Nota de autor:Este es el primer fic que escribo, la verdad es que hace mucho que quería escribir uno de White Collar ya que amo la serie y siempre pensaba que hacía falta un personaje más. El personaje está basado un poco en mí (aunque no tanto). Puede que sea un poco tedioso y aburrido al principio porque tengo muchas cosas que explicar y las cosas pasan un poco lentas. Como sea, espero que lo disfruten
Warning: Contiene spoilers de casi todas las temporadas, lenguaje de adultos y escenas de violencia, pero no muchas.
White collar no es de mi propiedad.
Capitulo 1: Mi historia.
JADE
Hacía calor, bastante calor para ser una ciudad como Nueva York. La temperatura debía rondar por los 30 grados y todos debían de estar metidos en sus casas. Excepto yo, claro. No me perdería un día de calor por nada del mundo.
Estaba sobre el techo de un edificio de unos 10 pisos, un poco a las afueras de Manhattan, disfrutando de las vistas. Estaba sentada en el borde, con los pies colgando hacia afuera. El suelo estaba a unos 30 metros más abajo, pero no tenía miedo a caer. Una de las primeras cosas que aprendí sobre mi misma es que no le tengo miedo a las alturas.
El sol me daba de lleno, mi pelo ondulado y negro me golpeaba la cara por el viento. Me saqué el pelo de la cara y me hice una coleta alta. Miré hacia abajo. Una patrulla estaba de guardia en la esquina, pero el calor hace que los polis metidos en ella no presten atención a su entorno, solo piensan en lo bien que estarían en sus casas con aire acondicionado y una limonada. Esta era una de las razones por las que me gustaba el calor.
Sentí la vibración de mi celular descartable en mi bolsillo. Supuse que era Chris. Sonreí al leer el mensaje:
"TE ESTAMOS ESPERANDO! SI NO VIENES EN 2 MINUTOS, EMPEZAREMOS SIN TI ;)"
Dos minutos, bien. Era tiempo suficiente. Miré abajo una vez más, y divisé un el techo de un edificio a unos 3 metros por debajo de mí. Salté dando una mortal hacia delante y luego de aterrizar, di otra vuelta para amortiguar la caída. Seguí corriendo y subí a otro edificio que estaba a unos 2 metros por encima. Sentía el aire fresco mientras corría saltando de edificio en edificio, de techo en techo. Sentía la adrenalina mientras ganaba altura. Sabía que una caída desde aquí era una muerte segura, pero no me importaba. Confiaba en mí. Sabía que podía hacerlo; era algo natural, como respirar o caminar.
Hacía Parkour desde muy pequeña. Creo que todo empezó en el orfanato, cuando tenía 6 años. Mi madre acababa de morir y los de servicios sociales me habían mandado allí. Pero yo necesitaba salir, necesitaba sentir que no estaba encerrada en una prisión, a pesar de que me tenían allí en contra de mi voluntad y de que se me estaba prohibido salir. Supongo que también fue allí cuando empecé a romper las reglas. Descubrí que en el patio, mientras nadie miraba, podía treparme a un árbol, de ahí subir al techo del vecino y bajar por una escalera de incendios. Casi nunca notaban mi ausencia. Luego empecé a hacerlo por diversión y subir a otros edificios también.
Así fue como conocí a Mike. El tenía 14 años en ese entonces y yo 8. Estaba en el techo del museo Metropolitan, en Central Park. (Me gustaba el arte. Siempre he sabido entenderlo. Iba a la biblioteca y sacaba todos los libros de arte que podía, era algo poco común ver a una niña de 8 años en una biblioteca pública).
Aun recuerdo con claridad esa noche:
Eras pasadas las diez de la noche cuando escuche el ruido de pasos a unos metros a mi derecha. A pesar de la poca luz, pude distinguir una silueta que no se parecía a la de los polis. Me puse en pie de inmediato, preparada para luchar, a pesar de que era bajita y no tenía ni idea de la lucha cuerpo a cuerpo.
-Hey, tú- Saludo la sombra, que parecía de un chico fornido, aunque con cara aniñada y redonda. – ¿Quién eres?- Preguntó. La voz se le iba a veces, típico de los adolecentes cuando la están cambiando.
Yo me quedé muda. En esos tiempos no confiaba ni de mi propia sombra. Sin mi madre me sentía sola y desamparada. No conocía a mi padre, ni tenía hermanos o parientes. No me quedaba nadie en este mundo.
-¿Qué pasa? ¿Te comieron la lengua los ratones?- Bromeó luego al notar que no contestaba. Luego de unos segundos sin respuesta, preguntó- ¿Cómo subiste aquí?-
Esa era una pregunta fácil de contestar y no encontraba razones para no hacerlo, así que le dije la verdad:
-Saltando –
El levantó las cejas sorprendido y luego sonrió- Pues yo también. –Abrió la boca como para agregar algo más, pero se detuvo y la cerró. No entendí que había parado porque escuchó unos ruidos hasta que yo también los escuché. Eras pasos. Unos segundos más tarde aparecieron un chico y una chica. El chico era rubio con el pelo recogido en una coleta. Era más grande que yo, pero no como Mike. La chica era morena igual que Mike y bastante alta. Ambos me miraron y luego a él.
-¿Quién es ella? – Preguntó la chica señalándome con el mentón.
- No lo sé. Aún no se lo he preguntado, Amber.- Contestó Mike un poco divertido. Luego se acerco un poco a mí y se agachó para estar a mi altura - ¿Cómo te llamas, pequeña?- Me preguntó. Al ver que no respondía continuó – De acuerdo, hagamos una cosa. Yo y mis amigos nos presentaremos primero y luego lo haces tú, ¿De acuerdo? – Yo asentí, me parecía justo.- Mi nombre es Mike Adams y tengo catorce años- Luego señaló a la chica.- Ella es Amber, mi hermana, y tiene once años.- Luego señaló al chico.- y él se llama…-
-Christian Darren, y tengo 10 años.- Interrumpió el chico.-Pero puedes llamarme Chris.- Me tendió una mano y yo se la estreché; y como recompensa me dio una brillante sonrisa que yo correspondí- ¿y tú eres…?-
-Me llamo Jade Wayland, y tengo 8 años- Contesté
Así fue como nos conocimos. Mike y los otros me enseñaron todo sobre el mundo de Parkour, y más importante, como sobrevivir en las calles. Me enseñaron a sustraer billeteras de los bolsillos y a robar hamburguesas en los puestos de comida en la calle sin que nadie se diera cuenta, y a mí se me daba bien. Luego me presentaron a un tipo al que ellos llamaban "Padrino". En realidad no lo conocí en persona, sino por su "agentes", que eran hombres apenas mayores de edad que se reunían con nosotros. La cosa era simple. Ellos te daban un sobre con unas instrucciones detalladas de cual era tu objetivo y como obtenerlo, como un camión de entregas o la billetera de una persona en específico. Luego tú ibas, cumplías el trabajo y te recompensaban con algunos cientos de dólares. Rápido y fácil. La única regla era que no se admitían preguntas ni cuestionamientos, y que si te pillaba la poli, no tenías que delatarlos. Al parecer se dieron cuenta de que a mí me resultaban fáciles los encargos, y empezaron a exigir más, y por consecuente, a pagar más.
Mike y su hermana empezaron a hacer estos trabajos cuando escaparon de su casa. No conocían a su madre y su padre era un alcohólico que los maltrataba. Escaparon cuando Mike tenía 9 años. No tenían ni idea de cómo sobrevivir en Nueva York solos, y se estaban muriendo de hambre. Un día, mientras pedían limosna en la calle, un Agente del "Padrino" se les acercó y les dio un sobre. La tarea era sencilla: fingir estar enfermos para entrar en un hospital de niños y robar unos documentos. Con el tiempo fueron perfeccionando su técnica y así fue como conocieron a Chris. El también era un huérfano. Sus padres lo habían dejado en el orfanato cuando tenía menos de un año, y un día, al igual que yo, se escapó y comenzó con los encargos para sobrevivir. A veces los encargos se hacían en conjunto son otros chicos, y un día a Chris le tocó hacer uno con ellos y se hicieron amigos.
Ya casi estaba llegando hacia donde estaban Chris y los otros. Los raros días en que la temperatura superaba los 25 grados, íbamos a lo que ellos llamaban "El lago". Era una especia de túnel enorme de concreto y lleno de grafitis de unos 3 metros de altura y otros 3 de ancho por el que caía el agua hacia una pequeña laguna, y luego de ahí al rio Hudson, era un lugar secreto ya que nadie lo conocía, excepto nosotros.
Llegué en minuto y medio, en la entrada del túnel me esperaban Mike, Chis, y otros 5 chicos mas. Los otros chicos eran también los "Chicos del Padrino", como solían llamarnos, otros chicos huérfanos que viven en las calles y hacen los encargos, con los que en algún trabajo nos hemos cruzado.
-Un minuto y medio, Wow- Saludó Chris mirándome con sus ojos verdes. Yo sonreí. Con el tiempo, Chis se volvió mi mejor y más intimo amigo. Ahora, con 14 años, Se había cortado el pelo dorado oscuro, por lo que no llevaba coleta ; su voz había cambiado y se había vuelto casi igual de fornido que Mike, para ser completamente sincera, era atractivo y tenía fama de rompecorazones en la ciudad –Con razón el Padrino te eligió a ti.-
-Si, como no…- Contestó Mike, sin tratar de ocultar que le molestaba. Mike acababa de cumplir los 18 años de edad y era un poco más alto que Chis. Su pelo negro azabache lo llevaba cortado casi a rape y sus músculos se notabas bajo la camiseta, producto del ejercicio diario, en realidad, todos (incluida yo) teníamos el cuerpo fibroso. El parkour no es un deporte para débiles.
Ayer por la noche yo había recibido un sobre del Padrino, solo que en vez del encargo, solicitaba verme personalmente con el esta noche en un depósito en el muelle. Eso era una novedad. Ninguno de los chicos que hacen los encargos habían visto al padrino personalmente y ahora se preguntaban porque me había elegido a mí. Yo trataba de restarle importancia, pero la verdad es que estaba nerviosa. Con el tiempo empecé a intuir que es lo que hacía el padrino. Podría ser un narcotraficante, o un mafioso, o las dos cosas. El caso es que era un tipo muy poderoso, y sobre todo, peligroso.
- Ya basta, Mike ¿Si?, No quiero pensar en eso ahora, solo quiero distraerme un rato.- Contesté de mal humor.
-Pues has venido al sitio indicado.- Gritó Amber. Ella tenía 15 años ahora con el cuerpo de ensueño y el pelo largo casi hasta la cintura y sus saltones ojos grises (iguales a los de su hermano), parecía mayor de lo que era. Más de una vez habíamos necesitado de sus habilidades de seducción para hacer algún trabajo.
Para llegar a la entrada Tunel hay que pasar por una colina primero, lo que hacía que el lugar este bien escondido. Amber venía bajando por la colina con una canoa sobre la cabeza. Cuando llegó, la puso en la entrada del túnel y la sostuvo para que el agua no se la llevara.
-Bien, ¿Quién va primero? – Preguntó. Un montón de chicos y chicas se pusieron alrededor de la canoa, en la que podían subir hasta 5 personas.- ¡Vamos Jade! ¡Súbete!- Me apremió Amber ya en la canoa, yo reí y me subí. Mike se puso detrás de la canoa. Contó hasta tres y luego la soltó. La canoa salió disparada y comenzó a tomar cada vez más velocidad. Dentro del túnel era oscuro y apenas podías ver, solo podías escuchar los gritos de emoción de todos y ver una luz al final. Cuando por fin terminó el túnel y la canoa calló en el lago, esta se volteó y todos caímos al agua, muertos de risa.
-¡Otra vez!- gritó Amber, y todos gritamos al unísono. Así la pasamos la mayor parte del día.
