Una Voz en la Oscuridad.

Era un día frío y gris, días como a él le gustaban. ¿O era ella a quien le gustaban los días así? Daba lo mismo. El paisaje estaba totalmente cubierto de nieve, dándole a todo un funesto color blanco… El color de la muerte…

"No sé quién dijo que el negro es el color de la muerte", pensó Yayoi Aoba al tiempo que sus ojos miraban el ataúd negro. "Más bien creo que es el blanco, el que todo lo quema con su frío poder… ".

Tadashi se había marchado, sin decir palabra, como era su costumbre, pero en esta ocasión lo haría para nunca volver… Y de pronto, mientras lloraba por su pérdida, una voz masculina, tan potente que resultaba asombrosamente hermosa, comenzó a entonar una canción, una que ella ya había escuchado en otra ocasión…

Y sin embargo, no era momento para pensar en la canción. Tadashi Aoba se había marchado. Y había sido por culpa de ella. Si Yayoi hubiese podido, habría evitado salir ese día. Tadashi le había pedido que no saliera porque tenía un mal presentimiento pero Yayoi no le hizo caso...

- No hago caso de presentimientos.- le dijo Yayoi.- Estaré bien, no te preocupes, no va a pasarme nada.

Yayoi no se sintió afectada por los presentimientos de su hermano pero él sí. Y, ahora que lo veía en retrospectiva, ella se dio cuenta de que si su hermano se había visto afectado fue porque el presentimiento era sobre él. Yayoi se sintió culpable por no haber hecho caso del aviso del destino, el que le decía que estaba a punto de perder a su hermano.

La joven no notaba a la gente que se encontraba a su alrededor en el entierro, para ella habían dejado de ser personas y se habían convertido sólo en manchas borrosas, como los recuerdos de esa noche... No muy lejos de ahí, alguien continuaba entonando su canción, esperando que pudiera tocar el corazón de la atribulada chica. Era Jun Misugi quien cantaba esa melodía que iba únicamente dirigida a Yayoi. Quizás era impropio que él la cantara en el funeral de su hermano pero Misugi mejor que nadie sabía que Yayoi necesitaba un apoyo en esos momentos en los que el mundo entero sólo pensaba en Tadashi…

¿Qué había ocurrido? Era lo que se preguntaban todos. Nadie sabía cómo había muerto Tadashi… Nadie, excepto Yayoi. Esa noche ella insistió en salir sola de noche, quizás por ingenuidad, quizás por desafío. Tadashi insistió en seguirla, impulsado por su presentimiento. Ninguno de los dos supo de dónde surgió la sombra de la muerte, simplemente Tadashi hizo lo que su deber de hermano le indicó y recibió en lugar de Yayoi la bala que tenía grabado el nombre de ella…

- No debiste hacerlo.- murmuró Yayoi, sosteniendo en brazos el cuerpo inerte de su hermano, uno de los seres más importantes de su vida.

- Quizás no.- musitó Tadashi.- Pero si no lo hubiera hecho estoy seguro de que tu novio se hubiese puesto muy triste…

- Deja de decir tonterías.- replicó Yayoi, tratando de contener las lágrimas.

- No llores, Ya-chan.- murmuró Tadashi, con su último aliento.- Sé una mujer fuerte, no seas una niña llorona…

El ataúd comenzó a descender y la canción de Misugi se hizo más fuerte. Yayoi vio cómo la caja de madera que contenía a su hermano lo alejaba para siempre de los que se quedaban en la Tierra. Ella tomó un puñado de tierra y lo dejó caer sobre el ataúd, fue entonces cuando el resto de los sonidos a su alrededor cobraron conciencia en su cerebro. Yayoi escuchó a su madre llorar, a la gente susurrar a su lado, al crujido que los zapatos hacían sobre la nieve…

Let me be the one you call

Jun esperaba que su canción llegara hasta ella. Yayoi había sido muy importante para él, casi desde el principio, solo que él no se había dado cuenta. Siempre había estado a su lado, dulce y cariñosa, apoyándolo en su larga enfermedad pero él no había sabido corresponder a esas atenciones. Fue el contacto cercano que tuvo Yayoi con la muerte lo que lo hizo reaccionar a él.

"¿Y fuese Yayoi la que estuviese ocupando ese ataúd?", se preguntaba Misugi una y otra vez… "¿Y si nunca más la hubiese vuelto a ver?".

Él no quería ni pensarlo...

Misugi nunca olvidaría la noche en que Yayoi llamó para decirle que su hermano había muerto. Jun acudió al hospital y la encontró a ella sentada en la sala de espera, tan ensangrentada que por un instante él creyó que estaba herida.

- Ya no pueden hacer nada.- le dijo Yayoi.- Sé que no pueden hacer más por él…

- Quizás aún quede una oportunidad.- murmuró Misugi.

- No hay nada más.- negó Yayoi, con la mirada perdida.- Tadashi está muerto. Ojalá le hubiese hecho caso... ¡Todo es mi culpa!

Jun la abrazó mientras la chica rompía a llorar. ¿Qué otra cosa hubiese podido hacer o decir cualquiera de los dos? Yayoi siempre había luchado contra el demonio de la timidez pero ahora tendría que enfrentar a otro peor y mucho más poderoso, el demonio de la culpa…

- No debes culparte por lo que sucedió.- murmuró Jun.- No se puede luchar en ocasiones contra el destino...

Él, por supuesto, hablaba con conocimiento de causa. Su enfermedad cardiaca lo mantenía apartado del deporte que tanto amaba y lo condenaba a sufrir una vida llena de padecimientos. Misugi intentaba luchar contra este terrible destino pero no siempre ganaba.

- ¿El destino?.- estalló Yayoi, furiosa.- ¡Estoy harta de que el destino dictamine lo que va a pasar con la gente que quiero!

- Sé muy bien cómo te sientes, créeme.- replicó Misugi, serio.- Por eso te digo que no te sirve de nada culparte, tu hermano no querría que lo hicieras.

- ¿Y ahora qué se supone que voy a hacer?.- musitó ella.- Tadashi se ha ido y me he quedado sola...

- Eso no es verdad.- la contradijo Misugi, con suavidad.- Aun me tienes a mí...

Comenzó a nevar. La gente comenzaba a marcharse. La señora Aoba le pidió a Yayoi que regresara con ella pero la joven no la escuchó. Ahora ya nada tendría sentido. Y sin embargo, más allá del dolor, una luz comenzaba a vislumbrarse muy al final...

When hopes and dreams are far away and you feel like you can't face the day…

Aun cuando sabía que ya todos se habían marchado, Jun no dejaba de cantar. Porque la persona que a él más le importaba en el mundo aún lo seguía escuchando.

"Estaré contigo, cuando lo necesites…"

"Déjame ser el que evite tu caída. Déjame ser el que repare tus alas rotas".

Misugi se acercó a la tumba de Tadashi, en donde Yayoi seguía parada, como hipnotizada, a un lado de la tierra recién cavada, la cual estaba siendo cubierta poco a poco por la nieve. Ella levantó la mirada y se topó con los ojos de Jun, el cual la miró con ternura. Ella no sabía de dónde había salido ese ángel pero estaba segura de que él estaba ahí sólo para ella.

- Tadashi se ha ido.- musitó Yayoi.- No volverá jamás.

- No, no lo hará.- aceptó Misugi.- Y es algo que debes aceptar, Yayoi...

- Lo he aceptado.- replicó Yayoi.- Pero eso no alivia la horrible sensación de pérdida.

Jun se acercó a Yayoi y la abrazó.

- Pero no estás sola.- murmuró él.- Yo estoy contigo...

Quizás era cierto, quizás en verdad ella no estaba sola. Quizás podría salir del agujero negro a donde la muerte de Tadashi la había arrojado… Quizás ese ángel en verdad estaba ahí para ella…

- No estás sola.- repitió Misugi, con suavidad.

Yayoi lo abrazó y enterró su cabeza en el hombro de él. Y ambos se quedaron parados junto a la tumba de Tadashi mientras la nieve caía suavemente sobre ellos...

Fin.

Notas:

- Yayoi Aoba y Jun Misugi son personajes creados por Yoichi Takahashi ©.

- Tadashi Aoba es un personaje creado por Lily de Wakabayashi. Hasta donde se sabe, Yayoi no tiene hermanos así que esto me lo he inventado yo por cuestiones de trama.

- Fic escrito en el año 2006 con otro personaje de Captain Tsubasa y un OC, reescrito en el 2018 nomás por gusto de la autora, o sea, yo. Me inspiré en la canción "Crash and Burn" de Savage Garden para hacer el original. Es la tercera vez que lo edito, espero que ésta sea la vencida.