EHEM.
España sonrió tontamente, para variar. Tenía a Alfred, el todo poderoso e increíble Alfred. Porque claro, en aquel entonces, Antonio simplemente, adoraba al americano. Pero no pudo evitar fruncir el ceño, ante la mención de Manuel, por parte del otro.
Cierto, que Alfred llevaba un tiempo jodiendole la vida al pobre español, su único confidente, porque al parecer no simpatizaba con las ideas de cierto venezolano. Pero aun así, en el fondo, muy en el fondo, Antonio aun recordaba que Manuel era uno de los primeros que 'adoptó' claro, también fue uno de los primeros en escapar de el, pero su memoria selectiva había olvidado eso. Frunció el ceño, cuando el americano fue a su casa una vez más, a contarle sus penas y sus planes.
-Por eso te digo, Antonio. Debemos atacar el problema de raíz, todo se resolverá con unas pocas lecciones de comportamiento.
Ladeó la cabeza, anormal era, pero no idiota. Entendía lo que insinuaba el otro.
-¿FBI, Alfred? Sé que tú estás de acuerdo con usar esos métodos, pero…
Bonachón como siempre, el español. Tratando de resolver los problemas con la menor violencia posible. Pero el americano sabio que ofrecer, sabía que tenía completo control sobre él.
-Entiendo… ¿Es que no quieres que Manuel vuelva a sonreír para ti?
Si, el rubio sabía que botones pulsar para hacer que Antonio se rindiera. ¿Y que anhelaba el moreno más que tener al menor sonriéndole como antes? El siempre se esforzaba por sonreír para los demás, por eso deseaba que Manuel sonriera de nuevo. La última vez que lo vio hacerlo, fue cuando era solo un niño.
El español dudó sin poderlo evitar. Una cosa era que se lo pidiera su héroe, otra cosa que le ofreciera recuperar al Manuel de antes. ¿Cómo podría negarse? Asintió enérgicamente.
-¿Cuál es el plan?
- Lo de siempre, forzarle a cambiar sus ideas.
Alfred sonrió, como mega potencia, estaba acostumbrado a hacer que los demás le obedecieran, de una u otra forma. Y si tenía que usar la fuerza con el venezolano, pues no le importaba. Además, parte de la culpa recaería en Antonio.
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Antonio caminaba alegremente, rumbo a la casa de Manuel. Aunque nervioso por dentro, intentaba actuar tan natural como fuera posible. Golpeó a su puerta y sonrió, aun cuando el siempre molesto y gruñón Manuel abrió.
-¿Qué mierda quieres?
-Nada, solo…Visitarte.
Sonrió más abiertamente, al ver que Alfred se dirigía hacia allí también.
-Oh, que coincidencia. Antonio, justo venia a visitar a Manuel.
El moreno alzó una ceja, a punto de cerrarles la puerta en las narices, no estaba para que se las tocaran, ni mucho menos para aguantarse a sus dos enemigos.
