SECRETO DEVELADO
Descargo de responsabilidad: Akatsuki no Yona no me pertenece. Esta historia participa en la actividad: ¡Secretos develados! del foro El feliz grupo de hambrientos.
… …
Se aclara la garganta, para hacer notar su presencia en la semioscuridad de la biblioteca.
Escucha el gritito de Yona y la maldición de Hak, pero tenía que hacerlo, de otra forma… No quería ni pensar lo que hubiese tenido que ver.
Aparta la vista mientras Yona presurosa se arregla la ropa y suspira. Sinceramente, más veces que no, se sentía como aquel personaje de la última serie animada que vio... Kuroko, cree que era su nombre, el hombre fantasma…, quizás debería atar un cascabel a sus lentes, así los demás lo escucharían venir aunque no lo vieran.
—S-Shin-Ah —tartamudea Yona.
Voltea cuando le llama y con la claridad de la luna que entra por los ventanales, observa cuidadosamente su rostro tan colorado como una fresa y la desarreglada apariencia del traje de Hak. Suspira.
—Yo no he visto nada —-dice levantándose y llevándose su copa de coñac con él.
Shin-Ah desearía decir que era la primera y última vez que algo como eso pasaba, pero desafortunadamente para él, no lo fue. Su, como se había acostumbrado a llamarla, falta de presencia e impresionante buena vista, sumado al entusiasmo que Yona y Hak parecían tener el uno por el otro, después del hace meses fallido compromiso de la primera, parecían ser una tarea imposible.
Así, que no encontró para nada extraño cuando meses después Hak parecía no poder superar sus problemas de indigestión o más tarde el bicho estomacal que no le dejaba a sol ni sombra, especialmente en las mañanas. A veces él mismo se sentía enfermo al ver la cantidad de galletas saladas que Yona le embuchaba a Hak para que retuviera algo en el estómago.
Tampoco se extrañó o preocupó cuando sus continuos mareos y desmayos lo aterrizaron donde el otorrino, el neurólogo y el traumatólogo, sin arrojar ninguna explicación sobre su extraña condición.
Casi sintió pena por ellos, pena por la "enfermedad de Hak" y pena por la constante preocupación de Yona, pero no era precisamente él quien iba a explicarles lo que estaba sucediendo. Después de todo él no podría ser el único que había visto los cambios en Yona, o ¿sí? Las libras de más que se empezaban a notar, el brillo que parecía emanar de ella, sus bruscos cambios de humor. No, en definitiva él no iba a tener esa charla con ellos.
O, al menos esa era su intención, hasta el fatídico día que Hak vomitó en sus zapatos, salpicando su pantalón solo porque el olor de la fragancia del limpiapiso lo ponía enfermo. Esa fue la gota que derramó la copa, así que esa noche cuando regresaba del trabajo y cuando todos estaban en la mesa dejó con mucha gracia y sin pizca de vergüenza la prueba de embarazo justo enfrente de Yona y caminó con elegancia fuera del comedor dejando a sus espaldas el mundo envuelto en llamas.
