N/A: Bien, he aquí. Algo ansiosa como siempre.
Ésta historia la llevaba pensando desde hace años, y es importante para mí no sólo porque con ésta incursiono de nuevo a FF sino también porque en ella va volcado mucho de mí (no sé si deba decirlo, lol).
Tengo varios avisos: ésto comienza cliché (es admitido, por supuesto), pero considero que el desarrollo de la historia, como sea, se alejará de ello. No es un U/A, pero se basa en un final alternativo. Con respecto a los dialogos, por motivos de comodidad sustituyo el guión largo por las comillas (si hay algún problema con las reglas, favor de decirme D= ). Y advertencias: en lo personal, considero que es un relato emocionalmente cargado y que a veces toca puntos que pueden llegar a rozar la crueldad. Los personajes no son bien tratados. El rated estará sujeto a cambios.
Nos seguimos leyendo abajo, y espero que disfruten la lectura.
DISCLAIMER: Inuyasha no me pertenece.
SOMBRAS
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Capitulo: Uno
Una vez caído el enemigo, la decisión se declaró a los pocos días subsiguientes. Ambas interesadas fueron confrontadas, primero la elegida...y después la rechazada.
La rechazada, sin sorpresa alguna por su parte, fue Kagome.
Y también era ella quien ahora, mientras miraba las llamas de la fogata en una especie de hipnosis, recordaba dicho día y dicho instante: en el cual mientras que la elegida le dedicó una expresión neutral, el que hizo la elección no quiso advertir demasiado en ella. Él la miró, sin embargo, por unos segundos con lástima ¿o ternura?, era difícil saber con certeza, puesto que tales emociones eran muy similares en la mirada... y bueno, no es como si importara en realidad.
El hecho es que ella sufrió no solo de ese cuadro visual, sino también del más horrible silencio que jamás en su vida se hizo presente. Una vez ellos ahí, no hicieron falta palabras ni mucho menos discusiones. La elección de él era obvia, una de ellas estaba a su lado y la otra los observaba llegando así, tan...juntos.
Y se suponía que, como perdedora, Kagome tendría que haberse visto bañada en su propio llanto mientras disponía el retorno definitivo a su época. Ésa fue una reacción supuesta, una reacción pre-vista; una reacción que, además,...no sucedió.
Ella misma tampoco sabía por qué, después de días y noches enteras de tener el pulso tan atropellado y el corazón en un puño, sus ojos se mantenían secos a pesar de que dolían y ardían. No lloraba.
Como sea, aunque las lágrimas no llegaron, ella sí había intentado irse...sólo para descubrir con frustración y temor que el pozo no funcionaba y que, aún luego de que el monje y Kaede hubieron de colocar pergaminos e intentar conjuros para ver si podían restaurar el portal, ningún método consiguió cambiar su estado.
Kagome pestañeó y acercó las manos al fuego, volviendo del repaso de lo acontecido hace poco. Se tensó al pensar en su situación, pero se dijo que no era tan mala,...que había cosas peores, que tampoco es que estuviera viviendo una tragedia. Después, inhalando el aire y exhalando el humo gélido con tranquilidad, ella reparó en Inuyasha, solo y de brazos cruzados, con su atención recta en el fuego, pensativo como pocas veces le vio nunca. Oh,…pero ahora la miraba, ¿ella tendría que esquivarlo? Bueno, no lo hizo, no vio el por qué ¿o es que acaso era ella la que tendría que estar avergonzada de lo que sucedía? No, no es como si fuera su culpa estar allí, ella no quería entrometerse ni seguir en donde no le tocaba estar, es sólo que no podía hacer nada más allá de esperar a que el pozo decidiera volver a funcionar.
"Kagome, ¿tampoco hoy piensas comer?" la aludida miró a la chica que se le inclinaba con comida en la mano.
Suponía que Sango de verdad estaba preocupada, pero ella personalmente no tenía cabeza para atender las preocupaciones de los demás en ese momento.
"Llevas muchos días sin mantenerte de otra cosa que no sea agua, Kagome. Mira, ten" le ofreció su trucha "Cómela, yo ya estoy muy satisfecha"
La más joven movió la cabeza en negativa, sin abrir la boca.
"Vas a comer" ordenó Inuyasha, a lo lejos.
A Kagome se le tensionó el cuello, y movió su cabeza ligeramente hacia él, como gato al filo del ataque. Pero no deseaba mirarlo, su voz la había enfadado.
"No tengo hambre"
"¡Tienes que hacerlo!
"No tengo hambre" repitió entre dientes.
"Basta, déjala ya, Inuyasha" Miroku interfirió, igual de sereno como serio.
"¡Si Kagome no quiere comer, no lo hará, perro tonto y mandón!" Shippo le mostró la lengua y saltó al regazo de ella.
El mitad humano sólo juró un par de veces antes de callarse.
Se produjo entonces un silencio que le provocó a Kagome bajar sus párpados y esconder del mundo sus retinas. Luego, todo se rompió:
"Kikyô"
"Estoy aquí, Inuyasha" la mujer que salió de la cabaña sonó agitada, quizá por tener un cuerpo demasiado frágil como para soportar el frío invernal "Estoy bien, es sólo que he sentido algo…hace un rato, aún no sé que es, pero creo que no es bueno"
Kagome rodó los ojos. ¿Kikyô sentía algo extraño? ¡Nueva información! -oh, alto, no realmente, porque se parecía a lo que ella llevaba diciendo desde hace días y que todos seguían ignorando.
"Debemos estar atentos por ahora, en la mañana podremos ver qué sucede. Vayamos adentro y descansemos todos" mandó Inuyasha. Y obedecieron.
Consciente de su agrio humor, Kagome se fue a su futón.
Qué crudo le era estar consciente de que Kikyô siempre había de ser escuchada, ¿Por qué? Porque era Kikyô, y por ello se merecía la confianza de todos con respecto a su criterio, pues era imparcial y flemática, las emociones no la ofuscaban.
Por otro lado, ella sólo merecía que pensaran que mentía para dispersar la lástima que causaba.
Y en realidad ¿qué era una persona contra cinco más? Kaede también dudaba de sus palabras. Kagome había hablado con ella un día atrás y la anciana le respondió que 'es difícil percibir cosas reales cuando no se come desde hace días'. Kagome entonces dejó de hablar casi por completo, sabiendo que ya no sería escuchada por nadie. Poco a poco, ella distinguía cuál era su lugar: su misión en la vida ya estaba hecha, ayudó tanto en vencer a Naraku como a que Kikyô e Inuyasha volvieran a estar juntos. Después de eso probablemente ella no era nadie.
Lo peor es que tenía sentido. Ella ya había contribuido en la guerra que mantendría la paz del futuro y ya había acabado su papel en la historia. Todas sus angustias, todos sus raspones y sus vivencias horribles, ahora ya no importaban. Lo cierto es que, quizás, ella nunca había importado más allá de lo que el destino le había dispuesto, y ahora que estaba cumplido, ella daba lo mismo viva que muerta.
«Basta. Deshazte de esas ideas, Kagome. Olvídalas», se advirtió la chica, que inhaló con fuerza y se animó a tratar de dormir, temerosa, sabiendo,...sabiendo lo que su mente le iba a traer ahora, porque una vez llevando fuera los pensamientos anteriores, los peores siempre hacían su aparición: imágenes y recuerdos sangrientos que con el paso del tiempo se le hubieron de acumular y reprimir, para luego explotarle en una noche cualquiera.
Recuerdos de los cuales desde hace unos días para acá simplemente no podía deshacerse.
Recuerdos de ella huyendo por su vida dos, tres y decenas de veces; de ella rasgándose la carne al tropezar, de ella rogando por ayuda; de ella, demasiadas veces creyendo que su vida había llegado a su fin justo antes de ser salvada. Y luego, luego las imágenes de los demás, los desconocidos, los que no tuvieron tanta suerte: gritos, chillidos y vidas gastadas, niños y ancianos rotos a manos de Naraku; de sus extensiones, de otros tantos enemigos, de Sesshomaru, de Kôga, de Inuyasha...
«Basta, basta» se ordenó Kagome, agitada y temblorosa. Quiso traer a su consciencia momentos agradables: el perfume de su madre y sus caricias arrulladoras, las canciones inglesas de su difunto padre; la risa infantil de su hermano, la historias hilarantes de su abuelo.
Pero fue inútil. Le era imposible tranquilizarse.
Así que mientras todos parecían dormir dentro de la cabaña, ella se deslizó fuera de su lugar, necesitada de aire, como si ir a la intemperie la empujara a formular pensamientos diferentes y felices -de esos que ella solía tener antes.
Kagome respiró profundo y después de detenerse un momento a mirar el cielo, contempló con una sonrisa la construcción incompleta de la cabaña en la que Sango y Miroku vivirían, cerca de la de Kaede. Pronto pudo ver a Sango y a su prometido, sentados muy cerca de su próximo hogar. Ellos tenían las manos entrelazadas y miraban las estrellas con expresiones brillantes, luciendo como un par de personas destinadas a estar juntas…
La imagen era tan vívida, que Kagome tuvo que volver a asomarse a la cabaña de Kaede para concluir si era real o no.
No.
No lo era.
La vista le indicó que la pareja seguía dormida en el sitio de siempre, y que tanto la exterminadora como el monje estaban respirando lento y ligero, soñando al lado de un Shippo que roncaba sin parar.
La escena anterior, entonces, había sido apenas otra de sus alucinaciones, posiblemente provocadas por el insomnio del que actualmente iba padeciendo y del que no conocía el origen. No lo sabía, tal vez inició desde que empezó a soñar con las muertes, o cuando Sango lloró y siguió llorando días enteros por la muerte de Kohaku, o cuando Inuyasha y Kikyô llegaron juntos…
Daba igual cuando.
Lo importante es que lo que decía Kaede era cierto. Kagome sabía que así era. Sin embargo, aún siendo verdad que estaba trastocada y que comenzaba a alucinar, ella no podía perdonarle a nadie que no le creyeran cuando decía que algo iba mal.
Porque no mentía. Ella no mentía nunca.
"Kagome…"
Un susurro, ¿el viento, quizás?
Kagome giró su cabeza.
Y sólo bastó eso,…sólo un momento para que reconociera que sí estaba totalmente loca. Sí, ella estaba perdiendo los parámetros de la realidad, porque ahora veía algo imposible: la figura de la única persona que podía hacerla temblar de terror.
Naraku no estaba vivo, pero lo estaba mirando ahora. Avanzaba arrastrando una extremidad destrozada, que sangraba y… ¡Oh, Dios, parecía tan real!
Lo miró moverse entre los arboles más cercanos.
Aterrada, ella se giró hacia la cabaña y se detuvo a unos pasos de la entrada. Y cuando volvió a girarse bruscamente para observar, él seguía ahí. Aún estaba allí, y la miraba con una sonrisa tan espantosa.
Kagome omitió el gemido de terror y salió corriendo hasta el pozo, rogando porque ésta vez pudiese ir a través de él y llegar a su hogar, alejarse de las imágenes violentas, alejarse de los celos, la decepción, el miedo y de los desvaríos mentales.
Sabía que era su imaginación, que ése Naraku ya no vivía; no existía modo de que él estuviese vivo, porque hacia apenas unos seis o siete días había sido purificado por Kikyô y por ella misma, antes de ser pulverizado por las espadas de Inuyasha y Sesshomaru.
Sin embargo, si no estaba desvariando,…si ese Naraku era real ¿por qué tenía ella que poner en alerta a quienes no creyeron en sus advertencias de permanecer en guardia?
Kagome no se detuvo ni un segundo, se impulsó de la madera del pozo con una sola mano y saltó hacia la oscuridad, sin importar si en el intento sufría de un gran golpe….
El golpe esperado, por fortuna, no pasó. Las estrellas, los flashes azules y brillantes se desplegaron de nuevo ante sus ojos. Ella sintió alivio, pues al fin podía huir.
Al fin lejos de él, de ellos, de la falsedad que le implicaba cada sonrisa desganada.
Al fin lejos de ese lúgubre infierno en donde todo giraba con brutal exceso en torno a la ley del más fuerte; infierno en el que pululaban las joyas malditas, las luchas, las muertes, los híbridos y los amores fatales.
Al fin lejos..., de vuelta al mundo, al lugar en donde sólo existía una muchacha simple y sonriente, con familia, con amigos y deberes ordinarios...pacíficamente ordinarios.
…
Kagome salió, cabizbaja y agotada, del hueco del pozo. Fue a casa, a cubrirse con sus mantas en la cama; a cubrirse del dolor, protegiéndose, y conociendo por primera vez la sensación de la angustia que fuertemente la abrazó hasta el amanecer.
Un amanecer que sólo llegó para empeorarlo absolutamente todo.
N/A: Oop...de aquí en adelante ésto sólo va cuesta abajo.
Supongo que es obvia mi inclinación hacia lo triste. Lol, ew. Ya, ahora voy a con el porqué del nombre: "Shadows" de Warpaint fue la canción que más me sonó a la historia en general (y recomiendo darle una escuchada si no la conoces, claro).
Eh, y como ya conozco mis modos inconstantes, me di la tarea de terminar primero éste FF antes de publicarlo. Ahora estoy trabajando en otra historia con otros personajes que no incluyen a los meros protagonistas -y que supongo también preferiré terminar antes de publicar, porque lol, odio mi informalidad.
Bueno, no más quitar el tiempo. Me despido, y gracias por leer. Auggh, no olviden comunicarse conmigo a través de los reviews porque de verrrrrdad me gustaría saber qué opinan.
D= yayaya. Adiós. Ainsss.
