Bueno, es sorprendente como yo ando comenzando fics nuevos cuando no he terminado los otros :v pero que más da, así soy y así me amo. Igual, este ya está fríamente calculado y estructurado así que no debería tomarme más de una semana en terminarlo. No va a ser muy largo, pienso que ni siquiera pasará de los 5 capítulos. Incluso pude haberlo subido de una sola vez, pero siento como que eso le quitaría esencia al fic y no se disfrutaría como se debe.
Bien, esto se ubica antes de los acontecimiento de la segunda película de Gintama, pero teniendo en cuenta lo que pasó con el Shogun (intento no llorar). Así que Gin no está, La Yorozuya está rota y el Shinsengumi escapa por su vida (?) xD puede tomarse como un semi-Au, si así lo quieren :D
Advertencia: algunas insinuaciones sexuales. Nada explícito y en realidad no se mencionará nada por lo que no valga la pena leer.
Disclaimer: Nada, nadita, nada es mío. Sólo esta historia.
Primera parte.
.
.
.
Abrió los ojos ante la luz ruda del sol que se filtraba por la ventana de lo que, por ahora, llamaba habitación. No es como que tuviera muchas opciones en donde alojarse después de todo.
¿Tan rápido había amanecido?
Pensó que había visto lo último del sol cuando cerró los ojos y se puso su antifaz apenas unas horas antes—4 horas, para se exactos—. Se arrastró dentro de las sábanas y alejó la cabeza en un intento por volver a quedarse dormido, pero los malditos rayos estaban cayendo sobre él incluso a través de las sábanas, casi como si alguien hubiera levantado la ventana sin preguntarle. Se pasó un brazo por la cara en su último esfuerzo por bloquear cualquier rastro de luz—aun llevando el antifaz puesto—, pero no tuvo éxito. Sin embargo, antes de realmente verificar si la jodida ventana estaba abierta, alguien lo empujó por el costado y sacudió su brazo fuera de su cara. Se quitó el antifaz, a regañadientes, y levantó la cabeza para descubrir que, además de la molesta luz del sol—y en efecto, la ventana estaba abierta—, su mundo de sueños había sido interferido por un Kondo desconsiderado y grosero.
Hombre, que él no había dormido lo suficiente.
—Kondo-san, no deberías mostrarte a la luz del sol, así como así —se suponía que se estaba escondiendo para evitar ser llevado a ejecución, y aunque realmente no había ningún tipo de peligro, a Sougo no se le ocurrió otra cosa más por decir.
—Son las diez de la mañana, Sougo. No puedes pretender dormir todo el día —le habló con una voz increíblemente alegre, a pesar de todo lo feo que habían tenido que vivir. Con eso de que Edo estaba prácticamente desolado, le parecía extraño en estos días que alguien si quiera tuviera una pizca de felicidad.
Sin embargo, el hecho de que el hombre a quien el castaño todavía consideraba su Comandante—a pesar de que el Shinsengumi ya no existiese oficialmente—, hubiese ido en su búsqueda exclusivamente para despertarlo…eso no podía presagiar nada bueno.
—¿Quién dijo que quería dormir todo el día? —su voz aun sonaba somnolienta, lo que desmentía totalmente su argumento.
Kondo se quedó enfrente de él, cruzando posteriormente los brazos en el pecho, estudiándolo con la mirada, dándole ese toque misterioso de padre que todo lo sabe—lo cual era totalmente extraño de ver—. De alguna manera, a Okita no le gustaba a donde se estaban dirigiendo las cosas. Simplemente el hecho de que hiciese actos que no hacía normalmente era suficiente alarma.
—Se que día es hoy, Sougo —anunció solemnemente.
Su cabeza volvió a tocar la almohada, tratando de no darle mucho interés a lo que ya sabía, le diría el hombre mayor. Sabía que día era, no necesitaba que nadie se lo recordara. Sus ojos se estrecharon ante la luz que se filtraba por la ventana. Había pensado en bastantes respuestas para lo que Kondo había dicho, pero simplemente no se sintió dispuesto a expresar nada en ese momento. Lo único que quería era dormir.
—Sabes qué día es hoy, ¿verdad, Sougo? —si lo sabía el mismísimo Kondo, que despistado si era, ¿cómo no iba a saberlo él?
Por supuesto que lo sabía. Simplemente no tenía ganas de que eso le importara en lo absoluto.
—¿Y qué importa? —dijo, despreocupado. No le encontraba sentido alguno a tener ese tipo de conversación tan temprano en la mañana. Era demasiado temprano para que las cosas no tuvieran sentido. Las diez en punto, en el mundo de Okita Sougo, se clasificaba como primera hora de la mañana. Nunca había sido un tipo madrugador de todas formas.
—No lo sé —respondió su superior —. Lo que vayas a hacer, es lo importante.
Se rindió a su objetivo de tratarse de esconder bajo las sábanas y se levantó por fin de la cama. No serviría de nada intentar no prestarle atención a lo que Kondo estaba diciendo. Cuando se ponía en modo "escucha lo que te digo porque es algo serio", era especialmente difícil deshacerse de él. Okita extendió entonces la mano y tomó una liga para el cabello y, bajo la atenta mirada del otro hombre, hizo un peinado improvisado y posteriormente lo ató en su ya acostumbrada coleta.
—Kondo-san, realmente no me importa —expresó, mientras buscaba un poco de su ropa para vestirse apropiadamente. No es que se pudiera dar el lujo de un baño por el momento, de todas formas. En esos tiempos, lo único que realmente debía importar era sobrevivir.
Tampoco fue como que Kondo le creyó ante su declaración, porque él siguió mirándolo de esa forma que a él no le gustaba. —Bueno, por alguna razón sentí que debía venir ya que podrías necesitar a alguien con quien hablar.
—Hablo con todos ustedes todo el tiempo —comentó, encogiéndose de hombros.
—Sabes a lo que me refiero —lo sabía, pero no quería hacerle sentir compasión a las personas que lo rodeaban. ¿Qué tan patético podría llegar a ser eso? —Sougo…
Él no pudo resolver esto sin dar alguna declaración contundente y dar por terminado el tema, evidentemente. Kondo estaba siendo insistente, y Okita ya estaba harto de ese juego. Comenzó a recorrer vagamente la habitación en busca de sus zapatos.
—Simplemente no es lo que piensas, Kondo-san. Ella y yo nunca fuimos en serio. Sólo estábamos… —tuvo la repentina necesidad de parar en este punto, puesto que no sabía que decir realmente. ¿Qué es lo que demonios estaban haciendo ellos en primer lugar?
Kondo esperó por la terminación de la oración, pero cuando esta no llegó, decidió no presionar más. —Sougo, sabes que eres un buen mentiroso, pero incluso ahora, estás haciéndolo terriblemente.
Nunca pensó que lo elogiarían por mentir bien, mucho menos su superior. —No estoy mintiendo —espetó, agradecido de que su voz aun sonara con total indiferencia —. Ella y yo sólo estábamos pasando el rato en este mundo lleno de porquería. Siempre hemos sido rivales y eso nunca cambió —rivales que habían tenido relaciones sexuales un par de veces, claro, pero eso apenas y contaba y no se lo haría saber a Kondo tampoco.
Quizá Kondo había esperado que el muchacho se quebrara; enojo, amargura, llanto…cualquier cosa menos aquella indiferencia con que pretendía manejar todo lo que le dolía. Porque lo sabía. Lo conocía mejor que nadie, y entendía que, tras su rostro estoico, estaba lleno de preocupación y tristeza. Empero, el muro que había levantado para protegerlo de cualquier daño esta vez había sido bastante sólido.
Decidió que lo dejaría en paz, por el momento. —Bien, nos reuniremos en un momento para definir a donde iremos ahora. Me temo que ya nos han localizado —caminando hacia la puerta, puso su mano sobre su hombro y lo apretó un poco, para después seguir su camino y abandonar el lugar.
Bueno, Sougo habría tenido que levantarse eventualmente de todos modos, así que agradeció al final la interrupción de su sueño. Tenía que ir a echarle un vistazo a la zona y asegurarse que realmente no les estaban pisando los talones para poder capturar a Kondo. Además, debían reunirse con la princesa—exprincesa, realmente—para después ir con los rebeldes Joui y seguir planeando La estrategia para derrocar al gobierno.
Si lograba hacerlo todo rápido, podía hacerse un poco de tiempo para él, y gastarlo durmiendo y así no tener que pensar en nada. Pensar ahora era como su peor enemigo.
Y no es como que él estuviera preocupado ni nada para tener la necesidad de evitar pensar. ¿Por qué debería estarlo? Era la vida de China. Ella decía que mierda hacia y él no tenía por qué meterse en eso. Si ella había decidido de pronto que lo mejor para ella era abandonar la Tierra, pues era muy su problema.
¿Qué tenía eso que ver con él de todas formas? ¿Por qué Kondo hacía tanto alboroto por algo tan estúpido?
En lo que a él respecta, China le valía un carajo.
Datos random: iba a escribir esto desde el punto de vista de Kagura (después de que me decidiera a que esta idea iba a ser destinaba para este fandom), y cuando ya tenía media página escrita, lo borré y cambié todo porque no sentía a Kagura para nada. Como ya he dicho muchas veces antes, se me hace más fácil personificar el punto de vista de Sougo que el de Kagura, por lo que la mayoría del fic (por no decir todo) será desde su punto de vista.
Otra cosa. No terminará en nada triste, se los aseguro, jajajaja. Así que lean con confianza.
Los capítulos van a variar en extensión. Aunque no creo que ninguno se pase de las 2500 palabras. Es poco probable.
Bien, con esto los dejo. Me he pegado una trasnochada horrenda y tengo mucho sueño.
