Disclaimer: Todo el universo de Juego de Tronos ("Canción de Hielo y Fuego") pertenece a George R. R. Martin y HBO. Así como está historia pertenece a la grandiosa escritora GilraenDernhelm, quien amablemente me ha dejado traducirla.
I Became the Daughter and the Son.
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By GilraenDernhelm
Traducida por: Miss Breakable Butterfly
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.X.
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El aire en Harrenhal era húmedo, bochornoso y espeso con el hedor de los cuerpos en descomposición. Cuanto más se acercaba al solar de su padre, el olor se hizo peor, y cuando Jaime abrió la puerta y entró en la habitación, la madera gimiendo bajo sus dedos sucios, sonrió ante lo poco que el mundo había cambiado.
Su padre estaba de pie junto a la ventana; alto, orgulloso y silencioso cuando los gritos de hombres torturados se elevaron de entre la niebla que fluía en la habitación como incienso. Alzó la vista cuando Jaime entró, avanzó cuando él se acercó, pero aun así no pronuncio palabra alguna; no hubo nada tan pequeño como un parpadeo de ojos o una ingesta de aliento que implicara que se sorprendía o aliviaba al ver a su hijo.
— ¿Qué esperabas? —Jaime se burló de sí mismo—, ¿que se echara a llorar, te abrazara y alabara a todos los dioses porque estás vivo?
— Tonto. Nunca aprendes.
Su padre estrecho su hombro.
— Estoy contento de verte vivo, Jaime.
Jaime sonrió.
— Estoy igualmente contento de ver que usted no ha terminado desplomado todavía, querido padre. ¿Tienes algo de vino?
Permanecieron de pie junto a la sombra de la ventana, copas en mano; Jaime disfrutando de la sensación de calor y el sabor de especias en su lengua mientras su padre permanecía en silencio, sin decir nada durante mucho tiempo.
Su padre no había envejecido ni un día. No había más líneas en su rostro, su pelo no era más blanco que la última vez que Jaime lo había visto; y como de costumbre, sólo sus ojos azules como el hielo parecían vivos —bueno, medio vivos— algo poderoso dormía en sus profundidades que despertaba solamente cuando se encontraba amenazado.
— Hemos recibido noticias de su escape hace tres semanas, —su padre se aventuró—. He tenido a mis hombres buscándote desde entonces.'
— Una excelente idea —Jaime concedió, levantando su copa con ligereza—. Me pregunto porque no pensó en ello antes.
— Tu sentido común te responderá esa pregunta…
— ¿De verdad?
— …y no habrá más discusión sobre el asunto.
La mano de su padre era perfectamente estable mientras levantaba su copa a los labios, pero sus ojos osilaron lejos de Jaime hacia la niebla en el exterior; estudiando atentamente el blanco y el gris que ocultaban la combinación de minerales fundidos y la miseria por debajo de ellos.
— Se siente culpable —Jaime se dio cuenta—, como debe serlo, el viejo bastardo. Él permitió que me pudriese, envuelto en cadenas y cubierto en mi propia mierda, durante cuatro años. Y no hubo intento alguno de rescate u oferta para intentar salvarme.
— ¿Orgullo?
— Precaución, probablemente. Precaución contra la imprudencia; contra el hacer precipitado que costaría demasiados hombres.
— Mierda. Si padre hubiese sido prisionero de los Stark, habría sacrificado hasta el último de mis hombres para traerlo de vuelta, y que los dioses tomaran las consecuencias. No habría dejado que seis meses pasaran, y mucho menos cuatro años.
El rostro de su padre se había suavizado ligeramente, y por un momento, Jaime vio las motas de oro en sus ojos arder brillantemente con vida; con algo así como la comprensión de lo que su hijo había pensado y sentido en ese momento; algo como... amor.
Pero entonces una ráfaga de congelante viento barrió sin piedad en la habitación, restaurando las motas de oro a una llama pálida, infernal, y su padre apartó la mirada de él cuando una criada de tal vez catorce o quince años entró sin llamar, una pila de rollos enclavados debajo de su brazo y un montón de cartas apretadas en su mano.
— ¿Qué te tomó tanto tiempo? —Su padre exigió.
— El estúpido administrador seguía diciendo que sólo me daría sus cartas a cambio de un beso —la chica respondió airadamente—, cuando me negué, chilló tan fuerte que Qyburn tuvo que ser llamado.
Su padre la fulminó con la mirada.
— Hemos hablado de esto, niña. Solamente los campesinos resuelven sus controversias con peleas.
La chica le devolvió la mirada.
— Perdóname, mi señor. Se me había olvidado que sólo se recurre a la violación y el asesinato en este castillo.
Mientras ellos continuaban discutiendo sobre el administrador, Jaime casi se rió en voz alta con incredulidad; tanto a la impertinencia de la chica, y a la evidente falta de voluntad de su padre para castigarla con su habitual entusiasmo. No podía pensar en un por qué. Dejando de lado su falta de refinamiento y docilidad, la chica era la criatura con el aspecto más extraordinario que Jaime había visto nunca; su pelo corto como el de un chico, sus extremidades desgarbadas bien escondidas en un jubón anodino y calzones; y entonces él suspiró ante la forma típica de su padre de emplear su primera criada en cuarenta años y ni siquiera ser capaz de encontrar una bonita. Uno pensaría que el viejo bastardo daría la bienvenida a alguna diversión en sus años crepusculares.
— ¿Hay algunas cartas de importancia? —Su padre pidió imperiosamente.
— Sí, mi señor —respondió la chica, con los ojos alejándose de él y posándose sobre Jaime por primera vez—, hay dos de…
El corazón de Jaime fue mutilado en su pecho cuando se encontró con los ojos de la chica, su cara volviéndose en el color de la niebla. El silencio se precipitó en el vacío dejado por sus palabras como una espada que amputa un miembro, antes de que la resonancia, las vibraciones y el sonido volvió, más vastos y más fuertes de lo que habían sido antes. El sonido de los pergaminos cayendo de sus brazos hasta el suelo era como el sonido de una cadena montañosa desmoronándose hasta el polvo, y Jaime jadeó en voz alta mientras la mirada de la chica lo empalaba y asfixiaba, la pálida niebla norteña de sus ojos grises llenando sus pulmones con veneno y gritando hacia él con dolor, odio y repugnancia.
Se puso de pie como un animal salvaje en el camino de una ballesta; sus dientes al descubierto, sus músculos contrayéndose; sabiendo que ella debía correr, y darse cuenta de que ya era demasiado tarde.
Y de repente él estaba recordando a Ned Stark el día que Desembarco del Rey cayó; la expresión de sus ojos idénticos, el labio encrespado en la misma forma al contemplar el cuerpo del rey loco, y a Jaime sentado en silencio en el Trono de Hierro, vestido con su capa roja. Su capa blanca. El rojo.
— Invernalia. —Por supuesto—. Invernalia.
Él la recordó más joven y más fea. Pero entonces él no había prestado realmente atención en el momento.
— Padre —dijo Jaime—, en los siete infiernos, ¿qué estáis haciendo con Arya Stark?
Hola corazones de chocolate, ¿cómo os va?
Bien, como es evidente este es un pequeño prólogo para lo que será la historia.
La historia es un Arya/Jaime y consta de sesenta capítulos que intentaré subir lo más rápido posible. Aun no termino de traducirla así que si esta en sus posibilidades leerle en su idioma original que es el inglés pasaros a leerla en el perfil de la grandiosa GilraenDernhelm; donde podréis encontrar otras historias de esta pareja.
Otro cosa, esta es mi segunda traducción así que os agradeceré profundamente todas aquellas críticas constructivas.
Os agradezco la oportunidad que le dais a esta historia. Estamos en contacto y hasta el próximo ;)
Miss Breakable Butterfly
