¿Derechos de autor? No, los personajes no son míos... (por lo menos la mitad de ellos XD, hay uno en esta historia que sí, es muy mio)

Por cierto, una aclaración sobre una palabra de este capitulo que puede no entenderse y es importante, una esclava es una cadena que se utiliza como pulsera (vamos, una pulsera, no os comáis la cabeza)

-Diálogo-

"Pensamiento"

Por cierto, el título pensé poner originalmente por completo en español, pero va a ser que no quería que sonase tan mal. Cuando se pronuncie, "Baka" querrá decir idiota.

¡Tenía mucha ilusión por escribir esta historia! ¡Espero que la disfrutéis!


Mi verdadera identidad ¡Baka, que no soy yo!

PRóLOGO

-¡Happosai, si tiene algo que tirar, puede hacerlo ahora!- avisó Kasumi desde el patio.

Kasumi es la simpática ama de casa de los Tendo. Siempre se puede contar con ella, porque su amabilidad no tiene límites. Su cabello castaño abarca toda su espalda y sus ojos café brillantemente cálidos eran un metodo muy persuasivo para las malas acciones. Incluso Happosai se convierte en alguien menos... "impulsivo".

Happosai es el maestro de artes marciales más pervertido de todo Japón, Es demasiado viejo, pero nada le detiene de sus maquiavélicas costumbres.

Happosai dejó por un momento de admirar su colección de ropa interior y cogió de una caja llena de cosas raras un puñado de cosas, murmurando -Esto no, esto tampoco, esto no lo tiro, esto me gusta...

Finalmente sacó un par de pulseras a juego, diciendo -¿Y esto? No se puede quemar...- Eran dos cadenitas de oro, cualquiera diría que normales y corrientes.

Kasumi ya tenía encendido un buen fuego, estaba deshaciendose de folios viejos, ropa inservible y otras cosas...

-Papá, ¡¡Devuelveme eso!!- gritó bastante alterado, corriendo detrás de su viejo por el pasillo.

Ranma es un adolescente muy bueno en las artes marciales, tiene el pelo recogido en una trenza y sus ojos son azules. Y bueno, Genma... Es su padre, un tipo gordo, calvo, con gafas y con las ideas más extrañas que te puedas imaginar.

-¿No te da verguenza, picar entre horas?- dijo su padre severamente, pero sin dejar de correr, más que nada porque conocía a su hijo y sabía que en cuanto le tuviese al alcance de la mano no iba a tener compasión. -¿Y tú te haces digno de ser hijo mío, peleando por una mísera bola de arroz?- y dicho se la introdujo en la boca.

-¡¡ARGH, MALDICIÓN!! ¡¡Ven aquí, papá, vas a ver!!- y saltó lanzando una patada, Genma la esquivó y...

Acertó de lleno a la mano de Happosai.

Las dos pulseras salieron volando por los aires.

-¡Maldito muchacho, ¿Sabes lo que has hecho?- dijo cogiendo una de las pulseras, mientras que la otra cayó al suelo olvidada.

-¡¡No, no lo sé, ahora quítese de en medio, voy a apalizar a papá!!- decía intentando pasar por encima de Happosai para seguir a su padre. Éste, mientras, ya había salido corriendo y no estaba a la vista.

Happosai gritó, mojando a Ranma.-¡Ranma, pide perdón!- y acto seguido, se agarró con fuerza a los pechos de Ranma.

A Ranma se le inchó una vena en la sien -Suel...te...¡¡..Me!!- al instante siguiente, una megapatada llena de rabia y furia envió a Happosai a la estratosfera volando. Luego fué a la cocina a por agua caliente -Maldito estúpido...- murmuró.

La olvidada pulsera yacía en la esquina del dojo, brillando por los destellos del sol.

Happosai en el cielo sufría una extraña interferencia.

Estaba rodeado por las nubes. Realmente estaba volando alto.

-¡Ranma! ¡Muchacho desconsiderado, cuando aterrize ya verás!- y luego observó que continuaba volando por el aire, pero paulatinamente un ruido ensordecedor se instaló en sus oidos.

Inmediatamente, soltó la pulsera y se tapó los oidos, cerrando los ojos. No notó siquiera que estaba volviendo a descender.

Mientras, en el avión que volaba bajo Happosai con destino a Canadá, un niño miraba por la ventanilla atentamente al alerón del avión, a un extraño objeto brillante que se había enganchado. La pulsera.


Más tarde, en un punto impreciso al sureste de España.

Una chica de 16 años andaba pateando piedras por un camino de tierra. La chica tenía unos grandes ojos azules, y su melena castaña se rizaba y encrespaba constantemente. Su camiseta negra no estaba ayudando a aligerar el calor.

No había nadie cerca de ella, el camino estaba desierto. El calor podría hacer insoportable la travesía hasta a los saharawis. A su izquierda habían parrales de uva, a su derecha solamente tierra arada. Más adelante, por el camino donde iba, habían unas cuantas casas.

-Cabrón...- murmuraba cada dos por tres. -Gilipollas...- susurró a continuación.

Luego se detuvo al borde del camino y giró distraidamente hacia un grifo al lado de ella. Bebió un poco de agua y cerró los ojos. -"Dame más tiempo... dame más tiempo..."- repitió sarcástica para luego gritar al aire a todo pulmón -¡Y un jamón, gilipollas!

Luego, abrió los ojos para continuar caminando y su vista se colocó desinteresadamente en el cielo. Desinterés que rápido cambió a curiosidad cuando vio que algo desdendía a toda velocidad hacia el suelo. Curiosidad que casi la deja ciega cuando ese algo brilló intensamente.

Volvió a abrir los ojos y con asombro ya no lo podía ver, pero caminó deprisa hacia el lugar donde había tenido que caer.

"¿Qué es eso?" se preguntaba curiosa. Podía ser algo de procedencia extraterrestre o algo. Al fin y al cabo, no todos los días caía algo del cielo que no fuese un pájaro.

Andó por un rato sobre la tierra removida. Algunos pedazos de tierra aún estaban ligeramente humedecidos y al pisarlos se undía. Otros estaban tan secos que al posar su pié se rompían y agrietaban.

Buscó con la mirada incesantemente hasta que al final, nuevamente recibió un destellante fulgor en los ojos. Fué hacia el lugar y pudo ver por fin lo que era.

-Una esclava...- murmuró con fastidio, mirando la pulsera. levantó ligeramente la roca arcillosa sobre la que se había enganchado y debajo salió un alacrán.

-¡¡AAAH!!- gritó de la impresión. Luego, acercandose otra vez al bicho, dijo -¡Joder, qué susto!- cogió la pulsera y le dió un pisotón al alacrán.

Examinó la pulsera como el tonto que mira una obra de arte. "Vaya mierda... Ya podía haber caído del cielo un videojuego" y refunfuñando se guardó la joya en el bolsillo, volviendo a su casa por el camino de tierra.


Por la tarde, en un barrio Japonés de Tokio llamado Nerima...

Ranma estaba en el dojo, despejando su mente por medio de unas complejas patadas altas. El sudor corría por su frente, ya que llevaba un rato dando patadas y puñetazos al aire. No se detuvo ni siquiera cuando Akane entró. Intentó, creanme que intentó, ignorar lo que ella traía consigo.

-Hey, Ranma. ¿Quieres unas bolas de arroz? ¡Las he hecho yo!- dijo ella muy contenta, portando el plato entre sus manos.

Akane es la prometida de Ranma, y por mucho que ella no lo acepte, una negada para la cocina. Su pelo fué cortado en un accidente por encima del cuello, y sus ojos marrones brillan al son de su volátil temperamento.

Créanme que lo intentó, pero no le sirvió en absoluto: quedó paralizado en el sitio y cayó al suelo.

Afortunadamente fue suficiente distracción. Akane dejó el plato en el suelo y fué a auxiliarle, preocupada -Ranma, ¿Estás bien?

-Si, estoy bien...- dijo, buscando la oportunidad perfecta para escabullirse y desaparecer antes de que ella recordase a qué había venido.

-¿Cómo puede ser que te hayas caido?- dijo ella conteniendo la risa.

Él desvió la vista hacia otro lado -¡Oh, cállate!- dijo irritado. Fué ahí cuando vió un objeto extraño en la esquina del dojo, llamando su atención. Fué hacia allí y cogió el objeto, brillante ante los destellos del sol.

-¿Qué es eso?- preguntó curiosa, acercandose. Él dijo -No sé... Parece una pulsera.

-Si, y es bonita... ¡Ranma, déjame ponermela!- dijo intentando cojerla.

Ranma se la quitó de la vista -¿Para qué quieres tú una pulsera?

-Oh, vamos, las chicas guapas tienen que llevar joyas bonitas...

-¿Si? ¡Entonces déjame que busque a la chica guapa y le pongo la pulsera!- dijo claramente llamándola fea.

Una vena se inchó en la nuca de Akane. -Tienes razón.- dijo secamente.

-¿Uh?- él se encontraba confundido.

Akane ató la pulsera a la muñeca de Ranma -Toma, la chica bonita se queda la pulserita...- dijo juguetonamente, y luego cambió su cara por una que decía 'muerte' por todos lados, cogió el plato con las bolas de arroz antes olvidadas e hizo dos cosas: primero le incrustó la cara en el plato diciendo -...se come la comidita...- y luego, alzó el plato en alto, rápidamente lo bajó sobre la cabeza de Ranma -¡¡...Y se va a echar la siestecita!!

Lo último que Ranma consiguió ver fué el enfadado rostro de Akane...

Justo antes de sentir cómo todo se volvía negro y las fuerzas le abandonaban. No tenía modo de saber que no era por culpa del golpe de su prometida.


En un lugar al sureste de España...

La chica antes mencionada de 16 años que ahora mismo voy a decir que se llama Alicia se encontraba en su casa, aburrida, tras desconectar el ordenador. Un sonoro bostezo salió de ella, justo antes de que la puerta se abriese de golpe y dos niños se moviesen corriendo por toda la estancia.

-María, ¡¡Ven aquí!!- gritó el 'niño' de 14 años intentando darle alcance.

-¡Fran es tonto! ¡Fran es feo!- gritaba cantarinamente la niña de 7 años, pisando sin querer una guitarra. Las cuerdas del instrumento se rompieron tras hacer un sonido macabro.

-¡¡MI GUITARRA!!- gritó Alicia, llevandose las manos a la cabeza.

-¡Fran es muy tonto!- y ahora como recién dandose cuenta de quién estaba ahí dijo -¡¡Y al Ali es muy muy fea!!- gritó con más fuerza.

En un impulso, Alicia, de una patada en el culo, tiró a sus dos hermanos al otro cuarto. -¡¡FUERA!!- y cerró la puerta de un portazo.

Se quedó apoyada contra la puerta hasta que escuchó cómo los gritos y golpes se alejaban. Se acercó hasta la guitarra lamentandose por las cuerdas rotas "Esto me va a costar un montón..."

Maria era una niña revoltosa y muy pícara, nunca estaba cansada y siempre tenía lo que quería. Su pelo era más rubio que castaño, y sus ojos, al igual que los de Fran, eran verdes.

Fran era un casi adolescente, con una melena oscura, y siempre estaba en casa jugando al ordenador o viendo la tele. Se rumoreaba que no tenía amigos. Pero es que el tío era raro de cojones... Cuando llevaba unos pantalones que le venían un poco grandes y estaba sin camiseta... Si ponía una mirada y una pose de lucha, podía pasar por Bruce Lee.

-Bueno, ¿Y qué hago con esto?- se preguntó levantando la pulsera que se encontró antes. "Podría regalarselo a una amiga..." pensó, luego se probó la pulsera a ver si era de su talla. "Si, es una pulsera muy extraña..." Pensó adormecida, aunque justo cinco segundos antes no tuviese una pizca de sueño. No le importó comprobar que apenas se sostenía a sí misma en pié.

Su madre abrió la puerta llevando en sus manos un teléfono movil -¿Alicia? ¿Podrías...- no tuvo tiempo de decir una sola palabra más, ya que Alicia se había desplomado en el suelo, inconsciente. -¡¡Alicia!!- gritó la madre histérica.

-¿Pero qué...?- el padre se asomó a la puerta, luego de abrir los ojos exageradamente ante lo que vió, cogió el movil que la madre llevaba y llamó rápidamente a una ambulancia.

Continuará...