DECLAIMER: Cualquier personaje que reconoscan, cualquier lugar, etc... No nos pertenecen, son de la ingeniosa J..
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La Profecía
Entre las grandes montañas que rodeaban las afueras de Gran Bretaña, había una pequeña y sombría casa que parecía deshabitada. El ambiente que había allí era bastante lúgubre. Parecía que esa casa estuviera plagada de espíritus o eso se veía a simple vista; pero era muy poco probable que alguien llegara a verla, ya que esa casa estaba muy bien ocultada con todo tipo de hechizos oscuros.
En el interior de la casa había solo un sucio y viejo escritorio y una silla igual de sucia detrás de él. Las paredes estaban cubiertas de musgo y bichos raros; pero al ser que estaba sentado en la silla detrás del escritorio, no parecía importarle nada el entorno en el que habitaba.
De pronto unos agitados pasos se escucharon fuera de la casa. La puerta se abrió repentinamente, mostrando a una cara que se veía totalmente emocionada y cansada a la vez, pero era poco lo que se podía distinguir en su mirada, ya que estaba cubierta de un pelo grasiento que cubría su cara. Estaba completamente mojado ya que la lluvia no cesaba. Era Severus Snape.
– ¡La oí! –exclamó Snape de forma triunfal, todavía plantado en la puerta.
– ¿Y qué se supone que oíste? –preguntó una voz demasiado fría y aguda sin demostrar sentimiento de curiosidad alguno. Snape no podía ver la expresión de Lord Voldemort en ese momento, pues él le estaba dando la espalda.
– ¡La profecía! ¡Oí la profecía, señor! –exclamó Snape esperando a que Voldemort le digiera algo, pero este parecía estar meditando muy bien las palabras que él dijo. Snape se apresuró en añadir: – Acabo de venir de allí, señor. Dumbledore... –Snape estaba tan emocionado, que no podía hablar bien.
– Veamos... ¿Dónde estabas cuándo la escuchaste? -preguntó fríamente, por fin mostrando su rostro con un asombroso parecido al de una serpiente.
– En... –Snape no paraba de jadear. – …en Cabeza de puerco... –Snape nervioso, especificó. - Uno de los locales de Hogsmeade.
– ¡Si sé, idiota! –lo cortó Voldemort exasperado. – Continúa... –pidió repitiendo su dejo sombrío.
– S-si, bueno..., seguí a Dumbledore hasta Cabeza de Puerco. Al parecer tenía una reunión con una tal Trelawney. –dijo Snape sin dejar su mirada preocupada. – Creo que es descendiente de la vidente Casandra Trelawney. –de nuevo esperó a que Voldemort hablara, pero al ver que este no daba muestras de habla, continuó. – Si me lo pregunta, me pareció un fracaso, no tenía ni pizca de inteligencia...
– ¿Qué pasó después? –lo cortó Voldemort enojado.
– Dumbledore se dispuso a salir de la habitación, pero de pronto paró, ya que Trelawney habló de una forma bastante extraña, como si no fuera ella. Y dijo: «El único con poder para derrotar al señor tenebroso se acerca... –Voldemort lo miró algo sorprendido e indignado. Snape tembló un poco, pero consiguió seguir con su expresión firme. – …Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual...» –recitó. – Al escuchar esto vine directo a usted –aseguró Snape.
– Bien... bien... –susurró Voldemort, saboreando cada una de las palabras que dijo Snape, luego se dirigió a él. – ¿Seguro que escuchaste todo? –preguntó suspicaz.
– S-si, señor. –aseguró Snape, sin saber que se había perdido la parte más importante de La Profecía.
– Entonces de lo único que tenemos que preocuparnos es del elegido. Hay que destruirlo...-dijo Voldemort sonriendo malévolamente.
Días después, Voldemort se encontraba con todos sus mortífagos reunidos en su lúgubre casa entre las montañas. Todos estaban bastante nerviosos y a la vez curiosos. Severus Snape miraba expectante a Voldemort, él mientras tanto tenía una expresión de lo más seria. Tras unos minutos de silencio, que parecieron horas, Voldemort rompió el silencio.
– Como verán, estos últimos días me he dedicado a estudiar muy bien a los refuerzos de Dumbledore, o sea La Orden Del Fénix. –Voldemort dijo el nombre con una voz fríamente burlona que hizo que los mortífagos rieran forzadamente. – Tenemos a un espía en la Orden que me ha entregado toda la información que necesitamos para saber quién vendría siendo el Elegido. –muchos soltaron suspiros de asombro, pero Voldemort los pasó por alto majestuosamente. – Se preguntarán, ¿quién es el Elegido? Pues yo ya lo tengo muy claro, amigos míos. –esbozó una horrenda sonrisa. – Tenemos dos chicos a elegir: El hijo de los Longbottom y el hijo de los Potter... –a Snape se le heló la sangre al escuchar a los Potter, ya que Lily era la madre de ese niño... El Elegido. - Esos condenados se han enfrentado tres veces conmigo, y por lo que mi fuente me ha dicho, sus hijos nacieron a fines de Julio o como a ustedes les parezca el séptimo mes. Todo esto nos lleva a los dos Elegidos.
– Pe-pero, señor... ¿A cuál de los dos va a elegir? –preguntó nervioso un hombre de largo pelo rubio, llamado Lucius Malfoy.
– Mi inocente Lucius, –dijo Voldemort como si estuviera explicándole a un niño pequeño, que uno más uno es igual dos. – es por eso que los he llamado. –dijo impaciente. Todos, pero TODOS los Mortífagos sonrieron orgullosos de si mismos, inflando su pecho. Pero Voldemort al notar sus caras, les cortó las alas enseguida. – Claro, que si fuera por mí jamás se me ocurriría escuchar la opinión de semejantes inútiles. –agregó ácidamente. Los demás Mortífagos soltaron suspiros de desilusión. – Mi informante me ha descrito a las dos familias. Pero quiero que alguien me diga si cometo un error al momento de escoger a mis Elegidos, ¿de acuerdo? –gruñó Voldemort juntando sus manos, al parecer no le agradaba nada el pedirles sus opiniones a los Mortífagos. – Por lo que se los Longbottom son de una familia de Sangre Pura....
– Señor… -interrumpió Lucius, nuevamente. Temblando de pies a cabeza.
– ¿Qué, Lucius? –preguntó Voldemort, soltando un prolongado suspiro.
– ¿Por qué nos pregunta esto? ¿No sería mejor matar dos pájaros de un tiro?
– Sucede, mi estimado Lucius, que tengo la esperanza de unir por la fuerza a la familia que quede. ¿Quién sabe? Podrían sernos útiles, ¿no? –soltó una carcajada de lo más espeluznante, que puso los pelos de punta a todos. – Entonces, los Longbottom…
– Señor. –saltó Snape, levantándose de su mugrosa silla. – Los Longbottom son fuertes, sabrá usted que Frank y Alice Longbottom son unos muy buenos Aurores y más si son Sangre Limpia, podrían trasmitir sus dotes a su único hijo. Por eso me parece que él es más peligroso, a él debería matarlo, señor... –sentenció Snape.
– ¡Silencio! –ordenó Voldemort molesto. – ¡No quiero que me interrumpan a menos que yo les de la palabra! –hizo una breve pausa. – Como les decía, el hijo de los Longbottom es de sangre pura... –Voldemort frunció el cenó. – Mientras que el hijo de los Potter es de sangre mestiza, ya que esta chica Lily Potter es una Sangre Sucia...
– ¡Señor, por eso digo que es al hijo de los Longbottom al que hay que matar! –se adelantó Snape. – ¡Si Lily es de sangre impura, es entonces su hijo el más débil...!
– ¡CÁLLATE SNAPE O EN VERDAD TE VOY A CASTIGAR! –le espetó Voldemort furioso. Si había algo que en realidad lo molestaba, era que no lo escucharan. – Lily es una sangre sucia... eso nos lleva a que los Potter serían la familia indicada... Al parecer Snape, –se dirigió a este. – no entendiste muy bien el significado de la profecía que TÚ me dijiste... «El Señor Tenebroso lo señalará como su igual». –dijo Voldemort soltando un suspiro. – Y como ustedes sabrán, yo también soy... Mestizo. –dijo a regañadientes, como si esa idea lo fuera a matar, con tan solo mencionarla.
Una mujer de parpados exageradamente largos soltó un gritito de resignación, luego se tapó la boca con las manos, como si hubiera cometido el peor error, pero se limito a levantar tímidamente una mano temblorosa.
– Puedes hablar Bellatrix... –dijo Voldemort, mirándola atentamente.
– ¡No tiene porque criticarse así, señor! ¡Hay otras maneras de opinar de esto! –gritó la bruja de parpados largos. – Vera... Yo estudie con los Potter en Hogwarts y le puedo asegurar que James Potter era un total engreído, jamás respetaba ni una norma, y bueno hay que admitir que esta dispuesto a hacer lo que sea por ayudar a la Orden, es muy valiente. Yo creó que si hay alguien de quien preocuparse es de su hijo. Aún que no creo que deba escoger al chico por ser mestizo. Él jamás llegaría a su nivel, señor Tenebroso. –aseguró Bellatrix Lestrange.
– Es cierto. -Lucius Malfoy también levantó la mano. – Yo también me preocuparía más de ellos. No tendrán un título como Aurores, pero son unos magos sumamente poderosos. –replicó Lucius con una mueca de asco en su cara.
– Cierto, esa Lily Evans es muy diestra con la varita, a pesar de ser una Sangre Sucia. –dijo desdeñosamente Antonin Dolohov, un hombre de cara larga y contrahecha, quien también levanto una mano.
– ¡Yo creo que hay que matar al hijo de los Potter! –exclamó Augustus Rookwood, que daba información confidencial del Ministerio de la Magia.
Hubo un murmullo de aprobación entre todos los mortífagos. Voldemort lo corto con tan solo decir:
– Bien, entonces creo que todos estamos de acuerdo en que él hijo de los Potter es el Elegido ¿No es cierto? Él es mi igual... Aún que cueste aceptarlo. –agregó enojado, viendo que Bellatrix iba a replicar nuevamente.- Ya tenemos al Elegido... -sentenció Voldemort cortante. - Planearemos el ataque...
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Al terminar la reunión de la Orden del Fénix, toda la gente empezó a salir de un lindo y acogedor living. Estaba compuesto con unos sillones de colores rojizos, una mesita de fondo y una chimenea con fuego crepitando. En las paredes había diversas fotos de un joven de pelo negro y revuelto, junto con una mujer de pelo largo y rojo, de unos intensos ojos verdes. Y otras fotos en las que estaban ellos con un bebé de pelo negro como su padre y ojos verdes como su madre.
La verdad es que era una casa realmente hermosa y acogedora, ubicada en un gentil pueblito llamado Valle de Godric. En esa casa vivían James y Lily Potter, eran un joven matrimonio que había dado a luz a un bebé, llamado Harry. La reunión de la Orden, se realizo ahí esta vez, ya que siempre se cambiaba el lugar para que fuera más difícil saber donde se ubicaba. Cuando ya casi todos estaban fuera de la casa, James y Lily jugaban con su hijo en la sala de estar.
– Mira que lindo es, Harry... –comentó James, haciéndole caras chistosas al bebé mientras que él reía. Lily los estaba viendo con ternura hasta que notó las caras raras que ponía su marido.
– ¡Oh, James! -rió Lily al igual que su hijo. – Eres un tonto ¿sabías? –dijo pegándole en el hombro cariñosamente.
– Pero tu te casaste, conmigo, ¿no?... –dijo James cariñosamente dándole un beso en la mejilla a Lily y a Harry. – ¿Qué crees que haría nuestro Harry, si supiera que su mamá se ríe de su papá?
– Le mandaría flores a Lily, eso es seguro. –intervino un hombre apuesto, de pelo negro y corto, sentándose junto a ellos. Lily soltó una carcajada.
– Que simpático, Canuto. –se defendió James fastidiado.
– Fue el mejor chiste que has dicho en la semana. –dijo Lily divertida. Le encantaba ver como Sirius molestaba a James, de lo contrarío, ellos la molestaban hasta que Lily regañaba a James o hasta que Remus, otro amigo de ellos, intervenía.
– Lily, no he dicho ningún chiste en toda la semana… -le recordó Sirius mirándola como si fuera un bicho raro al igual que James.
– Exacto.
– James, Lily ¿puedo hablar con ustedes un momento? –preguntó un anciano de pelo largo y blanco, con gafas de media luna y una nariz torcida.
– Si claro, Dumbledore. –aceptó James algo extrañado, parándose del suelo.
– No te lo tomes a mal Sirius. –dijo Dumbledore con una amigable sonrisa.
– No hay cuidado, Dumbledore. –replicó Sirius imitando a James.
– ¿Sirius acostarías a Harry por nosotros, por favor? –pidió Lily parándose como los demás, entregándole su bebé a Sirius, quién empezó a hacerle muecas a Harry al igual que James. Salió de la sala y subió las escaleras. – Tome asiento Dumbledore. –lo invitó, sentándose junto a James. Ambos se miraron de soslayo, por que rara vez Dumbledore se iba tarde de una reunión, ósea que tenía que ser importante.
– Miren... –Dumbledore se veía nervioso y esto asustaba un poco a James y Lily. – Lamento mucho darles tan mala noticia ahora que están tan felices junto con Harry. –Dumbledore tragó saliva. – Seré breve... Voldemort está tras ustedes... –Lily y James se quedaron mirándolo fijamente. Se quedaron unos segundos en silencio, hasta que James habló:
– ¿Q-qué? –preguntó James. No lo podía creer, estaba totalmente estupefacto. ¿Qué habrían hecho para que Voldemort estuviera justo tras de ellos? Miró a Lily, pero ella estaba sin habla y lagrimas ya caían por sus mejillas. Él se apresuró en abrazarla.
– Que está tras ustedes y Harry. –repitió Dumbledore, aparentando estar tranquilo, pero se notaba un dejo de miedo en su voz. – Pero que no cunda tanto el pánico. He tomado todas las medidas posibles para protegerlos.
– ¿En serio? –preguntó James, algo esperanzado, pero luego una oleada de pesimismo lo cubrió de nuevo. – No creo que pueda protegernos por siempre Dumbledore.
– Yo tampoco, a decir verdad. –respondió Dumbledore. – Mañana vendré a visitarlos de nuevo, pero les voy a pedir un favor, también quiero que estén presentes Sirius, Remus y Peter, no quiero que les digan nada hasta nuestro encuentro ¿entendido? –Dumbledore los miraba ahora con profunda angustia.
– S-si... Por supuesto... –dijo James nervioso. Lily no paraba de sollozar mientras abrazaba cada vez más fuerte a James. Pronto la cara de él volvió al pánico. – Pe-Pero, Dumbledore, ¿qué pasa si Voldemort nos ataca esta noche? –Lily sollozó mucho más fuerte.
– No lo hará. Confíen en mí. Estoy seguro de que no lo hará esta noche. –confirmó Dumbledore, con una sonrisa tranquilizadora.
– ¿Qué sucede aquí? –preguntó Sirius, plantado en la puerta de la sala, los miraba sumamente preocupado, pues James abrazaba a Lily fuertemente y ella lloraba desconsoladamente.
– Na-nada, Sirius. N-no... P-pas-sa na-nada. –tartamudeó Lily con un hilo de voz, hablando por primera vez en toda la conversación, se secó enseguida las lagrimas con la manga de su túnica y se paro del sillón.
– ¿Cómo qué nada? ¡Mírate, estás llorando! –dijo Sirius algo enojado.
– Cuando digo nada es nada Sirius. –dijo Lily firmemente, retomando sus días como prefecta. Ella misma se sorprendió de que lograra decir una frase sin temblar y sollozar. Luego le dirigió una significativa mirada a James, al ver que Sirius iba a replicar.
– Eh...Canuto, ¿no te gustaría dormir aquí esta noche?... Mañana haremos un almuerzo con los demás Merodeadores. –dijo James tranquilamente, parándose junto a Lily.
– Bueno... –gruñó Sirius molesto.
– Bien, entonces nos vemos. Hasta pronto. –se despidió Dumbledore yendo hacia la chimenea.
Tomó un poco de polvos flú, que estaba en un tarro al lado de la chimenea, se metió en ella y luego murmuró unas palabras in entendibles soltando el polvo y desapareció.
James se volvió a sentar, sosteniendo su cabeza entre sus manos, con la vista fija en el interesante suelo. Sirius lo miraba entre expectante y enojado. Pero luego de mirarlo unos segundos, se dio cuenta, de que no era el momento de interrogar a James y Lily, pese a que se moría de intriga.
Lo único que se escuchaba en esa habitación eran los nuevos y reprimidos sollozos de Lily, y los continuos golpes que James se daba en la frente con sus manos. Sirius notó la tensión en el ambiente y se apresuró en sugerir:
– ¿Qué tal si... si nos vamos a dormir? –preguntó Sirius captando las confusas miradas de James y Lily.
– ¿Ah? ¿Qué?... Eh, si... Hay que ir a dormir... –dijo James, saliendo de su trance. – Sirius tu puedes dormir en...
– No es necesario que me lo digas. ¡Prácticamente me la paso aquí! –dijo Sirius con una leve sonrisa. James soltó una risita nerviosa y Lily esbozo algo parecido a una sonrisa.
– Buenas noches... –dijo Lily con un hilo de voz. – Que duermas bien Sirius. Le dio un beso en la mejilla a este y un beso en los labios a James.
Se fue al pasillo de las escaleras y las subió. Allí arriba había un pequeño pasillo que daba a cuatro habitaciones. En un lado estaba el baño y el cuarto de visitas o cuarto de Sirius (Como lo llamaban habitualmente.), mientras que al otro lado estaba el dormitorio de James y Lily, y lo seguía el de Harry.
Lily se fue acercando lentamente al cuarto de su bebé. Abrió la puerta cuidadosamente para que Harry no despertara, pero aún así hizo algo de ruido ya que sus manos temblaban incontrolablemente. Al acercarse a la cuna de Harry, para su suerte el no lloró y solo la miraba con sus ojitos verdes iguales a los de ella. El bebé se estaba divirtiendo de lo lindo jugando con su peluche de Quaffle. Lily sonrió, pero eso no ayudo a que sus abundantes lágrimas cesarán. El solo hecho de que Harry estuviera feliz, hacía que ella llorara más fuerte; por que quizás el solo hecho de que su mamá estuviera junto a él, los tranquilizaba a ambos.
Tomó a Harry con cuidado y se sentó en un pequeño sofá celeste, que estaba junto a su cuna. La habitación de Harry era bastante linda, había peluches de todos los colores en cada rincón de la habitación (Algunos eran regalos de los miembros de la Orden). Las paredes eran blancas y en ellas habían fotos de Harry con sus padres o con su padrino, también estaban pegados en la pared unos "dibujos" de Harry que eran nada más que trazos y garabatos, pero si los hacía Harry ya eran especiales y merecían un lugar en su dormitorio, ya que James y Sirius decían que juntos se reirían de lo mal que dibujaba, cuando Harry fuera mayor. Pero a Lily le parecía una gran perdida de tiempo, por que apenas su hijo creciera, no dudaría en sacarlos. Cerca de la cuna de Harry había un estante, donde estaban los pañales y cosas necesarias de Harry.
Harry ya se estaba quedando dormido en los brazos de Lily. Al parecer Sirius no había hecho un buen trabajo. Aún que eso ya no le importaba nada en absoluto, el placer de estar junto con su bebé la hacía inmensamente feliz. No podía creer que estuviera pasando esto. Cuando el Profesor Dumbledore les explicó que Voldemort estaba tras ellos, en lo primero en que pensó fue en Harry. Estaba conciente que él pertenecer a la Orden, era ya un riesgo, pero el enterarse de que justo era a ellos, quien quería matar Voldemort, ya estaba sobre todos los peligros. Si ella y James faltaban ¿Quién se quedaría con Harry? ¿Quién cuidaría de él? Si, bueno, Sirius estaría sin duda con Harry. Pero le costaba el pensar en dejar a su hijo. Todo lo que se perdería de su hijo... Su infancia, su adolescencia, su adultez... Y eso que con James soñaban con ir a dejar a Harry por primera vez al expreso de Hogwarts. ¡¿Y si Voldemort también mataba a Harry?! No...No eso jamás lo podría soportar... Harry era, es y será siempre su todo...
– Lily... Oh, no... Lily... –dijo James que había entrado al cuarto de Harry, después de buscarla por todos lados. Se acercó a Lily y a Harry y los abrazó fuertemente.
– Lo sient-to... Es-s que n-no p-pued-do dejar-rlo... –sollozó Lily.
– ¡Pero Lily de que estas hablando! ¡Nosotros jamás dejaríamos a Harry! –replicó James posando sus manos a ambos lados de la cara de Lily. - Y si llegáramos a morir... –Lily soltó un gritito ahogado. – Y si llegamos a morir... –repitió. - A Harry no le pasará nada... Porque Dumbledore cuidara de él...
– Pe-pero s-si Dumbledore muere también...
– ¡Por Merlín, Lily! ¡Dumbledore es Dumbledore, es imposible que pasara! Mira lo que estas pensando, Lily... –James esbozó una sonrisa al igual que Lily. –
¿Estas mejor?...
– Si, un poco... –dijo Lily secando sus lágrimas, con la mano que tenía acariciando a Harry. Luego como si volviese en sí, frunció el entrecejo. – ¡James, mira que hora es! ¡Nosotros aquí hablando!...
– Lily... –trató de decir, rodando los ojos. – Vas a despertar a Harry.
– Ah, si, cierto, cierto. –dijo Lily en voz baja. Era increíble que Harry no se hubiera despertado con los gritos de su madre.
Ella mientras tanto, se levantó con cuidado del sofá, y acurrucó a Harry en su cama. Se quedo mirándolo por unos momentos, James se le unió, después de un rato él dijo sin pensarlo:
– Eres tan gruñona... –y en su cara se formo una mueca divertida.
– ¡James! ¡Si, bueno, quizás sea gruñona, pero lo soy con razón! –vociferó enojada, encaminadote hasta la puerta junto con su esposo. – ¡Le dije a Sirius que acostara a Harry! ¿Y sabes qué es lo que encontré?... –James cerró la puerta del cuarto de Harry, mirando con una sonrisa a su único hijo. – ¡Encontré a Harry jugando de lo lindo! ¡Enserio, James, tú y Sirius me exasperan!
Pero aún así los gritos de Lily se escuchaban desde el pasillo.
Notas de Autoras:
Ok, sabemos que habíamos catalogado este fic como en parte comedia, ¿Pero qué? ¿Acaso querían que hicieramos que se rieran cuando supieran que iban a ser acesinados? Jaja.
Además, es como algo fome el principio, pero el próximo capítulo, no sabemos... al menos nosotras lo encontramos divertido.
La cuestión es: muchas gracias si leyeron nuestro primer capítulo y que tengan paciencia porque hay partes no muy divertidas, pero importantes según nuestro criterio.
Como ya les habíamos mencionado, este fic tratará sobre como hubiera sido la vida de Harry al estar con sus padres, por lo que decidimos partir del comienzo y con el transcurso de la historia ir viendo los cambios.
Ahora a lo que venimos:
¡POR FAVOR DEJEN REVIEWS! ¡SE LO SUPLICAMOS! Jajaja.
Nunca tan arrastradas... Jaja.
Los esperamos con ansias y si... vamos a devolver los reviews :)
De nuevo, muchas gracias por leernos y nos vemos, bueno... nos leemos en el próximo capítulo!
Con cariño,
Coni y Magda :)
