1er: Poderes novedosos incluso para brujas.
Un día tranquilo de verano, en una gran casa a las afueras de Irlanda, tres jóvenes de 17 años, se estaban bañando tranquilamente en una piscina. Las tres eran primas y brujas, y pasaban el fin del verano en casa de una de ellas. Concretamente en casa de la mayor, por dos meses, Eve Evans. Esta era la más alta de las tres. Tenía el pelo rojo oscuro un poco ondulado por debajo de los hombros y los ojos azules violáceos, como una elfa. La segunda de las tres, era la famosa en Hogwarts, por haber conquistado, sin quererlo, al mejor buscador, Lily Evans. Esta tenía el pelo rojo intenso, liso, y largo hasta casi la cintura, y los ojos verdes como las esmeraldas. Por último, la menor era Daphne Evans. Esta tenía el pelo rojo claro, más corto que Eve y menos ondulado y los ojos amarillos como los de un gato. Es ese momento las tres jóvenes, se divertían echándose agua las unas a las otras. Hasta que una voz las sobresalto.
-Chicas, la comida esta lista. Venid a comer-las llamó la madre de Eve.
-Vale, mama, ahora vamos-respondió la de ojos azules.
Salieron del agua cogieron unas toallas y reliándoselas, se sentaron en una mesa con tres sillas que sus padres habían preparado junto a la piscina.
-Ha sido fantástico. Las dos últimas semanas de verano juntas, y mañana, por fin a Hogwarts-rió la mayor.
-La familia debe de estar unida-corroboró Lily.
-Sí, aunque Petunia no este de acuerdo con eso-apuntó Daphne.
-No acepta a los brujos-explicó Lily.
-Ya lo sabemos Lily. Lo sabemos desde que a las tres nos llegó la carta, me ilusione tanto-recordó Eve sonriente.
-Nos vasta y nos sobra con el apoyo de nuestros padres-opinó Daphne.
-Hablemos de otro tema. ¿Creéis que este año, Potter conseguirá conquistarte, Lily?-preguntó Eve pícaramente.
-Ruego por que eso no ocurra-replicó Lily, juntando sus manos en pose de rezó.
-Pues yo voto que sí lo conseguirá-dijo Eve.
-Lo conseguirá, si cambia y deja de ser tan arrogante y prepotente-indicó Daphne-Si sigue igual que los años anteriores, no creo ni que deba acercarse a Lily.
-Estoy contigo prima-aceptó Lily.
Después de comer, y pasar el resto del día en la piscina, decidieron, por la tarde, dar una vuelta en bicicleta por los alrededores, y los no tan alrededores. Llegaron pues a un lugar bastante alejado, y lo peor es que empezaba a oscurecer.
-Deberíamos volver. Se hace tarde-comentó Daphne un poco asustada.
-Bueno volvemos si, os digo una cosita no me matáis-indicó Eve.
-¿El que?-preguntó Lily frunciendo el entrecejo.
-No se volver-respondió la oji-azul.
-¿¡¡Que!!? ¡¡Eve!!-gritó Daphne.
-Lo siento. No pensé que llegaríamos tan lejos. Si volviéramos al parque de los árboles con hojas moradas, sabría como llegar a casa-explicó Eve.
-Pero no sabes llegar al parque-terminó Lily la frase.
Eve asintió.
Las tres primas se miraron preocupadas.
-Podemos buscar un teléfono-sugirió la menor.
-Buena idea Daphne. Vayamos a buscar uno-aceptó Eve.
Se pusieron en marcha, y dieron vueltas por esas oscuras y solitarias calles. El corazón les latía con fuerza cada vez que tras sus espaldas oían un ruido, y se giraban tan veloces, que casi no se veía el movimiento. Pero no encontraban una cabina por ninguna parte.
-¿Es que en esta parte de la ciudad nadie llama o que?-se quejó Lily parándose y cruzándose de brazos.
-Desde luego no hay mucha gente en la calle-notó Daphne mirando a los lados.
-Tenemos que encontrar un teléfono como sea-ordenó Eve y siguieron con el paseo.
Diez minutos después cuando ya había oscurecido completamente, las chicas seguían de calle en calle, buscando una cabina, y cada vez cogiendo más velocidad con las bicicletas. Pero aquel lugar parecía desierto.
-Esto es muy raro-comentó al rato Daphne-Comprendería que hubiese poca gente en la calle, pero es que no hay nadie.
-Sí, puede que tengas razón. Aunque no sabemos nada de este barrio-recordó Lily.
-Aún así…-replicó Daphne.
-Es como si no estuviese habitado. Pero hay casas, y en ellas se ve a gente-observó Eve.
-La próxima vez que salgamos, recuérdame que no te haga caso, Eve-terminó Lily enfadada.
-Chicas mirad. El camino se hacer empinado, y parece partir este barrio en dos-indicó Daphne.
-Bajemos de las bicis, y busquemos por allí-sugirió Eve.
Las otras dos asintieron y pronto llegaron a la que parecía la otra parte del barrio. Aunque no había muchas personas en la calle, había algo más de ambiente.
-Sigue sin haber un teléfono-notó Lily.
-Preguntemos a alguien-dijo Daphne.
Miraron a todas partes buscando a alguien.
-Vaya hombre. Justo ahora se va todo el mundo-se quejó Eve.
-No todos-anunciaron a sus espaldas.
Las chicas se giraron.
-¡Oh no!-exclamó Lily.
-¡Oh sí!-replicó un chico de cabellos negro y revueltos, de ojos avellanas.
-¿Que hacéis por aquí chicas?-preguntó otro de cabellos castaños y ojos miel.
-Nos hemos perdido-explicó Eve encogiéndose de hombros.
-Habéis tenido suerte en encontrarnos-indicó Sirius.
-¿Suerte?-refutó Lily elevando las cejas y poniendo cara de disgusto.
-Evans, deja de fingir que no te ha gustado encontrarte conmigo-sonrió altivamente James, el de ojos avellana acercándose más a ella.
-Potter, por favor, me gustaría más haberme encontrado a Snape-replicó Lily con una mirada fría.
-No es momento de ponerse a pelear, Lily. Tenemos que volver a casa, y cuanto antes-anunció Daphne.
-¿Donde vivís?-preguntó el último joven, de ojos grises y pelo azulado.
-¿Sabéis llegar hasta un parque que tiene las hojas de los árboles de color morado?-preguntó Lily.
Los tres se miraron.
-Deberías saber, Evans, que nosotros lo sabemos todo-comentó James.
Lily hizo un gran esfuerzo para no replicar a ese comentario.
-Llevadnos hasta allí, y sabremos volver solas-pidió Eve.
-¿Y que obtendremos a cambio?-preguntó Sirius, el de pelo azulado.
-Ya basta chicos-ordenó Remus, el de pelo castaño-Llevémoslas al parque y ya.
-Pero, Remus, así no nos divertimos...-replicó Sirius.
Remus puso los ojos en blanco.
-¿Vais a llevarnos o no?-se exasperó Daphne.
-¿Tienes prisa?-preguntó James.
-Pues sí-contestó la joven.
-Está bien. Ahora os llevamos al parque, pero nos debéis un favor-propuso Sirius.
-De acuerdo, pero llevadnos de una vez-ordenó Eve harta.
Los chicos se pusieron en camino, y en poco tiempo llegaron al parque. Sin decir nada más, las dejaron allí, y se giraron para volver cuando:
-Nos vemos en Hogwarts-fue la despedida de James a Lily.
-Allí nos pagareis el favor-sonrió Sirius.
El último simplemente, miró a las chicas y movió la cabeza en señal de despedida.
-Eve, no se como puedes creer que ese imbécil va a conseguir conquistarme-puntualizó Lily cuando ya estaban de camino a casa.
-Pensé que había crecido en mente. Lleva tanto tiempo detrás tuya, que creí que se había dado cuenta de que tiene que madurar-explicó Eve como si fuese obvio.
-Ese nunca madurará. Es un niño permanente-indicó Lily.
-Aún así, creo que deberías darle una oportunidad. Solo para saber como sería-se defendió Eve al ver la cara de asesina de Lily.
-No, ni hablar. Nunca, jamás, en vida, saldré con James Potter. Punto y final-terminó la de los ojos verdes.
Eve se encogió de hombros.
-¿Tu que piensas Daphne?-preguntó la de ojos violáceos.
La menor no contestó.
-Daphne-dijo Eve mirándola.
Las otras dos la miraron y la vieron conducir la bicicleta con la cabeza gacha.
-¿Daphne?-la llamó Lily preocupada.
La joven reaccionó por fin.
-¿Sí?-preguntó.
-¿Que te pasa?-preguntó Eve frunciendo el cejo.
-Solo pensaba-contestó Daphne.
Lily y Eve se encogieron de hombros. Sabían que si Daphne no quería contar algo, era mejor no forzarla.
Llegaron a casa diez minutos después. Las regañaron por llegar tan tarde y después cenaron. Sus padres se acostaron temprano, pero ellas se quedaron hasta tarde viendo una película de miedo en la tele.
Eve parecía emocionada con la película. La miraba sin perderse detalle alguno. Lily tenía la cabeza más metida en el libro que en la película, pero también se enteraba de algo. Por último Daphne, tenía abrazado un cojín y se cubría la cara con el.
-Daphne, es solo una película-le reclamó Eve divertida.
-Lo se, pero esas cosas ocurren. Aunque los muggles no lo crean, los licántropos si existen-replicó Daphne.
-Tendrías que tener muy mala suerte, para encontrarte con uno-razonó Lily.
-Mi suerte nunca es buena-recordó la joven seriamente.
-¡Daphne Evans, tu no te vas a encontrar con un licántropo en tu vida!-terminó Eve zanjando el tema.
La joven bajó un poco el rostro.
Entonces se escuchó un ruido, y se apagó la pantalla de la tele.
-¡Ahh!-gritaron las tres.
-Vale, se han saltado los fusibles. ¡Lumos!-dijo Eve, que tenía su varita a mano.
¡Plom!
Las tres primas se pusieron tensas.
-Viene del ático-anunció Eve.
-Pero creí que estaba cerrado y que podía abrirse-dijo Lily.
-A mis padres nunca les dieron la llave del ático-aceptó Eve.
¡Plom!
-Subamos-ordenó Eve.
Las tres juntas, empezaron a subir las escaleras, y cuando llegaron a la puerta del ático pararon.
¡Plom!
-Sin duda viene de ahí-comentó Lily.
Eve tragó saliva, puso una mano en el redondo pomo, y giró.
¡Click!
La puerta se abrió.
Las chicas estaban petrificadas.
-Se ha abierto-notó con asombró Daphne.
El ático, estaba casi vacío. Solo había, en el centró, una especie de soporte en le que estaba apoyado un libro enorme, de aspecto viejo. Las tres entraron, buscando el ruido, pero solo vieron una ventana abierta, pero nada más.
Después decidieron acercarse al libro.
No tenía título. Era viejo, cubierto de cuero oscuro, bastante gastado, y detalles en plata.
-Es bonito. ¿Creéis que se les olvidaría aquí a sus antiguos dueños?-preguntó Daphne.
-Es posible-contestó Lily.
Eve miraba el libro con curiosidad, y finalmente decidió abrirlo.
-Las páginas están en blanco-comentó pasándolas.
Las otras dos lo miraron. Era cierto. Las páginas no estaban escritas.
La ventana que estaba detrás de ellas, se abrió entonces de par en par y una mágica corriente de aire movió las páginas del libró, hasta pararse en la que al parecer era la única escrita.
"Solo las tres elegidas, se convertirán en las hechiceras, tras leer el siguiente conjuro"
-Esto es muy raro-saltó Daphne de nuevo asustada.
-Vaya diíta llevamos. Primero en la barriada esa, en la que no había ni un alma, y ahora esto-indicó Lily sorprendida.
-¿Lo leemos? El conjuro, me refiero-indagó Eve.
Las tres primas se miraron, y se sonrieron.
-A la de tres. Una, dos y...tres.
-Que lo oculto
Se descubra.
Que lo muerto
Vivo sea.
Y que con este conjuro
Nuestros poderes de bruja
Aumenten en fuerza
Hasta los de hechicera.
(N/A: Lo siento, pero inventándome poemas, soy un desastre)
Una luz, salió del libro cegándolas, al máximo.
Durante unos segundos no vieron nada. Cuando la luz se fue, el libro seguí igual, solo tenía esa hoja escrita.
-Esto tiene que ser un producto de broma-se quejó Eve.
-Será mejor que nos acostemos-indicó Lily.
-Pues sí. Es muy tarde, y mañana tenemos que despertarnos muy temprano-continuó Daphne.
-Está bien. Vamos a dormir-aceptó Eve.
Las tres salieron del ático, y se fueron a dormir. Esa noche no ocurrió ningún percance más, y si ocurrió, ellas no se enteraron.
Las tres dormían en la misma habitación, cada en una cama. La habitación, en realidad tenía cuatro camas, una en cada esquina, así que dormían bastante separadas. La cuarta cama solía ser para petunia, la hermana de Lily, pero desde que las tres pelirrojas se convirtieron en brujas, la cuarta de las primas no quiso tener nada que ver con ellas, por lo que casi nunca veía a sus primas, y odiaba a su hermana.
A la mañana siguiente la primera en despertarse fue Daphne, ya que su despertador sonó.
Se incorporó con los ojos dormidos. Bostezó y después se desperezó estirando los brazos y abriendo las manos al final. De repente, la lamparita que estaba en la mesita de noche salió volando golpeándose con la pared, rompiéndose en cientos de trocitos y despertando de golpe a Lily y a Eve.
-¿Que ha pasado?-preguntó la de ojos verdes.
-Pues no se. No recuerdo haberle dado ningún golpe a la lámpara, pero se ha liado a volar y se ha estrellado con la pared-explicó Daphne.
-No te preocupes-comentó Eve restándole importancia.
Lily se levantó de la cama.
-Voy a abrir la ventana, aquí hace calor-indicó.
Sus primas asintieron.
Lily se acercó al cristal, y cuando toco el cierre, se le vino a la mente la imagen de una pelota rompiendo el cristal.
Los soltó de inmediato sorprendida.
-¿Que pasa Lily?-preguntó Eve.
-He visto una pelota rompiendo el cristal-explicó.
-El cristal está bien-replicó Daphne.
Los padres de Eve entraron entonces en la habitación, asustando a las tres.
Eve en un movimiento reflejo, puso las manos a la altura del pecho y las abrió con rapidez.
De repente el tiempo pareció pararse, y los padres de Eve quedaron paralizados.
Entonces una pelota arrasó el cristal, y de un movimiento casi imperceptible de Daphne, la pelota volvió a salir por la ventana.
-Se puede saber que les ha pasado a mis padres-gritó asustada Eve.
-La ventana esta rota, tal como os dije-indicó Lily.
Las tres primas se miraron asustadas, y subieron rápidamente al ático. Abrieron la puerta sin dificultad, miraron el libro, y lo vieron escrito.
Buscaron la página que habían leído el día anterior, y observaron que ahora, había escrita más cosas.
-Llevémonos el libro a Hogwarts. Lo leeremos en el tren camino al castillo. Tenemos una hora para llegar al tren.
Cogieron el libro y salieron de allí. Lo metieron rápidamente en una maleta, y notaron que los padres de Eve aún estaban paralizados.
Eve intentó hacer un movimiento similar al que había hecho y sus padres volvieron amoverse.
-¿Ya estáis levantadas? menos mal. Tenéis que arreglaos rápido o no llegamos-apresuró la madre.
Las tres chicas se vistieron aprisa, cogieron sus cosas, y corrieron a King Cross. Llegaron justo a tiempo de ver como el tren iba a empezar su marcha, y corriendo lo que no habían corrido en su vida, se subieron al tren.
-Ahora, lo más difícil, busquemos un compartimiento-pidió Daphne.
Buscaron y buscaron durante más de media hora, y al final dándose por vencidas, decidieron entrar en el compartimiento más vacío que viesen.
Pero para desgracia de Lily, ese fue...
-Otra vez no-suspiró la oji-verde.
-Sabía que no podías aguantar mucho sin verme Evans. Estoy seguro que para ti, los veranos son horrorosos. Claro, sin tenerme cerca-comentó James.
-Potter, métete esto en la cabeza. No me gustas-recalcó Lily sílaba por sílaba.
-Ya nos debéis dos favores. A este paso...-rió Sirius.
-A este paso nada. Os debemos favorcitos, no la vida-replicó Eve.
-Chicas, creo que ahora tenemos cosas más importantes que discutir-llamó la atención Daphne.
-Tienes razón-aceptó Lily.
Las tres juntas se sentaron en un rinconcito del compartimiento, dejando a un lado a los merodeadores. Sacaron el libro y lo abrieron por la página del conjuro.
-"Entre las tres hechiceras, deberán tener seis poderes. Una de ellas, el de congelar y el de explotar. Otra el de premoniciones y el de levitar, y la última el de lanzar y proyección astral. La congelación servirá para detener algo que no debe ocurrir. El poder de explotar, es sobre todo para destruir, todo tipo de cosas y personas. El poder de premonición, es una especie de adivinación, pero mejor, puesto que se ve el momento, el lugar y las personas o cosas que realizaran la acción. El poder de levitar, sirve para volar y/o huir. El poder de lanzar objetos o personas, debe usarse, más que nada para aturdir al enemigo. Y el de proyección astral enviará a cualquier parte conocida, una proyección de tu cuerpo."
Ahora las chicas estaban completamente sorprendidas.
-Tenemos que comprobar si esto es verdad-opinó Daphne con razonamiento.
-Me parece lógico. Esta claro que hay tres que no hace falta probar, pero si los otros tres-respondió Eve.
-No puedo probar aquí, si levito-replicó Lily silenciosamente para que los merodeadores no la oyeran.
-Lo probaremos en Hogwarts, en nuestra habitación-dijo Eve susurrando.
-Esto parece anti-natural-indicó Daphne.
-Será nuestro secreto. El secreto de las primas Evans-sonrió Lily.
-De acuerdo-aceptaron las otras dos.
