Una vez más había pasado.

Una vez mas había venido hasta él.

Isabella era una chica fuerte, valiente, tierna y... Feliz, de hecho no tanto, escondía un secreto, pero había fracasado en el intento, todos los que la conocían lo sabían excepto el implicado, y Ferb lo sabia muy bien, muchas veces ella había venido a buscar consejo con él...a descargarse, sabía como se sentía, aquella castaña gótica lo había cautivado, no podía evitarlo, había caído en sus encantos y punto, no había nada que hacer.

Se sentía mal en dos sentidos: mal con ella y con él mismo, mal con ella porque Phineas era un despistado sin remedio nunca notaría el romance a menos que lo golpeara en la cara y le mordiera la nariz, con sigo mismo porque, por mas que lo intentara, no podía hacer absolutamente nada.

Una vez mas estaba ahí, compartiendo su sufrimiento.

- Ferb, lo siento, lo siento mucho, sé que te abrumo con todos mis problemas amorosos, pero eres la única persona con la que puedo hablar de esto con tranquilidad- dijo finalmente

- no te preocupes, para eso están los amigos ¿no?- respondió el peliverde, tomandola de las manos para reconfortarla

Una idea cruzó por la mete de Isabella, de pronto lo haló hacia ella acortando la distancia que los separaba

- lo siento, pero tengo que hacerlo- musitó la chica con un hilo de vos y una lagrima en su mejilla

Esos pocos milímetros que los separaban desaparecieron en un beso.

Un beso lleno de amor, amor que ella había guardado durante años, esperando el momento propicio para darse, un beso apasionado.

Fue inesperado, incluso para la misma Isabella, pero besaba muy bien, Ferb tenía que admitirlo.

Pero el encantamiento no duró mucho, al estar concentrados en eso, no notaron los pasos que se oían detrás de la puerta ni la la voz que que llamaba a chico ingles, el pedazo de madera que los separaba se abrió.

La mirada del joven que acababa de entrar se amplió, llena de furia, tristeza, desesperación y, podía decirse, celos.

Rompieron el beso.

El chico pelirrojo acababa de llegar del centro comercial con su madre, se habían demorado casi 3 horas entre ropa, chucherías y el mercado, no sabían exactamente cuanto llevaban hablando pero fue mas de lo previsto.

El semblante del chico en la puerta cambió totalmente, lágrimas cristalinas empañaban sus ojos y una de ellas se vio forzada a salir, nadie lo había visto llorando, no al menos de tristeza; volteó y se fue.

- En realidad lo siento Ferb, pero tenia que hacerlo- Isabella se levantó de la cama en la que había estado sentada con Ferb y salió, sin siquiera darle tiempo al peliverde de responder.