Una historia del tipo que a mí me gusta pero con una pequeña variante: escenas explícitas. Lo aviso desde el inicio para todos los lectores: esta historia va a ser de aventuras como todas las que escribo de Kidd en el Grand Line, pero habrá escenas explícitas (es que hoy me ha salido la vena pervertida por ahí xD).
También he de decir que es la primera vez que actualizo desde el móvil, de modo que espero que no salga raro ni nada :P
Espero que igualmente os guste tanto como las otras.
Los personajes de OP no me pertenecen, pero sí parte de la trama y sus OC.
- Diálogos.
"Pensamientos"
Memorias/Flash backs/Sueños
Canciones
Prólogo
Fue lanzada bruscamente contra la cama, tanto que al contacto con su cuerpo los muelles del colchón chirriaron, quejarosos. Pero ella hizo caso omiso a aquel molesto ruido ya que en cuestión de segundos él volvía a exigir su total y completa atención.
Enterró sus largos dedos en el cabello de él, mientras que sus bocas se enzarzaban en una violeta lucha por el control de la situación. Los ojos morados de ella se abrieron mostrando desagrado cuando sintió como él ganaba la batalla entre sus lenguas y la dominaba completamente bajo su cuerpo.
La mirada ambarina de su acompañante se cruzó con la suya y él le dedicó una peligrosa sonrisa torcida.
Las manos de él bajaron hasta el borde de su corta minifalda y acariciaron sus blanquecinos muslos con ansia, agarrándola fuerte de la piel de vez en cuando, causando en ella que la pasión del momento aumentase.
Ella por su parte se dejó ganar. Era evidente que, fuese quien fuese su verdugo aquella noche, no tenia pensado cederle el control a ella. Dejó que él recorriese su cuello con la lengua, que la mordiese en la mejilla, en el lóbulo de la oreja, incluso que le hiciese sangrar el labio. Permitió a aquel hombre tomarse su tiempo dibujando su cuerpo con las manos, hasta que él introdujo una de ellas bajo su falda. Gimió al sentir sus dedos rozando su intimidad por encima de la ropa íntima y sintió como él se tensaba ante aquel dulce sonido.
El joven de mirada ambarina devoró sus labios con necesidad al sentir la humedad de la chica bajo su ropa interior. Rozó con sus dedos el clítoris de ella, pellizcándolo suavemente y deleitándose con los gemidos que salían de sus labios con sabor a miel. Lentamente, introdujo uno de sus dedos en ella, que soltó su pelo y dejó caer los brazos sobre la cama, arqueando la espalda de placer. Buscó con la mirada los ojos morados de ella. Los mantenía entrecerrados mientras respiraba agitadamente y gemía al son del movimiento que él realizaba con sus dedos en el interior de su cuerpo.
El pelirrojo gruñó al sentir un latente dolor proveniente de su más que erecto miembro, que exigía tomar a la chica desde el interior de sus pantalones. Sonrió para sus adentros, aún no había acabado con ella, la noche aún era joven. Sin miramientos, dirigió su mano libre a la amplia camiseta que ella vestía y se la sacó por la cabeza, dejando al descubierto un jugoso sujetador de encaje negro que tapaba los más que apetitosos pechos de ella. La chica sonrió ante la mirada lujuriosa de él, y arqueando la espalda, ella misma se retiró el sujetador, liberando sus pechos para él, quien no perdió el tiempo y, mientras aceleraba el movimiento de sus dedos, se inclinó sobre ella, lamiendo con brusquedad su suave piel.
La joven de cabello avellana jadeó al sentir su pezón ser suavemente apresado por los dientes de él y cerró los ojos con fuerza al sentir que no aguantaría más semejante cantidad de placer. Como si él lo hubiese leído en su expresión, añadió un tercer dedo y profundizó el movimiento a la par que con su mano libre masajeaba el pecho de ella que no estaba siendo devorado por sus oscuros labios. En apenas un minuto, el cuerpo de ella se tensó alrededor de sus dedos y la escuchó jadear en busca de oxigeno al llegar al orgasmo, a la vez que se derramaba sobre sus dedos.
El calor de ella era insoportablemente tentador. Se puso en pié a los pies de la cama y la observó incorporarse con las mejillas encendidas y su pecho desnudo. Era una visión realmente atractiva.
Por su parte, la joven le miró ponerse en pié y sonrió para sus adentros al ver el bien formado pecho desnudo de él. Dirigió una mirada a los pantalones amarillos que él llevaba y al bulto que su miembro creaba en ellos. Aprovechando la pausa que él hizo para observarla, gateó hasta situarse frente a él y posó su mano sobre su pantalón, a la altura de su entrepierna. Aquel simple contacto le despertó de su trance y con la misma brusquedad del principio la volvió a lanzar de espaldas contra la cama.
- Aún no termino contigo.
Ella se estremeció ante el sonido de su voz. Era la primera vez que la escuchaba y era... profunda y masculina, con un tono amenazante. Sintió las manos de él retirar con brusquedad su falda con sus braguitas y se quedó completamente expuesta ante él.
Con suaves y ágiles dedos, ella deshizo el cinto que él llevaba sobre el pantalón y comenzó a retirarle la ropa. Pronto ninguno de los dos tuvo nada más que piel sobre el cuerpo.
Los calzoncillos de él cayeron a un lado de la cama y ella se le quedó mirando con la misma cara que él había puesto al ver su pecho. Dios, ¡era grande! En un ágil movimiento, se libró del agarre de él y se colocó sobre su cuerpo. La luz de un rayo entró por la ventana, recordándoles lo mucho que llovía fuera, aunque ninguno de los dos le prestó demasiada atención. Las manos de él se situaron sobre las caderas de ella, quien comenzó a acariciar el duro miembro de él con su húmeda entrada. Sonrió al ver la cara de tortura de él, pero no le duró mucho la satisfacción de tener el control.
Con un gutural gruñido, el pelirrojo se volteó sobre la cama, quedando sobre ella, quien de la sorpresa no tuvo tiempo de cerrar las piernas cuando el miembro de él la penetró por completo.
Una profunda oleada de placer, mezclado con el más puro dolor, recorrió su columna vertebral. Él no se detuvo para que ella se acostumbrase, el deseo pudo más que todas sus ganas de torturarla y comenzó un rápido, salvaje y pasional baile contra el cuerpo de ella, mientras que la joven cerraba los ojos, jadeaba bruscamente y le clavaba las uñas en la espalda.
Los gruñidos de él se entremezclaban con los gemidos de ella mientras el sudor hacía brillar sus pieles bajo la tenue luz de la luna. El joven de mirada ambarina cerró los ojos y apretó con fuerza las caderas de la chica mientras sentía como ella se derramaba sobre su miembro, arrastrándole con ella. Con un ronco jadeo, liberó su semilla en el interior del cuerpo de la joven, que dejó escapar un pequeño gritito al sentir aquel cálido líquido llenar su interior. Se dejó caer exhausto sobre ella y cerró los ojos. Comenzó a hablar y ella se estremeció ante la calidez de su aliento contra su cuello.
- No volverás a verme, mocosa. Mañana zarparé y tú te quedarás aquí, y quién sabe si me reconocerás cuando me convierta en el Rey de los Piratas.
Ella cerró los ojos y se recostó contra el pecho de él.
- No sueñes, pelirrojo. Esta noche ha sido fantástica, pero el Rey de los Piratas... será mi capitán.
Él entrecerró los ojos mientras ella, agotada, caía cada vez más en un profundo sueño. Ambos se dejaron abrazar por Morfeo. Ninguno contaba con despertar acompañado, ambos sabían muy bien que no sería así. Ya fuese ella o él quien durmiese más, aquella noche quedaría únicamente en sus recuerdos, sin ni siquiera saber qué fue lo que llevó a dos desconocidos de aquella taberna a acabar pasando una noche juntos sin haberse preguntado siquiera:
"¿Quién eres?"
"¿Será lo correcto?"
Tal vez de haberlo hecho aquella noche no habría sido compartida de aquel modo por dos personas que no sabían quién era su acompañante.
Porque él desconocía que ella formaba parte de la tripulación de los piratas "Heart".
Y ella desconocía que él era el capitán de la más sangrienta tripulación pirata: los "Piratas de Kidd".
Y lo más importante...
... que ellos eran, y serían, enemigos.
Continuará...
