los personajes de Ranma ½ no me pertenecen, son del manga de Rumiko Takahashi, escribo sin fines de lucro
3 semanas después.
La odiaba.
La odiaba, la odiaba, la odiaba.
Odiaba como su cuerpo desnudo, su piel blanca y sudorosa brillaba con la tenue luz de luna que se filtraba por la ventana de su pieza iluminando de manera ligera su piel blanca como la nieve, como la porcelana.
Odiaba como su cabello largo, de un negro azulado, rebotaba contra su piel y se movía con suaves vaivenes, y el olor de este mismo inundaba sus sentidos.
Y aunque racionalmente no quería hacerlo, apretó con más fuerza sus manos sobre sus caderas emitiendo un gruñido de placer cargado de sentimientos que se contradecían entre sí.
Odiaba como los muslos de sus piernas redondeadas, perfectamente lisas y blancas, apretaban alrededor de su caderas, mientras se movía de arriba hacia abajo, en un perfecto, sensual y podría jurar que fríamente calculado movimiento, bajando y subiendo de una forma tan exquisita sobre su miembro, haciendo que una corriente eléctrica recorriera todo su cuerpo, mientras que con sus fuertes manos apretaba una vez más la delicada y redonda cadera para tratar de hundirse más y más en ella, dentro de ella, porque había perdido la cabeza, ella había ganado.
En una noche de verano donde la luna se encontraba en su máximo esplendor iluminando con su tenue color azul aquellos lugares donde no había luz artificial, que no era excepción para el Dojo Tendo que se encontraba completamente en penumbras pues pasaba que ya casi 3 semanas se encontraba habitado solo por dos personas.
Ahí se encontraba Ranma Saotome, acostado boca arriba sobre el futón de su pieza, y acostado es solo una forma de decir, pues encima de el con movimientos sensuales y eróticos se encontraba su ahora peor enemiga, entregándole cantidades de placer que no había sabido jamás que existían, la deseaba, la deseaba como nunca y la odiaba como nunca antes la había odiado, porque el Gran Ranma Saotome había perdido, rabia, los celos, el amor, la ira contenido, la traición y el despecho, lo habían consumido, por eso ahora se encontraba en el futón de su pieza entregándose con amor y rabia al mismo tiempo a la más pequeña de las hermanas Tendo, Akane, quien en ese momento soltaba de sus labios un gemido de placer que hizo de nuevo de volver la mirada de Ranma a el rostro de su prometida. Contuvo el aliento.
Odiaba como su rostro de porcelana se encontraba cubierto por un encantador tono carmesí, odiaba como algunos cabellos casi negros se pegaban a sus mejillas por el sudor, odiaba como gotas de sudor caían por su rostro para perderse entre el espacio de sus pechos que se movían a la par, sus exquisitos y esponjosos pechos, y no pudo evitarlo se sentó mientras Akane seguía moviéndose encima de el, con una mano rodeo la cintura de chica completamente para no perder el equilibrio que tenían, su boca rodeo su todo su pecho derecho succionándolo, saboreándolo y mordiéndolo, y con su mano libre apreso desde la nuca de la chica los cabellos de esta para obligarla a mirarlo mientras el sin despegar su boca del pecho de la chica, le dirigió la mirada.
Y ahí estaban esos ojos color avellana que se encontraban abiertos, al igual que su boca de la cual salían suspiros desesperados y gemidos. Se perdió en su mirada en aquellos ojos que ahora también lo enfocaban, había un mundo dentro de la mirada de Akane, había tantas cosas que no entendía, estaba ese brillo que siempre lo había capturado y lo admiraba cada vez que podía y aunque solamente fue casi un segundo pudo ver detrás de todo eso, un sentimientos más oscuro, más frío, más calculador, le dijo que todo aquello que estaba viviendo, que aquella mirada de inocencia, era toda una mentira, fue casi imperceptible pero lo noto, notó la pequeña sonrisa de superioridad que se formo en los labios de la mujer que más emociones producía en su interior y como ese brillo oscuro que pudo divisar por un segundo se volvía más frío, y lo sabía, Ranma Saotome lo sabía, ella estaba fingiendo, no lo amaba, tal vez ni siquiera lo deseaba, lo que ella deseaba era ganarle, al único que había resistido toscamente y casi de manera bruta su encanto, su engaño, su sonrisa dulce y traicionera, su inocencia fingida, su torpeza actuada y su mirada mentirosa.
El hubiera deseado con toda su alma que ella lo amará, que en vez de estar teniendo sexo, ella le estuviera haciendo el amor, que volviera su dulce e inocente Akane, la verdadera, no esta, que lo engañaba y le mentía, y aun así no había sido capaz de resistirse por que el tinte de su voz seguía siendo el mismo, se desprendía de todo su cuerpo ese olor a vainilla y lavanda que lo volvía loco, el toque con su piel era suave y toda la humanidad que amaba de esa chica estaba ahí, y esa carita de niña, casi infantil, la amaba y la odiaba.
A pesar de que todo era una mentira, se permitiría saciarse de ella hasta no poder más, hasta que ella y el lleguen a su límite, recorrería todo su cuerpo como quien mira por primera vez una obra de arte, besaría cada parte de ella y se aprovecharía de su mentira, aunque el fuera el perdedor, se llevaría el recuerdo de su piel completo y la marcaría porque por lo menos por un tiempo, lo que duren las marcas rojas en su piel, ella sería de alguien, sabrían que fue de alguien.
Con un movimiento rápido, salió de su interior y la acostó en el futón, y se posiciono nuevamente el arriba de ella, con ambas manos apoyadas en cada lado de su cabeza, con los brazos estirados para no aplastarla con su peso y sus ojos se encontraron.
La mirada de Ranma con el ceño fruncido y sus mejillas rojas y Akane mirándolo apaciblemente levemente sonrojada con una sonrisa diminuta en sus labios, se veía tan buena, tan pura.
En los ojos de Ranma se acumulaban lágrimas contenidas, mientras la chica seguía mirándolo tranquilamente y el artista marcial por fin hablo, su voz, su tono aunque bajo era desesperado.
Te odio Akane, se lo que estas haciendo conmigo, se lo que estas haciendo con todos, eres una falsa, mentirosa y retorcida persona. No te lo voy a perdonar nunca.- dijo con rabia y apretando los puños con fuerza.
La joven Tendo lo miraba un poco desconcertada por sus palabras, pero para sorpresa de Ranma, ella le sonrió con tranquilidad en una dulce y perfecta sonrisa, calculada para el momento, ella lo superaba.
Te ves como un niño pequeño cuando estas así de enojado.- fue la simple respuesta de la chica, quien había acercado su mano derecho a la mejilla del chico para acariciarla suavemente mientras le mantenían esa sonrisa que salía tan perfectamente bien que cualquiera podría pensar que era natural, cualquiera menos el.
Ranma abrió levemente la boca para contener el aliento que quería escapársele en ese momento, y una solitaria y silenciosa lágrimas resbalo por su mejilla hasta llegar a la mejilla de Akane, quien no se inmuto.
Había perdido.
Odiaba, no obstante todo, se enterraba nuevamente entre sus muslos de seda, mientras sentía como deliciosamente entraba en el cuerpo de la mujer que amaba y detestaba con toda su alma, como el cuerpo de Akane se restregaba contra el suyo en enviando corrientes eléctricas y sensaciones de placer hasta su espina dorsal. Su boca volvía nuevamente y con ansiedad a la boca de ella, introduciendo su lengua en toda la cavidad de ella explorando cada espacio, sintiendo su sabor, besándola con ahínco.
Akane rodeaba la cadera del chico con sus piernas, y el la embestía cada vez más fuerte, cada vez más profundo haciéndola gritar y gemir y sus pequeñas y suaves manos recorrían el pecho y espalda de Ranma, y el que había dejado su boca para recorrer su cuello y dejar pequeñas marcas rojas en su piel, beso sus hombres, beso sus pequeñas y tiernas orejas, no hubo parte de su cuerpo que sus manos no hayan tocado, que su boca no haya saboreado y aun quería más, mucho más, por eso seguía entrando y saliendo dentro de ella, cada vez más excitado, cada vez con más ansía.
Eran dos cuerpo revolcándose en el suelo, cada vez con más pasión, con más desesperación, enterrándose en el otro, hasta que lo sintió como el interior del cuerpo de Akane apretó de una forma casi insoportable su miembro, mientras salía de la boca de la chica un ultimo y sonoro gemido que para el sonó como el cielo, terminando junto a ella emitió un último gruñido casi animal para luego dirigir su boca a su cuello y morderla con emociones y contradicciones contenida marcando su boca en ella.
Y el cuerpo del gran Ranma Saotome se desplomo sobre el cuerpo de la chica, respirando agitadamente y traicionándose a si mismo, abrazo el cuerpo pequeño y cálido, con un ánimo posesivo, celoso y protector, que también luchaba para respirar normalmente de nuevo.
Estuvieron así durante unos minutos, el la abrazaba y ella se mantenía quieta controlando su respiración, no lo abrazaba, solo estaba ahí imperturbable más allá de su respiración agitada.
Ella se movió aun debajo de su cuerpo con ánimos de levantarse, y el lo supo. En completo silencio Ranma se separo de ella dándole su espacio nuevamente, y ella sin mirarlo, se incorporó, camino desnuda dándole la espalda mientras la luz de luna todavía bañaba al cuerpo de porcelana dándole un aspecto casi de ultratumba, tanta belleza no podía ser del mundo terrenal, pensaba el chico admirando el escultural y agraciado cuerpo de su prometida.
Akane se coloco nuevamente la delgada bata de seda alrededor de su cuerpo, la amarro en un nudo simple y camino a la puerta de la habitación, aun sin mirar al chico que la observaba sentado desde el futón que había sido testigo de su pasión. La vio caminar tranquilamente hacia la puerta, sin dedicarle ni una sola mirada, una indiferencia que le calaba los huesos, desesperado por lo menos ver aunque sea en ella una pizca de sentimiento la llamo.
Akane.- fue el firme y claro sonido que salido de la boca de Ranma, cargado con una seguridad que no sentía en aquellos momentos.
La chica detuvo su andar, se quedo de espalda un momento para luego girar levemente su rostro. La mirada que le dedico a Ranma, lo dejo helado, no había nada en esa mirada, nada, estaba complemente vacía, y una sonrisa bonita se formo en el rostro de la chica al darse cuenta lo que Ranma había entendido que sentía en ese momento, nada. Giro el rostro y regresó sus paso nuevamente hacia la salida para irse a su cuarto a dormir.
Dolido. Humillado. Pisoteado. Abandonado. No correspondido.
La odiaba.
La odiaba. La odiaba. La odiaba.
Odiaba amarla y desearla tanto, odiaba desear a alguien que nunca iba a tener.
CONTINUARA…
¡HOLA! Aquí estoy nuevamente con una nueva idea, se me ocurrió mientras hacia cardio en el gym escuchando una canción, ya no recuerdo cual, lo único que aun recuerdo es que se me vino esa frase a la cabeza ''la odiaba'' y supe que tenía que plasmarlo en una historia, esperó les guste, mis saludos.
