A petición de varios lectores, he decidido hacerles caso y seguir con esta temática. La narrativa es ligeramente distinta a lo que estoy acostumbrada, pero la historia lo necesitaba. Si eres uno de aquellos quienes leyó el anterior o solo tienes curiosidad, espero que sea de tu agrado.
Bleach no me pertenece
Un severo ataque de tos lo hizo levantarse a media noche, su frente sudaba ligeramente y su garganta imitaría perfectamente a un desierto. Gruñó al levantarse, un poco de agua debía calmarlo, aunque sentía algo distinto en él. Se dirigió a la cocina, a tientas logró saciar su sed a mitad de la oscuridad, por el momento no encontraba la razón de su presentimiento y por suerte no había roto algo.
Pequeños ruidos llamaron su atención, algunos provenían de su habitación.
—Nah, es mi imaginación— se dijo al no encontrar un rastro de energía.
Quizá aun estaba cansado por adelantar el papeleo de toda la semana. Pero eso no le importaba tanto, con un día libre regresaría a la normalidad. Miró por segunda vez a su habitación ligeramente iluminada por una luz que se filtraba por su ventana, levantó una ceja al notar unas marcas alrededor de su futon, se acercó para tocarlas, parecía que la madera fuera cortada con precisión, pero a su vez estas se asemejaban a rasguños.
Los párpados volvían a cerrarse, bostezo antes de quedarse dormido profundamente...
Murmullos comenzaron a escucharse a la distancia, un escalofrío le recorrió al recordarlos. Se levantó de golpe, su corazón parecía detenerse por un instante al ver sus manos.
De nuevo era un hollow. Con preocupación abrió su kimono en busca de agujero, para encontrarse solo con piel blanca.
—El espejo— murmuró en su mente.
Aun con pasos adormilados logró llegar a un mueble cercano, con miedo tomo el espejo para verse.
Sintió una punzada al notar la legendaria máscara de vasto lorde de nuevo. Con esfuerzo podía distinguir sus ojos entre la oscuridad de las cuencas, estos apenas eran un destello marrón.
Rápidamente se alistó, necesitaba interceptar a Rukia lo más pronto, temía que su mente fuera sometida por las voces y comenzara a luchar con cualquier ser vivo. Deseaba con su alma que estar a su lado funcionase como la vez anterior.
Gracias a su uso del shumpo o sonido, no era visto por los shinigamis que recientemente iniciaban sus labores, lo que menos deseaba era crear pánico, desde esa ultima ocasión su división era una con menos reclutas de los trece escuadrones.
Poco a poco llegó a visualizar la mansión Kuchiki, el edificio de un momento a otro parecía ser su salvacion. Dio un salto para adentrarse al jardín de la mansión.
—¡Rukia!— gritó con todas sus fuerzas, el miedo surgió por segunda ocasión al escuchar su voz.
Los pétalos rosas aparecieron para arrojarlo contra el muro. Algunos guardias le observaban en el tejado, a espera de la orden final.
La mente del sustituto comenzaba a tornarse turbia, las memorias de su antigua pelea hacían que el hollow comenzara a gruñir bajo. Iba a desenfundar su katana, ante la idea prefirió estrellar su cabeza contra el muro en un intento de calmarse. No lastimaría a nadie más.
Una, dos, tres veces y la cuenta seguía, solo el hueco sonido se escuchaba junto a las hojas del árbol de cerezo.
Byakuya se mantenía a la defensiva, no permitirá semejante amenaza en su hogar. Alzó una ceja al notar su comportamiento, suspiró pesadamente al no haber un ataque. Quizá aun seguía cuerdo. Con un movimiento de su mano regresó su bankai a la normalidad.
—Kurosaki— lo llamó con seriedad. El pelinaranja se quedó absorto en él, la incomodidad comenzaba a aparecer para el cabecilla —No te pierdas— ordenó antes de ingresar al interior de la mansión.
Escuchaba las garras del sustituto golpear contra la madera, su serio semblante parecía preocuparse ligeramente, un movimiento en falso y un cero volaría parte de la construcción. Se detuvieron ante una habitación.
—Sigue dormida— incluso para él era extraño —No la asustes Kurosaki— aunque tampoco entendía del todo porque le daba tantas libertades a un mocoso.
Sin más se alejó. Ichigo se adentró con cautela, ahí estaba Rukia dormida en su futon, seguramente tuvo que terminar el papeleo de Ukitake, esa no había sido la semana más saludable del capitán. Se arrodilló a su lado, no le extrañó ver la habitación ligeramente vacía, a lo mucho solo había un par de muebles y un espejo.
La joven nunca le dio importancia a esas cosas.
Agradecía recobrar su cordura, incluso su corazón se calmaba al verla así.
—Eres mi luz, ¿Lo sabías?— susurró con suavidad. Cuanto desearía estar en la misma división con ella para no preocuparse de nada.
Cerró sus ojos por un instante. Aun seguía pensando la manera de convertir su relación en algo formal, dejar de ser un amigo. Hace años no le importaba, ahora odiaba esa definición.
Rukia abrió sus ojos al sentir una presencia —¡¿ICHIGO?!— gritó antes de saltar. Su corazón dio un vuelco al verlo de nuevo con esa apariencia.
—¡Perdona! — dijo el hombre moviendo nervioso sus garras
De cierta forma le calmaba ver ese ámbar entre la oscuridad —No importa, pero ¿Porque demonios estas así?— dejaría de lado el reclamo, esto era más preocupante.
—No lo sé, solo desperté y ya estaba en mi forma hollow.
Bien, ya tenia una respuesta.
—¡Eso no te da derecho a entrar aquí!— exclamó molesta —¡Casi vuelvo a morir por tu culpa imbécil!
Un pequeño silencio apareció, la mirada del joven se desvío a una esquina de la habitación —Vine porque me calma tu presencia— dijo avergonzado, olvidaba que siendo vasto lorde era más impulsivo con sus actos y palabras.
Las mejillas de la morena comenzaron a pintarse de carmín, su corazón latió sorprendido. Ese hombre siempre encontraba la forma de alterarla y mucho.
Negó con suavidad antes de acercarse —Deberías ir con Urahara-san, quizá tenga idea de que hacer— palmeó el hombro de su compañero —Vamos a desayunar ¿Te parece?— Ichigo asintió, con las prisas no comió ni un bocado.
Ambos caminaron hasta el comedor, encontrándose con el cabecilla quien los esperaba aún a la defensiva.
—Buenos días Nii-sama— dijo la joven con una reverencia antes de tomar asiento enfrente de él
—Buenos días Rukia— respondió el azabache antes de mirar de reojo al sustituto —¿Te sientes mejor Kurosaki?
La pregunta le tomó por sorpresa —S..sí— dudando se sentó a lado de su amada —Perdona por venir así— se rascó la nuca nervioso —Pero desconozco porque volví a esta forma. Incluso estuve a punto de atacarte.
—Le informare al comandante, por el momento deberías permanecer aquí, Rukia cuida que su mente no se nuble. Hablaré con Ukitake sobre tu ausencia— comentó sereno antes de que los sirvientes aparecieran con su desayuno.
—Como digas Nii-sama.
Pasaban las horas y el noble no regresaba, miraba a la joven leer un libro. Él por su parte estaba sentado en el jardín a un lado del árbol de cerezo, aunque también habían sirvientes reparando los daños de la mañana.
—¿Quieres dominarlos?
Giró su cabeza a la dirección de aquella voz... No había nadie.
Suspiró molesto, de nuevo comenzaban los murmullos de su mente, uno a uno se unían más voces hasta el punto de ser insoportable. Hablaría con la joven antes de que fuera tarde.
—Hey Rukia, ¿Que lees?— preguntó con calma, la mirada violeta apareció detrás del libro.
—Una novela— respondió sin darle importancia
—¿Porque sigues sus leyes?
Era curioso, usualmente estar con ella lo calmaba, la vez anterior logró hacerlo recordar todo ¿Que era diferente?
Su agujero...
Ella lo tocó mientras le pedía regresar, tal vez era el calor que emanaba su pequeño cuerpo, con esta idea se acercó para sentarse a su lado.
—¿Que haces Ichigo?— preguntó ligeramente extrañada. Solo esperaba que no tratara de molestarla.
—Nada, ya dije que tu presencia me calma— respondió antes de recargar su cabeza en la de ella —Enana no esperes que me arrastre a tus pies por esto— de cierta forma el aroma de ella era delicioso, bastante dulce, perfecto para alguien de sus gustos.
—Convierte a la shinigami en tu mujer— susurró una voz seria. Esta era nueva, de eso estaba seguro, y sus intenciones no eran nada buenas
El corazón del sustituto dio un vuelco, se alejó unos centímetros por instinto, sentía la adrenalina recorrer cada parte de su cuerpo producto del escalofrío. Su deseo lentamente crecía
Ella estaba a su alcance, podía llevársela y nadie se lo impediría.
—Oye— lo llamó Rukia —¿Quieres recorrer la mansión? Es bastante grande y ya me aburrí.
Ichigo no respondió soló asintió. La joven, se extrañó por un instante, jugaría haber visto que el destello ámbar se volvió amarillo.
Se levantó y comenzó a recorrer los pasillos, a su lado estaba el Kurosaki en completo silencio.
—¿Ichigo?— realmente comenzaba a asustarse. Su amigo nunca podría estar así con ella, usualmente peleaban o conversaban sobre cualquier cosa. Los ojos marrones se posaron sobre ella.
—¿E..estas bien?
Retrocedió al ver un destello amarillo apoderándose del café con rapidez.
—Rukia...— dijo el sustituto con calma, incluso siendo un hollow su voz seguía siendo melódica —Hay cosas que deberíamos aclarar— dio un paso adelante. Y fijo su mirada en la violeta —Entre ellas que serás mi reina— agregó para tomar su rostro con delicadeza.
