De modo que tanto el cielo como el infierno habían llegado a un Acuerdo. Al menos en parte. El acuerdo era tremendamente simple. Azirafel y Crowly no debían, bajo ninguna circunstancia, volver a encontrarse. Ni siquiera para despedirse. Así que saltándose todo el papeleo (algo a lo que tanto Unos como Otros eran muy reticentes) Hubo un cambio de cuerpos, de nombre, de vida y de prácticamente todo. Todo con tal de que ninguno se enterase de los Nuevos Planes. Lógicamente ninguno de los dos lados iba a saber el paradero del emisario del otro bando, en realidad solo dos personas sabían dónde iban a ir a parar Crowley y Azirafel(0), era un secreto tan bien guardado como el paradero de Elvis Preasley(1)
Fue así que el-que-ya-no-era-Azirafel fue enviado a Afganistán en una misión de paz; no se puede decir que eso le hiciese tener más fe en su bando. Y el-que-ya-no-era-Crowley se quedó en Londres, porque abajo creían que el movimiento más inteligente era no hacer ningún movimiento. El demonio puso los ojos en blanco al enterarse y no le cupo duda de que eso significaba que habían ascendido a algún idiota. (2)
Lo bueno del nuevo cuerpo era que sus ojos eran fáciles de disimular con un color medio-gris, así que ya no llevaba gafas ni silbaba al ponerse nervioso. Lo malo del cambio fue que su adorado Bently tuvo que quedar atrás porque era muy reconocible (No tuvo problemas para hacer que todos los taxistas de Londres se parasen a una orden suya mientras los de Abajo no miraban, pero echaba de menos el Bently). Le asignaron un demonio de alto rango para que lo vigilara, por suerte era un viejo compañero con el que esperaba (erróneamente) no tener demasiados problemas. El tipo tenía cara de inglés, iba a todas partes con un ridículo paraguas y las malas lenguas decían que tenía bajo su pulgar al Gobierno Británico y casi todo el europeo (en realidad esas informaciones llevaban un siglo de desfase, ahora era más) En el fondo, muy en el fondo, No-Crowley le admiraba, y sólo por eso ya le odiaba.
Mientras tanto No-Azirafel hacía lo que podía para salvar vidas. Echaba de menos su tienda y aquellos libros. Allí la gente tenía tanto miedo… y no sabía leer, los únicos libros que había eran los de medicina, que ya estaban allí cuando llegó. El cerebro de su nuevo cuerpo aún tenía vestigios de recuerdos así que no tenía problemas para operar con el viento seco y la arena golpeándolos (y si era necesario no venía mal un milagro o dos) Pero todos los días llegaban cuerpos a su tienda, cuerpos sin vida por los que ya no podía hacer nada salvo la autopsia sin levantar sospechas, compañeros que habían caído y compañeros manchados de sangre ajena, sangre enemiga. Y ver sangre enemiga no era más fácil en absoluto. Pero No-Azirafel trataba de ser un buen médico.
No-Crowley trataba de ser un buen lo-que-sea porque no le habían mandado ninguna misión y se aburría. Mucho. Y hacer el mal no era tan divertido si no podía traer de cabeza a cierto ángel. Vagabundeaba por las calles viendo cómo las cámaras de vigilancia se volvían a su paso. Al final acabó por rendirse a la evidencia: necesitaba hacer algo o simplemente moriría de aburrimiento, sacar a Mycroft de sus casillas era un buen segundo plato. Fue No−Crowley quien le convenció para que empezara una Dieta™ (3)
Además dejó de fumar y empezó a luchar en peleas clandestinas. Por si fuera poco, desempolvó sus libros de química y creó unas cuantas drogas recreativas de diseño que fueron como una fiebre (aunque su elección predilecta siempre era la cocaína al 7%). Además, metió en la cárcel a un camello prepotente que se había atrevido a robarle a ÉL.
Aquel pequeño asunto no pasó desapercibido, en realidad hubo un alboroto tan sonado que tuvo que dejar su cómodo ático. Todo empezó cuando un tal Lestrade pasó a felicitarle y a agradecerle su "ayuda" para encarcelar al camello (que el demonio no sabía que había prestado) y se lo encontró tirado en el suelo por un experimento: estaba intentando ver hasta dónde aguantaba su cuerpo de demonio las dosis de su propia droga. Sin embargo Lestrade no se lo tomó bien, intentó reanimarlo e hizo llamar a una ambulancia.
En fin, humanos, o los odiabas, o los odiabas mucho.
(0)Y ni si quiera eran personas propiamente dichas.
(1)Aunque se decía que lo habían vuelto a contratar en un Lord King.
(2)Después se dio cuenta de que en realidad era un castigo, pero sólo se dio cuenta de ello cuando al volver a casa, o al pasear por St. James, notaba algo que no era añoranza de ninguna manera.
(3)Evolución de la ya multimillonaria Menús™
