Disclaimer: Fairy Tail le propiedad de Hiro Mashima.
Esta historia participa en el concurso de fanfics para San Valentín "Apoyo a los ships menores" para la página en facebook FanFics Fairy Tail.
Advertencia: AU
Espero les guste n_n
Romeo Conbolt se caracterizaba por ser un joven tímido y reservado, alguien para quien el día de San Valentín era un día como cualquier otro. Nunca le había importado recibir un obsequio, así como tampoco el darlo; sin embargo, ese año las cosas parecían ser diferentes, y así eran, él estaba experimentando los síntomas del primer amor.
Una mezcla de emociones, sentimientos y sensaciones como el calor de su cara al sonrojarse, el latir de su corazón acelerado y aquellas extrañas mariposas que se arremolinaban en su interior, lo confundían cada vez más. No entendía eso que le estaba pasando, mucho menos comprendía porque sus ojos la buscaban de manera tan insistente sin que ella tan siquiera lo notase y definitivamente, no entendía la razón de anhelar su presencia.
Lo que menos lograba entender sin embargo, era porque se encontraba frente aquella tienda mirando atentamente los diferentes artículos como collares, peluches, muñecas, tazas, entre otros, en busca de aquel que fuera perfecto para obsequiarle en aquella festividad particular, aquella que era tan esperada por muchos de los miembros de Fairy Tail, San Valentín.
Suspiró profundamente. Miraba cada uno de los objetos con detenimiento, esperando encontrar uno que considerara lo suficientemente bueno, pero nada parecía agradarle.
(...)
Por otro lado estaba ella, Wendy Marvell, una chica tímida y amable, a quien le gustaba regalarle chocolates a todos sus amigos en el día de San Valentín, por el simple hecho de hacerles saber que eran importantes para ella. Sin ninguna otra razón más que su amistad. Sin embargo, algo en ese año parecía estar cambiando.
Cada vez que lo miraba, se sentía torpe y distraída, provocando que las cosas se le cayeran de las manos, chocándose con alguien e incluso hasta rompiendo cosas a su alrededor.
Las mariposas en su estómago no dejaban de revolotear, su corazón parecía brincar de alegría cada vez que lo veía aunque fuera de lejos y varios suspiros se le escapaban cada vez que él le devolvía una mirada.
Sus amigos solían molestarla, diciéndole que se había enamorado pero, ¿acaso era eso cierto? Ella misma no lo sabía, la confusión la atacaba y su razón le advertía que de equivocarse, podría terminar lastimando a alguien.
Charle por su parte, intentaba convencerla de que le regalara chocolates para San Valentín, ella insistía en que era la mejor manera de decirle al chico lo que estaba sintiendo. Fue entonces cuando aceptó la misión más difícil de su joven vida: encerrarse en la cocina del gremio a hacer chocolates junto con las demás chicas.
Cocinar con las demás chicas había resultado más peligroso de lo que hubiese imaginado jamás. Al principio hubo una gran discusión respecto a quién utilizaría la cocina primero, después comenzaron las peleas, en donde se lanzaban los ingredientes violentamente las unas a las otras, provocando que la joven de cabellos azulados terminara con un ojo morado y saliera de la cocina dando vueltas como torbellino a causa de una guerra de empujones, estampándose contra la pared del salón.
Aquel definitivamente no había sido un buen día para Wendy, quien intentaba reponerse del mareo.
Por su propia salud física y mental, decidió hacer sus chocolates durante la noche, cuando todas las chicas hubieran terminado los suyos y tuviera la cocina para ella sola.
Ya era tarde en la noche cuando pudo regresar a la cocina para hacer su regalo, pero no deseaba que este fuera igual al que le daba a todos sus amigos, quería que él se diera cuenta que era alguien especial para ella.
Tomó un molde en forma de corazón gigante y comenzó a preparar el chocolate para aquella persona de quien ahora sabía, se había enamorado. Una vez que las demás terminaron de cocinar, para ella no fue problema terminar los suyos. Así que una vez empacados, se retiró a dormir para prepararse para el día siguiente.
(…)
El gran día por fin había llegado, creando un gran alboroto en el gremio; las chicas entregaban chocolates a sus amigos cercanos y a los chicos por los que sentían una atracción especial. Mientras que los chicos, obsequiaban diferentes objetos a su chica especial.
Romeo, esperaba a Wendy fuera del gremio, no quería hacer pasar a la chica por un momento incómodo al declarárle sus sentimientos frente a todo el gremio.
El nerviosismo y la expectativa eran grandes, así también como su indecisión. ¿Y si al final ella lo rechazaba?
Suspiró para deshacerse de aquellas ideas, sabía que podía hacerlo, o al menos tenía que hacer el intento. Había practicado una y otra vez lo que le diría, pero había olvidado cada palabra y ahora se encontraba completamente en blanco.
—B-buenos días —dijo una vez que la vio llegar, intentando llenarse de valor.
La muchacha no pudo contestar, se había quedado completamente sin habla, así que tan solo extendió la gran caja con el chocolate dentro, con un gran sonrojo en sus mejillas.
Una amplia sonrisa se extendió por el rostro del joven, quien no esperaba recibir un chocolate más grande al del año anterior, pero ese sí que tenía un gran tamaño.
Con la gran timidez que lo caracterizaba, extendió su regalo hacia ella con sus ojos cerrados y un evidente rubor.
Wendy lo recibió gustosa, por más que las cosas no hubieran salido como las había planeado, él le había dado un regalo a ella y eso significaba según la tradición, que ella era alguien especial para él.
Se sorprendió cuando sintió los brazos del chico alrededor de sus hombros en un abrazo improvisado, el cual lentamente ella también devolvió.
—Muchas gracias, Wendy.
Ya no existía miedo entre ellos, las expectativas e inseguridades habían desaparecido finalmente con un solo gesto de afecto.
Y aún más inesperadamente, con un solo movimiento, sus cuerpos se apartaron lo suficiente para que sus labios se unieron en un inolvidable primer beso, lleno de esperanzas y sueños de un futuro juntos.
Fin
Espero que les haya gustado.
Nos leemos pronto.
Iseki.
