Gravedad Cero
Track 01. Esperando un momento
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La siguiente historia contiene relaciones yaoi, por lo que si no es de tu agrado eres libre de retirarte pero no de dejar comentarios ofensivos =)
Junjou Romantica y Sekaiichi Hatsukoi pertenecen a Shungiku Nakamura. Gravitation pertenece a Maki Murakami. Ninguno de sus personajes me pertenece por lo que esta historia esta escrita sin fines de lucro, yo no gano nada más que alejarme un poco del ocio.
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Onodera miraba la pantalla de su computadora con evidente satisfacción leyendo con cuidado cada dato del calendario. En el pequeño archivo se describían los detalles de cada una de las fechas de entrega para las mangakas a su cargo; datos como día limite, avances y cambios estaban resumidos en cifras sencillas. Deslizó el cursor con calma, contento por ver todo en orden. No era la primera vez que iba al corriente en sus fechas, porque casi siempre el tiempo empeoraba luego de que se relajara, pero esta vez tenía un buen presentimiento. No solo estaba en tiempo, y con suficiente anticipación, sino que las autoras parecían atravesar una etapa de inspiración que facilitaba su trabajo. Por un segundo se encontró deseando que así fuera cada mes, pero deshecho los pensamientos negativos al cerrar el archivo. Abrió uno nuevo, en blanco, para terminar el proyecto que aún quedaba pendiente.
Por alguna curiosa razón, últimamente todo en su vida parecía recuperar un orden. Aún tenía problemas para mantener su casa limpia, y cumplir sus tres comidas al día como debería ser. Pero al menos había logrado acostumbrarse al ritmo de trabajo en el departamento Esmeralda, además del gusto por el manga shoujo, también había logrado grandes mejoras en sus proyectos. Solo sería cuestión de tiempo para estar al nivel de Takano, pero se conocía lo suficiente como para saber que su paciencia era su mayor virtud, y que gracias a ello siempre había cumplido sus objetivos.
Detuvo el golpeteo de sus dedos sobre el teclado al sentir una intensa mirada sobre si, pero no tuvo que girarse para comprobar la mirada del editor en jefe dirigida hacia su persona, y tampoco quería hacerlo. Por un fugaz segundo la incómoda sensación pesó sobre sus hombros antes de que Takano retomara su trabajo llamando a Kisa para aclarar algún asunto. Onodera dejo escapar un suspiro silencioso leyendo las últimas líneas de su escrito.
Quizá lo único por lo que tendría que quejarse sería precisamente su jefe. Estaba consciente de que algo muy delicado había cambiado entre ellos desde hacía un par de semanas, pero saberlo, entenderlo y aceptarlo eran ideas que se contradecían constantemente en su cabeza. Había estado a punto de confesarle a Takano algo muy privado de lo que estaba seguro se habría arrepentido. Estar aliviado en ese momento de haberse detenido, le comprobaba su teoría. Pero Takano no parecía tener problemas en decir abiertamente lo que sentía por él. Era frustrante. Atemorizante y frustrante. Había dejado pasar tantas situaciones incómodas por las que ahora se recriminaba, pero no podía evitar que su cuerpo reaccionara ante la cercanía de Takano, o que su corazón golpeara dentro de su pecho con tanta fuerza que le evitaba pensar con lógica. No quería justificarse y negar aquello que estaba tan escondido dentro de su corazón… pero tampoco podía aceptarlo.
Se rehusaba a declarar abiertamente un amor hacia el editor que tenía muy pocas posibilidades de funcionar. ¿Por qué? No tenía idea, pero sabía que sería un error.
Ahora se mantenía en un estado de alerta constante evitando quedarse a solas con Takano, llegando a la oficina antes que él y procurando ser el último en salir. Rechazando cualquier tipo de acercamiento del editor que pudiera desatar las reacciones de su cuerpo de las que al parecer no tenía control. Un suspiro más escapó de sus labios preguntándose cuánto duraría esa situación. Al menos esperaba que fuera lo correcto.
Dio un punto final al texto en la pantalla leyéndolo una vez más solo para corroborar lo escrito.
Un par de mesas a la derecha de Onodera, Takano le lanzaba miradas sutiles una y otra vez siendo ignorado del mismo modo molesto que parecía haberse vuelto costumbre en su subordinado. Sabía que la oficina no era el mejor lugar para insistir pero las múltiples excusas de Onodera para mantener la distancia entre ambos no le habían pasado desapercibidas luego de la primera semana. Aunque lo había aceptado esperando que solo representara algún tipo de confusión en Ritsu, ya empezaba a agotar la paciencia de la que normalmente carecía.
La última vez que pudieron hablar con tranquilidad Onodera había dicho algo que él no pudo escuchar. Y desde ese día se sentía molesto por no saberlo, estaba convencido que no volvería a tener esa oportunidad. Se suponía que su relación debería haber mejorado pero parecía que habían retrocedido la mitad del camino logrado. Incluso perdió su oportunidad de hablar con Ritsu sobre vivir juntos. Era una idea que había rondado en su mente por varios días pero estaba consciente de la relación inestable que trataba de mantener, cualquier movimiento brusco podía hacer que Onodera saliera corriendo. Justo como ahora.
Hasta que no descubriera la razón, Onodera seguiría alejándose. Era eso lo que había desatado su mal humor, la necedad de Ritsu por negar lo obvio, por seguir aferrado a un pasado que no terminó bien pero que ya debería dejar ir. Se quitó los lentes frotando un poco el puente de su nariz antes de retomar el trabajo. No podía evitar que sus pensamientos se enfocaran en alguien que le importaba tanto pero tampoco podía descuidar el especial de verano. Ya tenía todo el proyecto desarrollado, solo hacía falta iniciar. Consultó su reloj y miró el asiento vacío de Hatori, no era normal su retraso pero sabía que debía estar bien justificado.
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Hiroki caminaba por los pasillos de la universidad rodeado de un aura tan siniestra que la mitad del alumnado se escurría fuera de su camino permitiéndole el paso sin problemas. El resto se mostraban tan acostumbrados a su humor que solo podían lanzarle miradas curiosas preguntándose el motivo. Hiroki sentía que su autoridad como maestro flaqueaba a momentos mientras caminaba escuchando los mismos murmullos que lo habían asediado toda la mañana.
Kamijou no era muy aficionado a la música y mucho menos a los gustos de sus estudiantes. Día con día se limitaba a impartir sus clases con el rigor adecuado para mantener el orden y asegurarse que no fuera tiempo en vano para nadie. Pero durante los últimos días había interrumpido su clase en más ocasiones de lo acostumbrado. Por supuesto más de uno se había llevado un incómodo momento de su furia ante la falta pero eso no parecía menguar la actitud del alumnado. Especialmente de las mujeres.
Por lo que había podido escuchar, todo se resumía a un grupo de música que había adquirido fama recientemente. Tal vez eran dos bandas pero ni siquiera estaba seguro del nombre de cada una. Pese a haberlo escuchado en repetidas ocasiones, solo quería bloquearse para evitar los chillidos eufóricos de las chicas y algunos comentarios de los hombres que en más de una ocasión terminaban en pequeñas discusiones.
Tal vez ya había olvidado lo que era ser joven y estar obsesionado con algún ídolo pero era agobiante escuchar el mismo tema como si fuera parte del temario. E incluso varios maestros parecían compartir ese repentino auge convirtiendo la sala de reuniones en otro incómodo lugar. No se preciaba de tener un nivel de paciencia alto, por lo que esa escasa cualidad había muerto varios días atrás. Incluso había aceptado resignarse y dejar que todo siguiera su curso hasta que fuera olvidado, pero justo esa mañana había escuchado accidentalmente una de las canciones que compartían algunas de sus alumnas.
Entonces comprendió porque el interés, en especial de las mujeres.
Al parecer el tema recurrente en las canciones era el amor. Las voces entre melodías estridentes gritaban una y otra vez los distintos tipos de amor, y todo lo que estuviera relacionado con las parejas.
Desafortunadamente eso devolvió a la mente de Hiroki a su relación actual con Nowaki. Su humor acabo por ponerse negro y gracias al camino invisible que los estudiantes marcaban a su alrededor, más por precaución que por respeto, pudo llegar a la sala de maestros.
Cruzó el lugar agradeciendo la ausencia de la mayoría de sus colegas para llegar a su escritorio donde se dejo caer sobre la silla con un pesado suspiro.
Últimamente el trabajo de Nowaki como pediatra estaba mejorando bastante. Demasiado, sería la palabra correcta, demasiado bien y demasiado rápido. Tanto que por casi el último mes apenas y habían cruzado palabras. A veces no lo veía por días enteros ya que sus horarios eran tan exigentes que salía muy temprano por la mañana o volvía muy tarde por la noche. Más de una vez habían tenido que cancelar sus planes para cenar o solo para encontrarse en algún punto y caminar, por la misma razón. No era la primera vez que sus trabajos se interponían en la relación pero se suponía que ya había superado la etapa de adaptación.
Cuando Hiroki finalmente había logrado cierta estabilidad en sus horarios, los turnos de Nowaki eran casi inhumanos. En las contadas ocasiones en que pudo desayunar con él o si lograba mantenerse despierto para verlo llegar, Nowaki, pese a verse físicamente cansado, irradiaba cierta aura alegre a través del agotamiento que lo hizo desistir de opinar sobre su exceso de trabajo. No quería estorbar en su carrera, cuando era obvio que Nowaki estaba satisfecho, pero no podía negarse el repentino vacío que empezaba a formarse entre ambos.
No se parecía al año que habían soportado separados por un malentendido, era incluso peor. Vivían en la misma casa, compartían la misma cama pero su tiempo juntos se había disuelto.
Justo en ese momento quiso golpearse la cabeza contra el escritorio por sentir algo tan absurdo como esos celos infantiles que mordisqueaban su estómago. No podía sentirse de ese modo por culpa de una ridícula canción. Una vez más su amargo estado de ánimo empezó a emerger como una masa alrededor de su cuerpo, justo cuando Miyagi llegó al escritorio adjunto dejando caer una pequeña pila de libros.
– Kamijou-sensei. ¿Todavía sigues molesto? –comentó el recién llegado con una enorme sonrisa. Su tono divertido al que Hiroki estaba tan acostumbrado parecía incluso más amplio cada día.
– No lo estoy –murmuró abriendo una carpeta solo para hojear algún papel que lo distrajera.
– ¡Que alegría! Entonces supongo que aceptaras escuchar una historia muy divertida –ocupó su silla girando para encarar al castaño– es sobre estos grupos tan populares últimamente…
Hiroki había tomado un libro de notas revisándolo sin mucha preocupación hasta que escuchó las palabras de Miyagi, cerró el texto de golpe recordándose que debía ser paciente aunque no fuera su naturaleza.
– No quiero escucharlo. Tengo mucho trabajo que hacer, sensei –remarcó la última palabra con los dientes un tanto apretados bajo la sonrisa inmutable del otro.
Miyagi observó los intentos de Hiroki por concentrarse en su supuesto trabajo. Como siempre, le divertía ver lo fácil que el castaño se molestaba, era una actitud que rozaba lo infantil pero de algún modo aligeraba las tensiones del día. Al menos para él, porque era obvio que Hiroki vivía bajo demasiado estrés. Aunque era poco probable que su verdadera inquietud radicara en el repentino interés del alumnado por una banda cualquiera, tampoco podía preguntarle por sus problemas. No era así como funcionaba su relación. Ambos tenían siempre demasiado en qué pensar, principalmente por sus respectivas parejas, y si existía algún modo de ayudarse era respetando el silencio.
Giró en su silla para encarar su propio escritorio, alegre por una razón que solo él conocía. Miró en una esquina del mueble la pila de libros que había tomado de la biblioteca, solo necesitaba ciertas referencias para preparar una clase especial de la próxima semana pero se había excedido en el número de tomos solo para tener algo que leer. No era un asunto que le quitara demasiado tiempo, por el contrario era casi una rutina pero quizá inconscientemente trataba de distraerse para no enfrentar un problema real.
En dos semanas sería el cumpleaños de Shinobu.
Era una fecha importante y debería ser especial. Eso no iba a negarlo pero si cada día que pasaba lo asaltaban las dudas por la delicada relación que llevaba con el universitario, cada año cumplido le añadía cierto peso extra que no podía ignorar. Y como una especie de capricho, aún albergaba la posibilidad de encontrar el obsequio perfecto que sorprendiera a Shinobu, algo que fuera lo suficientemente significativo. Estaba consciente que los problemas en su relación eran en su mayoría su culpa, su miedo que lo llevaba a pensar demasiado en cada pequeño detalle creaba diferencias y distancias que no deberían existir. Por eso quería, necesitaba, reivindicarse con esa fecha tan especial.
Quizá estaba siendo egoísta, una vez más, pero la cercanía de ese niño caprichoso había sembrado algo muy profundo dentro de su ser. Ya no podía imaginar su vida sin él, y era increíble que hubiera tenido que soportar la última semana solo para aceptarlo. Shinobu lo mantenía al tanto de sus estudios, por lo que sabía que esa ausencia estaba justificada y se suponía que era un adulto al que no debería importarle. Pero ya no tenía sentido tratar de engañarse. Y aunque su primer pensamiento fue un tanto pesimista al saberse atrapado en un sentimiento tan abrumador, la llamada de Shinobu justo esa mañana le devolvió la tranquilidad que no había notado perdida.
Poco antes de llegar a esa oficina y encontrarse con la furia silenciosa de Kamijou, no había podido quitarse la sonrisa del rostro. Y molestar a su colega no había sido más que una travesura necesaria.
Desafortunadamente sus ideas para un posible obsequio eran cada vez peores.
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En cuanto la clase de "El demonio Kamijou" terminó, Misaki no fue el primero ni el último en suspirar con cansancio. Algunos de sus compañeros incluso salieron corriendo en cuanto la campana anunció el final de la clase, y Kamijou abandonó el aula. Era prácticamente un ritual llegar antes que el profesor y salir detrás de él solo para escapar del aire estresante que cubría el salón. Pero aún quedaban varios como Misaki quien esperaba a que las energías volvieran a su cuerpo mientras terminaba las últimas anotaciones. No sería la primera vez que olvidara todo lo que no escribiera como una especie de bloqueo ante el estrés, así que adoptó el hábito de rellenar con notas y en cuanto las revisaba horas después era como repetir la clase y todo lo aprendido fluía con mayor facilidad.
Deslizó la pluma por su libreta en varias líneas hasta que se sintió satisfecho y corroboró que había escrito todo lo necesario cuando escuchó una canción un par de lugares detrás de él. No le tomó demasiada importancia imaginando que se trataba del tono de algún celular. Aún podía escuchar voces a su espalda y algunos de sus compañeros todavía no se alistaban para salir en varios lugares a su alrededor. Cerró su libreta y comenzó a guardar sus útiles mientras la canción no cesaba. Él no era muy adepto a la música, en general podía escuchar de cualquier tipo pero no tenía un género favorito o un artista al que siguiera por lo que no podía reconocer la canción que estaba escuchando. Aún así pudo notar que sonaba increíble, empezaba con un ritmo lento y apenas cambió a uno más rápido cuando el vocalista daría inicio, entonces el sonido fue abruptamente interrumpido.
Giró un poco el rostro para ver a un grupo de chicas donde escuchó el sonido. Dos de ellas murmuraban entre si mientras la tercera hablaba por teléfono. No tardaron mucho en moverse aumentando el tono de sus voces dejando sola a la que seguía su llamada. Misaki volvió su atención al frente evitando que lo descubrirían siendo un poco indiscreto.
– Te lo dije –comentó una de ellas claramente divertida cuando paso al lado del castaño– esta obsesionada con Nittle Grasper. Hubiera dejado sonar su teléfono hasta que terminara la canción sino hubiera estado sola.
– Te juro que no lo creí cuando me lo dijiste –corroboró su amiga– pero definitivamente Bad Luck es mejor –sonrió orgullosa.
– Escuchándolas ya no sé si debería gustarme alguna de las dos bandas –continuo la primera pero Misaki no pudo escuchar más cuando se alejaron hasta cruzar la salida.
El castaño las siguió con la mirada confirmando que no tenía idea de lo que hablaban. No estaba entre sus gustos la música… pensándolo bien, tampoco los libros, ni los deportes. Suspiró decepcionado de si mismo. No parecía tener mucho en común con otros. Escuchó pasos rápidos detrás de él y la chica que había hablado por teléfono murmuró un suave "disculpa por el ruido" mientras corría para alcanzar a sus amigas. Misaki la observó preguntándose si había escuchado mal pero supuso que se refería al alboroto que había provocado su celular. Frunció el ceño tratando de recordar cómo se llamaba la chica pero tampoco era bueno para ese tipo de detalles.
Terminó de acomodar su mochila y miró el reloj situado sobre el pizarrón. Al menos se habían terminado sus clases del día. Ahora debía darse prisa y volver a casa para preparar la cena, luego lo esperaba su turno en Marukawa. Conociendo a Usagi, debía anticiparse a cualquier contratiempo, o capricho del escritor, que casi eran lo mismo.
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Yuki salió de la ducha en medio de una gran nube de vapor que lo acompañó varios pasos mientras sujetaba la toalla alrededor de su cintura. Una segunda pieza colgaba de sus hombros reteniendo las gotas de agua que escurrían de su cabello recién lavado. En general todo su cuerpo se sentía fresco luego de una larga ducha que había comenzado con agua fría pero al final le sirvió para relajarse. La tensión de sus hombros había disminuido un poco llevándose una parte de su malhumor. Se encaminó a la cocina y en cuanto le dio el primer sorbo a una cerveza fría se olvidó por un momento del motivo de sus problemas.
O al menos pudo pensar en ello con una perspectiva diferente. Era imposible alejar a Shuichi de sus pensamientos y menos aún de su casa, donde el pequeño alborotador se había instalado sin permiso y sin intenciones de irse desde varios meses atrás. Las primeras semanas de convivencia habían sido un martirio y hasta la fecha no había tenido días mejores pero al menos habían alcanzado un cierto grado de tolerancia. Mientras Shuichi se abstuviera de interrumpir sus hábitos y mantuviera un cierto tiempo de silencio todo estaría bien. Siendo el vocalista que era, el pelirosa pasaba poco tiempo en casa, así que por un tiempo estuvieron tranquilos.
Pero los últimos días, Shuichi no dejaba de insistir con la falta de atención. Tonterías acerca de que debían pasar más tiempo juntos y vivir más como una pareja normal. Pero eso no entraba en el acuerdo que habían pactado al inicio de su extraña relación, así que Yuki no tenía razones para seguirle el juego. Más de una vez había intentado explicárselo pero en cada una de esas ocasiones resultó tan frustrante que su humor empeoró cada día hasta que finalmente explotó.
Justo esa mañana se había esforzado más de la cuenta en gritarle a Shuichi lo mucho que detestaba su presencia y que lo mejor para ambos era separarse, y como siempre, el cantante terminó en un mar de lágrimas y gritos que solo empeoraron la inestable situación. La tensión se quebró cuando Shuichi recibió una llamada de su manager pidiéndole que se presentara en el estudio de grabación. Ninguno de los dos agregó algo más mientras Yuki se quedaba a solas con su furia.
Había pateado un par de sillas de la cocina y un vaso estaba hecho trizas en el suelo, todo el desastre aún lo esperaba mientras daba un largo trago a su cerveza. Miró la cocina vacía impregnada por el silencio que parecía aún más grande si imaginaba cada una de las habitaciones en un estado similar. Estaba cansado de los gritos de Shuichi, eso era un hecho, pero era increíble lo rápido que se había acostumbrado a él.
Se terminó la cerveza dejando la lata vacía junto al fregadero pasando sobre las sillas volcadas sin preocuparse por el desastre que dejaba en el cuarto. Lo último que necesitaba era empezar a preocuparse por alguien más. Peor aún, que ese alguien fuera Shuichi.
Volvió a su habitación donde todavía lo esperaba la computadora encendida con una única página blanca brillando en el monitor.
Desde muy joven había descubierto su talento para crear historias a través de las palabras, nunca le había representado un problema. Era una forma de liberarse de toda emoción, un proceso tan natural que fluía sin necesidad de esforzarse. El aliciente de ganar dinero con ello solo fue una excusa para convertirlo en su profesión. Hasta ese día nada había interrumpido sus tiempos de entrega ni había tenido problemas con ninguno de sus editores. Ni siquiera la presencia de Shuichi había molestado su ritmo de trabajo, y al mismo tiempo, el cantante era el culpable de los bloqueos de inspiración que sufría con mayor frecuencia.
Aunque le había costado admitirlo, cada vez que discutía con Shuichi su inspiración volaba a algún lugar lejano de donde solo volvía cuando arreglaba el problema. Las primeras ocasiones le supuso un gran esfuerzo ceder ante los caprichos del pelirosa hasta que poco a poco se acostumbro a su carácter simple que podía cambiar de humor con demasiada facilidad. En ese aspecto no se sentía especialmente preocupado de que su novela estuviera detenida, aunque su bloqueo ya estuviera por rebasar la semana. O que su calendario de tiempos estuviera atrasado casi diez días, que en la próxima llamada de su editor tuviera que darle la inusual noticia de que estaba en blanco.
Por supuesto, no estaba preocupado.
Estaba molesto.
La inestabilidad emocional de Shuichi se había convertido en su propia inestabilidad. Le molestaba sentirse tan atrapado por una persona cualquiera y que ni siquiera hubiera sido capaz de notar cuándo sucedió ese inexplicable cambio.
Giró sobre su silla mirando la mesita de centro a la mitad de su habitación donde Shuichi había jugueteado esa mañana antes de que discutieran. Sobre la mesa aún estaban regadas las cartas de la baraja que Yuki le había prestado.
Se acercó para tomar una carta cualquiera girándola entre sus dedos mirando la imagen de una pica en medio del cuadro blanco. El as.
Una idea surgió en su mente. Era diferente al tema que había discutido con su editor pero rápidamente se transformó en toda una historia. Y sin proponérselo evocó el rostro de Shuichi mientras miraba la carta. Había algo realmente mal en ese escandaloso adolescente. Pero debía ser mucho peor en él si lograba alterarlo tanto.
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No era la primera vez que Hatori recibía una llamada sin sentido de Yoshino, o alguna petición caprichosa del mangaka que no se atrevía a rechazar. Quizá era una suerte que Chiaki no fuera consciente del poder que tenía sobre su persona, pero esa misma ventaja era parte del problema por el que su relación no avanzaba: Yoshino no era consciente de sus sentimientos. Hatori podía haberse declarado y Chiaki podía haber aceptado sin demasiadas quejas pero eso era todo. Ningún otro detalle había cambiado, su relación seguía siendo la misma amistad de casi treinta años que los mantenía unidos. Salvo por ciertos momentos íntimos no tenían mucho tiempo para compartir que no estuviera relacionado con el trabajo. En ese aspecto, Hatori estaba consciente de su responsabilidad, pero solo saberlo no ayudaba a solucionarlo.
Era ese amor desesperado y la culpa por no poder satisfacer a Yoshino, lo que le hacía ceder a cualquier petición de su pareja. Justo esa mañana cuando Hatori recibió una llamada del mangaka pidiéndole que lo visitara en su casa antes de ir a la oficina no lo pensó demasiado antes de salirse de su rutina. No negaría tener cierta curiosidad ante semejante petición pero por encima de ello era más grande el deseo de ver a Chiaki.
Llegó a la puerta del departamento que era casi como su segunda casa sin molestarse en tocar el timbre ya que contaba con una copia de la llave. Deslizó la puerta tras de si en cuanto ingresó mirando el silencioso recibidor. Hubiera sido aún más extraño que Yoshino lo esperara en la puerta así que no le dio importancia. Se quitó los zapatos dejándolos cuidadosamente alineados para tomar unas pantuflas y adentrarse en el extenso departamento. El lugar estaba tan silencioso como siempre pero un suave murmullo parecido a un tarareo lo dirigió hacia la cocina donde pudo ver a Chiaki ligeramente inclinado sobre la barra dándole la espalda.
Hatori acomodó su portafolios en un sillón de la sala antes de acercarse a Yoshino. El castaño, tan despistado como siempre, no se percató de la presencia de su editor hasta que sintió sus brazos rodeándolo. Dio un ligero respingo en su sitio mirando de reojo el rostro de Hatori quien había cambiado su atención hacia el pastel que Yoshino había mantenido oculto de su vista.
– ¿Qué es eso? –preguntó el editor sin soltar su agarre del delgado cuerpo. Yoshino volvió su vista al postre sonriendo nervioso ante la cercanía del otro, un ligero color cubría sus mejillas pero trató de ignorarlo, así como el golpeteo de su corazón.
– Es para ti –dijo aferrándose a la idea de que solo se trataba de Tori, y no había necesidad de estar tan nervioso– ayer no pudimos celebrar tu cumpleaños correctamente así que…
– ¿Y de quién crees que fue la culpa? –preguntó sin mostrar emoción alguna separándose un poco para señalar un lado del pastel donde el merengue había desaparecido.
– ¡Ya lo sé! ¡Y ya me disculpe! –gritó enfurruñado desviando la mirada.
Una vez más, Yoshino había sido responsable de que el capítulo de su manga no hubiera sido terminado a tiempo, atrasando todo el proyecto y peor aún, durante el cumpleaños de Hatori. El editor ni siquiera había podido dormir y mucho menos celebrar su día. Apenas había recibido un par de felicitaciones de sus colegas pero Chiaki ni siquiera había sido capaz de un detalle tan simple.
Apenas esa mañana, el mangaka había comprado el pequeño pastel que ahora estaba en medio de la pareja, por recomendación de Yuu había optado por probar la repostería de un nuevo local. Y eso era precisamente lo que estaba haciendo antes que Hatori llegara. La evidencia había sido muy clara.
– Solo quería comprobar que tenía buen sabor… –murmuró aún sin mirar al otro.
– Y por casualidad no será de chocolate, ¿cierto? –comentó rodeando la barra para mirar de frente a Chiaki con el pastel entre ambos.
Yoshino encontró muy interesante la pared ante la firme acusación. Estaba seguro que el postre favorito de Hatori no eran los pasteles, y aún así no rechazaría uno. Tampoco era el chocolate su sabor favorito, pero mientras estaba en la tienda, Chiaki no pudo evitar comprar precisamente ese con el curioso glaseado decorativo de tantos colores. Incluso le habían dado una prueba y antes de darse cuenta ya había olvidado el motivo por el que quería un pastel mientras caminaba de regreso a casa. Minutos antes de que su editor llegara había estado jugueteando con el merengue, pero solo hasta que lo escuchó preguntar por el sabor una pequeña punzada de culpa se alojó en su pecho.
Quizá pudo haber culpado al exceso de trabajo pero era más obvio que su lado egoísta lo hizo olvidar el cumpleaños de Hatori. Si Yuu no lo hubiera mencionado por casualidad el día anterior mientras terminaban las últimas páginas del capítulo, lo hubiera dejado pasar sin que el mismo Hatori se lo dijera. No había podido darle una felicitación, mucho menos un regalo; y teniendo la única oportunidad para enmendar su fallo, casi accidentalmente había comprado algo para si mismo.
– Tal vez… –dijo finalmente sintiendo sus mejillas arder– pero solo fue porque la vendedora me lo recomendó. Dijo que te gustaría aunque no comieras pasteles… es solo que… ayer…
Aunque su rostro no mostrara ninguna emoción, Hatori estaba disfrutando ver a Chiaki en semejante apuro. Era consciente de que el otro había olvidado su cumpleaños, aunque estaba convencido que tenía que ver con el trabajo porque incluso él mismo lo había olvidado. Si no hubiera recibido tantos comentarios al respecto en la oficina, nunca lo hubiera recordado. No tenía intenciones de reclamarle a Chiaki, incluso sin ese absurdo intento por darle un regalo. Ese tipo de detalles no eran muy normales en su relación y era aún más difícil tratar de cambiarlo. Lo verdaderamente increíble era saber lo caprichoso que Chiaki podía ser y aún así amar ese faceta suya.
– …no lo olvide, solo…
– Chiaki –interrumpió su monólogo tomando su rostro por el mentón para acercarlo y unir sus labios. El menor intentó alejarse como casi siempre pero Hatori apoyó su mano en la nuca manteniéndolo cerca mientras acariciaba sus labios con la lengua. Lo besó muy lentamente agradeciendo el espacio que los separaba, de estar un poco más cerca ya hubiera intentando algo más pero su día en la oficina ni siquiera había empezado y debía irse.
– F-Feliz cumpleaños… –murmuró Chiaki en cuanto pudo alejarse. Hatori sonrió apoyando la frente contra la suya.
– Gracias. Solo espero que esto no sea una excusa para no trabajar.
– No te preocupes por eso –sonrió sinceramente feliz de que no todo fueran malas noticias– ayer tuve una idea muy buena, casi esta listo el manuscrito. Si mantengo el ritmo terminaré antes de la fecha.
– Entonces regresaré más tarde para verlo.
– ¿No te quedarás a comer un poco de pastel? –preguntó siguiéndolo hasta la sala.
– No puedo ahora, pero prometo regresar en la noche. Termina ese manuscrito para entonces –ordenó antes de tomar su portafolios y salir del departamento.
Chiaki lo observó en silencio frunciendo el ceño. Había algo raro en esa situación pero no estaba seguro de por qué.
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Las palabras de Takano murieron lentamente entre sus subordinados mientras el sonido lejano de alguna impresora irrumpía en su pequeño espacio de trabajo. Para ese tipo de anuncios normalmente habrían tenido una junta un poco más seria y con todos los editores. Pero Takano no se mostró preocupado por la ausencia de Hatori y sin siquiera pedir un cese a las actividades individuales simplemente habló como si no esperara que alguien lo escuchara. Así, Onodera detuvo sus manos sobre el teclado interrumpiendo su redacción; Kisa había dejado de girar en la silla como usualmente hacía cuando su trabajo iba en buen camino; y Mino dejo que la impresora trabajara sola. El trío de miradas se enfocaron en Takano quien parecía muy entretenido anotando algunos detalles en las hojas frente a si.
– ¿Especial de verano? –repitió Kisa usando ambos brazos para girar la silla donde estaba sentado de vuelta frente al escritorio– pero nunca habíamos hecho algo así –comentó aclarando la vaga duda de Onodera al respecto.
– Si todo sale bien, será el primero de muchos años –respondió sin levantar la vista de su trabajo– fue idea de Isaka, así que si alguien quiere agradecerle, al menos esperen a que termine el día –finalmente los miró, uno por uno antes de levantar la hoja en la que había estado trabajando.
– ¿Cuánto tiempo tenemos? –preguntó Mino tomando sus copias listas para acercarse al pequeño grupo.
– Diez días –terció sin alterar su expresión pese a las muecas horrorizadas de Onodera y Kisa, Mino como siempre era una máscara impasible– tal vez doce, si puedo negociarlo con la imprenta.
– ¡Y hasta ahora lo dices! –lloró Kisa mirando su computadora.
– Podrán elegir a alguna de sus autoras para que participe y deberán tener listo un capítulo especial para la próxima semana –explicó ignorando las quejas del editor– el contenido completo incluirá siete capítulos y un one-shot original.
– Siete capítulos… –murmuró Onodera. Significaba que dos de ellos tendrían que entregar doble capítulo. Mentalmente Ritsu pensó en sus autoras, era cierto que sus tiempos en general eran buenos pero no lo suficiente para negociar un capítulo en menos de diez días. Menos aún para elegir a dos de ellas.
Kisa estuvo a punto de suspirar de alivio al corroborar que solo una de sus autoras iba atrasada. Podía elegir a cualquiera de las dos restantes para trabajar, y una de ellas era particularmente rápida, incluso estaba planeando iniciar una historia nueva. Quizá ese especial de verano sería un buen momento para intentarlo.
– En base a su desempeño de la última revisión –continuo Takano sin detenerse a ver las nuevas reacciones. Mino ocupó su lugar frente a Onodera para seguir escuchando– Kisa, Mino y Hatori tendrán un capítulo; Onodera, entregarás dos…
– ¡Espera un momento! –saltó Ritsu sin poder evitarlo– en la última revisión mejore bastante, ¿por qué…?
– Aún eres novato, seguro que no te importara trabajar un poco más –dijo con calma mirándolo apenas un segundo. Onodera abrió la boca un par de veces pero sabía que no estaba en posición de quejarse. Se acomodó de nuevo en su silla empezando a considerar sus posibilidades.
– Finalmente, el one-shot. Aún no he decidido…
– Me disculpo por el retraso –interrumpió Hatori entrando para ocupar su lugar, hizo una breve reverencia y se sentó. En seguida notó el pesado aire que cubría al resto.
– Creo que tenemos un voluntario –dijo Takano mirando al recién llegado– Hatori, te harás cargo del one-shot.
El aludido frunció ligeramente el ceño sin comprender el problema pero los suspiros de alivio de Kisa y Onodera no le pasaron desapercibidos. Una molesta sensación empezó a crecer dentro de él mientras imaginaba que había sido una mala idea llegar tarde precisamente ese día.
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Esa tarde, todos los programas de variedades lucían los itinerarios más banales de la temporada. No había notas relevantes de las que no se hubiera hablado el día anterior, por ello muy pocas personas estaban al pendiente de las novedades en el mundo artístico. A la mitad de cierto programa vespertino, cuando una nota en particular sobre el sencillo de una nueva cantante falló en el proceso de edición, los conductores a cargo tuvieron que improvisar con un par de minutos de conversación casual. Resultó un tanto bochornoso y casi mortal para la joven conductora que estrenaba su primer día en el puesto; a diferencia de su compañero de set, un hombre más experimentado quien se mostró divertido ante los esfuerzos de su aprendiz por superar el dilema sin dar muestras a la cámara. Había que reconocer la entereza de una persona tan joven. Así que la dejo hablar cediéndole el liderazgo.
Luego de un par de comentarios simples que no llegaron a ningún punto, la joven empezó a hablar de su hobby por la lectura, recordando que no podía mencionar nombres de autores o editoriales a la ligera, pero su casi monólogo la llevo a tocar un tema que de inmediato capto el interés de su compañero. Entonces el tema se convirtió en discusión y finalmente en un segmento de preguntas y respuestas donde la menor dio muestra de sus conocimientos sobre un premio literario único en Japón. Cuando ambos conductores recibieron la señal para ir a comerciales, una pregunta quedó en el aire mientras agradecían a los patrocinadores.
¿Quién era el mejor novelista del momento?
¿Usami Akihiko o Yuki Eiri?
Continuará…
Notas de autora: Y… ¿Qué les pareció? Les doy la bienvenida a este nuevo proyecto, un crossover, que tal vez no lo parezca porque Sekaiichi y Junjou son casi lo mismo =P Pero contándolas por separado, este fic incluirá cuatro series. Tres ya las vieron y la cuarta será una sorpresa para el último capítulo. Aunque puede que la descubran en el proceso =)
Lo siguiente serán las notas más largas que se puedan escribir para un fic, pero siendo del tipo que es, son importantes, así que trataré de resumir.
Voy a dar por hecho que quienes se animen a leer conocerán Sekaiichi Hatsukoi, Junjou Romantica y Gravitation (obligadas para todo fan del yaoi) así como sus respectivas temporadas y mangas, solo para la cuestión de los spoilers. Y para ubicarnos un poco cronológicamente en cada "mundo" explico:
- Usagi/Misaki: Misaki aún trabaja medio tiempo en Marukawa, por lo que no ha terminado la universidad y tampoco ha recibido la declaración de Ijuuin.
- Takano/Onodera: Ya tuvieron su conversación "bajo la lluvia" donde Onodera esta a punto de declararse pero razones de la naturaleza se lo impiden y Takano termina más molesto (de ahí sus comentarios en este capítulo).
- Hatori/Chiaki: Con ellos lo más relevante es que Yuu nunca se le declaró a Chiaki.
- Yukina/Kisa: Ya están viviendo juntos por petición de Yukina, es decir como se quedo su intervención al final de la serie.
- Yuki/Shuichi: Para ellos voy a tomar como punto inicial el final del anime, así que todo lo que paso después en el manga queda descartado, al igual que la ova.
Para el resto de las parejas no hay momentos especiales que afecten la trama, así que espero que con estos detalles sea suficiente para ubicarse.
Y eso es todo ^-^ espero sus comentarios sobre el capítulo, ya saben, cualquier opinión, sugerencia, duda, es bien recibida =)
¡Besos!
Yui-chan
