Bendito Amor
Capítulo I - Domani
Mañana, mañana será un nuevo amanecer y al verte podré jurar que el cielo no es celeste, sino verde esmeralda, el mismo de tus ojos, en los que me pierdo día con día, sin que ni siquiera lo notes.
Mañana despertaré temprano e iré a la plaza para comprarte flores, pero como siempre me llenaré de miedo y las pondré en el gracioso florero de la estancia; pero aun así disfrutaré secretamente de como se ilumina tu rostro al verlas, como cada mañana.
Mañana me llamarás "amigo" y mi alma se estrujará por ocultar mis sentimientos; me morderé los labios para no decirte un "te quiero", me conformaré con decirlo al viento y cerraré fuerte los ojos para evitar que se escape una lágrima cuando te vea suspirar por otro.
Mañana, quizás recuerde mi pasado... aunque francamente no me importa ¿Para qué saber quién soy? Si me basta con saber que tú eres mi todo, sé que el corazón no necesita de memorias.
Sin embargo ¿Qué puedo ofrecerte? solo a mí mismo y es tan poco; me apoyo en el cristal de la ventana viendo el constante caer de la lluvia absorto en mis pensamientos, pero de pronto me sobresalto al notar unas frágiles manos rodeando mi cintura ¿Es que acaso eres tú quien me abraza? No puede ser, no obstante el palpitar frenético de mi corazón me dice que estoy en lo cierto.
"Albert"
¡Es tu voz! entonces no es un sueño; con cuidado doy vuelta y quedo frente a tu grácil cuerpo, pero no me permites verte ya que de inmediato tu rostro se hunde en mi pecho, te cierro en un fuerte abrazo y dejo que mi cabeza descanse sobre tu dorado cabello, te escucho llorar y tus lágrimas desgarran mi alma ¿Acaso has tenido una pesadilla mi cielo? Me maldigo pensando que debí de estar pendiente, quizás llamaste y yo no acudí a tu encuentro, "perdóname" te digo sintiéndome culpable por no poderte defender del desconsuelo.
"Nunca me dejes" susurras dulcemente moviendo tu pequeña boca grana, dejando sin querer una invitación para mis besos, para sellar en ellos un pacto de amor eterno, me acerco despacio y cuidadosamente, pero mi juicio le gana a mi imprudencia, sé que no debo de hacerlo, así que apoyo mi frente en la tuya conteniendo mis deseos, te arrullo en mis brazos y te llevo a tu dormitorio como a una niña pequeña, mientras mis latidos corren como caballos desbocados... pero tú, no lo notas.
"Seré el guardián de tus sueños" te digo mientras te cubro con las mantas blancas y me quedo allí, viendo como tus esmeraldas van lentamente cediendo al sueño; sin poder resistirlo más y aprovechando que duermes, te robo lo que sé que tal vez nunca tenga por derecho, un beso, pero algo pasa y te siento mover los labios tímidamente en respuesta, asustado me alejo y te veo sonriendo ¿Lo has sentido acaso? o quizás sólo sigues durmiendo.
