Vacío.

Frialdad.

Cansancio.

Todas eran descripciones certeras de lo que existía en el interior de su alma. Ella simplemente subsistía detrás de su falsa sonrisa y de sus intentos de ayudar. Tenía que ser una buena chica. ¿No era eso lo que se esperaba de ella? Actuar como era debido, que su proceder fuese apropiado.

Pero, irónicamente nada de eso completaba la frialdad y el vacío en su interior. Miraba al derredor suyo y observaba el ánimo de sus compañeros, ese anhelo de proseguir con la lucha incluso cuando sabían que estaban adentrándose a su certera muerte.

Y ella se preguntaba a sí misma. ¿Acaso era lo que buscaba? Su muerte. Entonces sus pensamientos iniciaban un viaje de conjeturas que la llevaban a examinar que realmente deseaba. ¿Quería realmente morir? Sí. Dejar de existir y volverse nada. Sin embargo, no añoraba un deceso sin motivo. No; era necesario que ocurriese en circunstancias convenientes. Su propósito era hacerlo dando su vida por algunos de sus compañeros para que así su recuerdo fuese uno agradable y digno de rememorar.

Y volvía a preguntarse si no era un modo insólito de ella buscar afecto. Era una cruel burla si fuese cierto. Porque si moría, no podría experimentar su dulce efecto y sería inútil añorarlo. Seguidamente, luego de esa cavilación, surgía una peculiar burbuja de histerismo que quería salir a flote en una risa trastornada pero alcanzaba a reprimirla. Ella se inquietaba ante la idea de que tal vez estaba desequilibrada mentalmente… o quizás era tan solo una manifestación de su humanidad.

Nunca lo sabría. Al igual que tampoco llegaría a saber si alguien mantenía la misma batalla interna que ella. ¿Era posible que ella fuese la excepción a la regla? La única en arrastrar todo esos sentimientos encontrados, ese vacío que la ahogaba y la hundía al abismos de esas oscuras aguas de la desesperación, de la añoranza a un imposible.

No sabía que sus dudas serían respondidas al regresar de la misión que dirigió el comandante Smith en las afueras de la muralla Rosé. Podía palpar sin dificultad el desánimo ante la derrota de no haber capturado al titán femenino. Los observaba con cierto aire de distanciamiento. Sus ojos vagaban por sus compañeros, evaluando a cada uno. Inspiró bruscamente al hallar una mirada tan parecida a la suya. Por un breve instante temió que se miraba sí misma en un espejo. No obstante, rápidamente realizó que el dueño de la mirada era el capitán Rivai.

Petrificada ante su hallazgo, no desvió su mirada que evidenciaban el mismo vacío y cansancio del femenino. Aunque el contacto visual fue de corta duración, pudo confirmar que existía alguien con sensaciones similares a la suya. Era posible que no fuesen motivadas por las mismas causas, pero ahí estaban. Por varios segundos miró al capitán alejarse.

Luego, ella prosiguió su camino mientras meditaba en su inesperado descubrimiento, insegura de lo que distinguió en sus ojos. El capitán era un hombre desenvuelto, sólido en sus creencias y su deber, audaz ante toda situación peligrosa. No era posible… y aun así… ¿podía ella dudar de lo que estaba segura?

...

Notas de la Autora: Estoy considerando si dejarlo así como un one shot o hacer un fic de varios capítulos. Veré a ver que decisión tomo y si tengo la entereza para emprender tal hazaña. Para mí este manga/anime además de tener un tema fuerte es muy profundo. Hiroshi Kamiya nos presenta una sociedad con muchas similitudes a la nuestra donde tal vez no batallemos contra titanes pero sí contra enemigos peores que los titanes como la codicia, abuso y subyugación de los humanos bajo una persona o corporación poderosa.