EL COLOR DE LOS MILAGROS
Shoujo Kakumei Utena, su historia y sus personajes no son de mi propiedad.
N.A: Bueno…aquí vamos otra vez…
Capítulo 1: Triunfos
Abrió las persianas dando paso a la luz. Ya era de día. Aunque el cielo no estaba tan despejado, sabía que al pasar las horas se aclararía y quizás se mostrarían algunos rayos de sol.
La ciudad parecía tranquila ante sus ojos. Las personas se veían pequeñas desde la posición en que se encontraba. No podía explicarlo bien, pero cada vez que miraba por los grandes ventanales de su casa le venía una sensación de superioridad. Era como si de repente adquiriera omnipotencia inmensurable.
Se rió un poco al pensar en que podía dispararle a alguien desde ahí y ver tan solo como caía sin remedio, dejando una total confusión.
Tomó un sorbo de la tasa con café que tenía en sus manos mientras seguía mirando al suelo.
'No…definitivamente no es una de mis mejores ideas…
Estoy teniendo malos pensamientos.
¿Estaré enloqueciendo?'
Volvió a beber de la tasa con café y esta vez dirigió su mirada al horizonte.
'A veces quisiera poder escaparme de todo…
¿Por qué me siento atrapada?'
Miró el reloj en su muñeca y se sorprendió ante la hora.
"Ya es tarde". Dijo y con eso terminó de beber el resto de café y lo llevó a la cocina. Luego regresó a su habitación en donde sacó un maletín donde poner sus cosas.
"Uniforme, mascareta, toallas…parece que todo está en orden" y entonces su mano tropezó con algo. Ella al tocarlo, lo reconoció inmediatamente y instintivamente levantó ante sus ojos el objeto.
El colgante…
El infame y pecaminoso colgante…
No había duda que esto se había convertido en la cruz de cada día. Cierto que no llevaba puesto, pero ya le había dejado una marca tan profunda que ya ni tenerlo cerca.
Sin embargo, en algunas ocasiones tenía que ver su contenido aunque sea una vez. No sabía bien, pero no podía dejarlo. Lo ocultó en sitios muy peculiares para que se produjera un 'olvido inducido', estaría tan bien guardado que se olvidaría de él sin pena ni gloria.
Pero a quién quería engañar. Eso era poco probable que ocurriera. Si el colgante se perdiera ella enloquecería. Buscaría en donde sea hasta encontrarlo.
Era mujer de costumbres. No podía deshacerse aunque quisiera.
Suspiró y con cuidado lo llevó hasta donde se encontraba una de sus cómodas. Lo dejó con mucho cuidado, como si se tratase de una reliquia religiosa.
Dando un suspiró, levantó su mirada y logró verse reflejada en el espejo que se encontraba colgando en la pared. Los años habían pasado ya. Aunque aun el tiempo la trataba muy bien, sabía que ya no era la adolescente que solía ser. Ahora ya había madurado, su perfil parecía distinto ante sus ojos. Se acercó un poco más y con sus dedos acomodó un poco ahora sus particularmente largos cabellos. Sus característicos bucles al frente y lisos por detrás.
Sonrió.
Regresó hasta donde se encontraba su maleta y la cerró. La llevó hasta la entrada de su casa y precedió a coger una chaqueta negra y a colocársela antes de salir. Volvió a levantar su maleta y salió de su casa.
Cuando llegó al campus, fue saludada por muchos de sus compañeros. Aunque ya se había graduado aun acudía a las instalaciones de la universidad, ya que parte del trato con ellos era que no solo fuera una buena estudiante en la carrera que escogiera, sino que además fuera buena para lo que había sido admitida…
La esgrima
Con el pasar de los años, muchas de sus técnicas se vieron perfeccionadas. Si había algo en lo que estaba cien por ciento segura, era en su habilidad para manejar los estoques. Eso era algo que no estuvo en tela de juicio por muchos años.
Hasta que llegó ahí.
Ingresó al gimnasio de la universidad. Un gran espacio donde se podía ver practicar a muchos otros atletas. Gimnastas, luchadores, corredores, pesistas...ella los conocía a cada uno de ellos ya que pronto, al igual que ella, pertenecerían a la crema y nata de sus respectivas categorías.
Saludo cordialmente a uno de los chicos que se encontraban entrenando y este le respondió con una gran sonrisa.
"Hola, Juri". Le dijo el hombre.
"¿Cómo te encuentras?" . Le preguntó.
"Pues un poco mejor, gracias. El doctor me dijo que podía seguir practicando siempre y cuando no hiciera mucho esfuerzo". Entonces el señaló su rodilla la cual llevaba puesta una especie de faja. "No es nada severo al menos. ¿Y qué tal vas tú? Tiempo que no te veía por aquí.
"Por el momento tan solo los dolores del entrenamiento". Ella le contestó con franqueza. "Ya sabes que mi entrenador es un tanto exigente.
"Eso es cierto". Contestó el hombre mientras comenzaba a hacer algunos ejercicios de calentamiento. "Será mejor que llegues ya. No vaya a ser que se moleste".
"Bueno, entonces nos vemos luego". Se despidió y siguió su camino. Al llegar al otro extremo del gimnasio vio a su ya muy incomodo entrenador y a peculiar compañera de entrenamiento.
"Así que por fin llegas". Le dijo la joven. Era una chica de piel casi blanca, con cabellos largos y negro al igual que sus ojos y estaban atados delicadamente en una coleta.
"Lo lamento". Juri dijo apenada. "Lamento llegar tarde entrenador". Volteó a ver al hombre mientras hacía una reverencia.
"No te preocupes niña". Le contestó. "Hoy estoy de buen humor así que no reprocharé por ello".
"Entonces comenzaré a cambiarme"
"Sí, hazlo y apresúrate para el calentamiento o harás que cambie de humor…otra vez".
Juri tan solo sonrió ante esto y se dirigió hasta los camerinos. Su entrenador era muy especial. Era muy conocido en su medio no solo por ser un gran especialista en la esgrima, sino también por su particular carácter. Como consecuencia de ello, pocas personas se atrevían a entrenar con él. Las únicas personas que lograron completar el entrenamiento con él habían logrado buenas posiciones en las grandes competencias internacionales.
Había logrado conversar con muchos ex 'alumnos' del Entrenador y sus respuestas siempre habían sido las mismas. Muy pocos pero muy buenos.
¡Y ella pensó que sabía demasiado!
A Juri se le había dado la oportunidad de prepararse con otros entrenadores, pero ella sabía bien que si cambia por uno que fuera más 'amable' su reputación como esgrimista se vería estropeada.
Adorando el reto, se puso con él y gracias a ello, supo que necesitaba más práctica de lo que imaginó.
Para su buena suerte, no estaba sola. Junto con ella se unió, Shizuka, la joven de cabellos negros con quien compartía la mayor parte de su día. Al igual que Juri, Shizuka decidió colocarse con el Entrenador solo para saber 'como era una entrenamiento intenso'.
De las dos, Shizuka no recibía tanta presión como ella, ya que al parecer Juri podía llegar a ser más prometedora que la otra.
Al terminar de colocarse su uniforme, cogió sus guantes, la mascareta y su florete. Cuando salió de los vestidores ya se encontraba ahí dos de los ayudantes del Entrenador.
"Muy bien, chicos". Dijo el hombre "Ya está aquí. Es hora de trabajar".
Juri sonrió y al ponerse sus guantes, cubrió su rostro con la máscara.
'Bueno…Aquí vamos otra vez'
Era una rutina de casi todos los días. Despertar, entrenar, trabajar y dormir. Casi todo era un ritual a excepción de algunas cosas que, por su naturaleza podrían ser diferentes.
Aquel día, saliendo de la universidad se encontró con Shizuka en el camino. Al verla ella sonrió. Parecía una mujer de negocios al vestirse con un saco y falda negra. Se encontraba hablando por teléfono mientras miraba a sus alrededores. Al acercarse, ella inmediatamente colgó y la saludo.
"¿Cómo estás?". Shizuka le preguntó.
"Agotada". Dijo suspirando. "Sabes bien que el Entrenador tiene cierta empatía por mí…".
"Jajaja Es como la hija que nunca tuvo". Le comentó Shizuka. "Tiene todas sus esperanzas puestas en ti".
"Si es que soy como su hija…pues prefiero ser una pariente más lejano". Contestó. "¿Quieres que te ayude con tu maleta".
"Qué amable eres…". Shizuka contestó con ironía mientras continuó caminando. "Gracias".
"Eso suena como si no fuera nunca amable". Juri dijo con una sonrisa en su rostro. "Me haces parecer una animal".
"Bueno, al menos no conmigo".
"Mmm…¿Será por qué no eres una dama del todo?"
"¿Qué? No vuelvas a decir eso…" y con ello Shizuka le dio un ligero golpe en el brazo. Juri hizo un leve gesto de dolor mientras se bromeaba con ella.
"Te llevo a tu casa ¿De acuerdo?". No era una pregunta, más bien una orden.
"Está bien".
Ambas llegaron hasta los estacionamientos, Juri metió las maletas en la parte trasera del automóvil mientras Shizuka la miraba 'inquisitivamente'
Juri conocía muy bien los juegos de ella. Si bien aparentaba ser una mujer sumamente refinada y delicada, Juri sabía que era todo lo contrario.
La primera vez en que ofreció llevarla a su casa se llevó con la sorpresa que Shizuka era una chica que le agradaba experimentar de mil y un maneras, tanto que si algo le interesaba, no se detendría hasta satisfacer su curiosidad.
Sonriendo, Juri abrió la puerta y a modo de broma le dijo "Adelante, mi Princesa".
"Muchas gracias, mi príncipe".
Juri cerró la puerta y subió al auto en el asiento del conductor. Ambas jóvenes se miraron y se rieron. Encendió el automóvil y entraron en la pista. Cuando llegaron a su casa, Shizuka se despidió dándole un beso en la mejilla para luego dedicarle una sonrisa propia de ella.
Así era su relación. Juri flirteaba con Shizuka y viceversa. Nunca hubo nada malicioso ni serio en esos coqueteos, simplemente era un juego para cada una.
Ya era de noche cuando regreso a su casa. Encendió las luces de su casa y vio como todo se iluminaba. El gran ventanal que daba a la calle, los muebles, el enorme televisor, un librero y una repisa donde se encontraban todos sus trofeos, era lo primero que lograba verse al ingresar. La cocina estaba en una de las habitaciones adyacentes, así como su dormitorio.
Llevó su maleta hasta la habitación y comenzó a desempacar. Una vez terminado con su tarea se dirigió al baño y comenzó a su 'rutina' de bañarse.
Dejó que el agua cayera libremente mientras apoyaba sus manos sobre la pared, como si durmiera. Cuando el agua fría comenzaba a tener efectos en su cuerpo, despertaba de sus 'sueños' y se lavaba.
Al salir de la ducha se colocó ropas mas cómodas, avanzó hasta el escritorio cerca de su cama , y procedió a encender la pequeña lámpara. Ahí se encontraba algunos de sus apuntos y uno de sus objetos más importantes: su laptop.
Se sentó y la abrió iluminándose mientras lanzaba una ventana.
Bolsa de Valores…
Comenzó a examinar las páginas que se mostraban y minuciosamente comenzó a leer su contenido.
La familia de Juri era dueña de una de las corporaciones más grandes del país, teniendo inversiones multimillonarias en distintas partes del mundo. Debido a ello, sus acciones estaban cotizadas en las bolsas de valores más importantes del alrededor del mundo y podía llegar a valer considerablemente.
Al ser la más joven de su familia, fue su hermana mayor quien asumió la responsabilidad de guiar el imperio corporativo en lugar de sus padres. Juri consideró que era muy apropiado, ya que su hermana poseía la actitud necesaria para poder guiar a todos los que dependía de esa compañía.
Sin embargo, ¿qué pasó con ella?
Para su hermana, la labor que Juri hacía en la esgrima, no era una 'labor' propiamente dicha. Para ella era tan solo un pasatiempo que traían algunos 'beneficios' pero eso era todo. Le decía que dejara de jugar y que comenzará una verdadera profesión.
Suspiró.
La quería mucho, pero a veces la agobiaba demasiado.
'Por suerte, aquí estaba mi profesión, hermana…'
Ya hacía un tiempo que su habilidad para los negocios había sido descubierta. No supo bien cómo ni por qué pero aquel día en que hizo su primera compra de acciones fue el mejor de todos. Su hermana solía burlarse de ella por su falta de conocimiento en los negocios, hasta que el punto de volverse una molestia.
Así que, para probarle lo contrario, contacto con el corredor de bolsa de la compañía y pidió comprar acciones de una pequeña compañía. Aunque para muchos fue una locura, nunca imaginó que esa pequeña empresa se convertiría en una corporación multimillonaria, y como ella era una de las pocas personas que invirtió en semejante negocio, naturalmente que sus dividendos fueron altísimos.
Su hermana pensó que era un simple golpe de suerte, pero luego que ella volviera a realizar su segunda inversión, esta vez en una compañía de alimentos, y le trajera grandes ganancias, significaba que la chica no solo era suertuda. Era una trébol de cuatro hojas, una pata de conejo para la empresa familiar.
Inmediatamente fue colocada como accionista mayoritario y aunque todas las inversiones requerían ser aprobadas por junta, Juri siempre tenía la última palabra. Ya sea cual fuera su decisión, la chica siempre acertaba. Nunca lo pensaba, simplemente respondía y siempre acertaba.
Con lo que había ganado podría retirarse temprano si lo quisiera. Pero otra vez, ella simplemente lo hacía por la emoción de ganar. De no quedar atrás, de seguir adelante. Solo por querer 'jugar a la bolsa'.
Sonrió al ver que todo era como lo había imaginado. Todo era una flecha hacia arriba. Todo subía y por lo tanto valía dinero en cantidades enormes.
Sin duda era una ganadora…
Era brillante…
Podía tener el dinero que quería
Y hacer lo que quería….
Pero…
Apagó la laptop y se levantó hasta los grandes ventanales y miró la ciudad.
La soledad, nuevamente…
Llenar ese espacio con triunfos, no era suficiente. Su vida parecía no tener ningún sentido a pesar de todo. Era patético…
'Más que patético…
¡Miserable!'
Su mente siempre divagaba cuando mira el horizonte desde su 'jaula de cristal'.
'¿Dónde estarás en estos momentos…?
¿En qué estarás pensando…?'
Su rostro se llenó de dolor al recordar lo mal que habían terminado las cosas. No pudo darse oportunidad de arreglarlas antes de irse. Y es que ella tampoco lo había hecho.
Ella era una chica muy inocente pero Juri sabía muy bien que era muy impulsiva podía ser muy rencorosa. Y, ahora que literalmente la había dejado, con seguridad estaría odiándola nuevamente.
Esta vez fue Juri quien la dejó atrás y aunque fue su decisión, no podía evitar lamentarse. Simplemente no podía reemplazarla con tanta facilidad.
Sacudió su cabeza un poco y se dirigió a la cocina, cogió una lata y lo abrió, comenzando a beber.
'Nada puede salvarme…de tu veneno.
Aun mis manos siguen llenas de mi propios problemas.
No puedo liberarme'
Apagó todas las luces y rezó porque la noche le otorgara un poco de paz.
...
DuranDuran
Si bueno, después de muchos años decidí continuar con la historia, puesto que realmente quedaron muchos cabos sueltos y porque me pareció que el final de la anterior era muy injusto para Juri …y quizás un tanto para Shiori. (ojala les guste)
Bueno si no sabes a que historia me refiero pues haz click en flecha para atrás, de tu navegador, y ponte a leerla.
Espero sus opiniones, sé que no es mucho pero les prometo que publicaré más la próxima vez. :D
Saludos
