Disclaimer: Bleach y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo.


Para SuAries.


‹[...] Sus manos pequeñas y frías, su pelo liso, tan bonito y agradable al tacto; los lóbulos de sus orejas, suaves y carnosos, y el lunar que tenía debajo; el elegante abrigo de piel de camello que solía llevar en invierno; su costumbre de mirar fijamente a los ojos cuando hacía una pregunta; el ligero temblor que, por una u otra razón vibraba en su voz (como si estuviera hablando en lo alto de una colina barrida , por un fuerte viento). Al sobreponer estas imágenes, su rostro emerge de repente. Primero se dibuja su perfil. Tal vez porque Naoko y yo solíamos andar el uno al lado del otro.›

Tokio Blues —Haruki Murakami


Compañeros

La mañana había pasado con suma rapidez, a pesar de todo el trabajo y la rutina en que la Sociedad de Almas, ya un poco más calmada, se desenvolvía.

Desde que Aizen partió junto a Gin Ichimaru y Tōsen Kaname de la Sociedad de Almas, acentuados de traidores, nadie parecía completamente tranquilo en espera de lo que podía o no suceder más adelante. No obstante un sentimiento de paz había nacido dentro de Rukia después de todo lo previamente ocurrido; éste logró surgir aliviando muchos temores y quitado una gran carga que llevaba varios años sobre sus hombros.

Apenas habían transcurrido dos días desde que Ichigo partiera hacia el Mundo Humano al lado de sus demás amigos, y de alguna manera lo sentía cercano, como una especie de espíritu que nunca terminaba de irse por completo, deambulando a su alrededor.

Rukia tuvo la certeza desde que concibió la idea, que Ichigo comprendería su decisión al quedarse allí. Además, aún faltaba mucho por hacer en la Corte de las Almas Puras y los demás lugares que se vieron afectados por las batallas. Todo marchaba bien, las reconstrucciones estaban en su mayoría reparadas, gracias a los maestros del kidō quienes trabajaban con sumo esfuerzo y dedicación a restaurar aquellas estructuras hechas a partir de partículas espirituales.

Quién diría que conocerlo desataría de alguna u otra forma aquel desenlace, que si bien tenía sus tragedias, también sus milagros.

En toda su transversal vida como alma jamás había tenido aquella especie de conexión espontánea tan intensamente rápida, ni con Renji o Kaien.

Era una mezcla entre lo irreprimible e inalterable, dando cabida un hecho que no podía refutarse: esa sorprendente camaradería.

Parecían destinados a encontrarse. Sonaba a un cliché genérico aplicado a la ilusión de una relación, al arraigo del afecto, al culebrón literario más conocido de los primeros y últimos tiempos, a la estrofa de una canción, a una cita utilizada hasta hartazgo.

Pero la verdad era que el concepto de su relación no tenía ínfulas de competir con nada ni nadie. Era una cuestión tan sencilla y compleja a la vez que resultaba un tanto inefable.

Por otro lado, Rukia quiso permanecer en la Sociedad de Almas para recuperarse completamente y ponerse al día en cuanto a entrenamiento y responsabilidades, lo que resultaba bastante lógico. De cualquier modo, siempre habría una razón para verlo nuevamente; cruzar caminos otra vez, ser compañeros y encararse tontamente en una usual disputa.

Como Segadora de Almas conocía de primera mano las vueltas del destino y lo que su trabajo le confería; era un hecho que le sucedía a cualquiera, pero que luego de ponerse el Shihakushō pudo entender a mayor profundidad.

Rukia había aprendido a una edad muy temprana el significado de la existencia, sólo el recuerdo tan amargo en los lóbregos días de lo que fue su infancia remarcaban con absoluta razón aquel conocimiento, empujándola con firmeza a perseguir una forma de vivir en mejor condición.

A través de las vivencias llegaban las experiencias y era por ello que Rukia tenía ese amago de suspicacia en sus ojos siempre alerta; buscando entender el trasfondo de lo que le intrigase. Y Ichigo siempre terminaba intrigándola de algún modo, el que ella lograra conocerlo y comprenderlo era más una cuestión de congenialidad y empatía que de habilidad a pesar de que también la tenía. Un hecho un tanto cómico y contradictorio ante sus constantes disputas. A veces aquel famoso dicho de que los polos opuestos se atraían parecía dar una idea de lo que eran, no obstante eran dos seres con sus similitudes y sus diferencias, desprovisto de toda exageración y cursilería.

En poco tiempo Ichigo le demostró que era alguien en que ella podía confiar, justamente por esa confianza le respetaba todas esas cosas que aún no estaba dispuesto a hablar en voz alta, pero tampoco era de las que trataban a alguien con condescendencia tan sólo por el hecho de albergar un problema. De hecho tenía ese rasgo tan característico de hacerlo encarar una situación a la que él simplemente no sabía cómo lidiar hasta caer en lo patético y éste a su vez hacía lo mismo cuando la situación lo ameritaba.

—¡Rukia! —Exclamó una voz sacándola de sus pensamientos.

La mencionada volvió el rostro siguiendo el eco de la voz que había escuchado para encontrarse con una Kiyone muy alterada.

—¿Qué sucede? —preguntó con preocupación.

—Es el Capitán; está mal otra vez.

Rukia frunció el ceño y echó a correr de inmediato.

Mientras tanto, Ichigo retomaba su vida en la ciudad de Karakura y se preguntaba cuándo podría ver de nuevo a la muchacha de ojos violáceos.

Y el péndulo de sus destinos oscilaba de un lado a otro, entre fabulas y poemas de la Luna y el Sol. Entre hipótesis o habladurías. Entre montones de cuentos que desmoronaban el significado de su conexión.

Y la historia hablará de ellos en muchos sentidos, pero la verdad es que pase lo que pase, siempre serán compañeros.

FIN


‹No te damos una sierva, sino una compañera.›

San Pablo


¡Hеy, ¿cómo están?!

Tenía bastante sin aparecer por este fandom; alrededor de un año y algo, creo (?). Sin embargo llevaba ideando editar esta pequeña historia desde hace pocos meses como un regalo para la mencionada arriba (sí, SuAries, tú misma eres, nena), pero ya saben, con tantos compromisos personales y otros fics pendientes, estuve tomándolo con calma.

Decidí volver a las raíces de Bleach y plasmarlo aquí como un breve recuento de aquel entonces, que a diferencia de la vez anterior me ha fascinado. Tal vez no estén de acuerdo conmigo, pero así los sueño yo, como dice la cita final.

Infinitas gracias a todos por leer.

Una pirueta loca y un saludo cuerdo,

Gene.


Revisado y Editado:

Enero 23, 2018.