercer vaso de limonada.
Recuerda los boletos que Jean le dio y se los da a la chica aprovechando que están cambiando la música. La felicidad en el rostro de Mikasa no se hace esperar así como la invitación que él ya había previsto. Ella insiste tanto que un poco fastidiado de todo se disculpa con ella alegando que debe ir al baño, aunque no es del todo una mentira. Ahora que su mejor amigo se ira por un tiempo pasara mucho del suyo con ella y eso significa que no siempre podrá zafarse cada vez que ella demande su atención.
La pista esta repleta de gente que baila como si no hubiera un mañana, chocando sus sudorosos cuerpos unos contra otros, el ambiente huele a sal y a Eren le parece repugnante pero no tiene más opción, si quiere llegar pronto al baño tiene que atravesar la pista. Toma una gran bocanada de aire y se lanza a la multitud como si fuera una piscina, dentro del gentío esta todo tan apretado que apenas puede respirar. Se plantea la posibilidad de regresar, al volver la cabeza ve que es imposible. Ya no le importa y empieza a dar patadas y codazos para que le permitan pasar. Odia eso, lo odia aun más cuando siente que le tocan el trasero y al ver atrás hay tanta gente que es imposible encontrar al culpable.
Al final puede ver que se abre una brecha, corre con la futil esperanza de que saldrá ileso, corre hasta el momento en que cree que por fin acabo. Justo en ese momento varios cuerpos lo apresan y reniega de haber nacido. Antes de que se resigne siente que alguien lo empuja y sale, por fin, de la muchedumbre. El problema es que al ser empujado tan bruscamente no se da cuenta de que hay alguien enfrente y termina chocando con esa persona. Por el impacto termina cayendo al suelo y siente algo húmedo sobre él.
—¡¿Pero que mierda te pasa?!
Escucha muy claro una voz varonil, no importa que tan alta se encuentre la musica él puede escuchar esa voz alto y fuerte. La mayor parte del lugar se encuentra a oscuras, las luces de colores no son suficientes para verle el rostro al tipo que esta parado frente suyo. No obstante si puede ver los ojos del sujeto, brillan por si mismos como si los de una fiera se tratase y Eren siente un escalofrío recorriendo su espina dorsal.
—Lo siento, yo...
Trata de disculparse, aunque no ha sido su culpa el que lo empujaran. El sujeto lo mira con odio y le interrumpe tomándolo del cuello de su camisa.
—¿Crees que tu disculpa es suficiente? —le sisea—, ¡tiraste todas las bebidas!
Cae en la cuenta del olor a alcohol que lleva encima, el tipo también, pero si esta pensando que se lo va a pagar esta muy equivocado porque no lleva ni un cinco encima, no para pagarle al menos.
—Escucha—dice poniéndose de pie, para su gran sorpresa es como diez centímetros mas alto que él y eso le hace sentir más confiado—, no tengo dinero, no te puedo pagar las bebidas. No es mi culpa que los idiotas de la pista me empujaran contra ti.
Como no puede ver su cara no esta seguro de que gesto hace pero por la forma en que sus ojos se entrecierran jura que si no estuvieran tantos testigos a su alrededor probablemente ya hubiera intentado asesinarlo. No hace más verle amenazante por unos segundos en los que la música rebota en sus oídos de forma desquiciante y luego lo suelta de manera brusca.
—No entiendo porqué dejan entrar a niños maricones.
Pasa a un lado de Eren golpeando su hombro adrede. El castaño siente que le hierve la sangre de puro coraje, aprieta sus puños hasta casi lastimarse. Vuelve la cabeza para ver como el otro se marcha y no lo puede evitar, porque si pudiera no seria Eren Jeager.
—¡Puto enano!—grita tan fuerte como puede para que se oiga por encima de la musica.
Se estremece al percibir peligro, el tipo emana un aura aun más oscura que las sombras que hay en el lugar y el instinto de supervivencia del castaño, su mente y corazón le dictan que huya rápido cuando el otro se voltea con esos ojos de loco. Empieza a correr y sabe que le sigue, ahora ya no parece importar que haya gente o no, no va a detenerse y Eren no entiende por que siente miedo de alguien más bajito que él pero lo siente. En momentos como éste es cuando se alegra de que Mikasa sea su amiga pero desafortunadamente ella no esta a su lado y duda que se cuenta en el momento.
De repente siente que es empujado y sin querer va a dar contra una mesa que esta ocupada por un grupo de personas, se lleva la mesa con él al suelo, todas las bebidas terminan cayendo sobre él. Al tratar de levantarse ve que alguien empieza a reclamar, no sabe si a él o al otro pero pronto se calla al presenciar como Eren recibe una buena patada en la cara que lo deja aturdido.
—¿Quieres repetir lo que dijiste?
Apenas puede escuchar sus palabras por encima de la musica y los gritos de las mujeres antes de sentir que lo levantan por la camisa. Un sabor metálico y amargo inunda su boca, el sujeto le ve directamente a los ojos quizás para intimidarlo aún más. Pero por mucho miedo que tenga se lo traga y le devuelve la mirada desafiante. No dura mucho hasta el momento en que le obliga a levantarse a medias y llevarlo casi arrastrando hasta la salida, donde lo bota afuera como si de un saco de basura se tratara. Observa como le murmura algo al tipo que cuida la entrada y vuelve adentro como si nada. De inmediato trata de entrar pero es detenido.
—¿Por qué? —pregunta furioso.
—Lo siento chico, estas vetado—responde el hombre.
Suspira fuerte pensando si esto no es una broma de mal gusto de parte de la vida. Piensa en llamar a Mikasa, ella podría solucionar este problema pero, ¡oh sorpresa!, su teléfono no esta en su bolsillo. Se asusta en primer lugar pero luego recuerda que lo dejó en la mesa por miedo a que se le cayera en medio de la multitud.
Medio resignado se aparta de la entrada para ir y lamentarse de su situación. Para como estan las cosas sólo le queda esperar a que sus amigos le echen de menos y vayan a buscarlo o bien puede volver a su casa. La verdad duda que alguien lo extrañe con lo entretenida que esta la fiesta de Armin, solo Mikasa lo hará y de pensarlo ya se siente fastidiado porque ella querrá ir y reclamarle a ese sujeto que lo hizo y sinceramente Eren no quiere verlo nunca jamás.
Así es como termina yéndose a su casa.
Quiere llegar a su habitación lo más pronto posible, no quiere que su madre vea el golpe que tiene en el rostro por que hará un escandalo de ello, gritara, manoteara, pateara el piso y entonces Hannes vendrá a tratar de contenerla pero no funcionara. Se lo dirá a Mikasa y entonces el problema se hará mas grande. Sacude la cabeza.
Entra a la casa sin hacer el menor ruido. Su madre esta en la sala mirando una película, bien, mientras no lo escuche podrá llegar a su habitacion para encerrarse ahí y luego pensar en como ocultar ese gran moretón en su mejilla.
Pasa a un lado de la puerta hacia las escaleras tan rápido como puede, sube apresurado, antes de llegar se topara con Hannes que le mira sorprendido. Se quedan mirando durante unos segundos en los que Eren suda frio y traga saliva mezclada con sangre. El hombre rubio abre la boca pero antes de que dijera algo una voz les llamó.
—Eren, no te esperaba todavia—su madre esta al pie de las escaleras —, creí que llegarias más tardar a las once.
El castaño siente que deja de respirar, no quería confrontarla, no aun.
—Sí—dice sin voltear—, acabo temprano. Estoy cansado, iré a dormir.
Trata de darse prisa para llegar hasta el final de la escalera. Ruega a quien quiera que este a cargo de su vida porque su madre no insista y le deje ir, pero la vida no es tan bella como los cuentos de hadas.
—Eren, espera, huele como...
Su vida pasa por delante de sus ojos, esta seguro que ella olió el alcohol que cayo sobre su ropa.
—Vamos Carla—aparece Hannes al rescate —, deja que Eren descanse, mañana tiene que ir a despedir a su amigo.
El hombre pasa a su lado dedicándole una mirada en la que le dice que no se preocupe por el momento. Lo agradece infinitamente, a veces cree es un ángel caído del cielo.
—Pero...
—Vamos a ver esa película y te prepararé palomitas con mantequilla extra.
Hannes logra llevarse a la mujer y Eren puede respirar tranquilo. Sabe que en algún momento tendrá que dar explicaciones, también que tendrá que recompensar al hombre rubio de alguna manera.
Antes de llegar a su habitación va al baño primero, la imagen que el espejo le ofrece de si mismo no es muy alentadora, toda su mejilla izquierda esta amoratada. Se lava la boca y toda la sangre seca que escurrido por su comisura. Mientras ve la sangre irse por el lavabo piensa en ese sujeto que lo golpeó, es mas bajo que él pero en definitiva más fuerte. Su mente empieza a maquinar varias ideas de como vengarse, ideas inútiles ya que no sabe quien es.
Se va a su cuarto para poder descansar, al día siguiente ira a despedir a Armin, es la primera vez que su mejor amigo se ira tan lejos y todavía no encuentra las palabras que le dirá. Se quita toda la ropa para ponerse un pantalón pijama azul y antes de que de ponga la camisera blanca que usa en conjunto la puerta se abre de golpe.
—¡¿Qué carajo?!—se tapa el pecho con la camiseta.
Mikasa está en la puerta observándolo fijamente, primero con una mueca de alivio que cambia rápido a una sorprendida. Corre hasta su lado, toma su rostro entre sus manos y examina la herida en su cara.
—¿Que sucedió?— el tono que usa es autoritario, no le esta preguntando si quiere contarle.
—Tuve una pelea con un tipo —responde porque sabe que no tiene opción —, no te preocupes. no fue la gran cosa.
—¿Como era ese tipo?—Mikasa tiene esa mirada psicópata de nuevo pero como duda que lo encuentre no cree que haga demasiado daño decírselo.
—No lo se, todo estaba demasiado oscuro así que no vi su rostro. Lo que sí recuerdo es que era más bajo que yo, al menos diez centímetros y tenía una mirada de psicópata. De hecho sus ojos se parecían a los tuyos.
Por un segundo Eren cree que Mikasa se ofende por lo que le acaba de decir. Ella abre los ojos bastante, no se ve enojada pero si parece que le acaba de revelar un hecho sorprendente. Lentamente retira sus manos de la cara del chico y en tono bajo le dice que no se debe preocupar a la par que saca su bendito teléfono para ponerlo en su mano, le desea buenas noches después de quedar para día siguiente en el aeropuerto.
Suspira una vez que la chica sale de su habitación piensa que podrá tener un poco de calma y al fin descansara. Honestamente no esperaba que ella fuera hasta su casa pero debió imaginarlo, al menos recuperó su teléfono.
—¡Eren Jeager!—su madre entra a la habitación lanzándole una chuleta congelada en la cara, pequeños trocitos de hielo caen en su pecho desnudo causándole cosquillas.
Será una muy larga conversación.
No debería estar escribiendo esto cuando tengo un par de historias pendientes pero hace meses tuve un hermoso sueño con estos chicos y la idea no dejaba de dar vueltas por mi cabeza, entonces me dije "que diablos, vamos a escribirlo"
Por cierto si ven algún error ortográfico o palabras raras es porque estoy escribiendo en un teléfono y a veces se me escapan.
Ojalá sea bien recibido y me harían muy feliz si comentaran. Hasta el próximo capitulo.
