Lo observaba, él me miraba también. Podía ver sus ojos melancólicos desde la distancia. Él de un lado de la estación y yo del otro. Él subía al tren, mientras yo no podía contener mis lágrimas de dolor, porque no podía acercarme, no podía besarlo y despedirme, aunque ésta podría ser la última vez que lo viera. No podía, porque él es un hombre, y yo también, y por supuesto que un hombre, un soldado además, no puede amar a un hombre. Todos abrazan y besan a sus novias, ellas lloran y ellos secan sus lágrimas, les prometen que volverán; pero Alfred no, Alfred sólo me observa con lágrimas en sus ojos. Puedo escuchar cómo le preguntan ''¿y nadie vino a verte, Alfred?'', él sólo niega con la cabeza, y voltea de nuevo para buscarme entre la multitud. Quiero gritar, desgarrar mis pulmones pidiendo que vuelva, rogando para que no se vaya, o simplemente gritar que lo amo. Nunca se lo dije, nunca me atreví, aunque él lo dijera todo el tiempo. A él se le hacía tan fácil decirlo todo, pero sin embargo no lo culpo, yo era feliz escuchando sus dulces palabras.
Pero fui muy egoísta.
Él se fue y nunca volvió, y yo nunca pude decirle realmente lo que sentía.
Sólo pude asistir a su funeral como un amigo, porque nadie debía saber la verdad o él dejaría de ser el gran héroe que luchó por su país hasta el final. No podía quitarle aquello que más quiso en la vida. Vi a su madre llorar y a su padre contener las lágrimas, mirando con orgullo el cuerpo inerte de su valiente hijo. Yo sólo quería besar sus labios una última vez.
Alfred siempre creyó en el cielo, yo nunca estuve muy seguro. Ahora lo único que quiero es encontrarme con él ahí para no callar mis sentimientos y al fin poder decirle
''Alfred, te amo.''
