Esta mañana me desperté creyendo que era normal.

Supongo que se debía a que en algún jodido sueño mi vida era como la de todo el mundo, me despertaba sereno, calmado, me hacía un café bien negro como me gusta, sin azúcar, iba a comprar el pan… leía el periódico sin preocuparme más allá de lo que ponen sobre ese papel gris y áspero… pero no.

Cuando noté fuego sobre mi hombro recordé que no hacía ni 12 horas casi me habían matado… una vez más… cuántas llevo?... sin contar con mi primer intento de dejar de estar jodido permanentemente… ya lo entenderás… cuando me conozcas.

Me había llegado un manuscrito de la Iglesia de Santa Clara, en el barrio latino, no muy lejos de mi casa, y se me pedía ayuda para explicar una reliquia que llegó aquí desde México, nadie sabe hace cuánto…

Detesto las Iglesias, con ese olor a baldosa limpia y pulida de tantos pasos sobre ella, huelen como diferente, como si fueran parte de otro mundo… según se mire son de otro mundo… si lo sabré yo… fuuuh…

Trabajo de muchas cosas, no gano demasiado dinero, pero lo justo para ir tirando, vivir al día, no saber dónde estaré el mes que viene… a veces ni siquiera se dónde estaré mañana… amo los libros antiguos, la historia, los tesoros escondidos… me apasiona meterme en cosas de las que nunca se si seré capaz de salir… creo que soy adicto a las emociones fuertes, pero no las vivo con entusiasmo, sino que en mí son algo natural… nunca se sabe quién tengo a mi espalda… pero de seguro hay alguien, para cuidarme o para buscar mi muerte.

Se podría decir que soy una especie de arqueólogo moderno, de teólogo agnóstico, creo en Dios, pero también soy consciente de que el Diablo es igual que él… su antagonista… no prefiero a ninguno porque mi destino estuvo sellado desde el momento en el que nací…

Nacer… qué lindo verbo cuando se nace, pero cuando consideras que te trajeron a este mundo tan sólo para sufrir y ver sufrir no lo ves tan bonito…

Si me miras a los ojos probablemente no veas nada, ni frío ni calor, solamente indiferencia… pero si eres diferente sabrás que veo cosas, que siempre he visto cosas que vosotros no veís, que ni siquiera imagináis…

He visto arder en el infierno miles de almas consumidas por sus pecados, danzando y quemándose una y otra vez, eternamente, gritos, gemidos, el dolor se palpa en el aire caliente y húmedo que sopla ahí abajo… pero regresé, allí no era bienvenido. Quizás es porque no me sorprendían, ya nos conocíamos.

Podéis creerme o no cuando os digo que el cielo y el infierno están aquí, entre nosotros. Que somos su juego favorito, un juego en el que Dios y el Diablo se apuestan nuestras almas… como si no fuéramos más que marionetas, sacos de huesos, muñecos sin voluntad…

He visto ángeles susurrando palabras de amor a jóvenes perdidas, que buscaban una salida fácil y rápida a su sufrimiento, no seguir viviendo. He visto como su vida se calmaba y volvía a una aparente normalidad después de haber estado al borde de la muerte…

He visto demonios acariciando cuellos mordidos por la desesperación de no sentirse nadie, de no ser nada, prometiéndoles la felicidad con falso aliento, empujándoles a hacer cosas que sólo el hombre es capaz de hacer, porque es cierto que somos capaces de cosas hermosas… pero también somos capaces de las cosas más monstruosas y crueles…

Y mientras lo veía no era capaz de hacer nada, ambas situaciones me producían el mismo asco.

Quiero acabar con todo esto, quiero que todo deje de estar planeado, que nadie influya en mi mundo… quizás así se perdonen mis pecados y cuando muera, que no será tarde, pueda elegir a dónde ir, y no cumplir mi condena, la pena que se me dictaminó en el momento en el que corté mis venas y me dejé morir…