DISCLAIMER: Todo lo reconocible pertenece a J.K. Rowling, el resto es mío.
AVISO: Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro Hogwarts a través de los años.
Y aquí estoy con otra de mis OTP, Remadora. No podía escribir El tiempo no todo lo cura y A pesar de los años sin escribir la continuación. En este caso, he decidido pasarme por el forro el canon de J.K. de que Remus se alejó de Tonks y he hecho que sea ella quien se quiera alejarse de él, porque cree que Remus no conseguirá superar a Sirius y enamorarse de ella. Al menos, eso es lo que pasa en este primer capítulo ;)
Número de palabras: 790 (794 contando el título).
[Primer aroma: té de menta]
NUNCA ES TARDE
I. Té de menta
Grimmauld Place estaba vacía. No se oía nada, ni el crujido de la madera se atrevía a perturbar la paz silenciosa que se había instalado en la vieja mansión.
Remus, que siempre había buscado refugio entre las paredes de la biblioteca de los Black, se sentía ahora fuera de lugar. Era como si toda la calidez que había encontrado una vez allí se hubiera perdido junto con Sirius.
Una parte de Remus había muerto también con él.
Acurrucado en su sillón favorito, Remus reposaba la cabeza encima de sus rodillas y miraba al infinito. No pensaba nada, no tenía nada que decir, simplemente existía y esperaba a que el dolor menguara.
Unos pasos se oyeron en el interior de la mansión. Remus ni se inmutó; hubiera reconocido los pasos de Sirius en cualquier, lugar, pero aquellos no eran suyos. ¿Cómo serlo, si Sirius llevaba días muerto?
―¿Puedo pasar? ―preguntó una voz con suavidad.
Cuando Remus enfocó la vista, vio que Tonks lo observaba desde la puerta con expresión de pena y una taza humeante en cada mano. Se encogió de hombros casi imperceptiblemente, algo que la muchacha tomó como un permiso para sentarse enfrente de él y depositar una taza encima de la mesita que los separaba.
―Mi madre tiene la convicción de que el té puede arreglarlo todo ―dijo.
Remus la miró de reojo. Su pelo, normalmente de un rosa brillante, era ahora de un castaño apagado, algo que agradecía, pues no soportaría tener cerca nada alegre.
―¿También puede resucitar a los muertos? ―espetó con voz ronca. Se arrepintió casi al instante; la chica no tenía la culpa de que la amargura y la desesperación se hubieran apoderado de él.
Tonks bajó la mirada y se sonrojó, muerta de vergüenza.
―Lo siento ―susurró―. Ha sido una estupidez.
Se levantó, todavía con una taza en la mano, y se alejó lentamente.
Remus se alegraba de volver a quedarse solo, pero agradecía infinitamente que alguien se hubiera molestado en intentar reconfortarlo. Alargó la mano y cogió la taza. Cerró los ojos inconscientemente ante la calidez y el aroma a menta de la bebida.
―Gracias ―dijo.
Tonks se detuvo, justo antes de llegar a la puerta, y le dedicó una sonrisa de ánimo.
―Hasta pronto, Remus.
Desde aquel día, cada vez que la Orden se reunía en Grimmauld Place, Tonks se quedaba un poco más y se tomaba una taza de té con Remus, que prácticamente se había mudado allí.
No había día en que no se acordara de Sirius, pero cada vez dolía menos su recuerdo, como si el corazón asimilara que su amor perduraría por siempre en la memoria, aunque hubiera dejado de ser real.
Y con cada taza de té, Remus recobraba un poco más la alegría de vivir. Aunque nunca se lo hubiera dicho, agradecía muchísimo a Tonks que se preocupara por él. Lo ayudaba a sanar, en cierto modo. A pasar página poco a poco.
Él no lo sabía, pero con cada encuentro para tomar té, Tonks se apagaba un poco más. No podía decir en qué momento se había enamorado de él, pero casi en el mismo instante en que había reconocido los sentimientos de su corazón, se había dado cuenta con desesperación de que nunca sería correspondida.
Nunca podría competir con Sirius Black ―ni siquiera estaban en igualdad de condiciones―, y eso la mataba por dentro.
Tenía que hacer algo. No podía hacerse daño de esa forma cada día que se quedaba a charlar con Remus.
―¿Ya te vas? ―La voz del hombre la detuvo justo cuando iba a abrir la puerta. Para desgracia de ambos, ninguno supo reconocer el tono de anhelo en la voz de Remus.
Tonks cambió el peso de su cuerpo de un pie al otro y se mordió el labio. Había decidido que lo más inteligente y sano era alejarse de él. Al menos por un tiempo. ‹‹Como si algún día fuera a fijarse en ti, tonta››, le susurraba una voz con malicia.
―Sí, es que… Tengo cosas que hacer ―mintió.
―Oh. ―Remus no pudo evitar sentirse decepcionado―. No te entretendré más, entonces. Pensaba que querrías un té, como siempre…
Tonks lo miró con una sonrisa triste en el rostro.
―Lo que yo quiero, tú no estás preparado aún para dármelo ―dijo.
Remus se quedó mirando cómo Tonks cerraba la puerta. Ya empezaba a echar de menos su presencia, y eso que se había ido hacía diez segundos.
No tenía claro a qué se había referido, pero si era lo que él sospechaba, Tonks tenía razón: no estaba preparado.
Tenía demasiado miedo.
Se dirigió a la cocina y se preparó el mismo té que bebía con Tonks. Por desgracia, la menta no sabía tan bien cuando se tomaba en solitario.
Tengo la sensación de que empeoro con cada fic que presento para el reto, pero siento que tengo la obligación moral de terminar esta historia de amor, muerte y renacimiento.
Ya lo dice el título, nunca es tarde para enamorarse, y Remus lo descubrirá muy pronto :D
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MrsDarfoy
