Lo siento...
Un día cuando regresaba a casa del trabajo, en el departamento en el que vivía con Bokuto encontré una nota pegada en la puerta, en ella solo habían dos palabras;
Lo siento
En ese momento un escalofrío recorrió mi columna, tenía un mal presentimiento de aquello, pensando que tal vez fuese una de las ocurrencias de Bokuto entre al departamento tan rápido como me fue posible, solo para que todo se volviera aun peor.
Todas las pertenencias de Bokuto habían desaparecido.
Las lágrimas bajaban por mis mejillas sin ningún obstáculo, mientras mis rodillas perdían fuerza y daban contra el suelo, algo dentro de mí se había quebrado en el momento en que mi cabeza por fin asimilo lo que estaba ocurriendo.
Hoy han pasado cerca de seis meses desde aquel día.
Las primeras semanas lo busque como loco en todos lados, en su trabajo, con sus amigos, pero nadie sabía nada de él.
El último sitio al que recurrí fue la casa de sus padres, Bokuto no había vuelto a poner un pie en ese lugar desde el día en que les hizo saber acerca de nuestra relación, ese mismo día su padre le echo de su hogar.
Él había jurado jamás volver a esa casa, pero yo estaba completamente desesperado, que se fuera sin decirme absolutamente nada era completamente extraño, ese no era el Bokuto que un día, en medio de una tormenta, juro que se quedaría conmigo hasta volverse pasita sin importar quién o que se interpusiera.
Este era mi último recurso, si no se encontraba aquí no sabía dónde más podría estar. Llegue a la residencia indeciso de llamar a la puerta.
Acumulando todo el valor que tenía, lo hice, esperando que no me echaran a patadas al momento de verme tras el umbral, contra todo pronóstico, solo hubo silencio, toque de nuevo obteniendo la misma respuesta.
Nadie abrió
Tal vez no se encontraban en casa o simplemente no querían abrirme. No lo intente de nuevo, suspire derrotado y emprendí camino de vuelta a casa.
Desde ese día deje de buscarle, no porque ya no me importara, daría mi vida por saber dónde se encontraba y saber la razón de todo esto, pero ya no sabía dónde más hacerlo, era como si se lo hubiese tragado la tierra, como si Bokuto Koutaro jamás hubiese existido.
A pesar de eso, sin falta, todos los días observo la puerta con la esperanza de que aparezca por esta, con esa sonrisa idiota que siempre adorna su cara, que secara mis lágrimas como siempre lo hacía, que me dijera que todo eso solo había sido un mal sueño, que el jamás se apartaría de mi lado aun si le costara la vida.
La espera no ha rendido frutos. Sé que es tonto continuar a estas alturas, pero no importa cuánto tiempo pase yo seguiré esperando por él, así como sé que él lo haría por mí.
