FALSAS ESPERANZAS


1

A pedir su casco

Hace una gran cantidad de años, que le parecían miles, que no se sentía feliz.

"Ahora todo está marchando bien. Mejor que bien, ahora todo es maravilloso".

Piensa animado un poni terrestre de gran tamaño y ojos verdes, de color dorado con la crin roja y una Cutie Mark en forma de una manzana partida por la mitad. Es tan grande que debe mandar a hacer sus trajes a medida, pero eso no es un problema para él. lo que más tiene es dinero.

—Señor Applewood —le dice un unicornio bayo, de ojos verdes y crin gris, con una Cutie Mark en forma de bastón, y que se ve muy joven de cerca y muy anciano de lejos; con una barba a longitud media que crece alrededor de su rostro como una melena de león, pues no la deja crecer ni en los labios ni en las mejillas—. He conseguido los pasajes para el tren. Primera clase, tal como pidió.

"Genial, llegaremos justo a tiempo para hablar con ella".

—Excelente, Merlín —dice alegre Applewood. Aquel unicornio es su padre, su confidente y su secretario personal, extremadamente eficiente en todo lo que hace. Gracias a su ayuda pudo formar su imperio comercial, gracias a él todo funciona como una máquina perfecta.

Applewood siempre odió las manzanas, y aquello en la Familia Apple es imperdonable. Sufrió el ostracismo de todos sus parientes, el rechazo de los cercanos a ellos, y prácticamente fue exiliado de Ponyville, el pueblo donde había nacido. Otros se habrían sentido tristes, extremadamente deprimidos, mientras que otros habrían contestado con odio, pero Applewood les devolvió el desprecio con un desprecio que iba más allá de simplemente marcharse.

Condenó a toda su familia al olvido. Ni se molesta en recordar los nombres de sus padres, y si tiene hermanos, no le interesa saberlo. Fue Merlín y su grupo de artistas itinerantes quienes lo acogieron, lo educaron y le dieron las herramientas para que cumpliera todos sus sueños. Había decidido usar el apellido de su protector Merlín como su nuevo nombre, Emrys, y la última parte de su nombre como apellido, Wood. Así había obtenido Emrys Wood, el nombre de un gran empresario, nombre con el que firmaba y mantenía almacenes en todo el Mundo Conocido.

"Tú y tu grupo me hicieron creer que podía lograrlo todo. Eres más que mi protector, eres más padre que mi padre".

Su mayor sueño fue conocer todas las frutas que regalaba el gran mundo, desde aquel día en que pudo probar una chirimoya y le gustó mucho más que esas horrendas manzanas. Eso sí, expresar ese pensamiento en voz alta fue terrible, pues jamás vio a su familia tan furiosa.

"No importa, los Apple se han quedado en el pasado, y pronto quedarán en la ruina si no imitan mi ejemplo. Sus técnicas de cultivo obsoletas, su modelo de venta tan reducido, su escasa tecnología, ganan dinero en sacos, pero siguen viviendo como pobres. El futuro está en el mercado internacional, en el valor agregado, en no estancarse y ofrecer una gran variedad de productos".

No es que quisiera la ruina para los Apple. Sin embargo, muchas veces había intentado arreglar las cosas y su familia insistió en no hablarle. Quiso aconsejarlos, negociar con ellos, invertir en sus granjas, pero rompían sus contratos, rechazaban su oro y desechaban cualquier trato, como si simplemente hablar con él fuera venenoso; y ya le habían advertido que no es bienvenido en sus granjas ni en ningún pueblo donde vivieran.

Incluso, siguiendo el consejo del grupo de Merlín, escribió un libro de economía explicando su modo de trabajar y el cómo había logrado su abrumador éxito. Y ese libro fue número uno en ventas, leído por todos los comerciantes del Mundo Conocido, menos por los Apple.

"No valía la pena intentarlo más. Ellos serían los más felices si pierdo todas mis tierras y me encerraran en la cárcel más horrible".

En el grupo de Merlín hay una yegua de nombre Alara, una hermosa terrestre que le recordaba a la mismísima Princesa Celestia, pero sin cuerno ni alas y de un tamaño algo menor; de color blanco, ojos azules y una crin verde claro. Nunca estuvo seguro qué era exactamente de Merlín, si su amiga o su pareja sentimental, pues, aunque jamás los vio besarse, sí que se abrazaban, y podían permanecer horas juntos, mientras miraban las estrellas.

Él los veía y pensaba: "Así estaría yo con Pear Butter".

Pear Butter. La conoció cuando tenía cinco años y aún no había probado las chirimoyas. Estaba visitando la granja de la Tía Smith, y quería jugar con Bright Macintosh, así que lo buscó por todo el bosque de manzanales. Ya en esa época, las manzanas los odiaban, pues se dejaban caer sobre sus cabezas, y parecían mover sus raíces en el momento exacto para hacerlo tropezar, rodando por la dura hojarasca.

Y ahí la vio, al otro lado de una cerca, hablando con Bright Macintosh.

La vio de lejos y le pareció la criatura más hermosa de cuantas pudiesen existir en la galaxia. Se acercó, la vio de más de cerca, y supo que jamás podría olvidarla en la vida. La oyó reír, y supo, aún sin saber nada del amor, que la amaría para siempre.

"Pear Butter".


Su imperio se basaba en Cerinia, Greifland, Meli Witran Mapu, Quazai y Sindhu.

Merlín y su grupo sabían cómo viajar. Se quedaban en pequeños pueblos, hacían actos de teatro, artificios, vendían artesanías y al amanecer se marchaban hacia el siguiente pueblo. Así conoció tantas frutas deliciosas, tantas plantas igual de comestibles y sabrosas: bergamotas, papayas, batatas, piñones, guayabas, paltas, maracuyás, sandías, chirimoyas, mangos, duraznos, melones, granadas, dátiles, piñas, nísperos, y muchas otras.

Habló con quienes las comían, habló con gamos, ciervos y corzos de Cerinia; con grifos, hipogrifos y jabalíes de Greifland; con loros tricahue, huemules y coipos de la Meli Witran Mapu; con cebras, jirafas, antílopes, búfalos y camellos de Quazai; y con elefantes, pandas, mapaches, búfalos de agua, ovejas, cabras, minotauros, asnos y cérvidos de Sindhu.

Descubrió que aquello que uno recolectaba, era muy del gusto del otro, así que comenzó a comerciar de un extremo a otro del Mundo Conocido. Al principio fue muy difícil, pues la CAIM y el Gremio Oceánico imponen fuertes restricciones, revisiones y cuotas para el comercio de frutas y vegetales, con el supuesto objetivo que no expandir plagas entre los países. Fueron Merlín y Alara quienes empeñaron todas sus cosas, sacaron todos sus ahorros y con eso le permitieron pagar las licencias y su primer barco.

¿Cómo podía valorar aquel gesto? Todo el grupo de artistas quedó prácticamente en la calle, y contratarlos como tripulación no mejoró demasiado las cosas tomando en cuenta que muy poco sabían de navegación.

Y contra todo pronóstico, comenzó a tener suerte. No de inmediato, eso sí, le costó demasiado poder sacar adelante su proyecto. Pero los campesinos de los lugares adonde iba a recolectar la fruta lo amaban y lo apoyaron cuando más lo necesitó. Cuando su primer barco se hundió, los corzos celtas de Cerinia construyeron uno nuevo que fue tripulado por experimentados gamos galeses de Caer Llywelyn. Cuando ese barco fue asaltado por piratas, jóvenes grifos y jabalíes godos se embarcaron para protegerlos. Cuando asaltaron las caravanas que repartían por tierra, una gran cantidad de pumas mapuche se ofrecieron a defenderlas. Cuando su pequeña flota encalló, docenas de cebras asante cruzaron en lanchas artesanales para rescatarlos y recuperar la carga. Cuando los tres barcos que poseía no lograban entregar los pedidos a tiempo, doce galeras tripuladas por búfalos de agua marathas se ofrecieron para ayudarlo.

Su imperio es el imperio de miles de cascos, pezuñas y patas, de quienes confiaban en él pues había trabajado junto a ellos y sabía lo que se sufría en el campo. Por eso, destinaba gran parte de sus ganancias a recompensar y agasajar a las comunidades que tanto lo apoyaron.

Él no necesita tanto dinero. Comparado con otros grandes Príncipes Mercaderes, vive de un modo muy austero, en propiedades de dos pisos y usando siempre transportes públicos. Únicamente cuando necesitaba llegar con rapidez a un sitio llamaba a una nave de su confianza, un zepelín comandado por una perico de nombre Celaeno, de quien sospechaba era pirata el resto del tiempo.

No quería dinero, al menos no lo quería para gastarlo en él. quiso ser rico y poderoso para que así Pear Butter accediera a casarse con él.


Pudo verla pocas veces después de eso. La animosidad existente entre los Pear y los Apple le impidieron acercarse a aquella cerca tanto como quisiera, mucho menos cruzarla. Tuvo la suerte de cruzar palabras con ella un par de veces, y se había convencido de que Pear Butter era más dulce que cualquier fruta. No dejó de pensar en ella, pero viendo el gran conflicto entre ambas familias, sabía que debía estar en una posición inmejorable para poder ir a pedir su casco.

Es por eso que se esforzó tanto, por eso nunca se dio por vencido, por eso aprendió todo lo que pudo sobre comercio y economía. Grand Pear rechazaría a todos los Apple, por mucha riqueza que tuviera. Pero tendría que ser demasiado orgulloso o tonto como para rechazar al poderoso Emrys Wood, considerado el individuo más rico del Mundo Conocido, aquel que tenía acciones de cientos de compañías y una docena de locales en cada país.

Al fin, Applewood se siente como el semental que ella merece. Y por eso, ahora va a pedir su casco.


—Tu cuidaste de mí, y me trataste bien —le dice Applewood a Merlín, una vez están en el tren—. Eres mi padre, el mejor padre que podía tener.

—Hablas como si todo fuera a acabar ahora —dice el unicornio con una sonrisa. Es curioso, al poni terrestre le parece que no ha envejecido ni siquiera un poco desde que era un potro.

—En cierta forma, sí, muchas cosas van a acabarse —responde mirando por la ventana. El campo de Equestria lo saluda con el atardecer, que parece estar llamando a las nubes hacia el horizonte en llamas.

No es la primera vez que está en Equestria, ya ha estado ahí varias veces, dando charlas motivacionales y académicas en prestigiosas universidades; básicamente todas las casas de estudio soñaban con que les hablara a sus alumnos. Al principio se sintió agobiado, luego le dio mucha risa: él, el poni que fue rechazado por su familia, el que fue criado por saltimbanquis, el que jamás fue a una escuela superior, y era admirado por todos los que se dedicaban al comercio. Incluso había oído que sus lecciones y su libro eran usado por terapeutas, dirigentes y hasta comandantes.

"No creo que todo esto sea real".

—Muchas cosas van a acabarse —dice sonriendo Applewood—. Se acabarán los prejuicios contra los terrestres. Se acabará el conflicto contra los Apple y los Pear.

"Se acabará el tiempo que llevo esperando a Pear Butter".

—Hijo mío —le dice el unicornio bayo, contagiado por su alegría—. Has vivido lleno de sueños maravillosos y los has podido cumplir gracias a tu propio empeño.

—No habría llegado a nada sin ti, sin Alara, sin nuestro grupo —dice enternecido Applewood. Siempre lloraba cuando su padre comenzaba a hablar así.

—No, aún sin nuestra ayuda, habrías sido lo que eres hoy —dice mirándolo a los ojos, y ve que su padre también está a punto de llorar—. Tú jamás te das por vencido, nunca te rindes, y aunque la vida te ha golpeado con odio, tú sigues de pie. Ese es el poder más grande al que puede aspirar cualquiera.

"Quisiera ser tan buen padre como tú. Quisiera ponerle tu nombre a mi hijo, ayudarlo como tú me ayudaste".

—Papá —murmura Applewood, intentando no llorar.

—Me siento orgulloso de ser tu padre, Applewood.

Ambos se abrazan, y el llanto es mutuo. La noche comienza a caer, oscureciendo todos los colores, y en el vagón donde van, los pocos pasajeros intentan no hacer ningún ruido para no interrumpir aquel momento que vive un padre y su hijo.

—Me alegra que aceptes mi matrimonio con Pear Butter —dice él, tratando de secarse disimuladamente las lágrimas.

"En serio me alegra, temí que no la aceptaras".

Le había escrito varias cartas a lo largo de su vida, aunque no sabía con qué frecuencia le llegaban. Lo bueno es que ella le respondía de vez en cuando, de un modo dulce y sencillo, tal como ella.

Applewood temió que sus padres rechazaran que le pidiera matrimonio a una yegua que ninguno de ellos conocía y que sólo se comunicaba mediante cartas con él. Pero no pasó nada de eso, pues lo apoyaron e incluso le ayudaron a planificar su boda.

Quería invitar a todos sus amigos, reunir en el mismo lugar a todos sus empleados de Cerinia, Greifland, la Meli Witran Mapu, Quazai y Sindhu. No le importaba lo costoso que fuera, quería celebrar su felicidad con toda su gente, desde el más humilde campesino, hasta los capitanes de barcos cargueros. Quería invitar a Celaeno, a pesar de ser una pirata, pues a ella le habría salido muy fácil secuestrarlo y en lugar de eso aceptaba transportarlo de una región a otra. Quería que su padre, su madre y todo el grupo de viajeros se sentaran a su lado. Quería reunir ahí a la mayoría de las especies del mundo.

—Sólo me has dicho maravillas de ella —dice riendo el unicornio—. Y además eres inteligente, no te enamorarías de cualquiera.

—Gracias por comprender, papá —dice Applewood, sonriendo con todo el ánimo del mundo.

—Sabes que te apoyaré en todo lo que necesites —contesta alegre su padre.


Merlín se ha quedado dormido, pero Applewood no consigue hacer lo mismo pues la emoción lo mantiene exaltado. Al fin podrá cumplir el sueño de su vida: casarse con Pear Butter, y eso no le permite cerrar los ojos.

"Todo será perfecto a partir de ahora".

Dibuja en un cuaderno de notas algunas figuras sencillas, pues jamás fue buen dibujante, y ahí intenta representar a todos sus amigos y a su familia. Merlín, Alara, el grupo de nómadas, Celaeno, varios integrantes de cada una de las tribus que lo ayuda.

Sonríe, pues, aunque no son buenos dibujos, para él son perfectos pues aparecen las criaturas que él aprecia. Comienza a dibujarse a sí mismo en el centro, y luego pone todo el empeño del mundo para poder dibujar correctamente a su amada. Hace poco llegó para hacer negocios con Grand Pear, ofreciendo comercializar sus peras por todo el Mundo Conocido e incluso regalándole terrenos en Vanhoover para explotarlos él mismo, y ahí pudo verla una vez más.

"Decir que es hermosa es decir muy poco. Decir que es amable es decir menos aún, ella simplemente es perfecta en todos los sentidos".

Siente que hace un dibujo que, dentro de su tosquedad, le hace algo de justicia a su amada, y sonríe lleno de felicidad. Algo así sería su boda, una reunión de todas las criaturas del Mundo Conocido, para celebrar la unión de Applewood y Pear Butter.

No iba a economizar en ningún gasto.

"No nos faltará comida ni nada, podremos estar celebrando por semanas si queremos".

O al menos, todo tiempo que ella quisiera. Todo lo que deseara Pear Butter se lo daría, hasta el más mínimo detalle, pues para eso había amasado una grandísima fortuna. La gastaría toda en darle la vida que ella merece.

"Toda su vida será increíble, no tendrá que trabajar nunca más, no pasará ninguna penuria. Vamos a casarnos bajo un peral, y estaremos todos ahí: galeses, anglos, sajones, celtas, escoceses, germanos, daneses, noruegos, suevos, godos, pehuenches, mapuches, huilliches, asantes, zulúes, dogones, igbos, yorubas, marathas, gond, dimasas, mogoles, deori, valmiki, muduvan, hmnar y tamiles. Todos juntos, con sus instrumentos típicos, formarán una hermosa orquesta, y no será la Alcaldesa quien nos case sino que será la propia Princesa Celestia. Ambos diremos que sí, nos besaremos, y haremos una gran fiesta como nunca se ha visto en Equestria. Y nos iremos a nuestra luna de miel sobre una alfombra mágica de Krallikistán. A partir de ahí, todo el futuro será maravilloso".

Sonríe, y duerme finalmente. Entre sueños, le parece ver al dibujo que hizo de Pear Butter besar al dibujo que hizo de él mismo.


Ponyville se veía igual que otros días, igual de aburrido y con la misma cantidad de caras poco amistosas..., aunque en vez de mirarlo con hostilidad, parecen mirarlo con sorpresa.

—No entiendo qué pasa —dice Applewood—. Normalmente se acercaría alguien a decirme que no soy bienvenido aquí.

Él y su padre caminan por la calle del pueblo, elegantemente vestidos con trajes muy caros y con sombreros de copa. Los aldeanos lo miran como si no supieran qué sentir, como si pensaran que no debía hacer nada ahí. No entiende qué pasa y eso lo pone nervioso.

—El puesto de Grand Pear, ¿No estaba aquí? —le dice su padre, contemplando un espacio vacío junto a la tienda de los Apple, que está cerrada.

—Bien, esto me está asustando —dice Applewood, buscando con la vista a alguien que lo pueda ayudar.

Ve en un puesto de artesanías a un caballo pinto, que está armando un atrapasueños. Tiene ojos del color de la miel; crin y cola beige; pelaje blanco puro, con manchas de marrón claro. Su crin beige tiene dos trenzas que caían detrás de sus orejas; encima de su oreja derecha llevaba encajadas tres plumas de halcón, y en su cuello penden un montón de collares de madera clara, negra y verde. Su Cutie Mark son tres zarpas de oso marrones.

Es Sacred Lion, el haida que se había mudado al pueblo hace tiempo, y que siempre tenía palabras amables para él. a Applewood le cae muy bien, y siempre trata de comprarle algunas cosas para ayudarlo.

—Buenos días, Sacred Lion —saluda Applewood quitándose el sombrero— ¿Cómo estás?

—En perfecto estado, señor Wood —saluda el caballo, sonriendo con dientes que parecen de perla; es casi del tamaño de Celestia—. Buenos días, señor Merlín.

—Buenos días, señor Lion —dice él—. veo que el pueblo está muy cambiando, ¿Qué pasó con el puesto de Grand Pear?

—Ah, es algo muy triste en realidad —dice el caballo, dejando de armar el atrapasueños para mirarlos, y su mirada se detiene significativamente en Applewood—. Pero no creo ser el más indicado para contarles.

—¿Por qué no? —pregunta el poni terrestre— ¿Fue muy grave? ¿Pear Butter está bien?

—Son cosas muy tristes —dice el caballo pinto, y suspira—. Pear Butter..., digamos que está bien, pero debes ir a Sweet Apple Acres para saber lo que pasó. No soy nadie para decirte qué pasó.

Para él es horrible acercarse a cualquier lugar habitado por un Apple, y si es la Tía Smith, mucho peor. Sin embargo, en esa ocasión necesita desesperadamente ver a Pear Butter, hablar con ella y saber qué pasó con Grand Pear.

—Está bien, muchas gracias Sacred Lion —dice Applewood, tomando un collar sencillo de madera, con el símbolo de una huella de oso—. Me llevaré esto.

—Vale tres bits.

—Le daré quinientos.

Sin permitir que el caballo pueda negarse, el poni terrestre deja un galeón sobre el mostrador, una dorada pieza de oro de la CAIM que equivale a quinientos bits. Se marcha junto a Merlín antes de que Sacred Lion pueda decir algo.

—Te seré sincero, hijo mío, no me gusta nada cómo se ve esto —le dice Merlín.

—A mí tampoco, necesito ir rápido a Sweet Apple Acres —dice él, preocupado. Había esperado mucho para volver a verla y el reencuentro no está ocurriendo como lo planeó. Hay un aroma a fatalidad en el aire que lo pone aún más nervioso.

"¿Qué pasa, Pear Butter?"

—No deberías estar aquí.

Quien habló es Burn Oak, el mejor amigo de Bright Macintosh. Se acerca a ambos desde el puesto de leña, caminando con rapidez. No es la primera vez que le dice eso, pero sí es la primera vez que lo dice con tristeza, y eso alarma aún más a Applewood.

"No lo entiendo".

—¿A qué te refieres? —pregunta asustado el poni terrestre. Es curioso, en el pasado también fue su amigo, en el tiempo cuando era un potro y su familia no lo había desterrado.

—Por tu propio bien, deberías marcharte ahora —insiste Burn Oak, y no es con la rabia a la que está acostumbrado el poni terrestre.

—Explícame qué pasó, por favor —le pide Applewood—. No entiendo nada, ¿Dónde están Grand Pear y Pear Butter?

El poni traga de modo sonoro, y su nerviosismo es evidente. El poni terrestre se lanzaría contra él para exigirle que le de una respuesta, a golpes si es necesario. Pero en lugar de eso, echa a correr en dirección a Sweet Apple Acres, corre sin importarle en lo más mínimo que su sombrero de copa se caiga y que su carísimo traje se ensucie y se rompe. Corre sin oír los gritos de su padre y de Burn Oak. Corre hacia aquella dirección que odiaba y que llegaría a odiar aún más.

"¿Qué rayos pasa? ¿Dónde está Pear Butter? Vamos a casarnos, hoy vine a pedir tu casco. ¿Dónde está tu padre? ¿Dónde estás tú? Espero de todo corazón que estés bien".