SOUTH PARK ES UNA SERIE CREADA POR TREY PARKER AND MATT STONE
El peluquero había hecho un trabajo increíble con su pelo. Kyle no podía dejar de mirarse frente al espejo, tocándolo, admirándolo. Era juvenil y tenía buena pinta; ya no veía la necesidad de esconderlo bajo un gorro nunca más.
— ¡Iiiiiike!
— ¿Qué quieres, mamá? ¡Estoy haciendo un streaming!
— Vas a ir a la feria con tu hermano.
— No.
— Sí, sí que irás. Tienes que salir un poco. Mira qué noche tan bonita. Vamos, no quieres desperdiciar tu vida frente a una pantalla.
— ¿Y si quiero? Es mi vida.
— ¡Te he dicho que vayas con tu hermano!
— ¡Vale, vale!
Kyle refunfuñó. Genial, tendría que hacer de niñera. Sheila fue al cuarto de baño, sin llamar a la puerta primero, como era costumbre en ella.
— Kyle...
— Sí, lo sé, me llevaré a Ike conmigo esta noche.
— ¡No uses ese tono conmigo, jovencito!
— Lo sieeeento.
Sheila se fue y Ike fue a su encuentro, evidentemente tampoco complacido con la idea.
— Qué asco.
— Sí, lo sé, pero ¿qué quieres que le haga?
Ike suspiró.
— ¿Qué vais a hacer?
— Nada, solo queremos tomarnos unas copas y tal.
— Se lo voy a decir a mamá.
— ¡No voy a beber alcohol, idiota! ¿De verdad crees que quiero que mamá me mate? Vamos, cámbiate, estarán aquí...
¡Ding dong!
— ...enseguida. Vamos, date prisa.
Era el turno de Ike de resoplar mientras salía del baño. A Kyle solo le faltaba echarse colonia.
— ¡Ya va!
Gerald estaba en la sala de estar en ese momento, de mood que él mismo fue quien se levantó para abrir la puerta.
— Ah, hola, Stan.
— Buenas noches, señor Broflovski.
Gerald veía a menudo a Randy en el bar, pero no había visto a su hijo en bastante tiempo, así que se sorprendió al verlo con barba. Y, además, ¿qué le daba Sharon de comer? Estaba fuertecito. ¿Iba al gimnasio? En ese caso, podría llevarse a Kyle con él: parecía un espagueti desde que la pubertad lo hizo ser tan alto. ¡Oh, parecía que fue ayer cuando los dos no eran más que un par de niñitos con voces de pito, sin vello facial ni hormonas locas!
— Kyle casi está...
— ¡Aquí estoy!—Kyle bajó deprisa las escaleras—. Ey, tío.
— Hola, ¿estás ya?
— Casi. ¡Vamos, Ike!
— ¡Calla, ya voy!
Stan lanzó una mirada interrogante a su amigo y la mirada que él le devolvió bastó para hacerle comprender que era una orden de Sheila. Siempre era una orden de Sheila. Ike bajó, solo habiéndose puesto sus Converse.
— Vale, nos vamos.
— Muy bien, chicos, divertíos—les deseó Gerald, volviéndose a sentar.
— ¡Llamadme!—ordenó Sheila desde la cocina.
— ¡Sí, mamá!
— ¿Sabes si va a venir Kenny?—preguntó Stan a Kyle.
— Eso creo. La última vez que hablé con él me dijo que se apuntaba.
— Ah, mira, por ahí viene Cartman.
Había un pequeño deje de decepción en la voz de Stan. Después de lo que les había pasado a él y a Wendy en el centro comercial, a Stan no le gustaba demasiado la idea de ir a ninguna parte con Cartman. No hasta que madurara. Pero él insistió y nadie podía decir que no a Cartman cuando quería algo. Aquella noche llevaba una camia que le quedaba francamente bien. No había perdido peso últimamente, pero casi daba la sensación de que estaba más delgado.
— Ey—fue su saludo. Miró a Ike con los ojos entornados y Ike le hizo una peineta.
— ¿Qué hay, Cartman?—preguntó Kyle.
— ¿Alguien sabe si Kenny está en la cárcel?
— ¡No lo estoy!
Cartman se volvió. Ah, hablando del Papa de Roma, ahí estaba. Y no iba hecho un pincel, precisamente, sino un guiñapo.
— Tío, ¿qué le ha pasado a tu cara?—Stan frunció el ceño, contemplando el residuo de sangre seca en su nariz, el moretón en su mejilla.
— Nada—sonrió Kenny, y los chicos añadieron un diente roto a la lista—. Vamos.
Kyle y Stan se miraron el uno al otro y decidieron seguirle la corriente y hacer como que no habían visto nada. Kenny nunca quería hablar de ello, pero todo el mundo sabía lo que hacía para conseguir dinero. Peleas ilegales, algunos trabajos horribles...No les habría sorprendido saber que acababa de llegar de la comisaría...por tercera vez en esa semana.
— Bien, pues vamos—Cartman olfateó el aire, acercándose a Kyle—. ¿Qué es ese olor?
— Uh, mi colonia—respondió Kyle.
— Es horrible, tírala.
— Te lo dije—Ike asintió con la cabeza.
— Tú cállate. Escucha, te doy veinte dólares si nos dejas solos.
— Cincuenta.
— ¡Mpf! Está bien, cincuenta. Pero no se te ocurra beber alcohol o...
— Sí, mamá.
Ike se alejó antes de que Kyle pudiera darle una patada. Parecía que se dirigía a la caseta de tiro al blanco, pero era difícil de asegurar, porque pronto se perdió entre la multitud. Parecía que todo South Park había decidido disfrutar de la feria en su primera noche de apertura.
— ¿Echamos un trago?—sugirió Kenny.
— Bueno, vale, pero yo no voy a tomar alcohol—dijo Kyle, mirando cuánto dinero le quedaba. Definitivamente, no suficiente. Estúpido Ike...
— Vaya maricona—rió Cartman.
— Cállate, no soy una maricona.
— Sí que lo eres. Tienes miedo de tu madre, ni siquiera le has podido decir que no querías hacer de niñera.
— No me extraña—murmuró Stan.
— No tiene nada que ver con mi madre. No quiero emborracharme y hacer algo de lo que me arrepienta mañana, eso es todo.
— Pues mi cuerpo me está pidiendo un buen gintonic esta noche—dijo Kenny, pasando una mano por uno de sus golpes.
Se abrieron paso entre la multitud hasta la caseta. Las luces de colores eran deslumbrantes, pero daban al espacio una atmósfera agradable y de ensueño. La gente que ya iba beoda tenía que estar experimentando el viaje de sus vidas. Todas las atracciones tenían la música tan alta que el resultado era una cacofonía que hacía que a todo el mundo le pitara los oídos.
— ¡Chicos! ¡Ey, chicos!
Alguien agarró el brazo de Stan. Butters se abrió camino hasta encontrarse con el grupo.
— Oh, Butters, hola.
— ¿Qué pasa, Butters?
— He venido con mis padres, están ahí. Hace tiempo que no nos vemos, ¿verdad? Dios, Kenny, ¿qué le ha pasado a tu cara?
— Euh, nada. ¿En qué has estado metido?
— La universidad. Nada más que la universidad.
— Ah, sí, algo he oído. ¿Qué tal te va?—preguntó Kyle.
— No muy mal. Oh, voy a preguntarle a mis padres si os puedo acompañar. ¿Os importa?
— Para nada, ve.
— ¡Butters!
— ¡Hola!
— Mierda...—musitó Stan.
No le importaba encontrarse con Butter, pero con ella...
Wendy parecía igual de contrariada que él. Madre mía, qué guapa estaba con ese vestido y el pelo corto. Tal vez Bebe, Lola y Red estuvieran más buenas, pero ella era la única que tenía su atención.
— Oh, hola, chicos.
— Hola, Wendy—la saludó Kyle.
Stan no abrió la boca. Como no quería pasar por un momento violento, tomó su teléfono móvil y se alejó con él en la oreja, fingiendo que hablaba con alguien. No engañó a nadie, por ello Wendy se sonrojó mientras las otras chicas reían disimuladamente.
— Uhm, me alegro de veros—Wendy salió escopetada de allí, sin esperar a sus amigas.
Stan volvió poco después de que se fueran con el teléfono en la mano.
— Era...mi padre.
Recibió miradas de lo más incómodas.
— Claro. Tu padre—Cartman puso los ojos en blanco.
— Sí.
— Ahora en serio, ¿qué ha pasado entre tú y Wendy? ¿Ya volvéis a vuestros estúpidos jueguecitos de 'Te quiero-Te odio'?
Stan suspiró a través de la nariz.
— No quiero hablar de ello.
Cartman alzó las manos y siguió caminando. Butters pronto corrió a su encuentro ("me ha costado, pero mi padre dice que puedo, siempre y cuando no vuelva a casa tarde y no me emborrache".)
No solo Kenny, también Cartman y Stan pidieron alcohol. Kyle y Butters prefirieron un refresco. Tuvieron un rato tranquilo, solamente hablando, poniéndose al corriente. Kyle estaba harto de su madre, pero todavía tenía que saber si le hacían el contrato indefinido antes de pensar siquiera en mudarse por su cuenta. Cartman seguía pensando que era una grandísima zorra mala; de haber estado en la situación de Kyle habría preferido vivir bajo un puente. Butters también vivía con sus padres, pero no estaba tan mal. Le habían dicho que la universidad era lo primero, ya podría pensar en la independencia después; no había prisa. Y la carrera era dura, pero lo hacía bien, hacía algo útil para la sociedad. Stan y Kenny permanecieron en silencio todo el rato, mientras que Cartman interrumpía sin cesar con su opinión o para contar una anécdota relacionada con el tema. Por supuesto, presumió de nuevo sobre su exitosa empresa, pero el grupo todavía no tenía ni idea de a qué se dedicaba.
Una vez terminaron sus bebidas no tenían nada mejor que hacer que probar las atracciones. Se pusieron en la cola de la que tenía menos espera. Solo había dos personas ahí esperando, y eran dos chicos a los que conocían: Tweek y Craig.
— Ey, chicos.
— Ah. Hola.
No se prestaron mucha atención los unos a los otros. Tweek parecía estar teniendo una conversación intensa con Craig, y no dejaba de toquetear el anillo de hierro que tenía en su dedo corazón.
— ¡Jo, tío, eres un ca-ca-cabrón afortunado!
— ¿Mm? ¡Oh, ey!—Butters agitó el brazo hacia alguien. La pandilla vio que eran Clyde, Token, Timmy y Jimmy.
Token estaba casi oculto tras un peluche gigante de un unicornio, así que fue una sorpresa ver que se había dejado bigote. Y ¿qué era eso que tenía Timmy en el brazo derecho? ¿Un tatuaje? Aún estaba envuelto. Cielos, ¡y se habían visto por última vez hacía solo un par de semanas!
— ¡Timmy!—Timmy hizo un movimiento de cabeza hacia ellos.
— ¡Wow, todo South Park está aquí esta noche!—Clyde alzó las cejas. Y parecía que había más gente a medida que pasaban los minutos. La feria era un éxito, por lo que parecía—. ¿Qué hay, chicos?
— No mucho. ¿Y vosotros?
— Este hi-hijo de puta ha reventado los juegos—Jimmy señaló a Token.
— ¿De qué va esta atracción?—Token miró la atracción con interés; la parte que aquel premio enorme le dejaba ver.
— No sé, pero no tiene mala pinta y el resto está abarrotado—Kyle se encogió de hombros.
— ¿Qué decís, chicos? ¿La probamos?—preguntó Token a sus compañeros.
— ¡Timmy!—Timmy asintió.
— Sí, vale, ¿por qué no?—Clyde aceptó también.
De modo que se unieron a la cola.
Scott masticó y tragó las patatas fritas que tenía en las manos.
— ¿Ha pasado algo entre Stan y tú?
La mirada de Wendy y la forma en que las chicas rieron hicieron que Scott se arrepintiera de haber hecho aquella pregunta.
— Uh, perdón.
— No, no, no pasa nada. Es solo que...hay veces en que la gente se cree adulta, pero sigue actuando como un niño de diez años—respondió Wendy, con las aletas de la nariz bien abiertas mientras tomaba aire para hablar, sus labios apretados. Tomó una pataa sin pedir permiso.
— Tranquilo, Scott, nosotras también nos hemos perdido—le dijo Bebe.
— Venga, Wendy, no pudo haber sido tan malo—sonrió Lola.
— Creedme, peor se va a poner. Sujétame el bolso, por favor. Scott, ven conmigo.
Antes de que el pobre chico pudiera decir nada, Wendy lo estaba arrastrando hacia la cola de aquella lanzadera. No le interesaban las atracciones, pero ahí era donde estaba Stan.
— ¡Hola, chicos!—Wendy se aseguró de que todos supieran que estaban ahí.
— Oh, hola, Wendy. Hola, Scott—los saludó Jimmy.
— ¿Cómo estáis?—preguntó Clyde.
Cartman le dio un codazo a Stan, aunque él ya la había visto. En cuanto sus miradas se cruzaron, Wendy agarró a Scott y lo atrajo hacia sí para besarlo. Sus gritos fueron ahogados por sus labios.
Stan sintió que la temperatura aumentaba. Rápidamente volvió a recurrir a su teléfono para mirar mensajes inexistentes, en un intento por parecer distraído.
— ¿Qu...?— Scott miró a Wendy con sorpresa.
— Lo siento—Wendy siguió mirando a Stan. Él le había dado la espalda y miraba su teléfono. ¡Genial! ¡Estaba dolido de pelotas!
— No...sabía que vosotros dos estabais saliendo—comentó Token.
— Bueno, sí, yo...tampoco—Scott se rascó la nuca.
— Hemos empezado a salir hace poco—respondió Wendy. No podía ocultar una sonrisa de satisfacción, que sus amigas vieron perfectamente.
— Qué zorra—sonrió Red.
— Vaya, felicidades. Pero, ¿sabes?, yo siempre creí que tú y Stan...—¿de dónde había salido Cartman? A Wendy no le hacía gracia verlo-
— Piérdete, Cartman, esto no es asunto tuyo.
— Ah, culpa tuya. No haberos besado delante de todo el mundo.
Cuando quiso darse cuenta, Cartman era el último en la cola. Sus amigos no le habían reservado un asiento, pero esperaba que hubiera un hueco en alguna parte. Sin embargo, la feriante, una mujer gorda que llevaba muy poca ropa para el gusto general, lo detuvo.
— Tendrás que esperar al siguiente turno.
— Me cago en todo...—murmuró Cartman.
— Eh, Cartman, si vas a quedarte ahí, sujeta esto, por favor—Token corrió a darle el peluche gigante.
— ¡Y mi chaqueta también!—Tweek le lanzó a la cabeza su chaqueta a rayas.
— ¿La mía también, porfi?—la de Butters cayó a sus pies.
— ¡Cuida de mis mu-muletas, Eric, por favor, gracias!—también le entregaron las muletas de Jimmy.
— ¡Timmy!—y la silla de ruedas de Timmy también, mientras que a su dueño lo sentaban Clyde y Scott agarrándolo de las piernas y la axila.
Cartman murmuró algo sobre las madres de todos ellos. Como no quería ser el perchero de nadie lo dejó todo sobre la silla de Timmy y se cruzó de brazos mientras otro feriante, un hombre de barba gris, comprobaba los cinturones de seguridad. La plataforma se elevó mientras una canción de trap horrenda pero popular comenzaba a sonar.
Cartman se volvió hacia las amigas de Wendy.
— Hola.
Las chicas murmuraron un 'hola' o se limitaron a hacer un gesto con la cabeza. Cartman continuó esperando, mirando la hora en su teléfono. ¿Qué era ese olor? Olía como si algo se estuviera quemando, algún cable o algo así. Era horrible, se apartaría si no paraba; que le dieran por culo a esa gente y a su mierda.
Alguien se colocó a su lado al poco tiempo. Era Ike, el cual se había estado grabando con su teléfono antes de guardárselo en su bolsillo. Sujetaba un enorme batido de fresa con un donut encima.
— Me quiero ir ya a casa.
Cartman no respondió, porque no le importaba.
— Te han dejado fuera porque estás gordo, ¿a que sí?
— Que te den.
Silencio. Los chicos parecían estar pasándoselo bien, yendo de arriba a abajo en esa cosa.
Entonces Ike se inclinó hacia adelante, achinando los ojs.
— ¿Es normal que salgan esas chispas?
— ...¿Qué?
Cartman volvió la cabeza hacia la atracción justo a tiempo de ver la explosión. Ésta se detuvo a media caída. Las convulsiones.
La gente comenzó a gritar.
— ¡OH, DIOS MÍO!
— ¡PÁRALO! ¡PÁRALO!
— ¡QUE ALGUIEN HAGA ALGO!
Ike dejó caer su batido, horrorizado. Cartman no pudo evitar exclamar: "¡Mmmmmmierda!".
Los diseños de los chicos como adultos están basados en su mayoría en los de thehauntedartist (Tumblr)
