Disclaimer: Saint Seiya es de Kurumada.
Advertencias: insinuaciones de relaciones románticas homosexuales.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN EL FORO SAINT SEIYA YAOI.
Quizás, y si la imaginación fuese algo que Milo dejase volar a menudo, él no estaría viviendo la vida que tiene ahora.
En un mundo alterno—de entre miles de millones que hay—él sería un soldado al servicio de un ente divino. Un hombre honrado que pelea por sus ideales y los defiende hasta el final. Aunque lo suficiente flexible como para considerar el que quizás haya un punto de vista diferente al suyo. Tendría una armadura brillante y un poder sólo comparable con su capacidad de mantener sus emociones alejadas de su rostro en batalla. Sería temido por muchos, respetado por algunos, y odiado por unos pocos.
Pero a él no le importaba nada de eso.
En ese mundo alterno, quizás no sería un amigo cercano de Camus. Mucho menos su confidente.
En ese mundo alterno, quizás conocería a su alumno. Quizás no.
Y en el remoto caso de que lo conociera, quizás le ayudaría a mejorar como persona en la hipotética situación de que las enseñanzas del de acuario no funcionaran.
Quizás terminaría matando a Camus aprendiendo esa lección. Y Milo lloraría por él.
Y en ese mundo alterno, Milo también moriría, al igual que todos sus compañeros de armas: cumpliendo con su deber hasta el final.
Y en ese mundo alterno, Milo se reuniría con Camus en el Más Allá. Recogijándose con los aciertos, llorando por los desazones.
Pero como la imaginación es algo que Milo sólo usa en contadísimas ocasiones, y el quizás sólo existe como una conjugación del verbo, Milo vive la vida que tiene ahora.
Él es muy feliz como astrólogo griego, observando los cielos nocturnos, organizando pequeñas campañas para alimentar a los más pequeños, y anotando fechas en el calendario de eventos astrales importantes.
Camus también es muy feliz como escritor de filosofía, haciéndole homenaje al escritor por el que fue nombrado, en ocasiones con cuentos de niños, aunque también podían tener cosas más series.
Y fueron los dos quienes le enseñaron a Hyoga a andar en bici cuando era pequeño, quienes lo adoptaron a sus escasos seis años porque su madre había muerto de una enfermedad cardiorrespiratoria que se daba mucho en Rusia, quienes lo guiaron como pudieron a lo largo del tiempo.
Y fue en esta vida en la que Milo le confiesa su enorme deseo a Camus de tener una relación seria con él. Y éste se tomó un mes entero antes de poder darle el sí. Durante diez años antes de poderle dar un segundo sí.
Y es en esta vida en la que Milo se encuentra firmando los documentos legales que le acreditan como esposo de Camus. Y Camus está llorando, algo así como un oasis en el desierto que era su usual expresión estoica.
Milo observa a los invitados, Hyoga se trajo a un chico castaño de ojos verdes a quien tiene muy agarrado de la cintura. Camus lo observa también. Y hace una pequeña mueca al pensar que tal vez haya sido influencia suya la preferencia sexual de su hijo adoptivo.
—El niñato lo escogió solito. No fue tu culpa.
— ¿Y qué tal si sí?
Milo no se lo dice, pero Camus es un total aguafiestas. Porque están viviendo el aquí, ahora. Deberían disfrutarlo.
Aunque quién sabe, bien podría ser esto, nada más, que un sueño dentro de otro sueño.
Fin | 終わり
