Comienzo
Una mujer pelirroja miró con algo parecido al desprecio al pequeño bebé que se encontraba entre sus brazos. Le daba verguenza. Aquella niña había estado a punto de matarla en el parto, pero lo que le avergonzaba era haber sido tan débil como para caer en la trampa de aquel vampiro. Si ahora se presentaba ante sus amigos y ante su familia con la pequeñ no le volverían a dirigir la palabra. La niña, que parecía haber heredado su cabello pelirrojo la miraba con aquellos ojos azul-verdoso. Willow estaba convencida de que era un error en su vida. Un error del que nadie debía enterarse. Nunca. Así que dejó a la niña en un banco y se fue de allí. La pequeña pronto empezó a llorar, pero nadie la escuchaba, y su madre no dio la vuelta ni volvió a por ella. Tal era el alboroto que estaba causando que un vampiro con el pelo rubio ceniza y vestido con chaqueta de cuero se acercó a ver. Y vio a la pequeña ahí abandonada.
-Pero... ¿Tú cómo has llegado hasta aquí, pequeña?
Murmuró el vampiro, cogiendo en brazos a la niña para que dejara de llorar. Esta se calló inmediatamente en cuanto se sintió en los brazos del vampiro.
-¿Eh? ¿No me digas que te gusto? ¿Quiere venir conmigo? Si? Ya me parecía a mi... pero necesitas un nombre. Un nombre digno para una princesa... ¿Qué te parece Mirelius? O Mireia que es el nombre casero ¿Te gusta?
La pequeña se rió. El rubio sonrió satisfecho.
-Pues serás Mirelius Romanov... vamos Mirelius, te tengo que presentar a los maestros y al resto de la familia.
Cuando Spike se presentó ante Stefan y Vladimir, los líderes del clan, les explicó la situación.
-La niña apesta a Vulturi.
Dijo Vladimir.
-Pero Vladimir, piensa que si la educamos y la entrenamos nosotros ¿A quién le será fiel? Además esta niña no es como los demás híbridos, sospecho que pueda tener más de un don cuando sea mayor. Dijo Stefan que observaba asombrado como la niña les miraba con atención desde los brazos de Spike.
-Si tienes razón... Spike ¿te sientes con fuerzas para hacerte cargo de nos niñas?
-Si Maestro.
-La niña es un amor.
Dijo Darla, una vampira rubia. La verdad es que nadie se había dado cuenta de que esta estaba allí hasta aquel momento. La rubia que tantos asesinatos y tan fría era parecía cautivada por la niña.
-¿Puedo cogerla, Spike?
Spike le entregó a la niña con cuidado. Darla parecía extasiada con la pequeña pelirroja, que ya había movido una de sus pequeñas manitas para agarrar uno de los rubios mechones de pelo de la vampira.
-Encantadora... pero no se la confiaría demasiado a Drusilla, puede hacerle daño.
-¿Y si la cuidamos entre todos?
Murmuró Vladimir, que parecía hipnotizado desde que aquellos ojitos le miraban.
-¿Tu que dices Mirelius? ¿Quieres estar con nosotros?
Una risa fue toda su respuesta.
-Vaya... me parece que tenemos a una más en el clan.
Murmuró Stefan con una sonrisa, la verdad es que no entendía cómo a los Vulturi se les había escapado esta niña, si era encantadora. Y además se veía que de mayor iba a ser muy poderosa.
La niña estuvo pasando de mano en mano entre los miembros del clan Rumano, hasta quedarse dormida en los de Vladimir.
-Creo que deberías acostarla junto con Serenity, Spike... ya es hora de que conozca a su nueva hermana. Eso... si tu quieres hacer el rol de padre, claro.
-Yo creo que Spike no cedería ese rol ni aunque le prometiésemos la cabeza de la cazavampiros, se le ve enamorado de la peque. Además, fue el quien la encontró, hermano.
-Si Stefan, ya lo se... bueno, que se acueste, ¡tenemos mucho que hacer!
Mientras tanto, Spike depositaba a la durmiente en una cuna de madera en la que dormía otra niña, esta rubia.
-Que duerman bien, mis niñas.
Murmuró el rubio antes de irse.
