Harry Potter y todos sus personajes no me pertenecen. Son obra de Jk Rowling.
Pov Hermione
Hacía un mes que me había mudado y empezaba a acostumbrarme a este sitio pero se veía tan diferente de España… Estuve meses soñando con la beca para trabajar como profesora de español en y, sin embargo, una vez llegué aquí pasé todas mis horas libres llorando. Realmente echaba de menos a mi familia, pero necesitaba hacer esto para demostrarme que podía vivir feliz, que podía olvidarme de todo lo que había tenido que pasar por culpa de Ronald y, sobre todo, que podía seguir adelante.
Los primeros días de clase me encontraba bastante perdida, no siempre daba clases en la misma aula, por lo que los alumnos a menudo me veían correr de un lado a otro del campus buscando la condenada clase. Pero gracias a mis compañeros pude habituarme a la rutina, tan desigual si la comparábamos con mi país, pero que escondía detalles mágicos en cada forma de enseñanza.
Solo había una persona que conseguía enojarme todos los días, Draco Malfoy. Draco era uno de los alumnos de último curso. Era un muchacho alto, delgado y con el pelo más rubio que jamás había visto. Tenía también los ojos claros y carita de niño bueno, lo que traía a todas las alumnas (y a algunos alumnos) en un estado de nervios constante ante su presencia.
Pero a mí no me engañaba, solo era un niño mimado que sabía las influencias que tenía su padre en el instituto y se jactaba de ello. Me recordaba a aquellos niños que me acosaban cuando era una adolescente, solo por mi apariencia física y por ello secretamente le tenía aversión. No es que él ayudara a que me cayera bien, todo lo contrario. Se pasaba las horas en clase sin hacer nada, cuando le preguntaba si había traído los ejercicios me respondía con una sonrisa torcida y siempre intentaba ponerme al límite.
Después de un mes mi paciencia estaba desapareciendo. Veía como sus compañeros y compañeras lo miraban con asombro cada vez que me contestaba rudamente, incluso alguno le dirigía palabras no muy cariñosas por su trato hacía mí. Había conseguido simpatizar con todos mi alumnado, menos con él.
Dos meses después de mi llegada, mi vida se había habituado completamente al ritmo de la ciudad. Pronto comencé a salir con mis compañeros, quienes estaban encantados de enseñarme los mejores bares y restaurantes de todo Nueva Jersey. Convertí en costumbre alisarme el pelo, ya que no quería que vieran mi maraña de rizos natural y las chicas me enseñaron a vestir mejor de como vine. Ya no usaba solo vaqueros y jerséis, ahora también se encontraba en mi vestuario cotidiano faldas, vestidos y zapatos con un poco de tacón. Realmente me sentía una nueva persona, y gracias a ello conseguía mejorar mis clases transmitiendo mi buen humor a mis alumnos.
- Buenos días, chicos. Separad vuestras sillas para el examen, por favor, tenéis una hora para entregarlo.
Pero tenía que seguir soportando a Malfoy, y de verdad sufría por su comportamiento, y ya me había decidido. No iba a tolerar más su pasividad insultante, si no quería ir a mis clases hablaría seriamente con su tutor para recomendarle dejarlo.
Una vez entregaron sus exámenes, me sobraron cinco minutos para organizarlos por lista. Me llamó la atención un papel impoluto con el resto de exámenes llenos de palabras y tachones. Cuando lo saqué del resto, comprobé que Malfoy no había contestado a ninguna de las preguntas. Había terminado de colmar mi aguante, de esta no se libraría. Una vez sonó el timbre, todos los alumnos salieron al patio para almorzar, y yo seguía mirando fijamente el examen notando como la ira iba llenándome poco a poco.
- Señor Malfoy, por favor, quédese.
- Una sonrisa ladina asomaba en sus finos labios, mientras se acercaba aún con la mochila en su hombro.
- ¿Puede explicarme esto? –dije señalando el triste examen.
- Creo que es evidente, profesora. No sabía nada, de modo que no escribí nada –contestó él encogiéndose de hombros-.
- De acuerdo, señor Malfoy, quiero verlo al finalizar las clases para cumplir su castigo.
- Como usted diga.
Y se fue dejándome aturdida. No parecía importarle quedarse castigado y eso me enfurecía aún más, ya que yo no deseaba quedarme a solas con un maleducado como él. Debería haberle castigado de otra forma, algo más original y cruel para que sufriera. Me dirigí a la sala de profesores pensando en otros castigos alternativos y me serví un café. Harry puso delante de mí un plato con uno de mis sándwiches preferidos de la cafetería, mientras con una sonrisa se sentaba a mi lado.
- ¿Un día duro?
- Ni te lo imaginas. Definitivamente me he cansado de Malfoy.
- Sí, puede ser un poco repelente a veces, siendo el muchacho con mejores notas de todo su curso.
De repente me atraganté con mi café. Mientras tosía, trataba de asimilar las palabras que acababa de decirme Harry. ¿El mejor alumno de todo Hogwarts? Debía estar de broma.
- ¿Cómo has dicho? –dije mientras mi respiración seguía agitada-.
- Que Draco Malfoy es el mejor alumno de su curso, no me extraña que tenga tantas admiradoras –comentaba Harry pensativo- Pero a pesar de todo es un buen chico, nunca se mete en líos y su historial está impoluto desde que entró.
Si era un estudiante tan brillante ¿¡Cómo demonios me sacaba tan de quicio en mis clases!? Mientras pensaba qué había hecho para merecer este castigo, me dirigí a la siguiente aula para vigilar otro examen más. Poco a poco pasaron las horas hasta que, finalmente, la jornada había finalizado.
Lo esperé pacientemente en mi clase, viendo como todos mis compañeros salían despidiéndose. Iban a ir todos juntos a un bar cercano, por lo que quedé en reunirme con ellos después. Cuando casi iba a perder la paciencia y me iba a marchar, Draco Malfoy apareció por la puerta. Llevaba su rubia melena húmeda, por lo que supuse que se había duchado en los vestuarios. Recordé vagamente que estaba en el equipo de fútbol americano, por lo que me había vacilado una vez más al saber que lo esperaría mientras él entrenaba. Entró inundando toda la clase con su fragancia, que debía reconocer que era estupenda. Me sonreía como siempre, con una mueca torcida que me daban ganas de quitarle con arañazos. Volví la vista hacia mis papeles, fingiendo no haberle visto, y noté como se sentaba en un pupitre enfrente de mí.
Después de unos minutos, levanté la vista y lo encontré mirándome fijamente, sin despegar esa fingida sonrisa de su cara. Suspiré, esto iba a ser más difícil de lo que creía.
- De acuerdo, señor Malfoy. ¿Sabe por qué estamos aquí?
- Sí, profesora.
- Desde que comenzó el curso, no has abierto el libro ni has seguido mis lecciones.
- Lo sé, profesora.
- Me has dado contestaciones maleducadas y me has desobedecido constantemente.
- Lo recuerdo profesora.
- Y, para más inri, no contestas a una sola de las preguntas del examen.
- Estoy al tanto, profesora.
- ¡Deje de burlarse y respóndame mejor!
Volví a suspirar mientras intentaba serenarme. No estaba saliendo esto como esperaba, de modo que debía ser lo más clara posible.
- Escuche, señor Malfoy.
- Llámeme Draco –dijo de manera autoritaria-.
- Está bien, Draco –contesté a mi pesar-. He oído hablar a otros profesores sobre sus notas. No logro entender como un muchacho tan brillante como usted puede dejar que una sola asignatura le influya tan negativamente en su expediente. Todavía no ha finalizado el primer trimestre de modo que, si usted está de acuerdo, podríamos hablar con el jefe de estudios para cambiarle a otra asignatura que le interese más, y de esa manera no perjudicaría a sus notas.
- No deseo cambiar de clase, profesora –decía poniéndose serio de repente-.
- ¿Es que no le importa empeorar tus posibilidades de admisión a la facultad?
- No me importa eso.
- De acuerdo. ¿Puede ser que toda esta rebeldía se deba a mis métodos de enseñanza? ¿No está usted de acuerdo en mi manera de dar clase y por ello se muestra tan…pasivo?
- No se trata de eso. Simplemente quería que usted me castigara.
- ¿Cómo que quería que yo…?
No pude acabar la frase ya que se abalanzó sobre mí, estrechándome en sus brazos, mientras me besaba vorazmente. Intenté escapar levantándome, pero sus piernas se enredaron con las mías, poniéndose de pie también sin dejarme la posibilidad de correr. Una de sus manos me agarraba fuertemente, mientras la otra iba acariciando toda mi espalda y sus besos, tan enérgicos sobre todo mi rostro, que me estaban dejando sin respiración. Mientras ideaba como escapar de allí, comenzó a pasar su lengua por mi cuello, haciéndome estremecer. Antes de dejarle pensar que había conseguido algo le di un fuerte empujón, que asumí que con mi poca fuerza no le había dolido. Me miraba ansioso, con los hombros encogidos como un felino a punto de volver a saltar sobre su presa y antes de que pudiera volver a hacerlo giré rápido hacia el otro lado de la mesa, mientras cogía mi bolso y huía de allí, dejándolo completamente solo.
Al montar en el coche me sentí un poco más segura, y decidí ir a casa en vez de ver a mis amigos. Una vez llegué, abrí el grifo para darme una buena ducha. Al comprobar mi imagen desnuda en el espejo, vi con horror que tenía pequeñas marcas en el cuello, que esperaba que para mañana se hubiesen ido. Fuertes lágrimas comenzaron a salir, impidiéndome verme reflejada. No sabía cómo había podido llegar a esto, pero simplemente me veía despedida sin haber llegado a navidad. Perfecto, para una vez que alguien me desea, y tiene que ser un crío que me va a llevar a la ruina.
No dejé de llorar hasta que me metí en la cama y finalmente conseguí dormirme, entre tórridos sueños. Todavía notaba el calor de sus manos en mi espalda, y eso no me aliviaba. A la mañana siguiente, desperté más relajada, con un plan para deshacerme de Draco sin que nadie pudiera enterarse de este incidente. No iba a permitir que un niño me quitara la posibilidad de seguir trabajando en algo que tanto amaba, ni si quiera el niño más rico del instituto.
Nota de la autora: La verdad es que llevaba un tiempo pensando en esta historia, pero no me atrevía a subirla por miedo a no actualizar con regularidad por falta de inspiración. De todas formas no quiero alargarla mucho, serán de capítulos de no más de 2000 palabras y espero que sea breve, ya que de otro modo se que me acabaría cansando. Se trata de un universo alterno de Harry Potter dónde la magia no existe, por lo que sólo tomaré nombres de personajes y lugares del libro. Espero de verdad que tenga una buena aceptación. Saludos!
