En primer lugar, saludos a todos xD. Como podéis suponer este es mi primer fanfic y decidido hacerlo sobre un personaje que pertenece al lore del juego League of Legends, este personaje es Talon. He decidido enfocar esta historia sin respetar mucho el carácter original de los personajes, y de momento pienso usar como protagonistas principales a Talon y a Riven, aunque contaré la historia desde el punto de vista del primero. Tengo el argumento principal de la historia ya pensado, pero estoy dispuesto a escuchar vuestras sugerencias (si las hay xD). De todos modos, si veo que la historia no agrada puedo editarla o borrarla. Muchas gracias por vuestra atención. ^_^ Disfrutad ^_^
Crónicas de un comienzo
Las estrellas me observaban inmóviles desde un cielo teñido de azabache y sangre. Las humildes casas de madera ardían al son de un continuo estruendo metálico y cuerpos mutilados yacían a los pies de sus asesinos. Algunos tenían la suerte de no poder ver tal espectáculo, pues el filo de las tropas Noxianas era, casi siempre, certero. Otros en cambio se arrastraban por el terreno escarpado suplicando que pusieran fin a su horrendo sufrimiento. Y allí estaba yo. Estático. Callado. Contemplando el summum de la barbarie humana, sin poder siquiera reaccionar. Tan atroz imagen prendió en mí un sentimiento de angustia y culpabilidad. Las lágrimas emergían desde lo más profundo de mí ser con el fin de aliviar el remordimiento que trajeron mis acciones, pero ya era demasiado tarde, pues mi filo ya estaba manchado de la sangre de gentes inocentes. Comencé a notar en el pecho un dolor un tanto familiar, parecía que el tórax se me iba a salir. El dolor aumentó, reacio a escuchar mis alaridos de dolor, y cuando estaba a punto de desfallecer, desperté de golpe.
Tarde unos segundos en reconocer mis situación, pero cuando lo hice suspiré un tanto aliviado. Aquella sangrienta quimera era ya común en mi día a día, pues desde el asedio a Jonia, aquel perturbador paisaje invadía mis sueños para convertirlos en pesadillas monótonas y repetitivas. De hecho mi conciencia dejó de estar tranquila desde aquel día y no poder pegar ojo por el miedo a revivirlo no ayudaba. Ahora que lo pienso, suena bastante irónico que hable de ética o de conciencia cuando en un pasado ejercí de asesino, y creo que resulta bastante evidente el motivo de mi retiro. Me crié en las calles, y allí la astucia y la carencia de moralidad alguna fueron mis mejores aliadas, pero cuando el general Du Couteau me derrotó en duelo y me ofreció aquel trato no pensé que me convertiría en uno de los heraldos que manifestaron tan sangriento mensaje en Jonia. Lo que más me reconcome es que nunca me negué. No lo hice porque mi general, y por aquel tiempo, mi padrastro, amenazó con ejecutar a todo traidor que osara a ir en contra de Noxus y de su gente. La verdad, no sé que hubiera preferido, estar en mi situación actual, preso de una casi constante ebriedad y de un remordimiento implacable, o descansar eternamente. Supongo que seguirá siendo un enigma que el pasado guarda receloso bajo llave. Después de aquellos sucesos renuncié al apellido Du Couteau y me marché de aquella casa dejando atrás a mi padrastro y a mis hermanastras, Katarina y Cassiopeia. Había servido durante años a aquella familia y al gobierno de Noxus, pero tras lo ocurrido juré que no movería un dedo para satisfacer los caprichos de tales monstruos.
El caso es que estaba en la calle. Todo el oro que conseguí en la campaña de Jonia fue lanzado al mar por mis propias manos, pues ni todas las riquezas de Runaterra podían pagar el sufrimiento que había causado. Deambulé por las calles con el fin de buscar algo con lo que evadiese mis remordimientos, aunque fuese de forma efímera, y esto me llevó a una dependencia al alcohol y a medicamentos poco ortodoxos. Al principio, gracias a estas substancias, pude conciliar el sueño durante varias semanas, pero cuando esta morfina personal dejó de hacer efecto me vi acurrucado en una oscura esquina, llorando, indefenso. De vez en cuando, por puro cansancio, caía rendido al frío adoquín, fracasando una vez más en el intento de evitar lo inevitable. Aquella era una de esas situaciones, solo que ya había sufrido mi pesadilla matutina y debía poner fin a mi estado de sobriedad. Al levantarme pude observar mi reflejo en el cristal de un escaparate. Vi a un hombre encapuchado, delgaducho y ligeramente encorvado. Vestía prendas de asesino de color negro, dejando al descubierto tan solo su barbilla y parte de su melena castaña.
Me acerqué a mi antro de confianza, arrojé desde la entrada una moneda al varón demacrado que se encontraba detrás de la barra y grité con un tono arrogante muy frecuente en mí:
-¡Lo de siempre!
El tabernero sacó una jarra de tamaño considerable y la llenó de la cerveza más barata de la que disponía aquel local de mala muerte. Me la sirvió acompañada de un gesto de hastío al que estaba acostumbrado. Miré con ansia a la embriagadora bebida, y cuando estaba a punto de ingerir el primer trago del día, un portazo interrumpió el sinestro silencio del tugurio en el que me encontraba. Era un soldado y parecía bastante enfurecido. Sacó de su zurrón una carta roja, el color predilecto del gobierno noxiano, y exclamó con un tono de enojo:
-¡Traigo un mensaje para Talon! ¿Está aquí?
Al oír ese nombre me sobresalté ligeramente y volví a dirigir mi mirada a la jarra de cerveza tibia. El silencio volvió a ser perturbado por las palabras mensajero, que esta vez alzó aún más el carácter enfadado de su voz.
-¿Está aquí sí o no?
Dirigí mi mirada a al tabernero. Este me había estado mirando de reojo mientras limpiaba un vaso,pero apartó la miranda al instante. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Me armé de valor afrontando las consecuencias que podría acarrear mi acción y dije en un tono neutral:
-Soy yo.
Se acercó sin dejar de fruncir el ceño y me dio la carta con un aire de agresividad.
-No sabes lo que me ha costado encontrarte.
Dicho esto, se fue, sumiendo de nuevo aquel antro en una nube de amargura y silencio. En cierto modo me alegré, ya que si le había costado significaba que había desaparecido de forma airosa. Pero, que el ejército Noxiano hubiera descubierto manifestaba que no estaba seguro de Du Couteau ni en los más profundos suburbios de Noxus. Poseído por la curiosidad y por las ansias de respuestas, abrí la carta. En un primer momento pensé que sería un aviso de arresto o, en el peor de los casos, una condena a muerte, pero cuando leí el contenido del sobre me llevé una grata sorpresa.
Estimado Señor Talon,
Debido a su habilidad de combate en los conflictos bélicos y a su servicio impecable a la familia Du Cuteau, le ofrecemos un puesto de campeón aspirante en la Liga de Leyendas. Si desea competir por el título de vencedor en la arena deberá acudir a nuestras instalaciones en un plazo inferior de siete días. Le esperamos impaciente.
Atentamente, La Liga de Leyendas.
Aquellas simples palabras me llenaron de júbilo. Aun así, era lo bastante inteligente como para deducir que aquella invitación era un truco de mi padrastro. Lo más probables que quería que fuera a la liga para que me dejase influenciar por Katarina. En cierto modo quise satisfacer su deseo. Mi taburete estaba vacío y mi cerveza intacta, y yo, en cambio, de camino a la Liga de Leyendas.
