La historia es mía y los personajes son de JK.

Nuestra Sangre.

"Se pueden olvidar muchas cosas pero el ser padre o padre… NUNCA"

Nota: Un recién nacido que será borrado de la memoria de sus progenitores para así proteger el futuro del mundo mágico. No obstante, las sensaciones de los padres de sentirse incompletos les llevarán a una búsqueda dentro de sus propios recuerdos.

Nota2: No es una historia con una trama muy profunda sin embargo el mensaje que intento plasmar lo es, principalmente porque pienso que abandonar ya sea por fuerza mayor o simplemente por estupidez humana a una criatura indefensa, es nefasto y que pese a todo, esas personas nunca se olvidarán que algún día tuvieron una vida dentro suyo y que la única forma de olvidar es morir o nacer de nuevo.

El enfoque que intento darle a esta historia se irá desarrollando a través de los capítulos aunque se dejará expreso desde ya. Sólo espero que disfruten de la lectura y reflexionen un poco más allá de estás palabras....

Nota3: Y la última… la idea esta basada en situaciones de mi entorno entre otras cosas.

Capitulo 01: Imborrable.

Palabras inútiles.

Dicen que el ser humano no es nadie sin la utilización de las palabras o signos lingüísticos, que sin ellas la comunicación e interacción no existen y que son la base de un mundo globalizado. Este mismo mundo que dentro de todos sus misterios está inmerso en una cruel guerra donde pocos son tus aliados y muchos tus enemigos, esperando el momento oportuno para atacar sin piedad. Aquí, las palabras ya no valen nada y la comunicación en signos puede costar la vida misma, es por ello que las miradas son el lenguaje perfecto; intimo y suave e inmensamente favorable entre dos personas a las cuales el amor es un fruto prohibido y por ende fue inevitable no probar, viviendo su propio mundo a sus anchas hasta limites insospechados.

Es increíble como la complicidad de una mirada puede guardar tantos secretos y emociones: solo basta una pequeña conexión para descifrar ese código que para terceras personas es inexplicable pero para la pareja es el reflejo del alma que a gritos intenta decir el mayor de los secretos; allí, cuando todos comenzaban a cenar… él la observa con detenimiento, se sostienen la mirada con emoción, cualquier movimiento mal ejecutado pondría en evidencia la verdad, pero ¿Cuál es? ¿Su relación? Sí, casi, algo se lo decía… su corazón se rompe momentáneamente a raíz de que el novio de ella le ofrece algo de comer pero su respuesta es negativa seguido de un gesto que el muchacho no paso desapercibido, en realidad nada de ella lo es para él; solo un gesto delator de esa verdad que los ojos de ella se lo confirman en silencio

Ese gesto que el tantas veces vio en las telenovelas de su tía Petunia; esas donde la muchacha se desmayaba y casi siempre era por una razón, esa maravillosa razón. Sonríes. No puede evitarlo, su corazón se acelera tan abruptamente que en cualquier momento se le iba a salir del pecho, sin más, le mira pidiendo salir de allí antes de cometer una locura, ella asiente con discreción; sale primero con la excusa de no sentirse bien, nadie dice nada y su novio no se ofrece para acompañarle. El muchacho espera con paciencia contenida y pasado unos minutos se levanta con un sobre en la mano argumentando que tiene una cita con un profesor, todos asienten, después de todo, su destino le `permite esas "licencias".

En cuanto sale del comedor y nadie lo ve, corre, corre como si su vida dependiera de ello hasta llegar al encuentro en aquella habitación; testigo mudo de ese amor que floreció antes de que ellos mismos se dieran cuenta. Allí estaba ella, sentada en aquel sofá, se acerca a ella expectante casi sin fuerzas por haber corrido. Le observas, pides en silencio la confirmación, esta vez, salida de sus labios, coges su mano dándole a entender que estás y siempre estarás allí pese a los obstáculos. Que la amas.

Ella sonríe, lo sabe… no necesita que se lo digan y sin más, confiesa lo que su mirada ya le había expresado.

"Estoy embarazada" "Vamos a ser padres".

Sonríe al recordar ese momento.

Casi nueve meses lo separan de ese momento donde su corazón latía con más fuerza de lo habitual desde esa noche sus miradas fueron más intensas al igual que la seguridad de sus vidas que estaban en riesgo, aún así, continuaron adelante con un secreto más que ocultar ante sus amigos y que hasta el día de hoy no conocen. Este día donde comienza un nuevo y último año escolar que tal vez sea el más crucial en la vida de todos.

- ¿En que piensas? – preguntó Ron a su amigo que permanecía frente suyo en un estado, extraño; en uno de los vagones camino a Hogwarts.

- Cosas – respondió el moreno de forma escueta pero ante la mirada de su pelirrojo amigo, improviso – Voldemort, tal vez este sea el año en el cual tenga que enfrentarme a él

- No debes preocuparte – habló Hermione al lado de Ron – todo saldrá bien, debes tener fe.

- Gracias – le sonrió este a la castaña quien le correspondió de igual manera

- Tengo hambre – soltó Ron interrumpiendo la conexión mental entre su novia y amigo – voy a comprar ¿Quieren algo? – preguntó a lo que ambos negaron – vengo enseguida – anunció levantándose de u lugar no sin antes darle un beso a su novia en los labios.

Suspiró.

A pesar de todo y saber que ella lo amaba con la misma intensidad que él, no podía evitar sentir celos ante ese tipo de escenas que cada día dolían más y solo se limitaba a no hacer ni decir nada, él solo era el mejor amigo y nada más. Su rol en esa cruel historia estaba junto a la hermana menor de Ron; Ginny, era ella supuestamente quien sería la futura señora Potter, un titulo que deseaba con todas sus fuerzas sea algún día para la mujer sentada frente suya.

- Te extrañe – soltó Harry en un susurro que la castaña escuchó – cada día en la casa de mis tíos fue un infierno – comentó en un suspiro ahogado

- Debiste ir a la madriguera – reprocho la castaña pero el moreno negó con una triste sonrisa – no has hablado con ella – leyendo su expresión.

- No – dijo – y no sé que hubiera hecho si aceptaba la invitación de Ron, no quería escuchar su intercambio de cartas contigo y mucho menos soportar los intentos de Ginny por retomar nuestra "relación" – contó – suficiente tenía con las cuatro cartas diarias que me enviaba.

- Te entiendo – sonrió Hermione – Ron también me enviaba cartas pero no conteste a ninguna – recalcó al moreno a quien le volvió el alma al cuerpo – no fue fácil estar con mis padre y fingir que nada había cambiado desde la última vez que los vi.

- ¿Te sentiste bien? – inquirió preocupado, sentándose al orilla del asiento para tomarle las manos a su compañera – me hubieras avisado, habría ido a tu casa – le miro y reflexiono lo que significaba su última frase – tal vez …

- Es mi padre, no un monstruo – rió ella viendo el terror en los ojos de Harry Potter – te has enfrentado a peores peligros, no debes temerle.

- En esos peligros usaba varita, Hermione – dijo asustado – tú padre usará un arma muggle o peor aún sus manos para ahogarme, en esos casos prefiero combatir contra mortifagos – aseguró ante las risas de la castaña que fueron opacadas por la intromisión de dos hombres

- Miren a quien me encontré – dijo Ron en cuanto la puerta fue abierta provocando que las manos entrelazadas de ambos jóvenes se soltarán de improviso, gesto que el pelirrojo no notó, no así el segundo hombre.

- Remus – soltó Harry levantándose de su lugar con fluidez, no quería mostrarse nervioso - ¿Qué haces aquí?

- Tranquilo – sonrió saludando a Hermione – no hay ningún problema, si eso es lo que piensas.

- Entonces – habló Hermione tomando asiento nuevamente

- Seré su profesor – soltó, dejando al trío sorprendido con la noticia – el profesor Dumbledore consideró que en estos tiempos es mejor rodearse de aliados y no de personas desconocidas, haré defensa y otro compañero encantamientos.

- ¿Otro? – preguntó Ron al lado de su novia - ¿Lo conoces bien?

- Claro – asintió el licantropodo – es de confianza, además su actual profesor está muy enfermo y no podrá dar clases por lo menos este año.

- Si tú lo dices – dijo Harry en un suspiro – por lo menos te tenemos a ti – sonrió.

- Gracias – susurró este observando al hijo de sus mejores amigos – por cierto ¿Porqué decidiste quedarte en casa de tus tíos? – preguntó, a lo que el moreno tuvo que acomodarse en su asiento – el profesor Dumbledore quedó extrañado.

- Ya veo – susurró pensativo – no lo sé, creo que necesitaba un tiempo para pensar… no es un año fácil – explicó tratando de no desviar la mirada hacia la castaña pese a saber que ella le observaba.

- Intuía esa respuesta y se lo dije al profesor – argumentó Remus con calma – aunque él pensó que en caso de arrepentimiento de tu decisión podrías haber ido con Hermione

- Lo pensé – soltó sin querer, sintiendo la mirada de su amigo sobre su nuca. Se tranquilizó, si usaba las palabras correctas, saldría airoso – pero Hermione quería pasar tiempo junto a sus padres y no quería causarle molestias.

- Nunca serás una molestia, Harry – confesó ella, llamando la atención de los tres hombres – siempre que necesites algún tipo de ayuda, allí estaré.

Nadie dijo nada.

Nuevamente, esa conexión se hizo presente en ambos jóvenes que al parecer nunca necesitarían de las extensas palabras para expresar todo lo que sus almas ya sabían. Todo esto a vista y paciencia del pelirrojo que apenas si podía descifrar ese juego de miradas entre su novia y mejor amigo, jamás había sincronizado en ese lenguaje, siempre relegado a un plano inferior por no entender aquello que no se explicaba con las palabras. Pero Remus, siempre percibió esa especial conexión que existía entre los jóvenes y que pese a no cambiar, está vez, observó algo distinto desde que entró en aquel vagón donde sus manos estaban entrelazadas y ahora cuando un brillo especial cruzaba sus ojos, sobre todo en Hermione.

Se sintió extraño; sentía que revivía algo, que veía algo nuevamente pero no sabía con exactitud que era.

O tal vez sí.

El resto del viaje fue tranquilo y solo interrumpido en ocasiones donde algunos compañeros pasaban a saludar al trío y nada fuera de lo común ocurrió durante el trayecto que para la pareja fue el más largo e incomodo. En cuanto el tren se detuvo tomaron sus cosas y salieron hacia el exterior donde ya se escuchaba a Hagrid llamando a los alumnos de primero, quienes nerviosos y asustados se acercaban al semigigante. En cuanto el trío se embarcó en los carruajes, Remus se despidió porque necesitaba arreglar algunos asuntos, no dijeron nada, solo se limitaron a asentir y decirle que lo verían en la cena.

El trayecto hacia el castillo fue menos incomodo y silencioso; Harry y Ron conversaban acerca de los horarios de entrenamiento de Quidditch mientras que Hermione leía un pequeño libro sin titulo alguno, algo que llamo la atención de su novio.

- ¿De que es? – preguntó Ron interrumpiendo su charla con Harry – nunca lees cosas sin titulo aparente.

- Esta cosa es un libro, Ron – argumentó ella molesta – y que poco me conoces; nunca juzgo un libro por su portada una que por cierto si tiene – aclaró mostrándole la contra tapa donde se decía "Primeros auxilios" – siempre es útil saberlo más aún con ustedes dos en Quidditch.

- Tenemos la varita – menciono el pelirrojo.

- Es buena idea – habló Harry al notar un inminente discusión peor aún cuando él mismo sabía que ese libro no se trataba precisamente de primeros auxilios – nunca se saben cuando serán de utilidad.

Ron asintió y Hermione solo le agradeció con la mirada, sabía que esa discusión era una evidente perdida de tiempo. Continuaron con el trayecto hacia el castillo que poco a poco comenzaba a verse más imponente.

- De nuevo en casa – susurró Hermione al moreno.

&

Camino por el pasillo hasta encontrarse con la entrada a la oficina del profesor Dumbledore que estaba desprotegida de contraseña, subió las escaleras hacia la puerta de la oficina que se encontraba entre abierta. Golpeó con los nudillos e ingreso cuidadosamente.

- Permiso – susurró Remus observando como el director ordenaba unos papeles – buenas noches, profesor – saludo.

- Remus – dijo – pensé que no llegarías, Eric estuvo a punto de ir a buscarte

- ¿Está aquí? – inquirió el licantropodo

- Debe estar en el comedor – contó – y como te fue con Harry, lograste averiguar porque no paso las vacaciones en la madriguera

- Algo así – menciono Remus pensativo – y confirmó mis suposiciones; dijo que necesitaba un espacio para estar solo y pensar

- Crees que fue sincero – preguntó el director pensativo

- Sí, lo creo – afirmó extrañado ante las preguntas del profesor – dudo mucho que este ocultado algo además es normal que busque un espacio para reflexionar después de todo son tiempos difíciles.

- Espero que tengas razón – dijo este no muy convencido – ya es hora, pronto comenzará la ceremonia de bienvenida – anunció.

El licantropodo asintió en silencio pese a tener dudas a la desconfianza del director de Hogwarts, tal vez vio algo que el auror no se dio cuenta o simplemente dudaba de las razones del "niño que vivió" para quedarse con sus tíos. Sin más, emprendió camino junto a Albus al gran comedor donde ya una gran cantidad de alumnos esperaba la llegada de los alumnos de primer año. Se sentó en un extremo de la inmensa mesa de profesores, a unos puestos de distancia de su compañero que al divisarlo le hizo un gesto amistoso que él correspondió.

Observó la mesa de su ex casa donde Harry ya se encontraba sentado junto a sus amigos charlando tranquilamente; a pesar de no compartir por completo la opinión del profesor Dumbledore, si consideraba que el pelinegro les ocultaba algo. Suspiro cansado, ya mañana tendría tiempo para averiguar un poco más.

Si tan solo supiera que a partir de mañana todo sería diferente.

- Ya no doy más – exclamo Ron una vez terminada la cena y ahora se encontrará junto a los demás en su sala común.

- Será porque no dejaste nada en la mesa – bromeó Harry sentándose en el sofá – que apetito amigo – palmoteando su hombro – aunque yo también me siento cansado.

- Debió ser el viaje – argumentó su amiga parada frente de ambos con un aspecto cansino – ya es tarde, me voy a dormir – anunció despidiéndose de su novio con un leve beso en los labios y de su amigo con cercano beso en la comisura de los labios; se observaron unos segundos para luego romper la conexión, permitiéndole a la castaña subir por las escaleras.

Un incomodo silencio surgió de ambos amigos que a pesar de estar rodeados por más alumnos de Gryffindor, a su alrededor pareció crearse una barrera externa entre ellos y los demás, tanto así que podrían jurar que escuchaban la respiración del otro. A pesar de eso y como muy pocas veces Ron se atrevió a romper con ese silencio que calaba en sus oídos.

- ¿En qué piensas? – preguntó el pelirrojo causando sorpresa en el moreno – te he notado muy pensativo durante el día y comienzo a sospechar que no es por Voldemort precisamente.

- En parte, lo es – respondió clavando su mirada en algún punto del suelo – pero también hay otras cosas las que me preocupan.

- Mi hermana – afirmó este sosteniendo su mirada en su amigo – te envió cientos de cartas este verano y no fuiste capaz de responder ni una sola – le reprocho - ¿Acaso ese es tú motivo para no ir a mi casa?

- No entiendes, es más profundo que eso – le miró sin llegar a exaltarse – tengo cosas que hablar con Ginny pero no quiero hacerlo a través de una carta – explicó – están y van a pasar muchas cosas, y debo reflexionar cada una de ellas.

- ¿De qué hablas? – inquirió Ron intrigado. Su amigo le ocultaba algo y eso le colocaba nervioso

- No puedo decírtelo – negó en un suspiro ahogado; sino quería confesar la verdad, debía salir allí, ahora – voy a caminar, no tengo sueño – anunció pero antes de que se incorporara del sillón, Ron le tomo de la muñeca y dijo.

- Si ya no quieres a mi hermana – comenzó – habla con ella y no sigas creándole falsas ilusiones.

Solo asintió.

Sin nada más que decir salió de la sala común con rumbo desconocido, necesitaba pensar en las próximas decisiones que tomaría y que pese a no quererlo, dañaría a más de una persona. Desplegó el mapa del merodeador para asegurarse que el odioso celador no lo descubra por los pasillos, observó que se encontraba muy alejado de él para descubrirlo, por lo que emprendió camino hacia la oficina de Remus; ya no soportaba más, necesitaba desahogarse con alguien de confianza. Con rapidez de desplazo por los pasillos que hasta esas alturas de la noche se encontraban desiertos.

En cuanto llegó frente a la puerta la golpeó con los nudillos un tanto apresurado, no tenía la capa de su padre producto de la abrupta salida de la sala común y pese a tener el mapa consigo, se sentía desprotegido.

- ¿Harry? – nombró extrañado el actual profesor de defensa - ¿Qué haces aquí?

- Necesito hablar contigo – dijo - ¿Estás ocupado?

- No, para nada – negó el castaño – adelante pasa – dejándole entrar a la oficina y cerrar la puerta tras de si – siéntate – ofreció, observando como el moreno dejaba en blanco el mapa y lo depositaba sobre el escritorio - ¿Dé que quieres hablar? – comenzó apoyándose en el escritorio – es sobre Voldemort.

- No – contesto el muchacho con cierta ironía en su voz, como queriendo que ese si fuera el motivo de sus preocupaciones – es un poco más personal que eso – comentó – y más problemático

- Comprendo – murmuro Remus – debo suponer que es el motivo por el cual no fuiste a la madriguera este verano ¿Cierto? – argumentó observando como Harry asentía en silencio – problemas con algún Weasleys – se aventuró nuevamente – Ginny.

- Sí, ella – murmuró – es una situación difícil

- ¿Difícil? – le miró el castaño – según tengo entendido, ustedes tuvieron una relación – afirmo pero Harry lo negó – ya no.

- En realidad, nunca fue nada formal – explicó – decidí que lo mejor era distanciarnos por un tiempo hasta que todo estuviera más tranquilo pero ahora no sé que hacer, no quiero seguir alimentando esa ilusión que jamás llegara a concretarse.

- Ya veo – murmuró pensativo – algo cambio, no es así – aserto

- Sí – aceptó sonriendo – han sucedido muchas cosas y me di cuanta que lo que llegué a sentir por ella no era más que hermandad – confesó cerrando los ojos con cansancio – amo a otra persona.

- Escúchame – susurró Remus – creo que si realmente no quieres alimentar las ilusiones de Ginny, debes hablar con ella porque sino su dolor será peor – le aconsejó – y con respecto a… - se interrumpió al escuchar el picoteo de una lechuza en la ventanilla.

Rodeo el escritorio para abrirle a la lechuza, más específicamente Hedwing, quien se ubico con elegancia frente al moreno quien al reconocer que esta llevaba una pequeña carta su expresión cambio de confusión a preocupación y para cuando desato y leyó la nota una sonrisa ilumino su rostro a más no poder, algo que por supuesto llamo profundamente la atención del licantropodo, que observó como Harry se levantaba torpemente de su silla.

- ¿Sucedió algo? – preguntó Remus ante la acción de Harry

- Sí, o sea, no – rectifico el moreno con esa sonrisa un tanto extraña – es solo que recordé algo y tengo que irme – explicó dirigiéndose hacia la puerta – y no te preocupes, resolveré mis problemas muy pronto, buenas noches – se despidió mientras avanzaba hacia atrás hasta chocar con la puerta – lo siento – rió girando la perilla de la puerta para después salir por ella.

- ¿Harry? – se dijo Remus extrañado por el comportamiento tan extraño del muchacho; hace menos de un minuto se encontraba acongojado por no hallar soluciones y ahora, de un momento a otro, era el hombre más feliz mundo por una nota que no sabía ni su contenido y mucho menos su remitente; observó a Hedwing con la esperanza de algún indicio pero nada, solo se limito a ulular para emprender vuelo nuevamente, acto que hizo que unas cuantas hojas y pergaminos cayeran al suelo, entre ellos, un viejo pergamino que el hombre lobo bien conocía.

&

Corría por las escaleras hacia la sala común de Gryffindor como si su vida dependiera de ello y hasta cierto punto así lo era. Desde que leyó esa nota que su corazón comenzó a latir con fuerza, poco importaba ya, ponerse o no en evidencia, solo quería llegar cuando antes a su sala común. Quien diría que dos simples palabras daría inicio a una serie de sensaciones que eran las responsables de que siguiera corriendo, esas palabras que dentro de poco cobrarían sentido, un cálido sentido; "Es hora". Vagas palabras para aquel pobre ignorante que no comprende una simple mirada y por ende las palabras.

No supo cuanto tiempo transcurrió pero rogaba porque hubiera sido menos de cinco minutos, jamás llegaría a perdonarse que le pasará algo a Hermione o su bebé. Dio la contraseña y entro a la sala común con el alma en un hilo, no sabiendo muy bien con la imagen con la cual se iba a encontrar, para su confusión: ella no estaba; se desespero pensando una infinidad de cosas que pudieron pasarle desde un secuestro hasta que algún alumno la hubiese llevado a la enfermería. De pronto y casi de forma instintiva corrió hasta las habitaciones femeninas burlando el sistema anti-chicos de las escaleras.

- ¡Hermione! – exclamó el moreno tan solo abrir la puerta, no importando que alguna alumna lo escuchará. Observó la habitación encontrándose con la castaña sentada en la orilla de la cama con un gesto de dolor impreso en su rostro mientras se agarraba su abultado vientre, ese que astutamente habían ocultado ante los Weasleys, los Granger, la orden y todo el mundo mágico – tranquila, ya estoy aquí – susurró en cuanto llegó a su lado - ¿Y tus compañeras? – preguntó agitado por la carrera

- D-Dormidas – aclaró ella a duras penas mientras se apoyaba en Harry, acto que dolía mucho – sabía que llegarías así y silencie sus camas… no puedo más, me duele – soltando un gemido.

- Entonces, transportémonos – menciono sacando de su bolsillo una pluma para luego hechizarla.

- No podemos – negó ella – sabes que es imposible…

- No hay tiempo – susurró siguiendo con los movimientos de su varita – además he estado investigando y creo saber como romper con la barrera.

- Nos descubrirán – murmuro con nuevo gesto de dolor

- Tome mis precauciones – le sonríe tranquilizándola un poco – y si nos descubrieran no me importa… solo me importan ustedes – confesó abrazándola por los hombros para disponerse a marchar – no importa lo que pase, te amo.

- Yo también te amo – susurró Hermione sujetando la pluma que era usada como trasladador y antes de desaparecer, beso a aquel hombre a quien en verdad pertenecía mucho antes de tan siquiera saberlo, siempre fue y seguirá siendo así, más aún cuando esa venda que cubría los ojos de ambos por fin había caído al suelo.

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Mantuvo los ojos cerrados dejando que la suave brisa de la noche se agolpará en su rostro haciéndole sentir vivo, una sensación que hace poco había descubierto y que disfrutaba cada vez que podía. Suspiró, pese a comenzar de nuevo no podía borrar las dolorosas huellas del pasado que eran parte su alma; empuño su mano en el afeitar de la ventana jurándose a si mismo que nadie más pasaría por su desgracia, ese fue el principal motivo por el cual acepto ese trabajo pese a no conocer bien ese mundo pero las promesas que cumplen, más aún cuando son contigo mismo. Cerró la ventana de su nueva oficina para disponerse a dormir, había sido un día lleno de emociones nuevas y se sentía exhausto, tomo unos cuantos documentos que leería antes de dormir y ya comenzaba a acercarse hacia la puerta cuando unos fuertes golpes se escucharon, alguien estaba realmente desesperado.

- ¿Remus? – dijo extrañado de ver al auror a esas altas horas de noche y más aún cuando parecía que había corrido miles de kilómetros - ¿Qué te sucede?

- Debemos… ir con el profesor…. – habló este agitado – Eric, no hay tiempo!

En un abrir y cerrar de ojos el auror era arrastrado por su compañero hacia la oficina del profesor Dumbledore. No dijo nada… al parecer la noche para Eric Miller a penas si comenzaba.

&

Extraño sentimiento.

Uno que solo un hombre que está próximo a ser padre puede conocer con todo su ser; algo cálido que estuvo alojado por nueve meses y que ahora se esparcía por todo su cuerpo causándole tranquilidad, una que pese a todo pronostico bélico, él siente y se deja llevar por el. Sonríe al verse reflejado en el ventanal cerrado por dos persianas donde por fin podrá ver al fruto del amor oculto pero sincero, ese pedacito suyo de la mujer que ama, contaba los segundos por tenerla entre sus brazos y cuidar de ella como el mayor de los tesoros aunque en realidad debía cuidar a dos tesoros, sus tesoros.

Estaba a punto de volverse a sentar en una de las sillas cuando escucha; un alarido… un llanto tan fuerte y lleno de vida que solo le hizo confirmar su secreta promesa. Se acercó al vidrio aún cerrado por las persianas tratando de ver algo. Realmente la imagen era graciosa ya que prácticamente se encontraba pegado al vidrio eso sumado a que se encontraba tan concentrado que al momento de abrir las persianas no pudo evitar pegar un brinco.

Sencillamente hermosa.

Toda su atención estaba centrada en aquella criaturita que seguía llorando como si su vida dependiera de ello, y que a pesar de no tener mucho se podía divisar algunos rebeldes rizos castaños heredados de su madre, sus pequeños ojos no podía observarlos producto de las lágrimas tanto de ella como de él de la sola emoción, su corazón estaba a punto de explotar de tanta felicidad. Observó como la enfermera le indica que podía hacer ingreso a la sala, lógicamente no se hizo de rogar, se acomodo el vestuario que debía llevar si quería ingresar. Solo era cuestión de girar la perilla para encontrarse con las que eran su razón de vivir.

Un estruendo.

Tan rápido y certero que el muchacho no alcanzó a reaccionar y para cuando se dio cuenta ya se encontraba en el suelo con un fuerte dolor en la cabeza; un hechizo que lo aturdió al punto de nublar su visión pese a aún posee sus gafas, solo oía a lo lejos como los gritos de los funcionarios se multiplican por todo el hospital, temió lo peor… mortifagos. Su corazón comenzó a latir con terror y a sudar frío, trato de incorporarse pero era inútil, lo habían inmovilizado. No lo querían a él. Su hija.

A pesar de todo el alboroto podía oír perfectamente el llanto asustado de su hija recién nacida, escuchó los gritos desesperados de Hermione y los enfermeros que no sabían que ocurría hasta que de pronto… silencio. Sin antes a verse percatado un sujeto estaba frente suyo observándole con detenimiento, quiso gritarle, maldecirle y porque no matarlo, sin duda alguna era su atacante y cabecilla de todo eso pero tuvo que silenciarse ante la acción del sujeto. Desde su túnica saco su varita y apuntó sin titubear al moreno quien sostenía la respiración ante el próximo movimiento de su atacante.

¿Torturarlo? O ¿Matarlo? Era la interrogante del muchacho.

Para su desgracia este pensaba en otro hechizo; más dañino, letal, despiadado y cruel no acabarían con el cuerpo sino con la mente, los recuerdos… aquellos que para cualquier humano son vitales es donde se encuentra nuestro pasado y nuestro futuro, nuestra esencia. Él lo presintió, supo lo que sucedería en tan solo unos segundos pero aún así no tuvo miedo y a pesar de no divisar su rostro lo desafió no importando las consecuencias, porque sabía que a pesar que a la mañana siguiente no recordaría a su hija en su corazón siempre estaría ese recuerdo imborrable, ese primer recuerdo de cuando la vio por primera vez y no solo eso, sino también, todas aquellas sensaciones que experimento cuando supo que sería padre. Sonrió insolente. Dándole a entender que la única forma de olvidar todos esos momentos felices sería matarlo o mejor aún, el no haber nacido nunca.

Escuchó murmurar la palabra que acabaría con sus recuerdos y segundos antes de que el hechizo golpeará su cuerpo se hizo la fiera promesa de no olvidarla. Promesa que sin saberlo Hermione también se hacía antes de ser desmemorizada.

Porque un padre o una madre nunca olvidará a su hijo o hija.

Podrán arrancar sus recuerdos.

Pero nunca la arrancaran de sus corazones.

Continuará….

Espero que hallan llegado hasta acá y que lo hayan disfrutando.

Como dije anteriormente la trama de esta historia es un tanto ligera, no así, las emociones que quiero dejar y exponer… si hay alguna cosilla que no se entendió muy bien, de verdad lo siento, hace bastante que no escribo en tercera persona pero quería volver a experimentar para cambiar un poco para variar.

Si tienen alguna sugerencia comentario u otro me gustaría que lo expresen, así como temáticas hay opiniones distintas marcadas por experiencias de vida. Además debo confesar que la última parte me costo terminarla ya que tuve que usar un poco más de imaginación en cuanto a los sentimientos expresados por Harry al estar en el hospital y hasta cierto tuve que visualizar a mi papá esperando en esa salita jejeje.

Bueno ya nada más que decir, solo espero que sigan esta nueva historia y que dejen sus comentarios o sugerencias. (por cierto actualizaré en relación a los review, no es una medida de presión pero esta historia es más significativa que todas mi locas ideas juntas)

Cuídense mucho…

Y gracias a todos quienes dejaron review en mi anterior historia "TRAICION" MUCHAS GRACIAS!!!!

Saludos.