Templo Especial

Musa 5: Odio

Del final de la varita de Snape surgieron unas cuerdas delgadas, semejantes a serpientes, que se enroscaron alrededor de la boca, las muñecas y los tobillos de Lupin. Este perdió el equilibrio y cayó al suelo, incapaz de moverse. Con un rugido de rabia, Black se abalanzó sobre Snape, pero Snape apuntó directamente a sus ojos con la varita.

- Dame un motivo.- Susurró.- Dame un motivo para hacerlo y juro que lo haré.

Black se detuvo en seco. Era imposible decir que rostro irradiaba más odio.

Sirius hizo lo humanamente posible por controlar el ritmo de su respiración, pero no podía mantenerse impasible mientras veía a Remus en el suelo en esas condiciones. Las cuerdas atormentando esa piel preciosa que antaño había llenado de besos, le dolían tanto como si las sintiera en carne propia. No podía soportar los ojos dorados clavados en él, clamando una súplica silenciosa y no sentirse el ser más miserable de toda la Tierra por no poder hacer nada al respecto.

Alzó los ojos y fijó la vista en aquella otra única cosa en la que podría hacerlo (mirar a Harry o a sus amigos era tan terrible como mirar una luz demasiado brillante): Severus Snape. No era más agradable, pero si menos doloroso. Sirius prefería el odio recalcitrante a la impotencia y el amor re-encontrado. Le había perdonado muchas cosas cuando eran jóvenes, pero no pensaba tolerarle esa. Hay ciertas cosas que no cambian con los años ni con Azkaban: hacerle daño a Remus Lupin en su presencia seguía siendo como firmar una sentencia de muerte.

Sirius era consciente de que debía contenerse. Si Remus no hubiese estado vulnerable, ni presentes su ahijado y sus amigos, y por lo tanto los cuatro en situación de riesgo, no le hubiera importado no tener varita. No la hubiera necesitado par las cosas que planeaba hacerle a Snape. Pero como estaba con la persona que amaba, y con otras que quería aprender a amar, Sirius no podía hacer otra cosa que apretar los puños y permitirse odiarlo con cada partícula del cuerpo.

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Ya todos saben que las relaciones hombre/hombre no son mi especialidad, ni espero que lo sean… pero estos dos son demasiado: ¡OMFG! Como para poder resistirse a sus encantos. Diez historias sobre ellos. Veremos como nos va. Se aceptan críticas de todos los colores.

Lean, escriban, sueñen, amen, sonrían

Estrella