Mart me pidió en el writing prompt meme: 12th/Clara (Whouffaldi) + Hábito. Pese a que no es mi otp, esto es lo que ha salido.
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Habituación
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Habituación. Una palabra fascinarse. Qué fácil y qué difícil, al mismo tiempo. Tan fácil y tan difícil como huir de Gallifrey y acostumbrarse, casi sin darse cuenta, a que ya no era su hogar.
Clara Oswin Oswald había sido un misterio, una incógnita indescifrable, lo contrario a un hábito, cuando sus caminos se habían cruzado por primera vez en el asilo, el manicomio, de los daleks. Aquel mero concepto era antagónico a un hábito a su vez.
La chica de los soufflés.
—¿Sigues cocinando soufflés, Clara? —Le preguntó con la voz profunda y grave mientras sus ojos la seguían, la chica examinando los palancas y botones de la TARDIS con vacuo interés distraído. Sus cejas pobladas eran mucho más ásperas y antipáticas que las anteriores mientras su mirada no se despegaba de ella pero la dejaba hacer.
Sabía que para Clara había sido como una traición que cambiase su cara pero ¿qué podía hacer? La regeneración era otra forma de adaptación y aunque fuese el mismo, ya no era la misma persona en absoluto. No era el Doctor que ella había conocido y del que se había embelesado (porque él lo sabía, claro que lo había sabido. Como lo había sabido con Amy, por mucho que no quisiese hacerles eso a ninguna de las dos). ¿Se habría habituado ya? Creía que no, que eso era algo a lo que Clara en concreto nunca podría acostumbrarse. No del todo.
—¿Soufflés? —Repitió ella, distraída, con la cabeza en otra cosa, paseando alrededor de la mesa de controles. Tenía el rostro para ser profesora, tenía el rostro de una niña que ha crecido pero sigue teniendo la misma ilusión dentro de ella, solo esperando a poder salir de vez en cuando. Como allí abordo—. No hace tiempo que no.
—Entonces deberías volver a hacerlos —le aconsejó. A fin de cuentas ella era la chica imposible, la chica de los soufflés que tenía que comprar leche y huevos. (Ahora tampoco tenía en la nevera y tendría que ir a comprar cuando la devolviese a casa, pero el Doctor no iba a decírselo en este momento).
Hábitos. Tan fáciles de tomar y tan difíciles de dejar. Clara había decidido volver a casa, quedarse en la Tierra y solo viajar de vez en cuando. Como una escapada. Ya no eran los mismos. Él no era con quien ella quería viajar y perderse para siempre. Y Clara a su vez parecía algo a lo que era difícil habituarse. Fascinante, siempre nueva, capaz de desarmarle. Casi se preguntaba cómo había podido acostumbrarse a ella antes, una vida atrás. Clara era la antítesis de la habituación. Clara, con su sonrisa confiada y picaresca, con su moral, capaz de pararle los pies pero capaz también de mentirle y de amenazar con quemar su TARDIS. Capaz de usurpar su nombre. Ninguno de sus compañeros se había atrevido a hacer algo así antes, y él no se lo hubiese permitido. Salvo a Clara.
—¿Sí? —Ella le miró alzando las cejas. Sospechando que había algo allí porque el Doctor (por mucho que aparentase lo contrario) no decía las cosas tan al azar, pero sin encontrar el qué. Pero en vez de preguntar o dudar, siguió adelante—: Vale. Pero entonces tendrás que venir a probarlos —puso como condición.
Y el Doctor supo a qué se refería: en su casa, no perdidos en el Espacio o el Tiempo, no con un planeta que salvar. Eso podían hacerlo después del soufflé.
—Por supuesto —aceptó su oferta.
La próxima vez que la chica de los soufflés, la chica imposible, Clara Oswin Oswald, tan especial y tan excepcional, hiciese un soufflé él aparecería para probarlo, dejando el Universo a un lado por un rato.
