Disclaimer:Los personajes de Percy Jackson no me pertenecen, son propiedad del tio Rick participa del desafío de Octubre de "Captura la bandera" del foro El Monte Olimpo.
Aclaraciones: Situado antes del Ladrón del Rayo. Las variables correspondientes fueron: Silena, Charles y libro.
Palabras: 493. Sin titulo ni notas.
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.Primer Encuentro.
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Definitivamente ese día no iba a poder ser peor.
Silena dejo escapar un suspiro lastimero mientras sacudía sus sandalias llenas de tierra, observo al viejo centauro alegarse a galope lento y volvió a suspirar.
-Este es en definitiva un error – le había dicho al llegar, enterrándose en uno de los sillones de la Casa Grande.
-Querida, tu madre mando a traerte –la voz de Quiron le recordó vagamente a la de su abuelo, dulce y compasiva – No hay ninguna equivocación.
-Pero…Pero –balbuceo incoherencias agitando sus brazos entorno a la habitación – No pertenezco aquí.
-Mi niña, mas adelante podrás hablar con tu madre, ella aclarara todo. Ahora, Lee te llevara hasta tu cabaña.
Resignada se encamino hasta el frente de la casa apoyándose en una de las columnas –Bien. Y esa es….
-Cabaña Numero Diez. Afrodita.
¡¿Afrodita?! El debía de estar bromeando. Ella solo era Silena Beauregard, una adolescente de apenas capaz de llevar el apellido de uno de los hombres más codiciados. Pateo el suelo con frustración tratando de alejarse del ardiente sol.
Buen día para usar un cardigan, eh. Pensó.
Ahora mismo podría estar en su cuarto, leyendo alguna revista y dañando sus oídos con música al tope. Dirigió la vista a la dirección que había tomado el viejo Quiron y comenzó a caminar. Tan entretenida se encontró observando los Campos de Fresas y la Arena que apenas vio al muchacho que corrió hasta ella y la empujo muy ligeramente.
Lo próximo que supo fue que su trasero estaba en el piso y sus cosas esparcidas por el suelo.
-¡Lo siento mucho! No te vi. En verdad lo siento mucho –se apresuro a decir alguien detrás suyo, luego unos fuertes brazos la levantaron del suelo de un tirón.
-Si bueno, yo lo sentí mas –murmuro sacudiendo su ropa. El chico le dirigió una pequeña sonrisa mientras le alcanzaba sus cosas - ¡Oh no! –grito al ver como su libro favorito estaba lleno de tierra y sus hojas arrugadas.
-Dioses, de verdad no era mi intención. Tal vez pueda ayudarte –ofreció.
-Bueno, alguien debía mostrarme mi cabaña pero el muy inepto debió de olvidárselo. Podrías guiarme.
-Seguro. Por cierto, soy Charles Beckendorf. Indeterminado.
-Yo no pregunte por tu orientación sexual –Charles se sonrojo fuertemente mientras reía.
-Me refiero a que no he sido reclamado por mi progenitor divino.
-Oh, los siento –ahora era tiempo para que ella se sonrojara.- Silena Beauregard, hija de Afrodita.
Charles abrió y cerró la boca repetidas veces y ella no lo podía culpar. Sus gafas eran demasiado grandes para su diminuta cara y no había nada especial a parte de sus ojos azules. No era material de niña linda.
-Bueno –balbuceo y la miro directamente- eso explica lo bella que es, señorita Beauregard. Vamos, tu cabaña esta por aquí.
Bueno, ¿Quién iba a creer que su día iba a mejor tan drásticamente? La pelinegra apretó su libro y tomo el brazo de Charles.
No tan mal primer día.
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¡Arriba Equipo Azul!
