Disclaimer: Shaman King no me pertenece y tampoco sus bellos personajes. Yo sólo los he tomado prestados porque soy buena tomando personajes de otros, acomodándolos a mi gusto.
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(Sin) remordimiento.
Ya había perdido la cuenta de las veces que había apuñalado el cuerpo. La sangre salpicaba en su rostro, ensuciando el blanco inmaculado del mismo, pero que combinaba a la perfección con el rubí de sus ojos.
Había perdido la razón. Era enterrar una y otra vez la afilada navaja en la carne de su víctima, quien había muerto desangrada y seguramente tenía muchos de sus órganos nobles destruidos producto de las profundas heridas.
De pronto se detuvo. Pasó una manga por su frente. Sudaba. Observó alrededor, y notó el desastre. No recordaba mucho y eso le aterró. Vio el cuerpo de la mujer debajo suyo y ahogó un grito cubriéndose la boca, rompiendo en llanto desesperadamente y sin saber qué hacer.
Respiró hondo. Necesitaba calmarse para encontrar los detalles, para poder dar lógica a semejante crimen. Inspiró fuerte muchas veces, y muchas otras se talló los ojos con fuerza, esperando despertar de aquel horrible sueño. No era un sueño, era una pesadilla. Y las pesadillas son mucho más reales que los sueños, porque nos persiguen incluso cuando despertamos.
Todo seguía igual. No importó las veces que se abofeteó, ni las cantidades de agua fría que vertiera en su rostro. La había matado. Jeanne asesinó a Tamao.
De pronto algo dentro de ella le dijo que debía actuar; limpiar la escena, esconder el cuerpo, o mejor dicho, deshacerse de él y por supuesto, no dejar rastro que la inculpara.
Pensó detenidamente en qué sería más creíble para justificar la muerte de la chica; una experta en el uso de la katana y también en las artes marciales no podía terminar así. ¿Un atraco en grupo? Era lo más creíble.
De la manera más expedita que sus nervios le permitieron, tomó un trapo y lo sumergió en cloro. Así eliminó todo rastro de sus huellas digitales. Con un martillo golpeó la cerradura de la puerta para que pareciera que fue forzada y destrozada. Provocó desorden por toda la sala, para simular que hubo al menos una pelea. Luego se quitó la ropa estropeada por la sangre de la víctima, se dirigió al cuarto y cogió algo limpio qué ponerse.
Ya no había tiempo para pensar, sin embargo, en su congoja se detuvo frente al espejo. Se observó de pies a cabeza detenidamente. ¿En qué se había convertido? Lágrimas corrieron por sus mejillas; gruesas y saladas. No dejaban de brotar de sus ojos hasta convertirse en audibles sollozos plagados de remordimiento.
Cuando dejó salir todo el dolor, secó su cara con la polera y volvió la vista al espejo. Se sintió un poco aterrada al notar que tenía la impresión de estar frente a otra persona y no a ella misma. La imagen que te tenía enfrente le devolvió una sonrisa torcida, que poco a poco se deformó lo suficiente para hacerla parecer una maníaca.
— Esa perra se lo merecía —gritó—. Al menos ya no molestará.
Arregló tranquilamente su cabello y salió de la habitación. Le dio un último vistazo al cadáver de la mujer de cabello rosa y volvió a sonreír con satisfacción. Salió sigilosa del inmueble, pero segura de que no sería descubierta nunca. Salió a paso rápido, en casa Ren y Men la esperaban para cenar.
Yo dije que regresaría. Me tomó casi dos años hacerlo, pero aquí estoy.
Lamento haber tomado a dos de mis personajes tan queridos para escribir esto, lo más macabro que he publicado hasta ahora, pero necesitaba esto para sanear un poco mi alma. Porque matar a alguien en el mundo real es ilegal, pero sí puedo hacerlo aquí.
Gracias por leer.
