○ Nubes y confidencias ○
Se pone cada vez más inquieto a medida que pasan los minutos. Kagome le señala nubes y le comenta lo que ve y él suelta un "ajá" y "¡es solo una nube!" y "¡yo no veo tal cosa, Kagome!", pero a la sacerdotisa nada de eso le importa porque está pasando un buen momento, se ríe y le gusta estar a su lado aunque sea muy gruñón.
Inuyasha lo estaba pasando bien también, hasta que comprende el porqué está tan inquieto a cada segundo. Están solos y a las afueras de la aldea, y Kagome se ve muy bella bajo el sol. El cabello negro baila junto a la brisa estival y sus labios están muy rosas. Su instinto le dice que es el momento, su corazón apoya la moción, su cerebro no encuentra palabras y su boca se seca. No encontrará un momento más idóneo para dejar en claro sus sentimientos (no con Miroku, Sango y sus niños revoloteando por todos lados), puede comprender eso, pero ¿cómo competir contra los nervios?
No, nada de eso, Inuyasha es valiente. De acuerdo. Bien. Eso es todo.
Se lo diría.
Inuyasha se incorpora, con el rostro sonrojado. Kagome, que estaba plácidamente a su lado viendo las nubes cambiar de forma, lo observa sobresaltada.
—¡ESO! —grita él. La señala con un dedo de filosa uña y con el corazón galopando a más de mil pulsaciones por minuto (¡qué sabe él de medicina y del comportamiento del cuerpo, está seguro de que son mil pulsaciones por minuto!).
Kagome parpadea. El rostro de Inuyasha compite con el color de su haori. A lo mejor, estar tanto tiempo bajo el sol le ha provocado una insolación… Arquea las cejas para intentar obtener una respuesta más explicativa.
—¡ESO! —repite él, y el dedo tiembla mientras la apunta. ¡Lo estaba diciendo, ¿de acuerdo?! ¡No era tan difícil! ¡Qué valiente es!
Kagome frunce el ceño un momento y observa el rostro sonrojado de su compañero, la pose de valiente heroicidad, la seguridad en sus palabras (su palabra, en singular) y los nervios palpables, y entonces sonríe.
—Yo igual te quiero, Inuyasha.
—¡BLEH! ¡YA LO SÉ!
Entonces, se sienta a su lado de nuevo con un resoplido (aún con el rostro sonrojado) y levanta la mirada al cielo.
—Bien, ¿qué más ves? —pregunta luego. Intenta retomar el ritmo cardíaco habitual, entre tanto Kagome lo observa con una sonrisa cariñosa antes de volver la vista al cielo.
—Pues… esa parece un caballo, ¿no crees?
—Más bien parece un demonio-mantis religiosa.
Kagome ríe y mira el cielo persiguiendo otra nube, entre que Inuyasha busca la mano de su mujer y la toma con delicadeza y con la determinación de quien lo considera su derecho divino (¿no lo era, acaso?). Kagome sonríe con más ganas, con el corazón contento y un calor que le invade el pecho. Es la misma sensación que tiene desde que volvió a su lado, un largo año atrás.
NǁA:
Hola~ Quería traer algo cortito y super fluff, con el fin de cumplir con lo pedido por RatillaFresa en su deseo de cumpleaños, y para festejar -?- la semana InuKag que se hace en el foro ¡Siéntate!
Si están interesados, pasen por el foro, pueden encontrar un link en mi perfil. :)
‣ RatillaFresa: espero que cumpla con tus expectativas. Y viene atrasado o adelantado, pero escrito con ganas~
VIVA EL INUYASHA/KAGOME.
Mor.
