¡Hola a todos! Bueno, pues porque ustedes, mi amado público, me lo pidieron, he aquí la continuación de la historia de Shippo x Sou ten: Un epílogo dedicado a todos ustedes. ¡Espero les guste!
Amor de Colores: El Epílogo
Capítulo 1:
El joven kitsune miraba caer las suaves gotas de lluvia asomado a la puerta del cómodo Den ( ) en el que vivía. Apoyado en el marco de la puerta, solo atinaba a ver las plateadas gotitas y a suspirar. El brillo de la Luna aumentaba el destello de la lluvia, como si fuera una fina telaraña que cubría todo el paisaje. Ya era algo tarde, pero él no tenía sueño, así que continuó viendo llover.
Shippo ya no era el mismo. Ya casi eran siete años desde la muerte de Naraku. Cerró los ojos ante la visión, tan lejana pero tan fresca a la vez, del sujeto que les había hecho la vida de cuadritos desapareciendo dentro de su propia nube de monstruos; de Inu Yasha y Kagome abrazados cuando les anunciaron su compromiso; del primer hijo de Sango y Miroku. El había vivido junto con sus padres-hermanos adoptivos (osease Kagome e Inu Yasha) durante todos estos años, en el Den que ahora contemplaba la lluvia junto con él y que resguardaba a la familia del kitsune: A la miko Kagome, al hanyou Inu Yasha y a sus tiernos mellizos: Yoshiko y Himitsu, la fiel representación del ying yang, pues Yoshiko-chan tenía el plateado cabello de su padre; y Himitsu había salido con la oscura cabellera de su madre, coronados ambos con las tiernas orejitas de cachorro características de Inu Yasha. Hasta eso, eran bastante tranquilos, a pesar de luego pelearse entre ellos (como sus papis ¬¬U) y con Keitaro, Kotori y Haku, los retoños de Miroku y Sango. La cabaña de Kaede-Baba (si, es resistente la señora, no se ha muerto) y de la Taiji-ya y su esposo el monje se alzaban a poca distancia. Shippo las vio en silencio también, pensando en sus ocupantes y en lo mucho que significaban para él. Después vio las casas de los alrededores, con sus dormidos habitantes sin sospechar que había un youkai insomne contemplando su villa. Y es que siete años no pasan en balde: la aldea había cambiado bastante desde que el la vio por primera vez; aunque el cambio no era tan radical como el que se había efectuado en el propio kitsune.
Los infantiles ojos verdes se habían achicado hasta plantarse como dos elegantes y almendradas aguamarinas en el rostro del youkai, y su rostro se había ido afilando con el tiempo hasta desechar los contornos de la infancia y verse ya como un jovencito. Al igual que Sesshoumaru, poseía una figura casi humana: solo la larga y esponjosa cola rojiza lo delataba. Sus patitas de zorro se habían ido transformando hasta llegar a ser pies humanos; y su cabello largo y cobrizo, que aun acostumbraba llevar en una cola de caballo, le alcanzaba ya casi la cintura. También era ya muy alto: le faltaban menos de 5 cm. Para alcanzar a Inu Yasha, que parecía cada día más molesto de no poder ya tacharlo de enano. Pero su físico era en lo que menos pensaba el youkai en esos momentos. Lo único que hacía era convocar al sueño, pues tenía que descansar: al día siguiente, irían todos al otro lado del pozo, a visitar a la familia de Kagome. Se encontró pensando como era posible que no hubieran descubierto el "secreto" de Kagome y su marido las amigas de la miko y el sujeto ese que siempre estaba ahí todo incómodo…. ¿cómo se llamaba?... Pollo… no… Yoyo… ¿Boyo?... feh, ni que importara demasiado, pensó. Y al reflexionar sobre la ingenuidad de la gente se le desvió el cerebro hacia otras ideas:
Ya estaba cerca de cumplir quince años, edad aun bastante temprana para un youkai, pero donde ya era un hombre para la sociedad: Tenía que empezar a entrenarse. Inu Yasha se lo había recomendado: "Practicar conmigo y con Kirara no te va a funcionar toda la vida. Tienes que comenzar a buscarte más oponentes". Tendría que separarse de su familia, al menos por un tiempo… aunque trataba de ocultárselo a si mismo, al pensar que debería irse se volvía a sentir el pequeño kitsune escondido en un campo de batalla…
-¿Shippo-chan? ¿Qué haces despierto ya tan tarde?- Kagome, con expresión soñolienta y en camisón, se acercó a él. Ella también había cambiado mucho, y aunque ya no tenía la pinta de colegiala de siempre, su sonrisa no había cambiado. Shippo le sonrió también y agradeció en silencio que al menos ella no había suprimido el "chan" de su nombre (aunque en público le daba mucha vergüenza).
-Perdón, Kagome, traté de no hacer ruido… es que no tenía sueño.
-No, no hiciste ruido… Vamos, mañana nos iremos temprano, debes descansar… ven, vámonos ya a dormir…
El kitsune la siguió obedientemente.
-Descansa, Shippo-chan
-Tu igual, Kagome… Hasta mañana…
Shippo se recostó en su futón y cerró los ojos, ya tranquilo. La tierna resonancia de "Shippo-chan" siguió arrullando sus oídos junto con el compás de la lluvia hasta que se quedó dormido.
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Wai! Bueh, pues he aquí el prefacio de esta saga nueva, ya que vi que Amor de Colores si gustó bastante / así que espero les haya gustado, les tendré pronto un chap nuevo! Espero todos sus comentarios muy pronto! Cuídense! Matta ne!
( ) Den es una choza japonesa pequeña, como la de Kaede-Baba
