Flor de Campanilla
Drabble
Kikyo contemplaba el vasto campo de flores que se extendía a su alrededor, irónicamente todas ellas eran de campanilla, justo como ella. Incluso se mecían suavemente con el viento al igual que su contraparte negra: el cabello de la sacerdotiza, que ondeaba suelto a la brisa y que despedía un aroma dulzón, pero eso era todo lo que tenían de similares, pues ella, una mujer que había cometido el pecado de amar a un hanyou, se había manchado los blancos pétalos de su kimono con la sangre de un amigo y aquella mancha jamás se borraría.
El invierno empezaba a hacer su aparición sobre los campos, pero aquellas flores no sentían el frío, incluso el espectáculo era aún más hermoso y ella se preguntaba si también al morir, en el invierno de su vida, se había visto así. Dado que era obvio que en la primavera había sido hermosa, ¿en el invierno también? Jamás lo sabría, no tenía el valor de preguntarle a su hermana, muchísimo menos a InuYasha y entonces pensaba que era muy estúpida e infantil al rehuirle a esas dos personas, cuando en el fondo de su corazón sabía que ninguno de los dos quería hacerle daño.
Así estaba, admirando a sus compañeras, cuando alguien la llamó a lo lejos, rompiendo la tranquilidad de la escena. Inmediatamente se dio vuelta para ver a quien venía y se sorprendió de ver contrastar un traje rojo contra la nieve que se arremolinaba entre los rincones de los árboles, gritando con desesperación.
— ¡No te vayas, Kikyo! Tú fuíste mi primer amor, no te vayas, por favor -repetía una y otra vez el hombre, al borde de las lágrimas.
En cuanto ella trató de responderle, no salió ningún sonido de su boca y de pronto sintió el frío inundar su cuerpo, al tiempo que aquél precioso escenario se desvanecía. Aquella visión había sido un truco que le había jugado su mente para evadir el dolor que estaba sintiendo, pues todo lo veía borroso; sólo podía sentir sus mejillas llenas de las lágrimas del hanyou que la abrazaba y seguía rogándole que no lo dejara.
Pero ella lo sabía, era tiempo de irse, no podía atender a sus súplicas aunque lo deseara.
Por última vez sintió los labios del hombre posarse sobre los suyos, lo que provocó que la visión se reanudara para mostrarle un escenario de primavera, donde estaban ambos, solos. Y allí estarían por toda la eternidad, sólo en un recuerdo.
Una sonrisa se desdibujó en el rostro de Kikyo antes de fallecer.
Por fin podía irse en paz, la mancha en su alma había sido eliminada.
FIN.
Notas de la Autora: especial para un concurso en el foro de CemZoo, no creo ganar, pero a mí me gustó mucho, ojalá me dejen un review, gracias por leer :3.
